quarta-feira, 20 de junho de 2012

Desear todos los días a la misma mujer **



Para desear todos los días 
a la misma mujer
es necesario seguir
algunos pasos sencillos:
poner el trabajo en tercer o cuarto lugar,
y en el medio el cuidado criterioso de las gallinas 
y los perros,
al dinero en quinto o sexto,
y a las pequeñas delicias de lo cotidiano 
en segundo,
a la familia en tercero
y además, promover diversas acciones
revolucionarias, a saber:
cerrar la cuenta del banco
y mandar a la mierda al gerente,
usar siempre los mismos zapatos,
comer mandarinas de una planta propia,
valorizar de un modo decisivo a la pereza,
-el ocio creativo y no creativo- digo, ocio nomás.
Es menester, eso sí, escribir por lo menos
un cuento por semana,
un relato cualquiera cada dos o tres días,
una crónica en el lapso inexorable de diez días y
entre sueño y sueño nocturno,
armarse, y armar fantasías,
eróticas y sensuales
fantasías.
Mezclar historia con letras y
amor con política revolucionaria,
desvendar el misterio de la diferencia entre
"Haga la revolución y el amor" y
el simple y llano 
"viva el papo y meta bala".
Papo, en portugués, se refiere a la papada,
y también a la conversación,
al diálogo,
a la charla. Y charla va y charla viene,
amor y fantasías: obsesión en curvas vertiginosas,
en piernas largas y nalgas redondeadas,
lecturas, historia, próceres de la patria,
triángulos isóceles y senos tibios y
pequeños, pero no tanto, justos,
justo del tamaño de una mano, de la mía.
Y más cuentos y fantasías, y más
eros y delicias soñadas, y más aún realizadas 
y otras más 
a realizarse.
Piel e historia, senos y política, nalgas
y revolución, piernas y democracia, pueblo
y pubis, y frenesí y sexo.
La receta es simple: los ingredientes son al
gusto del soñador, aplíquese con moderación entre los 30
y los 40, con obstinación entre los 50 y los 60, con
fervor, determinación, dedicación y precisión de allí en adelante.
Desear todos los días a la misma mujer
es fácil.


**Javier Villanueva, Paris, mayo de 1968.

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