sexta-feira, 16 de fevereiro de 2018

Brasil, entre la catástrofe o una salida popular

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La intervención militar a Rio de Janeiro, con un general al mando de tropas del ejército para coordinar la represión al narcotráfico muestra que el gobierno Temer, - igual que Macri en Argentina- apuesta a resolver con la fuerza de las armas todos los problemas sociales y políticos más delicados.
El texto a continuación es de noviembre, pero poco ha pasado, a no ser la condena a Lula y la casi renuncia de Temer a imponer su reforma al sistema de jubilaciones. Cualquier cosa puede ocurrir a cualquier momento.


Brasil, entre la catástrofe o una salida popular

El golpe contra Dilma Rousseff erosionó la democracia, provocó una crisis institucional permanente y la degradación social y moral del país, con un gobierno rechazado por casi toda la nación, que revoca derechos, cancela políticas sociales y destruye las bases de la educación, la salud pública, la investigación científica y la cultura. 
En ese panorama, sin que todavía haya reacción popular, pese a que las luchas parciales no cesan, lo que surge es una situación insostenible, en equilibrio precario y sin demasiado futuro, en la que cualquiera de los bandos que luchan sordamente entre sí por el poder puede desequilibrar al conjunto en cualquier momento. 

Puede ser una decisión del poder judicial, una acción militar que intervenga más allá de lo permitido, una alianza nueva entre partidos o cualquier giro de posición de algún político importante, o la prisión de algún político o empresario notable, sobre todo, la del propio Lula, o la improbable caída de Temer. Cualquier nuevo elemento inesperado de combustión puede derrumbar el inestable cuadro actual y poner al país y a su frágil democracia en riesgos aún mayores que los que hoy vivimos.

El ala “esquerda pra valer” (izquierda de verdad) del PSDB, exige que el partido vuelva a la socialdemocracia y deje el rumbo liberal-conservador. Sería promisorio si no fuera que los jóvenes “izquierdistas”, que hasta ayer coqueteaban con el fascistoide MBL (Movimento Brasil Livre, grupo de derecha que nació pidiendo el impeachment de Dilma Rousseff) no tuvieran como líder al gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin. Es otra anécdota folclórica de las que brotan a diario en la política institucional del Brasil del golpe, con noticias que atropellan y muestran un panorama caótico e inflamable.

Vivimos una situación insostenible, en desequilibrio total y sin mucho futuro de permanencia. Los meses pasan y a los analistas les cuesta escribir sobre el caos político y social del Brasil del largo año de 2017. Se desaniman, o piensan que el pueblo brasileño es apático, y casi se merece lo que está ocurriendo. Otros se asquean de la política como si se tratase de un tema de inmoralidad total y sin remedio. Es un cuadro político que no deja de moverse, sorprendiendo con novedades que, de tan esperadas, crean más desesperanza y aumentan la incredulidad y el desánimo en una parte creciente de la población.

El cuadro podría resumirse así:

Un gobierno corrupto, sin responsabilidad histórica de sus acciones o noción del legado que dejará para los libros. Un poder ejecutivo formado por el PMDB y sus satélites históricos, los partidos enanos de alquiler del Centrão, y dos  ministros del PSDB, con el programa ultraliberal de Temer en su Ponte para o Futuro, que sorprendió a los tucanes por su radicalismo. Gobierno surgido de una compleja maniobra política, institucional y mediática en forma de un golpe blanco, sin uso de fuerzas armadas o policiales, y con abuso de chicanas jurídicas y políticas. Una coalición de las derechas más conservadoras, basadas en líderes neopentecostales (Eduardo Cunha, Jair Bolsonaro, Marco Feliciano, Edir Macedo, Marcelo Crivella, etc.) que creció en estos 22 meses, imponiendo una agenda reaccionaria de destrucción de los avances sociales de educación, salud, cultura, y derechos de las minorías, en los gobiernos Lula y Dilma.

Un avance de medidas liberalizantes de la economía y las relaciones empresa-trabajador, con privatizaciones, entrega del control de las riquezas nacionales a monopolios internacionales, y disminución de las políticas sociales al mínimo posible.

Aumento de la represión sumada al recorte a las acciones sociales, y derechización de la relación estado-ciudadano, con aumento de las intervenciones policiales y militares en detrimento de la negociación, el diálogo y el respeto a las minorias y sectores más pobres.

Debilitamiento de la oposición y dispersión de las izquierdas, del PT y de su relación con los movimientos sociales; relativa quietud o acciones aisladas de los movimientos y liderazgos sociales, estudiantiles y sindicales.

Contradictoriamente, crecimiento de la candidatura de Lula y descenso de sus niveles de rechazo, al tempo que crecen las amenazas a su postulación.  Mientras aumentan las posibilidades de detención de Lula y se le impida la participación electoral en octubre de 2018, crece su figura y disminuye las de sus oponentes.

Polarización de la derecha más visceral, nostálgica de la dictadura y de las opciones más antidemocráticas y profascistas, y los sectores más corruptos y autoritarios de la base del gobierno. Surgen declaraciones golpistas como las del general Antonio Mourão, y se callan las altas autoridades militares y del gobierno.

División del PSDB entre los grupos dirigentes liberales que apoyaron el golpe de Temer y quieren seguir en el gobierno, por un lado, y los ultraliberales, con cabeza más visible en el intendente paulistano João Dória, con apoyo de la juventud del partido y su correa de transmisión en los "movimentos de rua" de la derecha --MBL y Vem pra Rua-- que tienden a fusionarse con los jóvenes “cabeças pretas” del PSDB, sin demasiado futuro, a menos que deriven en una fuerza de choque al viejo estilo fascista.

Un poder judicial dividido entre dos o tres grupos políticos que apoyan alguna facción de la alianza en el poder, y un centro mediático en la Operação Lava-jato, bastante apagada en este momento, centrada en romper las estructuras del PT y la potencia de Lula, y secundariamente las del PMDB.

¿Cuáles son las banderas posibles de los movimientos sociales y los partidos de la izquierda en esta situación? 

Primero, un mínimo de unidad programática a partir de reconocer el enemigo común y la precariedad de la situación de las izquierdas. Derribar el gobierno de Temer y detener sus reformas, o atrasar hasta el próximo gobierno nacido de elecciones libres el estudio de cualquier reforma que represente nuevos retrocesos. Adelantar las elecciones libres y generales para presidente y gobernadores y, sobre todo, para un nuevo Congreso, dado el desprestigio del actual, que da base al gobierno Temer. Y para eso es necesaria una candidatura natural, y no solo la de Lula, sino también de otros líderes de la izquierda que podrán confluir en un eventual balotaje, con programas amplios de defensa de las conquistas de los últimos 15 años, que incluyan todos los frentes de lucha: salarios, vivienda, salud, minorías, mujer, juventud, medio ambiente, etc.

Superar la crisis exige una elección legítima, lo que no ocurrirá si Lula fuera excluído de ella. Solo un gobierno nacido de una elección limpia puede rehacer el diálogo y serenar los ánimos, sin sacrificio de las clases populares. La democracia exige negociación, con legitimidad de un gobierno salido de una elección limpia. Con un programa para la crisis económica profunda, contra las recetas de austeridad que llevaron el país a la quiebra, que llene en el pueblo el vacío generado por el caos de representación de los partidos, un Congreso desmoralizado y un gobierno ilegítimo que solo se sostiene por un sistema fallido y sin credibilidad. Pero esto debe ser en el marco de un proyecto de larga duración, pues aunque la izquierda ganara las elecciones, ello no resolveria la crisis por sí mismo, y es preciso aprender las duras lecciones dejadas por el golpe, sobre todo en relación a las alianzas electorales y de gobierno.

¿Cómo sería un nuevo gobierno popular? Es necesario ampliar la movilización popular mientras se reconstruye una masa crítica con una sólida ideología de izquierda. 
¿Es posible hacerlo sin sectarismos? ¿Evaluaremos los errores pasados que hicieron perder las conquistas de 13 años en pocos meses? 
¿Entenderemos que la escuálida burguesía nacional brasileña, socia menor del gran capital internacional no tiene aliento para sus programas desarrollistas, que siempre acaban en el paternalismo o en la derrota por el odio de las clases privilegiadas? 
¿Veremos que las alianzas con esa burguesía impotente son casi imposibles, y que es mejor buscar las capas medias trabajadoras, hoy ilusionadas por el discurso neoliberal? ¿Sabremos incorporar las reformas dentro del capitalismo en un programa que apunte más lejos, en un proyecto socialista que imagine una sociedad más justa e igualitaria?

En las redes sociales, los medios y en la propaganda de partidos de centro-derecha como el DEM, base del gobierno, se ruega "frenar la polarización" y la violencia en las discusiones; quieren evitar la atomización del centro-derecha, pero la agresión viene del propio estado y de quien lo gerencia hoy, el dueño real del poder. Los ataques contra el pueblo por parte del estado son cotidianos, igual que el vendaval de odio de los que apoyan al gobierno, divididos entre Jair Bolsonaro, candidato de la ultraderecha, o el MBL, Doria, el presentador Huck de la Globo, o quién sea contra Lula y el PT. 

Las redes sociales dicen que "el pueblo no reacciona", o "la izquierda no se mueve", ignorando que la acción popular y la de dirigentes lúcidos y aguerridos de los trabajadores son productos de situaciones complejas, difíciles de medir y de predecir. El tiempo dirá si ese equilibrio volatil e inflamable, va a terminar en desesperación y sacrificios aun más violentos del pueblo, o si va a haber un aprendizaje lento y más creativo.

Con un gobierno apoyado en el "margen de error" de 3%, y su base dividida entre opciones a la derecha y la ultraderecha; con Lula favorito, aunque perseguido sin trégua y a punto de ser preso, y las opciones de centro derecha, João Dória, Álckmin y Marina Silva, atrás de Bolsonaro, podrá haber más avances autoritarios, o intervención militar parcial. Pero nada quita del centro del escenario los dos únicos programas que están en juego: el neoliberal y sus variantes, fracasadas en Europa y América Latina, por un lado; y por el otro el que se enfoca en lo social, en la superación de los abismos entre clases, la integración y el empoderamiento de los más desfavorecidos.

Son programas reformistas, no revolucionarios, que no se proponen desmontar el estado ni el sistema capitalista. Pero son los que pueden hacer las reformas necesarias para el avance popular en democracia.


Proscribir a Lula y al PT es un error fatal de la derecha; pueden triunfar por algunos años, pero las historias del peronismo en Argentina, o del MNR en Bolivia, muestran que la memoria popular es persistente. Más que los modismos o las "soluciones" de la derecha, y los factótums del multimedios O Globo y la revista de derecha Veja –-Collor de Melo en 1998 o Luciano Hulk ahora- son siempre condenados al fracaso. Pueden anular las elecciones, encerrar a Lula y crear títeres mediáticos, pero tarde o temprano tendrán que negociar con las opciones populares, hoy representadas por Lula, Guilherme Boulos, del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, y los programas de la izquierda. 

JV. São Paulo, noviembre de 2017 y febrero de 2018.

quarta-feira, 7 de fevereiro de 2018

Manifiesto por un arte revolucionario independiente


Manifiesto por un arte revolucionario independiente

Autores: 
 André Breton, Leon Trotsky y Diego Rivera



Puede pretenderse sin exageración que nunca ha estado la civilización humana amenazada de tantos peligros como hoy. Los vándalos, con ayuda de sus medios bárbaros, es decir muy precarios, destruyeron la civilización antigua en un rincón limitado de Europa. Actualmente, es toda la civilización mundial, en la unidad de su destino histórico, la que vacila bajo amenaza de fuerzas reaccionarias armadas con toda técnica moderna. No solo tenemos a la vista la guerra que viene. desde ahora, en tiempo de paz, la situación de la ciencia y el arte se ha hecho absolutamente intolerable.
En lo que conserva de individualidad en su génesis, en las cualidades subjetivas que pone en obra para desentrañar cierto hecho que acarrea un enriquecimiento objetivo, un descubrimiento filosófico, sociológico, científico o artístico aparece como fruto de un azar precioso, es decir como una manifestación más o menos espontánea de la necesidad. No podría descuidarse un aporte tal, tanto desde el punto de vista del conocimiento general (que tiende a seguir la interpretación del mundo) como desde el punto de vista revolucionario (que para llegar a la transformación del mundo, exige que nos formemos una idea exacta de las leyes que rigen su movimiento). Más particularmente, no podríamos desinteresarnos de las condiciones mentales en las que se produce ese aporte y, para eso no velar porque quede garantizado el respeto a las leyes específicas a las que está sometida la creación intelectual.
Ahora bien, el mundo actual nos obliga a comprobar la violación cada vez más general de esas leyes, violación a la que responde necesariamente un envilecimiento cada vez más manifiesto no solo de la obra de arte, sino también de la personalidad “artística”. El fascismo hitleriano, después de haber eliminadode Alemania a todos los artistas en los que se había manifestado en cualquier grado el amor a la libertad, aunque solo fuese formal, a obligado a los que todavía podían consentir en sostener una pluma o pincel a hacerse lacayos del régimen y a celebrarlo por encargo, en los límites exteriores de la peor convención. Salvo por la peor publicidad, lo mismo sucedió en la URSS en el periodo de furiosa reacción que ha llegado ahora a su apogeo.
Se sobrentiende que no nos solidarizamos ni un solo instante, por mucha que sea su fortuna actual, con la consigna: “¡Ni fascismo ni comunismo!”, que corresponde a la naturaleza del filisteo conservador y asustado, aferrado a los vestigios del pasado “democrático”. El arte verdadero, es decir, el que no contenta con variaciones sobre modelos ya hechos, sino que se esfuerza por dar una expresión a las necesidades interiores del hombre y de la humanidad de hoy, no puede no ser revolucionario, es decir, no aspirar a una reconstrucción completa y radical de la sociedad, aunque solo fuese para liberar a la creación intelectual de las cadenas que la atan y permitir a toda la humanidad elevarse a alturas que solo unos cuantos genios aislados han alcanzado en el pasado. 
Al mismo tiempo, reconocemos que solo la revolución social puede abrir el camino hacia una nueva cultura. Si rechazamos sin embargo toda solidaridad con la casta actualmente dirigente en la URSS es precisamente porque a nuestros ojos no representa al comunismo, sino que es su enemigo más peligroso. Bajo la influencia del régimen totalitario de la URSS y por intermedio de los organismos llamados “culturales” que controla en los otros países, se ha extendido por el mundo entero un profundo crepúsculo hostil a la emegencia de toda especie de valor espiritual. Crepúsculo de lodo y de sangre en el cual, disfrazados de intelectuales y de artistas chapotean hombres que han hecho de su servilismo un resorte de la renegación de sus propios principios un juego perverso, del falso testimonio venal un hábito y de la apología del crimen un gozo.
El arte oficial de la época estalinista refleja con una crueldad sin paralelo en la historia sus esfuerzos irrisorios por dar gato por liebre y enmascarar su verdadero poder de mercenario. La sorda reprobación que suscita en el mundo artístico esta negación desvergonzada de los principios a los que el arte ha obedecido siempre y que ni siquiera estados fundados sobre la esclavitud han tenido la ocurrencia de impugnar tan totalmente debe dar lugar a una condenación implacable. La oposición artística es hoy una de las fuerzas que pueden contribuir útilmente al descrédito y a la ruina de los regímenes bajo los cuales se ahoga, al mismo tiempo que el derecho de la clase explotada a aspirar a un mundo mejor, todo sentimiento de la grandeza y aún de la dignidad humana.
La revolución comunista no tiene el temor del arte. Sabe que al término de las investigaciones que pueden hacerse sobre la formación de la vocación artística en la sociedad capitalista que se derrumba, la determinación de esa vocación no podrá considerarse sino como el resultado de una colisión entre el hombre y cierto número de formas sociales que les son adversas. Esa sola coyuntura, con la salvedad del grado de conciencia que queda aún por adquirir, hace del artista su aliado predispuesto. El mecanismo de sublimación, que interviene en semejante caso, y que el sicoanálisis ha puesto de manifiesto, tiene por objeto restablecer el equilibrio roto entre el “yo” coherente y los elementos reprimidos este restablecimiento se opera en provecho del “ideal del yo” que alza contra la realidad presente, insoportable los poderes del mundo interior, del “sí mismo”, comunes a todos los hombres y constantemente en vías de florecimiento en el devenir. La necesidad de emancipación del espíritu no tiene sino que seguir su curso natural para verse arrastrada a fundirse y a bañarse de nuevo en esa necesidad primordial: la necesidad de emancipación del hombre.
Se sigue de ello que el arte no puede consentir sin rebajamiento en plegarse a ninguna directiva extraña y en venir a llenar dócilmente los marcos que algunos creen asignarle, con fines pragmáticos extremadamente cortos. Más vale confiar en el don de prefiguración que es la prerrogativa de todo artista auténtico, que implica un comienzo de resolución ( virtual ) de las contradicciones más grandes de su época y oriente el pensamiento de sus contemporáneos hacia la urgencia del establecimiento de un orden nuevo.
La idea que el joven Marx se había formado del papel del escritor exige, en nuestros días, un recordatorio vigoroso. Está claro que esta idea debe extenderse, en el plano artístico y científico, a las diversas categorías de productores y de investigadores. “El escritor”, dice, “debe naturalmente ganar dinero para poder vivir y escribir, pero no debe en ningún caso vivir y escribir para ganar dinero… El escritor no considera en modo alguno sus trabajos como medio. Son fines en sí, son tan poco un medio para él mismo y para los otros que sacrifica en caso necesario su existencia propia a la existencia de ellos."
La primera condición de la libertad de prensa consiste en no ser un oficio. Es más oportuno que nunca blandir esta declaración contra aquellos que pretenden someter a la actividad intelectual a fines exteriores a ella misma y , con desprecio de todas las determinaciones históricas que les son propias, regentear, en función de pretendidas razones de Estado, los temas del arte. La libre elección de esos temas y la no restricción absoluta en lo que se refiere al campo de su explotación constituyen para el artista un bien que tiene derecho a reivindicar como inalienable. En materia de creación artística, importa esencialmente que la imaginación escape a toda constricción, no se deje bajo ningún pretexto imponer derroteros. A aquellos que podrían instarnos, ya sea para hoy o para mañana, a consentir en que el arte sea sometido a una disciplina que consideramos como radicalmente incompatible con sus medios, oponemos un rechazo sin apelación y nuestra voluntad deliberada de atenernos a la fórmula: toda licencia en arte.
Nosotros reconocemos, bien entendido, en el estado revolucionario el derecho de defenderse contra la reacción burguesa agresiva, incluso cuando ella se cubra de la bandera de la ciencia o del arte. Pero entre estas medidas impuestas y temporales de autodefensa revolucionaria y la pretensión de ejercer un control sobre la creación intelectual de la sociedad, hay un abismo. Si, para el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, la revolución se ve impedida a erigir un régimen socialista de plan centralizado, para la creación intelectual ella debe desde el principio establecer y asegurar un régimen anarquista de libertad individual ¡Ninguna autoridad, ningún constreñimiento, ni la menor traza de dirección! Las diversas asociaciones de sabios y los grupos colectivos de artistas que trabajaran para resolver tareas que jamás habrán sido tan grandiosas pueden surgir y desplegar un trabajo fecundo únicamente sobre la base de una libre amistad creadora, sin la menor presión del exterior.
De lo que acaba de decirse, deriva claramente que al defender la libertad de creación, no entendemos de ningún modo justificar indiferentismo político y que está lejos de nuestro pensamiento querer resucitar un llamémosle arte “puro” que más que impuras de la reacción. De ninguna manera, tenemos una idea demasiado alta de la función del arte como para rehusarle una influencia sobre la suerte de la sociedad. Estimamos que el objetivo supremo del arte en nuestra época es participar conciente y activamente en la preparación de la revolución. Sin embargo, el artista no puede servir a la lucha emancipadora a no ser que se haya penetrado nervios y que busque libremente ver una encarnación a su mundo interior.
En el período presente, caracterizado por la agonía del capitalismo, tanto democrático como fascista, el artista, sin que tenga incluso necesidad de dar a su disidencia social una forma manifiesta, se ve amenazado por la privación del derecho de vivir y de continuar su obra por la retirada delante de ésta de todos los medios de difusión. Es natural que se vuelva entonces a las organizaciones estalinistas que le ofrecen la posibilidad de escapar a su aislamiento. Pero la renuncia de su parte a todo que puede constituir su mensaje propio y las complacencias terriblemente degradantes que estas organizaciones exigen de él a cambio de ciertas ventajas materiales le impiden pemanecer en ellas, si es que la desmoralización se demuestra incapaz de destruir su carácter. Es necesario, desde este instante, que él comprenda que su sitio está en otra parte, no entre los que traicionan la causa de la revolución al mismo tiempo, necesariamente, que la causa del hombre, sino entre los testimonios en su fidelidad inquebrantable a los principios de esta revolución, entre los que permanecen, por este hecho, como únicos cualificados para ayudarla a realizarse y para asegurar para ella la libre expresión ulterior de todos los modos del genio humano.
La meta de la presente llamada es para encontrar un terreno para reunir a los defensores revolucionarios subjetivamente de su contenido social e individual, que haya hecho pensar el sentido y el drama a sus revolucionarios del arte, para servir la revolución por los métodos del arte y defender la libertad misma del arte contra los mismos usurpadores de la revolución. Estamos profundamente convencidos que el rencuentro sobre este terreno es posible para los representantes de tendencias estéticas, filosóficas y políticas posiblemente divergentes. Los marxistas pueden marchar aquí, mano con mano, con los anarquistas, a condición de que los unos y los otros rompan implacablemente con el espíritu policial reaccionario, que se ha representado por José Stalin o por su vasallo García Oliver.
Millares de pensadores y artistas aislados, cuya voz es cubierta por el tumultuoso odioso de los falsificadores asociados, están dispersos por el mundo. Numerosas pequeñas revistas locales intentan agrupar en torno suyo las jóvenes fuerzas que buscan vías nuevas, y no subvenciones. Toda tendencia progresiva en arte es teñida de infamia por el fascismo como una generación. Toda creación libre es declarada fascista por los estalinistas. El arte revolucionario independiente debe juntarse para la lucha contra las persecuciones reaccionarias y proclamar altamente su derechos a la existencia. Tal agrupamiento es la meta de la Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente (FIARI) que nosotros juzgamos necesario crear.
No tenemos en modo alguno la intención de imponer cada una de las ideas contenidas en esta llamada, nos consideramos más que como un paso inicial en al nuevo camino. A todos los representantes del arte, a todos sus defensores que no pueden dejar de comprender la necesidad de la presente llamada, pedimos elevar la voz inmediatamente. Dirigimos la misma proclama a todas las publicaciones independientes de izquierda que estén prestas a tomar parte en la creación de la federación internacional y al examen de sus tareas y métodos de acción. Cuando un primer contacto internacional haya sido establecido por la prensa y el correo, procederemos a la organización de modestos congresos locales y nacionales.
En la etapa siguiente deberá reunirse un congreso mundial que consagrara oficialmente la fundación de la federación internacional.
Lo que queremos: La independencia del arte para la revolución, la revolución para la liberación definitiva del arte.

 México, 25 de julio de 1938.

segunda-feira, 5 de fevereiro de 2018

Las varias muertes de don Santos Guayama, "el Lagunero".

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Las varias muertes de don Santos Guayama, "el Lagunero". 
Nace en Guanacache, en el noreste de la provincia de San Juan. Vinculado desde muy joven a los sectores más empobrecidos de la provincia, se lanza a montonerear, entre fines de los cincuenta y comienzos de los sesenta, en las filas de El Chacho y de Felipe Varela, oponiéndose a la política de la oligarquía porteña. Participa en la “revolución de los colorados” que insurrecciona Cuyo y provincias vecinas, contra el mitrismo y la Guerra de la Triple Alianza.
En 1868, logra posesionarse de La Rioja y Chilecito, con el apoyo de montoneros de Felipe Varela. Si bien es derrotado, luego reorganiza su montonera y vuelve a la pelea. Por entonces, ya empieza a hacerse famoso entre el gauchaje de esas provincias como enemigo de los ricos y amigo de los pobres. Su audacia y valentía provocan admiración en el pueblo y comienza a gestar la leyenda de que es invencible y que invariablemente, regresa, después de las derrotas, con más enjundia que nunca. 
Un autor titula un bosquejo del montonero con estas palabras: “Las varias muertes de Santos Guayama”.
Un relator afirma: “Guayama intervino en las luchas montoneras contra los gobiernos de Mitre y Sarmiento. En El Garabato (27 de febrero de 1869) y El Jarillal (27 de marzo de 1869), se animó a enfrentar con sus hombres a los regimientos nacionales. Huyo a Chile, acosado obstinadamente, pero a su regreso, sus montoneras continuaron siendo una pesadilla para el gobierno central”.
Hacia1870, las autoridades de San Juan informan que “el indio Guayama ha muerto”, pero poco después reaparece en Caucete, con doscientos hombres, insurreccionado contra el gobierno de Del Carril. En 1872, el ministro de Guerra del presidente Sarmiento informa que “es la quinta vez que aparece en los caminos de San Juan, San Luis y La Rioja y acaso la primera vez que no haya perpetrado saqueos de consideración y asesinatos horribles”. Señala el ministro que a pesar de ser derrotado varias veces, vuelve siempre a las andadas y que “es de temer que considerándoselo como un caudillo político, ello haya contribuido a asegurarle la impunidad de que ha gozado hasta aquí”.
 El presidente Sarmiento –tomando como modelo las prácticas que había observado durante su estadía en Estados Unidos– pone precio a la cabeza del montonero: mil pesos. Pero Guayama continúa con sus incursiones, tipo guerrilla, pues dado sus escasos recursos no puede ofrecer batallas frontales. “La Prensa” informa, poco después: “Octava resurrección de Guayama”.
A la oligarquía porteña le resulta imposible entender esta supervivencia del montonero, pues no comprende que sus fuerzas nacen, son apoyadas y se reproducen, desde el pueblo mismo que rechaza la política dirigida a reconvertir el país sobre el litoral, con eje en el puerto y los ferrocarriles trazados en abanico, en función de la semicolonia agroexportadora que se está gestando, con perjuicio para las provincias interiores. 
La tradición oral recuerda que Guayama contestaba a sus críticos: “Pero amigo, yo nunca maté a nadie… cuando veo que la gente no tiene pa’ comer y los que pueden dar, son mezquinos y comen ellos solos… yo les quito a esos pa’ darle a los necesitaos… Yo no asalto, ni mato a nadie pa’ juntar y engañar a mi gente. Ellos me siguen porque no tienen trabajo y yo les doy de comer… Y si me siguen… mejor”.
En 1877 el cura José Gabriel Brochero gestiona el indulto para que Guayama se reincorpore a la vida normal y abandone el montonerismo… Brochero sostuvo: “Se dice que era muy malo, pero para mí era un manso cordero y muy buen amigo”
Brochero lo había conocido tiempo atrás y se había sorprendido “por su cultura, su corrección y su elegancia en el vestir, que no había sospechado”. 

En 1878, cuando circulaba por las calles de San Juan –según algunos había sido citado traidoramente con la excusa de entregarle el indulto- es tomado prisionero por las fuerzas del coronel Sandes y conducido a la cárcel. Se le imputa una conspiración para derrocar al gobernador, aunque diversos indicios permiten suponer que se inventó un complot para detenerlo y enjuiciarlo. 
Las primeras noticias inclusive dan cuenta de que habría sido fusilado inmediatamente por sus “gravísimas fechorías”. Pero no es así. A la simulación de la conspiración, se agrega la simulación de un juicio. Él, por su parte, desde la prisión le envía un mensaje al cura Brochero: “Padre, ¡me matan!”
El 4 de febrero de 1879 lo fusilan, en San Juan, en el llamado Patio de San Clemente. “Brochero lloró a Guayama como a un miembro de su familia y en un célebre documento incluye a Santos Guayama, entre sus cuatro grandes amigos”.
Genuino producto del alzamiento de las provincias interiores ante el model agroexportador gestado por el imperialismo británico y la oligarquía mitrista, Guayama ha sido borrado de la historia escolar y no aparece, por ejemplo, en la Gran Enciclopedia Argentina, dirigida por Abad de Santillán.

No se lo menciona a este caudillo. No existió. Y cuando alguien lo recuerda, traza su figura como la de un salteador de caminos y asesino de “la gente decente”.
NORBERTO GALASSO, Los Malditos, Vol. II, Pág. 188, Ediciones Madres de Plaza de Mayo.
El poema “Los Gauchos de Guayama”, escrito por el poeta Miguel Martos, en un tramo, recuerda así al honrado gaucho federal:
“Montonero de Guayama,
el del poncho calamaco
y la vincha colorada…
el del caballo de acero
y la montura chapeada;
el que lleva su hidalguía
en la punta de su daga
y el que tiene cien victorias
en su lanza de tacuara…
¿Adónde vas, montonero,
montonero de Guayama
?”.
Javier Villanueva, São Paulo, fevereiro de 2018.

sexta-feira, 2 de fevereiro de 2018

Macana y macanudo. ¿Qué significan?


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Macana y macanudo. ¿Qué significan?

Alguna vez Scalabrini Ortiz – el gran filósofo, periodista y escritor correntino, buen amigo de don Arturo Jauretche y Homero Manzi, con quienes formó parte de FORJA-Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina-, escribió: “Las palabras son juguetes peligrosos. El porteño las manipula, las baraja, se divierte con ellas, le gusta oirlas tejidas en frases”.

Se refería al lunfardo, un lenguaje rico y persiste en el tiempo, justamente y como dijo Scalabrini Ortiz, porque es el producto vivo de esos fanfarrones del vocabulario que son el porteño y el rioplatense en general, hijos dilectos del andaluz hablador y del italiano vivaz.

Y la palabra “macana” es uno de los muchos productos lingüísticos de ese genio inventivo rioplatense, el lunfardo, nacido entre Buenos Aires y Montevideo en la segunda mitad del siglo XIX, que toma palabras del portugués y de las distintas inmigraciones, sobre todo la italiana – napolitana, siciliana y calabresa, en particular, y las mezcla con otras de origen indígena, africano, y gauchesco, que ya se hablaban en la vieja Argentina. 
Fue en los conventillos, donde los inmigrantes, se mezclaron con los criollos, y allí mismo se bailaron también los primeros pasos de las músicas y los géneros que van a marcar la personalidad del porteño y el montevideano: la milonga y el tango, hijos del candombe africano.
 
“Macana”, la palabra de la que voy a hablar, pinta en parte aquello que decía Scalabrini Ortiz, pues significa un “verso”, tal vez una mentira de patas cortas; pero además y también, define una “broma o un disparate”. O incluso cualquier hecho equivocado, como por ejemplo, un error que perjudique, aunque sea sin proponérselo; algo como cuando en portugués se dice “o fulano deu mancada”.

Pero ocurre que también la “macana” era un arma, un garrote de madera dura que utilizaban los indios en sus ataques. Incluso pasó al lunfardo y a la jerga policial para designar al antiguo machete de los policías con los que dan planazos a los revoltosos y “mal entretenidos”.
Un “macanazo” puede ser una gran mentira, pero en los años de los malones de los nativos Pampas, era el golpe que se daba con la macana.
Macanear, entonces, es mentir, engrupir, engatusar, un “macaneo”.
 
Pero, entonces, ¿por qué décimos “macanudo”, que significa lo contrario, algo que es muy bueno, o que está muy bien, que es “bárbaro”? Misterios de la lengua y sus usos múltiples.

Cuenta la leyenda que Domingo F. Sarmiento popularizó el término “macana”, como mentira de político, con una frase que pronunció en el congreso. Un diputado hacía un largo discurso en la cámara y repetía la palabra “macana”, con el sentido de “garrote”, cuando Sarmiento lo interrumpió diciéndole "¿Quiere dejarse de tanta macana, señor Diputado?".

Y poco tempo después, en 1902, el escritor Miguel Cané, político, periodista y uno de los más importantes autores de la "generación de los 80", decía “El odioso macana, que no se acierta a comprender cómo ha venido a significar disparate, de propósito, de su acepción primitiva y aceptada, aun en España, de arma contundente usada por los índios”.

Pero, como la lengua es viva aunque algunas quieran “pulirla, fijarla, limpiarla y darle esplendor”, los diversos diccionarios recogen “macana” con las más diversas acepciones. Vean:

Macana 1. Especie de chal o manteleta, de algodón fino, propio del vestido de la chola.
Macana 2.
          
           1. Artículo de comercio que por su deterioro o falta de novedad queda sin fácil salida.
2. Arma ofensiva, a manera de machete o de porra, hecha con madera dura y a veces con filo de pedernal, que usaban los indios americanos.
3. Garrote grueso de madera dura y pesada.
4. Hecho o situación que produce incomodidad o disgusto.
5. Mentira, desatino.
6. Instrumento de labranza consistente en un palo largo con punta o un hierro en uno de los extremos, que sirve para ahoyar.
7. Chanza, broma.
8. Pala de paleta plana y mango largo.
9. Dientes de una persona.

Macana — sustantivo femenino 1. Uso/registro: restringido. Mercancía estropeada o pasada de moda, difícil de vender: No sé cómo resisten en ese comercio, sólo tienen cuatro macanas. 2. Origen: Colombia. Palmera alta de madera dura y fina. 3.  (Diccionario Salamanca de la Lengua Española)

Macana — (Del náhuatl macuahuitl, madera de mano.) sustantivo femenino 1 HISTORIA Arma que usaban los indios americanos, parecida a un hacha de madera dura con el filo de pedernal. 2 América Meridional Especie de chal, casi siempre de fibra de algodón.   (Enciclopedia Universal)

Macana 1: voz de origen americano empleada en Bolivia, Colombia y Ecuador para referirse a una prenda propia del vestido de la chola (mestiza de sangre europea e indígena), que consiste en un paño de algodón, más largo que ancho, y sirve a las mujeres como abrigo o adorno.

Macana 2: voz caribe muy usada en América con una inmensa pluralidad de significados que van desde un artículo de comercio de poco valor hasta un garrote o arma ofensiva aborigen.

Macana 3: en Argentina, Perú y Uruguay se emplea para referirse a un hecho o situación que produce incomodidad y disgusto,  y en Bolivia es sinónimo de mentira y desatino.

Y así lo encontramos también en algunos diccionarios de portugués:

macaná — s. m. 1.  [Brasil] Espécie de clava usada pelos indígenas na guerra.                   2. Pau para fazer recuar os bois, batendo lhes nas pontas.   (Dicionário da Língua Portuguesa)

Macanudo, adjetivo
                 1. que tem prestígio e/ou poder; de notável inteligência, beleza, força etc. (diz-se de pessoa); admirável.
2. muito bom (diz-se de animal ou de coisa).



Javier Villanueva, São Paulo, 2 de febrero de 2018.