sexta-feira, 27 de novembro de 2020

Los Silencios y el Grito. Por Juan Pablo Martín




Los Silencios y el Grito.

Juan Pablo Martín

Homenaje a Maradona. Por Juan Pablo- El Estudiante.

Hay algo que une a miles de personas, sin que lo sepan o intuyan.
Un gigantesco iceberg sumergido, compuesto por diversos silencios. Lo que no sabemos decir, lo que no podemos decir, lo que no nos dejan decir, lo que no nos sirve de nada decir, lo que no nos escuchan decir. Todo ese hielo bajo el océano no tiene otro destino sino no ser visto ni sentido, permanecer almacenado en los anaqueles del ninguneo y del olvido.
Habíamos visto los aviones ingleses volando sobre nuestras cabezas, no tan altos que no se hicieran odiosamente presentes, ni tan bajos que pudieran ser alcanzados por alguna piedra o insulto. No había nada que decirles. Se sabía cuál era su misión y el cobarde silencio de nuestro gobierno permitiendo que estos pájaros de muerte nos sobrevolaran rumbo a su conocido y no anunciado fin: fusilar a cientos de muchachos argentinos helados, hambrientos y mal alimentados que habían sido enviados a las Fuck-lands, disfrazados de soldados, ni sabían para qué.
De ese silencio de muerte y de todos los silenciamientos oprimidos, de millones de gargantas y callados subalternos nace de una sola y definitiva vez, una Verdad revelada, no expresada en palabras ni silogismos, una explosión que sale de dentro, un desahogo, un grito, una unánime voz: GOLLLLL.
No se trata de la mágica técnica de las piernas cortas de Diego, un antiatleta suburbano, caravaggio del regate, ni de lo espectacular del tanto. Se trata de la aparición redentora del Milagro, de la Humillación de los soberbios, de la definitiva Venganza poética de los nadies.
Y este profeta del Gol, no podría ser otro que Maradona. Él se encargó de sustituir la palabra, lo que se sabe y no se dice, intentar expulsar a los mercaderes del Estadio, llevar la buena nueva de Esperanza, decirnos que uno nunca se rinde, aunque le costuren a patadas y le sirvan educadas zancadillas, anunciar la resurrección de la belleza y que aunque uno haya nacido barrilete en una villa miseria, puede ser enviado de la Mano de Dios para desencadenar, esta vez sí, el GRITO de gol de todos los tiempos, el que sale de tripas y estómago, el de que no nos rendiremos, jódanse gringos, chúpenla y vuélvanla a chupar, las Malvinas son nuestras huevones, déjennos soñar.
Y por un rato, la Justicia se hizo VOZ, la Mano mostró el Camino y la Vida, algo que, a pesar de todo, merecía la pena ser vivida: GOOOOOOOOOOOOOOOOOL.

Nenhum comentário:

Postar um comentário