sábado, 27 de fevereiro de 2021

El anillo y la maldición del petizo cabezón

 


El anillo y la maldición del petiso cabezón

Febrero de 1975  

El hombrecito petiso y cabezón, con unas patillas a lo Facundo, se saca los zapatos de charol (-Siempre me acuerdo de mi primera comunión en Anillaco, -piensa), se suelta el chaleco y se afloja la corbata. 

Pone el poncho en el respaldo del viejo sillón de algarrobo labrado y, justo cuando va a sentarse, siente un aliento helado en la nuca y oye una voz cavernosa que le ponen todos los pelos de punta.

Se da vuelta despacio y se le congela la sangre al encontrarse de cara con el Supay:

-Escuchame bien, payaso, porque es importante: tu vida no va a ser fácil en los próximos años, pero va a mejorar un montón después. Vas a sufrir cárcel y condenas, pero te vas a safar, como siempre.

El hombrecito cabezón y patilludo sonríe y un diente de oro le brilla y se refleja en la mirada fría del Diablo. Piensa en el poder, la fama, las mujeres y el dinero. Eso es lo que le interesa. Mucho dinero, mucho más que lo que juntó al comienzo de su carrera como abogado de puerta de cárcel, esperando a los familiares de los presos del Plan Conintes para sacarles hasta el último centavo con promesas falsas de intermediaciones y recomendaciones que nunca cumplió. 

-Dígame, señor, ¿y que debo hacer para llegar rápido a esa segunda etapa?

-Oíme bien, petiso cabezón: te voy a dejar una larga lista de maldades y vas a tener que cumplirlas; toditas, sin saltearte ninguna, me entendiste bien?

-Sí, sí, señor, -dice, y hace un gesto de reverencia al Demonio de los Llanos. -De un demonio menor que se somete al demonio más grande, -piensa el Supay.

 

Y así pasan algunos años hasta que volvemos a encontrar al petiso patilludo y cabezón, ahora con menos patillas, sin poncho y ni un nadita de poder: es un preso político de la dictadura de Videla. Uno más entre miles.

Pero él sabe que no está solo: a pocos metros viven su vida de prisioneros Pedro Vázquez, que había sido el médico personal de Perón, y varios ministros del gobierno depuesto de Isabelita Perón: Antonio Cafiero, Miguel Unamuno, José Deheza, y Pedro Arrighi, jerarcas sindicales como Jorge Triaca, Diego Ibáñez y Lorenzo Miguel, y ex-presidente interino Raúl Lastiri. La gran mayoría de la flor y nata de la mafia que había subido al poder con el Brujo López Rega, Perón y su esposa Isabelita.

Hasta ahí había llegado el petiso cabezón después de pasarse una semana recluido en el Regimiento de Infantería 15 de La Rioja, y ser trasladado más tarde al barco 33 Orientales, anclado en Buenos Aires. Tal como se lo había avisado el Supay, aquel no fue un período fácil.

 

Sufrió, pero como buen norteño y hombre de los Llanos, era creyente y supersticioso: si el Diablo en persona se le había aparecido para prometerle poder, dinero y mujeres después de ese largo período de sufrimientos, él le creía como le hubiera creído a la mismísima Virgencita del Valle de su vecina Catamarca.

Y el Supay no le falló.  Al punto de aparecérsele de nuevo en el barco; aunque esta vez se quedó apenas un par de minutos para irse tan misterioso como se le había aparecido, pero dejándole una larga lista de exigencias que quedó sobre el catre del buque en el que estaba confinado. Sin demora, y antes que viniera el guardia de la marina que lo custodiaba, se puso a leer:

“Vas a comandar una época nefasta con el favor de las urnas, y vas a terminar las tareas que la dictadura empezó en esta década con la fuerza de las armas, pero que no va a poder completar. Te vas a dar vuelta como una media, o como quien viste una campera de doble faz, y vas a traicionar al movimiento que te dio origen y poder creciente. Te vas a abrazar fraternalmente, perdonándolo, con el mayor enemigo del peronismo, el gorila rabioso Isaac Rojas y su ideólogo económico liberal, Álvaro Alsogaray, con cuya hija María Julia vas a tener vergonzosas relaciones amorosas y ella misma va a formar parte de tu futuro gobierno. 

Todos saben que fuiste encarcelado por la Fusiladora y suelto dos años después, dedicándote en la clandestinidad a defender a los gremialistas peronistas, y con tu poder de seducción y carisma a toda prueba, vas a subir ahora las cimas de las montañas. Con tu capacidad camaleónica de adaptarte a los cambiantes escenarios, y tu tremenda versatilidad de ser el eterno centro de las cámaras de televisión, la farándula y los deportes, todos te van a admirar y amar: artistas internacionales, los Rolling Stone, Madona o Michael Jackson.

Vas a antever la caída del muro de Berlín y el triunfo del capitalismo salvaje, y luego de llegar al gobierno anticipadamente en 1989, vas a ir a los EEUU a verte con George Bush padre, para empezar una sólida amistad y a crear relaciones carnales con el Gran País del Norte. 

Vas a derrotar al aparato oficial peronista de Cafiero, gobernador de Buenos Aires, la más rica y grande de las provincias del país, e imponer tu imagen de caudillo del interior, usando el imaginario de las viejas luchas federales contra el centralismo porteño. 

Vas a prometer la revolución productiva y el salariazo con tu eslogan mentiroso de campaña: Síganme, no los voy a defraudar, y vas a ganar a las clases trabajadores que verán la posibilidad de recuperarse, lo que les había sido sacado el radicalismo. 

Ya verás, petiso orejudo (y eso me recuerda otro loco delincuente del pasado), que el agotamiento del Plan Austral y la hiperinflación van a provocar que el desgastado gobierno de Alfonsín te anticipe la entrega del gobierno seis meses. 

Y encima, en esos primeros aprietos, te vas a aliar al grupo Bunge y Borg que te va a dar tu primer ministro de economía, Miguel Roig, aunque el pobre se va a morir días después de subir al cargo. Pero no te preocupes, vas a llamar a otro hombre del grupo, Néstor Rapanelli, y luego a Herman González, hasta llegar a Domingo Cavallo, el presidente del Banco Central de finales de la dictadura que había estatizado la deuda privada. 

Para entonces, petiso cabezón, ya habrás girado 180° con la Ley de Emergencia Económica y Reforma del Estado y vas a desregular y abrir la economía, lanzando la privatización y concesión de bancos, de Aerolíneas Argentinas, de los Ferrocarriles, de las empresas de combustibles, gas natural, electricidad y de las telecomunicaciones, los puertos, las empresas de agua y saneamiento e industrias de fabricación de acero, de montaje y otras vinculadas a la defensa. 


-Oíme bien payaso: “nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”. Los medios de comunicación de masas van a poner a la opinión pública en contra de las empresas estatales. El otro orejudo liberal, Neustadt, y Grondona van a hablar día y noche de la ineficiencia de las empresas públicas. 

Sobre los Ferrocarriles, un personaje llamado doña Rosa, que va a representar al ciudadano de a pie, va a insistir con el déficit diario de los trenes, que le cuesta un millón de dólares al fisco. Todos van a aplaudir la muerte del servicio y la desocupación voluntaria de los trabajadores.

Las províncias quedarán sin trenes, cientos de pueblos desconectados y más de un millón de trabajadores sin trabajo. El patrimonio ferroviario construido durante 150 años será abandonado y saqueado. El uno a uno, dólar por pesos argentinos garantizados por la convertibilidad van a popularizar los viajes a Miami y el desempleo y la pobreza van a ser invisibles. 

Una doble moral tomará a la contradictoria clase media argentina que va a entronizar tu cinismo exitoso como presidente, una caricatura futurista del Trump de los 2010 pintada en los años noventa. 

Vas a enviar tropas a la Guerra del Golfo, y atraer el terror a la Embajada de Israel y la Asociación Mutual Israelita Argentina AMIA. Vas a enviar armas a Ecuador y Croacia, para volar por los aires el arsenal de Río Tercero, y dejar cientos de muertos. 

Tu hijo, Carlitos Junior va a ser muerto en un oscuro accidente de helicóptero. Pero tu dolor de padre va a insistir en negar el evidente atentado de los narcos de Pablo Escobar y, mientras tanto, tus lágrimas de padre en público, te van a garantizar la reelección. Una reelección que será la consecuencia de la reforma constitucional del Pacto de Olivos, con la que vas a engatuzar al ex presidente Raúl Alfonsín acordando una falsa convivencia armónica. 

Vas a aumentar los miembros de la Suprema Corte de Justicia, lo que va a ser una jugada imprescindible para que hagas las reformas malditas que harás. Pero también vas a partir el peronismo al medio y va a surgir la fórmula Chacho Álvarez–José Bordón, y la paridad del peso con el dólar va a agotarse y las protestas sociales van a tomar las calles en el interior del país, con piquetes cortando las rutas nacionales. Vas a lanzar la represión con la gendarmería y las policías locales y los mártires del pueblo masacrado van a ser la bandera de los desocupados que vos creaste con tus privatizaciones. El blanco de tus políticas van a ser, oíme bien, el sistema educativo, de salud pública y de seguridad social. Esas son las tres instituciones de la cultura y el progreso argentino. Las vas a destruir, a las tres, ¿me oís bien? Vas a aniquilar el crecimiento de la educación que viene desde fines del siglo XIX y la gratuidad universitaria que nació en el primer gobierno peronista. Igual vas a hacer con los derechos sociales de la salud y los beneficios de la seguridad social a los ciudadanos. Vas a hacer que los argentinos se olviden de la reforma de la Constitución de 1949 que tuvo esos objetivos. Y si a alguien le quedara después de todo ese desastre que vas a hacer, alguna duda sobre la destrucción de tu futuro gobierno a todo lo que fue construido por el peronismo, vas a usar tu cinismo y  argumentar que eso es la adaptación ideológica a los nuevos tempos. Porque vos no lo sabés ahora, preso en un barco por los milicos en medio de la Guerra Fría, pero va a ocurrir la caída del comunismo soviético y un loco llamado Fokuyama va a venir con el verso del fin de la historia. 

Vas a ver, petiso! Va a ser todo un éxito: las protestas docentes van a armarte la Carpa blanca frente al Congreso y van a pasar más de mil maestros de todo el país en ayuno. Vas a proclamar una Ley Federal que destruya la Educación Técnica y las universidades van a cobrar jugosos aranceles. Los hospitales públicos y el sanitarismo van a ser otras tantas víctimas de tus grandes reformas, pasando servicios al sector privado, para colocar al Dios Mercado sobre las instituciones públicas. Pero tu gran negocio va a ser la reforma del sistema de seguridad social: vas a crear asociaciones de fondos de pensiones y jubilaciones, para “capitalizar” a los pobres e ingenuos ahorristas. Vas a ser el genio creador de una fabulosa estafa, sacando 70 mil millones de dólares de los ahorristas que luego van a tener que ser absorbidos por el sistema estatal diez años después. Vas a ayudar en este negociazo como asesor y consultor de la Asociación Internacional de la Seguridad Social. Acordate bien y anotálo: en un congreso en Mar del Plata en 1994, te van a advertir sobre la inviabilidad del sistema que vas a proponer, por los pésimos antecedentes en Asia e Inglaterra. Pero vas a ganar y poner la estafa en la calle. 

Todo esto que vas a hacer, punto por punto, escucháme bien, petiso cabezón, van a ser hechos  tan irreversibles que en el gobierno siguiente, cuando el pueblo ponga su esperanza, todo va a continuar con tu mismísimo modelo neoliberal durante el inepto mandato de De la Rua hasta su fuga en helicóptero. Va a ser la peor crisis argentina y la desconfianza en los políticos y el reclamo generalizado será plasmado en el ¡Que se vayan todos!  

Van a haber cinco presidentes hasta llamar a elecciones en 2003. Y vos, petiso orejudo -uy! me hiciste acordar de otro Petiso Orejudo criminal y loco, famoso como vos- otra vez, como buen empecinado que sos, vas a ser candidato y renunciar a la segunda vuelta contra Néstor Kirchner, para que se haga cargo del gobierno con solo el 22% de los votos. 

Vas a ser senador hasta el día de tu muerte, huyendo de todos los juicios por corrupción que se te hagan. Vas a ser una sombra, sin el carisma y el tesón de tus épocas de gloria, pero vas a dejar un sistema judicial podrido que judicialice la política y meta presos a los rivales sin que haya pruebas. Nada mejor para el retorno neoliberal de un futuro Mauricio Macri -sí, ese mismo mamarracho tan parecido a vos-, con sus manejos judiciales de los Decretos de Necesidad y Urgencia, tan parecidos a como lo vas a hacer vos. 

Vas a gobernar durante 10 años, 5 meses y 2 días. Y vas a destruir todo lo que la dictadura de Videla no destruyó.” Era eso lo que el Diablo quería del petiso de las patillas, ni más ni menos.

Y mientras lee, el enano patilludo nota que el pelo se le vuelve ralo y las patillas se encogen hasta desaparecer; y nada de poncho y sí docenas de trajes bien cortados, y zapatos, zapatillas, chombas y camisas deportivas. Y entonces se da cuenta que el tiempo se acelera mientras lee las órdenes del Supay, y su vida se hace concreta en tiempo real, palabra por palabra, renglón a renglón de cada ítem leído en la larga lista de atrocidades contra su pueblo que el Demonio le mandó ejecutar en ese largo período de vida, de gobierno y de maldades. 

Y recuerda entonces que hubo una última visita, muy rápida del Diablo cuando lo trasladaron del buque a Mar del Plata y antes que lo castigaran mandándolo a Tandil en aislamiento por haberse pasado con la política. 

Sí, llegó el Supay un día y le largó:

-Tomá, ponete este anillo, enano cabezón; es un salvoconducto: si no te lo sacás nunca, jamás te van a juzgar, ni en la tierra ni en el infierno, porque nunca te vas a morir. Pero si te lo sacás, vas derechito al fuego eterno. Acordáte bien, carajo!


                                    Febrero de 2021. La semana pasada se supo que desde diciembre faltaba el histórico anillo de oro con una piedra onix, que durante años llevó Carlos Menem en su mano izquierda. Familiares del enfermero acusado por la desaparición del anillo, se acercaron a la Comisaría de la Policía, en Belgrano, para entregar la joya del expresidente recientemente fallecido. La pieza, que Menem heredó de su madre y se trataría de una joya que pertenecía a un tío de la familia aristocrática siria de la cual descendía, tenía inscriptos los nombres de los hijos de Carlos Menem. La joya original se había perdido en 1989, por lo cual su hija Zulemita hizo una réplica. La denuncia por la desaparición ocurrió en diciembre del año pasado, pero se conoció poco después de su muerte.


Fin

JV. Febrero de 2021. Cochabamba, Bolivia.

 



sábado, 13 de fevereiro de 2021

La Belle de jour y La Maga





La Belle de Jour y la Maga.


Ya ves,
nada es serio ni digno de que se tome en cuenta,
nos hicimos jugando todo el mal necesario
ya ves, no es una carta esto,
nos dimos esa miel de la noche, los bares,
el placer boca abajo, los cigarrillos turbios
cuando en el cielo raso tiembla la luz del alba,
ya ves.
Julio Cortázar

Julito había pasado más de cuatro horas vagando por las callecitas aledañas a la playa de Boa Viagem cuando la vio; se acuerda todavía de la muchacha bonita, una chica luminosa en el medio de la tarde, paseando sin prisas, un domingo azul. ¿Sería Belle de Jour la de la playa de Boa Viagem? 

A ella –a la que Julito llamó de inmediato “la bella de la tarde”- el poeta no le causó gran impresión. La cara ancha y los ojos separados, como los de un bovino; su aspecto de niño malvado y, en fin, la edad indefinida del escritor, no fueron elementos que pudieran encantar a la linda mujer vestida de azul.

Pero Julito, no; él la vio y pensó que era la niña más linda de toda la ciudad de Recife, y que sus ojos azules eran como la tarde suave en aquel paisaje playero, cercado de palmeras. Y hasta la rambla y la gran barrera de arrecifes de coral y sus piletas naturales, todo, todo combinaba con la visión angelical de aquella linda mujer.  

Mientras tanto, Zé Ramalho y la Maga todavía se buscaban por las calles cercanas a los jardines de Luxemburgo, y se perdían entre las mesas de las librerías del Barrio Latino, en los bares Boul'Mich y Old Navy, o el Quai de Jemmapes.

Pero fue exactamente en una droguería de la estación Saint-Lazare que Zé se encontro de cara con la Maga. No hablaron mucho, apenas lo suficiente para que Zé quedase completamente encantado, y la siguiera más tarde, desde el muelle de Conti hasta las puertas del cementerio de Montparnasse, donde Muñeca Sánchez se encontró un atardecer cualquiera con Julio Cortázar.

Zé Ramalho y la Maga, igual que Cortázar y la Belle de Jour –me fui dando cuenta después, con el pasar de los años y la llegada inexorable y despiadada de la vejez- no son más que meras fantasías románticas que la imaginación del pintor lleva a su paleta, para darle más color a las letras pobres del escritor. La Belle de Jour -toda de azul, pelo rubio oscuro, ojos combinando con el vestido- era la ficción de amor que Julito había soñado noches enteras en su departamentito parisino desde su legada hasta los años setanta. Y la había hecho concreta en una playa de Recife, en los trópicos brasileños.

Zé persigue a la Maga hasta la rue Monge, la espía disimuladamente, sentado en la boulangerie, especula que es allí que se ha instalado su musa, en la famosa rue Monge, la misma en la que aparecieron, cien años atrás, parte de los restos de las Arenas de Lutecia, el último vestigio aún visible del paso de los romanos por la antigua París, antes llamada Lutecia.  

-Las ciudades son siempre mujeres para mí, mi relación con ellas ha sido siempre la de un hombre con una mujer- le dice Zé Ramalho a Cortázar, que la mira embelezado a Belle de Jour, que se ha hecho amiga de la Maga, que se le escapa a Zé.

- Supongo que buscamos algo así, pero casi siempre nos estafan o estafamos. París es un gran amor a ciegas, todos estamos perdidamente enamorados, pero hay algo verde, una especie de musgo, qué sé yo- le contesta la Maga a Zé Ramalho, que se acuerda de Recife y de la Belle de Jour, que se olvida del poeta argentino, que recuerda que en realidad, él está perdidamente enamorado de la Maga.

Fin

Javier Villanueva. São Paulo, 8 de Julio de 2013.