segunda-feira, 31 de maio de 2021

El piso inacabado y la recepcionista

 


El piso inacabado y la recepcionista

La chica del mostrador del hotel me recibió la ficha con mis datos y me entregó la llave. 

- Habitación 39-O, en el tercer piso. Flor se llamaba la chica, agradable, no más de 38 o 40 años, y me puse a pensar si su nombre sería Floríspide Florinda, y supuse que se lo acortaba por parecerle muy antiguo; o tal vez Florencia, y le sonaba demasiado largo.

En esas divagaciones estaba cuando escucho a lo lejos la voz de Flor que me decía que aprovechase las lujosas instalaciones, pero me advertía que tuviera cuidado de no perderme en el segundo piso pues estaba vacío y sin terminar - y ya hace más de 18 años, cuando empecé a trabajar acá-, me confidenció en voz baja, y con un dejo de complicidad.

Subí a la terraza, donde había quedado de encontrarme con mi mujer y mi hija, y como solo llevaba una mochila para el final de semana, nos pusimos a andar entre los parques y piletas del lujoso piso del hotel. Pero enseguida me di cuenta que ellas casi no escuchaban lo que les decía o preguntaba y se limitaban a conversar entre ellas.

Me fui y las dejé hablando solas, dispuesto a llegar a mi habitación, bañarme y dormir un poco. 

Tomé el ascensor de la derecha -había dos, justo al centro de la gran terraza, uno con una gran E y otro con una O. Entré en el primero, sin prestarle mucha atención a las letras y cuando llegué al tercer piso, la llave-tarjeta no funcionó. Me di cuenta que estaba tratando de entrar a la habitación 30-E y la mía era 39-O. Obviamente una era Este y la otra Oeste, pensé, y espontáneamente me dirigí a mi izquierda, para pasar al otro hemisferio del hotel. Pero al llegar al primer departamento, vi que solo había un enorme vidrio desde el cual podía ver el ascensor que seguramente me llevaría a mi destino. No sabía que hacer, pero justo pasó un hombre de la limpieza que me orientó: 

-Baje al primer piso y allí sí, ya no hay vidrios que separen los ascensores, tome el de su izquierda hasta el tercer piso.

-Muchas gracias- le dije y bajé confiante, entré al ascensor correcto, pero me bajé en el piso equivocado.

Apenas salí en un corredor oscuro y sin puertas de habitaciones me di cuenta del error: estaba en el segundo piso; justo en aquel al cual la recepcionista me había advertido que me cuidara de no entrar.

Quise volverme sin demora, pero la puerta del ascensor estaba trabada, como si el sistema que debiera vedarla desde dentro hacia el piso inacabado se hubiera invertido, permitiéndome salir en el lugar equivocado y no pudiendo volver. 

Encendí la luz del celular y caminé diez o cien metros, no sabría decirlo, hasta encontrar una escalera de emergencia de incendios. Entré sin demora y vi que allí había luces, pero en vez de subir a mi piso quise salir a la planta baja y respirar un poco de aire puro.

Casi en pánico por causa de mi claustrofobia, me acerqué al mostrador. La muchachita muy joven, no más de veinte años, que estaba en la recepción me miró con simpatía, como si me conociera:

- Mucho cuidado para no perderse en el segundo piso porque está vacío y sin terminar desde la inauguración del hotel, hace más de un año, cuando empecé a trabajar acá-, me susurró sonriente. Era casi una niña y en su uniforme llevaba una plaquita con su nombre: Floralba.

 

FIN

 

JV. San Salvador de Jujuy, 28 de junio de 2025.


Viajes premonitorios

 



Viajes premonitorios

Entré en el auto a las 10:40 de la noche del viernes y no paré de manejar hasta que el aviso del panel tocó y apareció la simpática figura de la tacita de café humeante para recordarme que hacía una hora que conducía sin descanso.

Entré en la estación de servicios más próxima, me quité el cinturón de seguridad y recliné el asiento para relajarme una media hora. Pero apenas empecé la siesta, me desperté con la sensación de que alguien me miraba desde afuera del auto. 

Era una chica, una jovencita de no más de 20 o 22 años, muy tímida. Y muy respetuosamente se acercó a hablarme:

- Señor, buenas tardes, perdone que lo moleste, podría dejarme en el próximo pueblo, a unos 25 kms?

- Sí, sí, claro, entre.

- Voy hasta la comisaría, a hacer una denuncia: estaba en el ómnibus de las 23:00h. cuando noté que me habían robado. Fue un pasajero que se sentó a mi lado. Cuando le avisé al chofer, se enojó y me mandó a salir del vehículo.

-Caramba! Qué situación- le dije, y la dejé a unos 10 metros de la comisaría del pueblo más cercano.

No había pasado ni una hora, y otra vez la encuentro al lado de la ruta, con aspecto desolado, los cabellos revueltos, pálida y con unas manchas de suciedad y de sangre en la ropa.

-Señorita, ¿Qué pasó? -le pregunté, pero no pareció reconocerme.

¿Puedo pedirle que me deje en el próximo pueblo, a unos 10 kms de acá?

- Sí, sí, claro, entre.

- Voy a la comisaría, a hacer una denuncia: subí al ómnibus de las 23:00h. y me di cuenta que un pasajero que se sentó a mi lado me había robado. Le fui a avisar al chofer, pero se puso furioso y me empujó con fuerza para abajo de la escalerilla del colectivo. Abrió la puerta y arrancó a los gritos.

Me quedé sin palabras, no supe qué decirle, pero le pasé el botiquín de primeros auxilios para que se limpiara y desinfectara los arañones y lastimaduras. Noté que esta vez no tenía ni su valija ni la mochila. La dejé en la comisaría del pueblito siguiente, veinte minutos más tarde.

Paré el coche en la estación de servicios más cercana, pedí un sánduich de milanesa y un café con leche en el restaurante y volví al auto para dormir una media hora. Estaba oscuro y frío y tuve que ponerme una colcha para no congelarme. Pero no pude dormir y salí en pocos minutos.

No había manejado ni siquiera diez kilómetros cuando una gran operación de bloqueo de la policía caminera me detuvo en una cola de más de veinte vehículos. Estaban pidiendo documentos y revisando con linternas y un gran aparato de búsqueda, probablemente atrás de algún fugitivo.

- Documentos, por favor. Bájese del coche y abra el portaequipajes, señor.

- Buenas noches. ¿Qué ocurrió? 

- Estamos buscando al chofer del colectivo de las 23:00h. Mató una pasajera y se fugó junto con uno de los pasajeros que también está prófugo. Antes de salir incendiaron el ómnibus. 

- ¿Cuándo ocurrió todo eso?

- Ayer viernes, poco después de la salida del ómnibus de las 23:00h.


Fin

JV. Catamarca. 25 de abril de 1978.


quinta-feira, 27 de maio de 2021

Beatriz Allende, la olvidada

 



               Beatriz Allende, la olvidada

 Tomado de Mario Orestel Vidal
Aun Tenemos La Memoria Viva 

Beatriz Allende, más conocida como Tati, había nacido el 8 de septiembre de 1943 en Chile.

Todos decían que Tati era el hijo hombre de Salvador Allende. Como si el ser revolucionario fuera exclusivo de los hombres.

Fue una guerrillera del Ejército de Liberación Nacional del Che Guevara y amiga de Fidel Castro, además de figura clave en el exilio chileno en Cuba.

Licenciada en Medicina, casada con un cubano miembro de los servicios de inteligencia, recibió en su juventud entrenamiento militar en Cuba y participó en las guerrillas de apoyo al Che Guevara y en los movimientos izquierdistas chilenos, con una gran actividad en la clandestinidad.

Beatriz nunca pudo superar la muerte de su padre y hubiera deseado morir junto a él en el Palacio de la Moneda, de donde fue obligada a salir, estando embarazada, junto con su hermana Isabel, el 11 de septiembre de 1973, el día del golpe. Su vida quedó paralizada aquel 11 de septiembre. En medio de una inmensa sensación de soledad y abismo interior, Tati sobrevivió cuatro años a su padre en la isla caribeña, donde su matrimonio naufragó y no pudo tampoco ver cumplidos sus deseos de unir la izquierda chilena.

Los cuatro años que Tati vivió en Cuba tras el golpe en Chile, antes de suicidarse, a los 34 años, en La Habana , fueron terribles para ella, que se sintió 'defraudada por sus propios compañeros chilenos'.

Después de dos años de exilio, le exigió a su partido y a Fidel Castro volver a Chile para combatir la dictadura. Se le negó ese derecho. Eso la fue apagando. El día que cruzó Morandé 80 su vida nunca más fue la misma.

Hay dos momentos claves en la vida de Tati, uno de ellos tuvo lugar cuando tuvo que salir de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, obligada por su propio padre, con ese legado político que le transmitió, que seguramente fue lo que determinó su final al no verse capaz de reconstruir la izquierda chilena.

Otro, el momento brutal en que llevó a los niños al colegio por última vez, justo antes de acabar con su vida, el 11 de octubre de 1977, dejando una larga carta de nueve folios, que le fue entregada a Fidel Castro.

Dicen sus compañeros de partido:

Beatriz , a veces, se nos aparece bajo el nombre de Marcela, militando en la retaguardia de la gesta continental del Che Guevara y sus legatarios en las montañas bolivianas. Otras veces , se nos aparece en múltiples ocasiones en La Habana, conversando con Fidel Castro, la jefatura revolucionaria y, sobre todo, con los responsables de apoyar y propagar los proyectos insurrectos. En ocasiones, regresa liderando la secretaria privada de Salvador Allende en la Moneda, siendo su más leal colaboradora junto a la Payita en los mil días chilenos que estremecieron al mundo. En su última etapa, reaparece articulando la solidaridad internacional y la esquiva unidad de las izquierdas en los tiempos dictatoriales.

Siempre hay algún tipo de machismo, en todos los olvidos de mujeres. Lo importante es disputar nuestra memoria histórica, ya sea en los casos como Tati, sentenciados al olvido, o en el caso de personajes históricos de gran relevancia y difusión investigativa, como Salvador Allende, al que sin duda lo han tratado de vaciar de contenido político.

Su madre, Hortencia Bussi, que se encontraba en Moscú, adonde había ido a recibir el Premio Lenin de la paz que le fue concedido, dijo en su funeral en La Habana: "Más temprano que tarde volverá la democracia, Tati volverá a Chile, el pueblo la homenajeará como se lo merece y descansará junto a su querido papá".

Los restos de Tati volvieron en 1992 y nunca existió un homenaje de sus más cercanos. Ellos eran ministros, parlamentarios y políticos. Nunca se levantó un dedo para recordarla. Porque Tati representa la dimensión más revolucionaria de Allende, que no tiene nada que ver con los gobiernos de la Concertación.

Ana Balmaceda‎ en PROYECTO:LA MEMORIA

sexta-feira, 21 de maio de 2021

Nuevo Buenos Aires Cósmico




Nuevo Buenos Aires Cósmico. El ideal político de Artbel
(Tomado de Clarín Cultural)

Daniel Schavelzon. Clarin.com

En 1919, poco después de terminar Primera Guerra Mundial hubo un argentino de 26 años que residía en París, que les envió a los jefes de los gobiernos del mundo Occidental “unas veinte cuartillas escritas a mano”, con un Proyecto de Paz Mundial. 
No parece que haya tenido impacto, pero más tarde, al publicarlas en 1939 en forma de libro, titulado Nuevo Buenos Aires Cósmico, el ideal político de Artbel (ese era su sobrenombre), incluyó sus teorías, pensamientos, creencias y una larga serie de insólitos dibujos que intentaban entrar en la saga de Julio Verne. 

La idea central era crear un nuevo mundo salvando a los habitantes de Buenos Aires (y algunos de México y España) en un inmenso globo estratosférico. El dirigible, tras deambular por el universo, regresaría a la Argentina para fundar el Nuevo Buenos Aires Cósmico nada menos que en la Antártida. 
Por supuesto, la paz de posguerra, el tratado de Postdam y los sucesos internacionales que siguieron fueron resultado de que le hicieron caso o, por el contrario, de la falta de atención a su mensaje. Es decir: si había nuevamente guerra en el mundo (su libro coincide con la invasión de Hitler a Polonia y el inicio formal de la Segunda Guerra), era porque no le hicieron caso a su propuesta de reunir a Hitler con otros jerarcas para lograr la paz. 
Todo era simple, era cuestión de conocer su mensaje estelar. Leer el libro resulta inusitado por varios motivos. Pese a ser de 1939 ni siquiera se había enterado de que ya existían aviones y él seguía en 1919, por asemejarse demasiado a los escritores de la primera Ciencia Ficción y por sus increíbles dibujos. El libro, del que hay solo dos ejemplares en bibliotecas del país y nada escrito sobre su autor, Telésforo Jiménez Biosca (nacido en 1895), es sin duda una rareza, un libro de culto casi secreto como pocos en el país ya que parece que editó sólo cincuenta ejemplares. 
Es un pequeño tesoro para bibliófilos. El tomo II, planeado para 1940, no fue editado. ¿Se habría ido a pasear de nuevo por el mundo extra terráqueo? Hay muchas cosas por las que el libro no es solo el producto de un delirante más. O quizás sí lo era, pero a una escala cósmica pocas veces vista. Se adelantó diez años a la famosa novela, 1984, de George Orwell y describió una estructura casi fascista que gobernaría en el globo: habría un Director (civil), un Supremo Maestro (religioso) y un Comendador (militar). No hacía falta un Mussolini: alcanzaba esa estructura vertical y de obediencia. Y lo más simpático fue que él sí descubrió qué fue primero, si el huevo o la gallina: según el autor fue el huevo porque, contra lo que pensaba Darwin, éste -dice- nació de un árbol, ya que todas las teorías de la ciencia terrestre están erradas. 
Esa fue otra de las lecciones que aprendió en su viaje extraterrestre. Hoy, cuando el mundo sigue en conflictos entre los terrestres y con los virus que nos asolan, estas ilusiones de paz y confraternidad de hace más de un siglo, en un delirante dirigible gigante, en donde se salvarían los porteños por enclaustrarse y alejarse de la civilización, nos permiten reflexionar un poco más sobre la actualidad. 
PK

quarta-feira, 5 de maio de 2021

A chave no contato

 



                       A chave no contato

         "Coloquei a chave no contato e encostei no banco. Estava muito cansado. Tinha corrido mais de 400m sem parar, justo naquele dia em que fazia um calor infernal.

Abaixei o vidro com a manivela da porta do motorista e tentei relaxar um pouco antes de pensar o que faria daí em diante.

Tinha saído, apenas vinte minutos atrás, pela porta da frente do sindicato quando vi os dois carros e os três homens a menos de trinta metros; olhavam para a outra direção da rua e aproveitei para sair pelo lado direito e alcançar a esquina. Mas, um segundo antes disso, eles me viram. Virei a rua e comecei a correr. Por sorte, a menos de 15m uma ruazinha lateral, quase da largura de uma porta, se abria à direita e me dava a chance de encurtar caminho.

Cheguei pela porta dos fundos do prédio, desci até a garagem sem que ninguém me visse e entrei no carro. Minutos depois, continuava pensando o que fazer enquanto o calor aumentava. Girei a chave no contato mais um ponto, de modo de ligar o ventilador.

Acho que um par de minutos depois apareceram dois dos homens, já com as armas em mão e me procurando, ainda sem me ver.

Não pensei duas vezes e liguei o carro na clara intenção de fugir ou pelo menos de atropelar um ou dois deles. 

Mas assim que dei partida aconteceu a explosão. E foi tão grande que voei pelos ares pelo menos quatro ou cinco metros, até cair numa pilha de caixas, papelões e jornais velhos que o sindicado acumulava num canto da garagem.

Olhei para atrás: os dois homens estavam no chão, imóveis, e eu agradecia ao meu amigo Pedro, o velho metalúrgico da Materfer, pela dupla placa de aço que soldara debaixo do carro, blindando a estrutura para o caso de um atentado.

Pressinto que os homens da Operación Cóndor não vão me deixar em paz tão cedo.

Um grande abraço, Santiago"

Foi apenas isso que me deixou Santiago como lembrança da sua passagem rápida por São Paulo: um relato breve do que tinha acontecido um par de meses antes da sua saída da Argentina. Apenas uma meia página rabiscada numa folha de agenda com a data em cima, 2 de agosto de 1980. 

O papel ficou dentro da orelha do "Los conceptos elementales del materialismo histórico, de Marta Harnecker". Santiago foi preso pouco depois e desapareceu na fronteira entre Uruguaiana e Paso de los Libres.


JV. Curuzú Cuatiá, enero de 1981.