domingo, 14 de novembro de 2021

Alvar Núñez Cabeza de Vaca, desnudo y transformado en otro hombre

 


Alvar Núñez Cabeza de Vaca, desnudo y transformado en otro hombre

Quién lo vio llegar a México no podia creerlo: piel y huesos, desnudo como vino al mundo, y quemado a tal punto de no poder decirse a ciencia certa si se trataba de un indio o un negro, jamás un español. Además, lo acompañaban silenciosos un hombre especialista en lenguas al que llamaban “el Negro”, de Marruecos, y dos soldados.

Pero sí, Alvar Núñez Cabeza de Vaca pertenecía a la rara estirpe de ambiciosos guerreros de armadura, yelmo, ballesta y arcabuz que llegaba al Nuevo Mundo en busca de tierras, gloria, oro y, claro, mano de obra esclava para convertirla em fieles cristianos, laboriosos y calados.

Así había llegado a la Florida, ocho años atrás, pero salía ahora derrotado del vasto desierto del norte de México y sur del actual Estados Unidos.

Más tarde, en Naufragios, Alvar Núñez Cabeza de Vaca cuenta las vicisitudes de los únicos cuatro sobrevivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida en 1527, viviendo entre los indios durante ocho años, a veces como esclavos, otras como comerciantes y curanderos, y cómo atravesaron a pie el suroeste de los actuales Estados Unidos y norte de México hasta que en 1537 pudieron volver al territorio controlado por España, la colonia de Nueva Galicia del Virreinato de Nueva España.

Distinto de otros textos que relatan la conquista de América, en Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, un texto fundamental para entender la conquista de América, lo que vemos es una expedición fracasada, que según su objetivo original, debería haber sido un gran éxito para España y su plan de colonización.

La enorme y sufrida travesía de Alvar Núñez entre el actual territorio de los EEUU y México no es solo un traslado geográfico, sino un cambio total de metas y de objetivos. Es una travesía épica que significa el paso de una cultura hacia otra. Es, en definitiva, un traslado de un yo (y un nosotros) español, ibérico, conquistador, hacia otro distinto, un Alvar Núñez errante, un andarillo desnudo que se parece más a un nativo hambriento y debilitado que a un español victorioso.

A medida que los sucessivos naufragios, el hambre y las enfermedades se suceden, el individuo Alvar Núñez se aleja cada vez más de su grupo de fieros conquistadores españoles victoriosos y se acerca al que él consideraba su opuesto desde su llegada a la Florida porque ve la urgencia de sobrevivir. Alvar Núñez entiende que el Nuevo Mundo ya no es más lo que había esperado como conquistador, y que para sobrevivir precisa de la ayuda de los nativos. El objetivo de su expedición cambia de pronto. Ya no busca más las riquezas de Eldorado ni la promesa de vida y virilidade eterna em la Fuente de la Juventud, o la gloria, porque sse es apenas el momento de sobrevivir.


Javier Villanueva, Catamarca, agosto de 2001.

 


sexta-feira, 12 de novembro de 2021

Mil ochocientos y tanto. Por Luis Unzaga

 


Mil ochocientos y tanto

As lendas e mitos da Catamarca vem de longe, da época em que os espítitos dos Diagüitas vagavam pela noite afora; dos anos posteriores à conquista espanhola quando, fugindo dos incas, a grande nação índia dos Quilmes caiu nas mãos dos aventureiros ibéricos. E os “adelantados” decidiram levar o povo guerreiro a pé, dos Vales Calchaquíes até a longínqua Buenos Aires, a mais de mil quilômetros de distância, e confiná-lo numa “reducción”, para que parassem com essas idéias de querer ser livres e trabalhar a terra que tinha sido dos bisavôs dos seus avôs.

Mas em Catamarca, e sobre todo em Las Chacras, ao redor de San Antonio de Fray Mamerto Esquiú, Don Victoriano Unzaga e Doña Eufemia Valentina Arce -galhos fortes de uma estirpe que vinha dos bascos franceses e espanhóis, de um lado, e de andaluzes do outro- não tiveram medo de espíritos e almas em pena. Las Chacras, casa e sítio dos velhos, vizinha dos Ávalos, floricultores, e dos Ovejero, criadores de gado  e leiteros foi durante o século vinte o centro das alegrias de uma enorme família. Mais de cento e quarenta anos atrás à data de hoje, tropas rebeldes de Felipe Varela e Chacho Peñaloza, “montoneros” federalistas, guardavam suas armas e faziam entreposto para descanso e troca de animais, na que agora é a casa da Gringa e seus irmãos e irmãs. 

Luis Unzaga, lembrando o Macondo de Catamarca, descreve a casa paterna com o olhar da criança que setenta anos atrás se assombrava com as histórias de Don Victoriano. (JV.)

Las Chacras. 

Mil  ochocientos  y   tantos;  ¿era una posta? ,  ¿o un apeadero  de  viajeros  que  venían  del  norte  o  del  sur?  Potreros, corrales,  alimento de  recuas  de  mulas. Sombra de  añosos  eucaliptos, la vieja y famosa tipa de la entrada de Las Chacras, el pino  y algunas  higueras.  

Descanso  de  carretas  y  bueyes, desmonte  de  arrieros,  de  montoneros  con sus  chuzas  y   lanzas.    Posibles  hechos  ocurridos  que  no  están  en  la  historia.  Tal vez  de  aquel  que  no  pudo  escapar  del castigo de  las  estacas, o el  tormento del cepo.  De  ese  amor   apasionado e imposible  que  terminó  en la cruz del acero.  Quedaron   guardados  en  huecos,  escondidos  en  grietas  de  viejas  paredes  entre  las  cenizas  y  el  hollín  de  antiguos  fogones .   Aquellos  viajeros  se  fueron  ¿y  nunca  más volvieron?,  el  tiempo  pasó.    De   lo que  fue,  quedó  una  casa  de  grandes  adobes, estribos  esquineros, techos  de  caña,  una  galería  un  galpón  y los restos  de  cimientos  de  otras   estancias.    Quizás  las razones  de  hechos  más  nuevos, ¿quién lo sabrá algún día? 

Como  el  de  los  ruidos  que  todos  oían  detrás  de  la  casa, de tumbos  de  troncos  pesados  que  nadie  movía.  Manos  invisibles  golpeando  la  puerta  que  daba  a  los  fondos,   o   el  de  aquella  noche  de  tanto  alboroto  de  gallos  y gallinas;  pensando  en ladrones, un zorro  o  una comadreja  los  hombres  salían  y  nada, todo el gallinero en  calma dormía. 

Todas  éstas  cosas  pasaban  en  noches  de  invierno  cuando  se congelaba  el  silencio.   Como  el  silbo  distinto  de  almas  en  pena, sonando  por  aquí  y más  allá.  Pobre  de  aquél  que  imitando  ese  silbido, cada  vez  lo  sentía  más  cerca;  el  ultimo  vibró  en  sus  oídos,  dejándolo  sordo.

Luis  Unzaga. Catamarca,  11 / 2011

sábado, 6 de novembro de 2021

O'Higgins y la autonomía del pueblo Mapuche



O'Higgins y la autonomía del pueblo Mapuche

Antes de educarse en Lima o Inglaterra, Bernardo O’Higgins Riquelme, Padre de la Patria chilena,  estudió en el Colegio de Naturales de Chillán, actual Colegio San Buenaventura. A este colegio construido por los jesuitas en 1697, y regido por los franciscanos desde 1786, asistían obligatoriamente los hijos de los caciques Mapuche de la zona (Chillán, Los Ángeles, Concepción).

Los colegios naturales eran conventos y los niños permanecían internados. O’Higgins tuvo de compañeros de curso a los hijos de los lonkos, con quienes estudió, durmió, comió, jugó y aprendió la lengua Mapuche, el mapudungún, y seguramente las historias de los héroes de sus amigos, como el joven cacique Lautaro.

Esta faceta poco conocida de la vida de O’Higgins fue determinante para que, siendo ya Director Supremo del Estado de Chile, enviara a los lonkos y caciques del sur la siguiente carta, de marzo de 1819, que vale la pena revisar:


"El Supremo Director del Estado a nuestros hermanos los habitantes de la frontera del Sud.

Chile acaba de arrojar de su territorio a sus enemigos después de nueve años de una guerra obstinada y sangrienta. Sus fuerzas marítimas y terrestres, sus recursos y el orden regular que sigue la causa americana en todo el continente, forman un magnífico cuadro, en que mira afianzada su Independencia.

Las valientes tribus de Arauco, y demás indígenas de la parte meridional, prodigaron su sangre por más de tres centurias defendiendo su libertad contra el mismo enemigo que hoy es nuestro. ¿Quién no creería que estos pueblos fuesen nuestros aliados en la lid a que nos obligó el enemigo común? Sin embargo, siendo idénticos nuestros derechos, disgustados por ciertos accidentes inevitables en guerra de revolución, se dejaron seducir de los jefes españoles. Esos guerreros, émulos de los antiguos espartanos en su entusiasmo por la independencia, combatieron encarnizadamente contra nuestras armas, unidos al ejército real, sin más fruto que el de retardar algo nuestras empresas y ver correr arroyos de sangre de los descendientes de Caupolicán, Tucapel, Colocolo, Galvarino, Lautaro y demás héroes, que con proezas brillantes inmortalizaron su fama.

¿Cuál habría sido el fruto de esta alianza en el caso de sojuzgar los españoles a Chile? Seguramente el de la pronta esclavitud de sus aliados. Los españoles jamás olvidaron el interés que tenían en extenderse hasta los confines del territorio austral. Sus preciosas producciones, su incomparable ferocidad, y su situación local, han excitado siempre su ambición y codicia. Con este objeto han mantenido continua guerra contra sus habitantes, suspendiéndola sólo cuando han visto que no hay fuerza capaz de sujetar a unos pueblos que han jurado ser libres a costa de todo sacrificio. Pero no han desistido de sus designios, pues en los tiempos que suspendieron las armas fomentaron la guerra intestina, para que destruyéndose mutuamente los naturales, les quedase franco el paso a sus proyectos. Entre tanto el comercio no era sino un criminal monopolio; la perfidia, el fraude, el robo y en fin todos los vicios daban impulso a sus relaciones políticas y comerciales.

Pueblos del Sud, decidme si en esto hay alguna exageración; y si por el contrario apenas os presento un lisonjero bosquejo de la conducta española, convendreis precisamente en que dominando España a Chile, se hubiera extendido sobres vuestros países como una plaga desoladora, concluyendo con imponeros su yugo de fierro que acaso jamás podríais sacudir.

En el discurso de la guerra pensé muchas veces hablaros sobre esto, y me detuve porque conocí que estabais muy prevenidos a cerrar los oídos a la voz de la verdad. Ahora que no hay un motivo de consideración hacia vosotros, ni menos a los españoles, creo me escucharéis persuadidos de que sólo me mueve el objeto santo de vuestro bien particular y del común del hemisferio chileno.

Nosotros hemos jurado y comprado con nuestra sangre esa Independencia, que habéis sabido conservar al mismo precio. Siendo idéntica nuestra causa, no conocemos en la tierra otro enemigo de ella que el español. No hay ni puede haber una razón que nos haga enemigos, cuando sobre estos principios incontestables de mutua conveniencia política, descendemos todos de unos mismos Padres, habitamos bajo de un clima; y las producciones de nuestro territorio, nuestros hábitos y nuestras necesidades respectivas no invitan a vivir en la más inalterable buena armonía y fraternidad.

El sistema liberal nos obliga a corregir los antiguos abusos del Gobierno español, cuya conducta antipolítica diseminó entre vosotros la desconfianza. Todo motivo de queja desaparecerá si restablecemos los vínculos de la amistad y unión a que nos convida la naturaleza. Yo os ofrezco como Supremo magistrado del pueblo chileno que de acuerdo con vosotros se formarán los pactos de nuestra alianza, de modo que sean indisolubles nuestra amistad y relaciones sociales. Las base sólidas de la buen fe deben cimentarlas, y su exacta observancia producirá la felicidad y seguridad de todos nuestros pueblos. Se impondrá penas severas a los infractores, que se ejecutarán a vista de la parte ofendida, para que el ejemplo reprima a los díscolos.

Nuestras Escuelas estarán abiertas para los jóvenes vuestros que voluntariamente quieran venir a educarse en ellas, siendo de cuenta de nuestro Erario todo costo. De este modo se propagarán la civilización y luces que hacen a los hombres sociales, francos y virtuosos, conociendo el enlace que hay entre los derechos del individuo y los de la sociedad; y que para conservarlos en su territorio es preciso respetar los de los pueblos circunvecinos. De este conocimiento nacerá la confianza para que nuestros comerciantes entren a vuestro territorio sin temor de extorsión alguna, y que vosotros hagáis lo mismo en el nuestro, bajo la salvaguardia del derecho de gentes que observaremos religiosamente.

Me lleno de complacencia al considerar hago estas proposiciones a unos hombres que aman su independencia como el mejor don del Cielo; que poseen un talento capaz de discernir las benéficas intenciones del pueblo chileno; y que aceptándolas, desmentirán el errado concepto de los europeos sobre su trato y costumbres,

Araucanos, cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia, y está a punto a ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne, firmando al mismo tiempo la gran Carta de nuestra alianza para presentarla al mundo como el muro inexpugnable de la libertad de nuestros Estados. Contestadme por el conducto del Gobernador Intendente de Concepción a quien he encargado trate este interesante negocio, y me avise de nuestra disposición para dar principio a las negociaciones. Entre tanto aceptad la consideración y afecto sincero con que desea ser vuestro verdadero amigo.


Bernardo O’Higgins R.

SANTIAGO, Sábado 13 de Marzo de 1819".

(Fuentes: Educar Chile y Mapuexpres)