segunda-feira, 14 de janeiro de 2019

¿Qué era el GAP de Salvador Allende?


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Los jóvens custodios que dieron la vida o su libertad por Salvador Allende y el gobierno popular.

A la una de la madrugada del martes 11 de septiembre de 1973, los 20 jóvenes que se mantenían de guardia en la casa de descanso presidencial, llamada El Cañaveral, en el barrio alto de Santiago de Chile, escucharon la voz de “Bruno”, jefe del dispositivo de seguridad presidencial, el Grupo de Amigos Personales (GAP), ordenándoles acudir a los dormitorios. Las noticias sobre la situación nacional no le causaban una preocupación extrema, porque durante los últimos meses, sobre todo desde el 29 de junio - día del "tanquetazo" o "tancazo"-, los rumores de golpe de estado ya eran rutina. 
A la misma hora, hacia el centro de la capital, en la casa de Tomás Moro N° 200, residencia oficial del presidente Salvador Allende, “Carlos Álamos”, el jefe de la escolta de seguridad presidencial, ordenó redoblar la guardia de la residencia y a los otros 20 jóvenes retirarse para descansar. 
El día había sido tenso, la situación política era complicada, reflejándose en los rostros agotados del Presidente y sus colaboradores, que hasta esa hora seguían reunidos. Murmuraban sobre los rumores de algunos regimientos acuartelados y de sospechosos camiones militares que circulaban cargados de soldados.

El mismo 11 de septiembre de 1973, pero ya a las siete y media de la mañana, el presidente de Chile, Salvador Allende y su escolta salieron desde la residencia presidencial de Tomas Moro hacia el palacio de La Moneda. 
Fue la última vez que la flota de los famosos FIAT 125 negros* hicieron, como lo habían hecho todos esos mil días, su veloz recorrido. 
Junto con Allende viajaban Jaime Sotelo, Julio Tapia Martinez, Oscar Enrique Balladares Carocca; Juan Jose Montiglio, Segundo Ramos Gonza­lez, Enrique Balladares Quiroz, Eduardo Ojeda, Wagner Erick Salinas Muñoz, José Freire Medina, el doctor Ricardo Pincheira, Antonio Aguirre Vasquez, Carlos Arenas Nilo; Cesar Vargas Morales, Luis Araya Araya, Alejandro Moraga, Manuel Mercado, Oscar Reinaldo Lago Ríos, Oscar RamIrez Barría y Jorge Osvaldo Orrego Gonzalez. 

Eran miembros del GAP y de carabineros, y todos entraron a La Moneda para defender el gobierno popular contra el golpe militar de Pinochet. No tuvieron dificultades porque la guardia de palacio seguía siendo fiel al Presidente. 
En La Moneda se juntaron aI grupo de seguridad siete detectives, además de los amigos y funcionarios de gobierno que llegaron al lugar una vez que fue conocida la noticia de la sublevación militar.

Los integrantes del GAP tomaron sus puestos. Desde 1970 siempre se había previsto que algo así podía suceder. Y sobre todo en los últimos meses. La defensa de la Moneda estaba planificada, y la decisión del GAP ya estaba tomada. Todos permanecerían allí junto a su jefe Salvador Allende.
Las tareas de control de quienes llegaban, de disposición y de localización para enfrentar eI anunciado bombardeo que se vendría, se hicieron sin que hubiera necesidad de reuniones ni de órdenes o contraórdenes. 

Jaime Sotelo y Manuel Mercado estuvieron permanen­temente al lado de Allende. No hubo deserciones o síntomas de que alguien quisiera dejar su puesto de combate. La Moneda fue bombardeada y a pesar del humo y del incendio se continuó combatiendo y defendiendo al presidente. En una de las ventanas de Morande y Moneda, un joven de unos 20 años disparaba una ametralladora punto 30. El arma era parte del arsenal de la casa militar para la defensa del palacio. Antonio Aguirre Vasquez disparó hasta que recibió ocho balazos y fue transportado herido a la posta sanitaria. Desde allí su rastro se perdió para siempre. Pero su imagen recorrió el mundo a través de una foto que lo mostraba con un mechón de pelo rubio caído sobre la frente, cumpliendo el papel que se le había asignado desde que entró al GAP.


¿Qué era el GAP?

Fue el presidente chileno Salvador Allende quien bautizó, más en broma que de veras, con la sigla GAP - Grupo de Amigos del Presidente- al equipo de hombres que lo protegían y que se convirtió casi en una Ieyenda. 
Desde mediados de la campaña electoral que lo llevó al gobierno el 4 de septiembre de 1970, el GAP acompañó y tuvo como principal y única tarea durante los mil días de su gobierno popular velar por su vida.

El esquema de seguridad presidencial por el que pasaron unos 120 jóvenes militantes del Partido Socialista y del MIR, fue tema recurrente de la prensa opositora a Allende y llenó de paginas acusadoras con fotos de la vida “fuera de la ley” del equipo en diversos diarios y revistas contrarios al gobierno. 

Después del golpe militar, la revista “Vea” publicó un reportaje sobre lo que consideraba los delitos del GAP y la llenó con fotografías que irían a demostrar la verdad de las graves acusaciones. 
La prensa intemacional en esos dias recibía radiofotos enviadas por sus corresponsales en Chile mostrando lo que habia sido el combate y la muerte de Allende en La Moneda. En ellas, junto al compañero presidente aparecían estos hombres jovenes que cumplieron con su misión hasta el último minuto, defendiendo la vida del presidente del gobierno popular.

Uno de los sobrevivientes del GAP intenta responder a muchas de las preguntas sobre quiénes eran estos hombres jóvenes y valientes al extremo que fueron llamados antes y después del golpe militar como “grupo armado extremista”, lo que llevó a que varios de ellos fueran fusilados a partir del mismo día fatídico del 11 de septiembre.

“Un cuarto de siglo con Allende”, el libro de Osvaldo Puccio, su ex secreta­rio privado, relata lo que fue el nacimiento del GAP, todavía en pleno apogeo de la campaña electoral, un momento en que la izquierda veía con preocupación la actitud de la derecha, que temía un triunfo del candidato de la UP. 
En una de las con­centraciones, la masa popular quiso acercarse al candidato, que se vio en serios apuros para llegar aI escenario. 
Eduardo “Coco” Paredes y Rodolfo Ortega, amigos de Allende, se asustaron porque la multitud podría aplastar al futuro presidente, y decidie­ron en ese mismo momento que era necesario armar un equipo de protección, con gente de total confianza y con buena preparación. 

“Encontramos al compañero Fernando Gomez, militante del Partido Sociallsta, quien empezó a acompañar al doctor a pesar de que a este no le gustó”, cuenta Puccio.

Era necesario también vigilar todos los autos cuando permanecían estacionados, porque había el riesgo de que sufrieran sabotajes. Los vehículos eran todos de los propios amigos de Allende que los prestaban para la campaña. 
Puccio, Paredes y Ortega tomaron conciencia entonces de que, “para cuidar al Chicho” se necesitaban más hombres, ya que a esas alturas Gómez trabajaba en permanente tensión durante unas 18 horas diarias. 

“Me informé de que habia un hombre que era miembro de las fuerzas especiales del Ejército que habia sido dado de baja. Conversando con ese joven me di cuenta que tenía una sólida preparación política y una extraordinaria preparacion militar. Se trataba del ex oficial Mario Melo, militante del MIR, quien comenzó a trabajar desde ese momento como escolta de Allende" según cuenta Puccio.

A esta “tropa” de apenas dos personas, además de los “amigos del doctor” se agregó Enrique Huena, otro socialista, y cinco hombres más que puso eI MIR a disposición de Allende el mismo día 4 de septiembre, después de una charla telefónica entre Miguel Enríquez, el secre­tario general de esa organización, y el propio Puccio. Enríquez consideraba que la vida de Allende corría grave peligro, porque suponía que la derecha -el grupo terrorista Patria y Libertad- trataría de evitar su triunfo y era prioritario defender su vida.

Max Joel Marambio -conocido como “Ariel Fonta­narosa”, Mario Superby, Humberto Sotomayor, Sergio Perez Molina, Arnoldo Ríos, todos ellos miembros del MIR, llegaron a la casa de Allende de Guardia Vieja a las 10 de la mañana. “Pero sólo pudieron entrar en funciones a las tres de la tarde. No tenían ropa adecuada, porque eran hombres que habían trabajado semiocultos en las poblaciones. EI día de la elección, Allende no podía aparecer en público con “personas desarrapa­das”, según nos cuenta Puccio. Así que, en medio de todo el nerviosismo de ese día, hubo todavía que ocuparse de salir a comprarles ropa.

“Pero el GAP como tal nació como consecuencia del atentado a Schneider. Este hecho mostró cuáles eran las intenciones de la derecha y la necesidad real de que la tarea de proteger al Chicho pasara a ser prioritaria para quienes queríamos que continuara el proceso. EI primer acto público donde el Chicho apareció como Presidente electo, el funeral de Schneider, fue la primera tarea importante del GAP en tanto tal. En ese momento el jefe del dispositivo ya era Max Mararnbio y se comenzaba a trabajar en lo que debía ser su organización”, cuenta Cáceres.

El “cuartel” de la calle Tomás Moro

EI Partido Socialista puso, aun antes del 4 de septiembre a disposición del dispositivo de seguridad un gran número de sus militantes. Las exigencias establecidas para la selección del grupo eran la confianza política, la preparación en autodefensa y, sobre todo, su disposición a dar la vida por Allende.

Ingresaron al GAP Domingo Bartolome Blanco, “Bruno”, quien despué del año de 1972 asumió la Jefatura, que fue cuando eI MlR retiró a su gente, y Jaime Sotelo Barrera, “Carlos Alamos”, junto a otros mllitantes que venían de la seccional Pudahuel del PS.

A partir del 4 de noviembre, eI GAP comenzó organizarse mejor internamente, de acuerdo a las diferentes acciones que se deberían asumir. Sus componentes, que eran en su mayoría jóvenes estudiantes universitarios y pobladores de los barrios más pobres, aceptaron vivir desde entonces en una disciplina rígida que incluyó muchas veces períodos de guardias de 48 horas, dejando en segundo plano su vida privada, lo que los obligaba a estar alertas las 24 horas del día en su misión central, que era cuidar la vida del Presidente.

Cáceres cuenta que el GAP tuvo diversos equipos de trabajo con tareas “compartimentadas” y separadas. Un grupo se hacía cargo de la escolta presidencial, y su misión era crear anillos de protección que rodeasen a Allende en cada una de sus salidas. Otro grupo, a cargo de “Bruno” en un primer momento, era el que se encargaba de planificar las salidas del presidente, el camino que recorrerían y los autos en los que viajarían. 

Existía además un tercer equipo que era uno de los mas numerosos, el de seguridad, que estaba a cargo de Juan Jose Montiglio, “Anibal”. El grupo estaba también encargado del cuidado de las casas oficiales y los lugares que frecuentara el presidente. 
Había además otro equipo de servicios que se encargaba de abastecer la infraestructura del GAP; y finalmente otro, a cargo del jefe del GAP por su importancia, que era el de Informacio­nes, que tenía como fin recolectar y analizar datos y antecedentes sobre posibles atentados contra Allende. 
Esa estructura, centralizada, estaba en permanente contacto con Carabineros e Investigaciones, aunque hubo al principio bastantes roces y desentendimientos.

También cuenta Cáceres que "La gente que permanecía de guardia vivía en Tomas Moro. Cuando uno estaba de franco debía estar igual comunicado con sus respectivos jefes. Y esto se hacía con una llamada telefónica. También debíamos estar atentos a la radio por si ocurría cualquier hecho que requiriera de nuestra presencia alli. No teníamos ni busca-personas, ni walkie­ talkies, ni tampoco había una radio en Tomas Moro. Todos esos implementos sofisticados, a lo “James Bond”, sobre todo para esa época eran caros, de fabricación norteamericana, no había presupuesto para eso”. 

Los miembros del GAP recibían un pequeño importe para los gastos menores y personales, pero su alimentación y vestuario corrían por cuenta del ítem de gastos de representa­ción de la presidencia. 
Y agrega Caceres que “Esto no era mucho, y Allende nunca pudo obtener que el Congreso aprobara un proyecto de ley a través del cual legalizar su dispositivo, lo que hubiera permitido tener un presupuesto. Todos los compañeros que trabajaban en el GAP eran miembros de sus partidos y cumplían una actividad profesional. No tenían una vida lujosa ni se la pasaban en farras, ni tampoco eran de ‘segunda clase’ para el Chicho. como se dijo entonces y después. Era una tarea partidaria que cumplíamos con gusto y conscientes de su importancia”.

El grupo de los que permanecian de guardia, vivían en una edificio especial en Tomás Moro. EI resto lo hacía en sus casas. Todos usaban intemamente un "nombre de guerra"  o “chapa”, como se dice en Chile, pero en su vida civil tenían su documentación en orden y ninguno de ellos era ilegal.




Ese 11 de septiembre de 1973, junto con Salvador Allende murieron en combate sus compañeros de destino, Manuel Mer­cado y Alejandro Morales. Sus cuerpos no fueron entregados a los familiares que los reclamaron. 
El resto de los integrantes del GAP permaneció con vida y todos fueron detenidos por los militares que entraron detrás del general Palacios. Junto a ellos fueron aprehendidos también los siete detectives que formaban parte de la guardia presidencial. 
El testimonio de lo ocurrido ese día lo dio en México Juan Angel Seoane, inspector de investigaciones que se desempeñaba en la Presidencia. El ex funcionario policial contó que fueron llevados prisioneros desde La Moneda con las manos en alto y divididos en grupos, y que luego fueron reunidos en el regimiento Tacna e identificados por personal civil y militar. Más tarde fueron conduci­dos a las caballerizas. 

“Durante todo lo que quedaba del 11 y la noche nos estuvieron preparando para fusilarnos. Nos acusaban de ser comunistas y nos decían que ibamos a morir, pues los hablamos querido matar a ellos”, dice Seoane en un testimonio publicado en Mexico en 1977. Agrega que muchos fueron golpeados hasta dejarlos casi muenos. Más tarde fueron sacados todos, menos Seoane, en un camión, el día 13. EI camión volvió solo con los soldados conscriptos que los cuidaban. “Uno de ellos se atrevió a hablarme y me dijo: ‘De buena se salvó usted’. Me contó que todos habían sido fusilados en Pel­dehue”, según el testimonio.

Domingo Blanco, el jefe del GAP, no alcanzó a lIegar a La Moneda. No bajó al centro de Santiago con Salvador Allende, quedándose dos horas más en Tomás Moro para verificar el resto de las tareas y planificar la defensa. 
A las nueve y media de la mañana fue hasta Morande, con 12 personas en un auto y una camioneta. Estacionaron los vehlculos en eI garaje presidencial y vieron que venía llegando un grupo de carabineros. que acababa de sumarse al bando golpista. AI reconocer a Blanco, lo detuvieron de inmediato y lo llevaron junto al resto a los sótanos de la Intendencia. 
Desde alll, “Bruno” oyó el bombardeo y el tiroteo contra La Moneda. Una vez finalizado todo, se les obligó a salir con las manos en alto y fueron conducidos a la cárcel. EI dia 14 se reencontró con sus companeros. Iban en eI camión que venía desde eI Tacna, golpeados y atados con alambres. 

Fue fusilado ese mismo día. Él, como todos los miembros del GAP cumplieron con la promesa que se hacía al entrar al grupo, la de dar su vida por el compañero Presidente. Ese era un compromiso asumido con todas sus consecuencias.

El 2 de octubre de 1973 en el Regimiento Tucapel de Temuco fueron fusiladas cuatro hombres. Los militares explicaron las muertes como un intento de fuga de dos de los prisioneros y agresión a los centinelas de parte de los otros dos. Uno de los ejecutados fue Pepe Ortigosa, de 42 años, comerciante y amigo personal del presidente Salvador Allende. Había sido buscado por la Fiscalía Militar, acusado de la existencia de una escuela de guerrillas en T. Moro. Fue él quién proveyó la flotilla de Fiat 125 negros usados por la GAP.

Javier Villanueva, Córdoba, septiembre de 2018.


terça-feira, 8 de janeiro de 2019

El abrazo, por Samuel Rodríguez.

Imagem relacionada

El autor,  escribe en El Horizonte, de Monterey, México. Y es un amigo lejano al que debo conocer personalmente un día. (JV)

El abrazo


El fin de año que más recuerdo fue en Buenos Aires, en un autobús o colectivo, como le llaman los porteños, más precisamente en la ruta que va de Palermo a Microcentro. Fue ahí en donde una ráfaga de fraternidad me enseñó que el abrazo de un desconocido puede ser una muestra de resistencia tan grande como los infortunios que nos rodean.
Debo advertir al lector que esta narración está exenta de moralejas o de lecciones de cualquier tipo, es sólo un humilde intento por mostrar el misterio de la fraternidad en una sociedad rota.
Buenos Aires es una ciudad bipolar, en esto radica parte de su encanto. La ciudad se extiende y se contrae violentamente, como un gigantesco bandoneón errante que lanzara su música profunda y adolorida sobre el fin del mundo. En ese entonces yo tomaba lecciones de arte y filosofía en la clase de Lucas Soares, un joven y brillante filósofo, de quien aprendí las bases de la apreciación estética, y de literatura con el profesor Carlos Luis, quien reafirmó en mí el amor por los poetas del mundo. 
Vivía a tres calles de Congreso, y para llegar a mis clases debía caminar al menos 25 cuadras; entonces la ciudad se descubría en toda su furia, en todo su misterio. Las huellas de la terrible dictadura militar se confundían con rostros hermosos y enigmáticos que atravesaban las calles siempre un poco por encima de las circunstancias. Así son los porteños y así es la ciudad: un poco intocables, un poco dramáticos. En cada esquina el mundo reventaba en una fiesta al revés, en cada calle el mundo era un río ebrio de espanto y de belleza desgarradora.
En las grandes avenidas, las penurias de los carretoneros, encargados de recoger la basura citadina, contrastaban con edificios majestuosos y librerías de lujo, las tangueras en la calle Florida y los vagabundos danzaban secretamente un tango imposible que reventaba en mi mirada como una fiesta de disfraces descomunal, los autos de lujo y los vehículos chatarra peleaban cuerpo a cuerpo por un espacio en las miserables calles que colindaban con los barrios del sur. En esta atmósfera efervescente entendí la gran necesidad de fraternidad que se vive en una sociedad que se tragó y nunca supo vomitar los demonios del siglo.
El cine argentino ha entendido muy bien esta necesidad, sus cineastas han incorporado el tema de la amistad como un conductor espiritual de la trama; pienso en cintas como Nueve reinas, de Fabián Bielinski, El lado oscuro del corazón del gran Eliseo Subiela, La noche de los lápices de Héctor Olivera, El Juego de Arcibel de  Alberto Lecchi o la interesantísima Pizza, birra y faso de los directores Caetano/Stagnaro. En estas cintas, los universos poéticos y  políticos, la selva urbana o las ensoñaciones literarias se transforman en una meditación soterrada sobre el don de la amistad y sobre la fuerza de la fraternidad en los momentos más críticos y oscuros de los personajes.
Aquel fin de año, transitando en avenidas que son una cicatriz que se abre hacia el infierno, deambulando entre el brillo de Palermo Soho y la dignidad de las calles de Microcentro, fui testigo de esa inquietud por el afecto que emerge de tiempo en tiempo como un relámpago perdido del interior de los porteños y que es un rasgo que revela la profunda inquietud por resolver los dilemas de un pasado tormentoso que habita en este país desgarrado.
El colectivo atravesaba la última noche del año con una urgencia previsible, las calles alborotadas celebraban entre bengalas y detonaciones. Justo a la medianoche el conductor detuvo el colectivo ante la sorpresa de todos, se levantó de su asiento y anunció que habíamos entrado en el año nuevo, nos abrazó respetuosamente (recuerdo que éramos pocos pasajeros) mientras en un gesto tan noble como simbólico nos regresó los $1.75 pesos del importe del viaje como una muestra de amistad y de buenos deseos, acto seguido continuamos nuestro camino un poco más felices y quizá más esperanzados.
El abrazo del conductor es una cuerda tendida en el abismo. La noche bonaerense tiene esas cosas, está preñada de excesos, este en particular devela la resistencia de una sociedad que se niega a dejarse vencer por las andanadas de horror que sufrieron en carne viva. Si el mundo se muestra hostil y no cesa de repartir golpes mortales, ¿podrá el abrazo de un desconocido en medio de la noche sudamericana ser un conjuro contra todas las muertes del continente?
http://www.elhorizonte.mx/opinion/editorial/el-abrazo/2400253?fbclid=IwAR2sOxysZ56N7CJUeba5dooibFKpLzU45AvGK2Yf5oU5_sNgOp4tS_mf7S8

sábado, 5 de janeiro de 2019

Noche de Reyes Magos

Noche de Reyes Magos

 Los Reyes Magos de Oriente, o Reyes Magos, es el nombre por el que la tradición cristiana denomina a los "magos" — sacerdotes eruditos en el Antiguo Oriente— que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde Oriente para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
En España a partir del siglo XIX empezó la tradición de la noche de Reyes como una fiesta infantil con regalos para los niños, a imitación de lo que se hacía en otros países en Navidad, en homenaje al santo San Nicolás. En 1866 se celebró la primera cabalgata de Reyes Magos en Alcoy, tradición que se extendió al resto del país y a otros de cultura hispana. 
Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el mosaico de San Apollinaire Nuovo (Rávena) que data del siglo VI, en el que se distingue a los tres magos ataviados al modo persa representando distintas edades. Aún pasarían varios siglos, hasta el siglo XV, para que el rey Baltasar aparezca con la tez negra y los tres reyes, además de representar las edades, representen las tres etnias de la Edad Media. Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos.
Costumbres relacionadas con los Reyes Magos
En algunos lugares, las autoridades organizan la llamada Cabalgata de Reyes el día 5 de enero, durante la cual los personajes suelen ir a caballo o en carrozas, vestidos con mantos y coronas. El siguiente día, el 6 de enero, es festivo nacional. Ese día los niños disfrutan sus obsequios.
En varios países de Hispanoamérica existe la costumbre adoptada de los españoles de que los niños reciban regalos de los Reyes Magos, a la medianoche del 5 de enero, o en la mañana del 6 de enero (Argentina, México, República Dominicana, Puerto Rico, Paraguay y Uruguay). También se han heredado las costumbres de la carta a los Reyes.
Otras costumbres del 6 de enero
En tiempo de la colonización española, sobre todo en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, México y Uruguay este día era de asueto para los esclavos negros que salían a las calles a bailar al ritmo de sus tamboras. Esto origina el nombre de Pascua de los Negros con que el día es aún conocido en algunos países como en Chile o Paraguay donde la comunidad Afro paraguaya celebra el día de su santo, San Baltasar.
Y hemos leído varias curiosidades interesantes…que las hemos tomado del Blog 
https://biblioabrazo.wordpress.com/2016/01/05/noche-de-reyes-magos/
Ilustración de Mila Markis
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¿Eran reyes los Reyes Magos?
Casi con toda probabilidad, no. En la antigüedad el término mago designaba a los que se dedicaban a las ciencias ocultas y por lo tanto se empleaba para llamar a los astrólogos, hechiceros, augures, sacerdotes y adivinos de diversa índole, aunque también era el nombre dado a los sacerdotes persas de la religión zoroástrica.
En lo que todos parecen estar de acuerdo es que eran hombres ilustrados y sabios. Sus vestidos eran reconocibles como de sacerdotes persas con gorros frigios que a partir de la Edad Media fueron transformándose en sus representaciones por coronas.
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Mosaico de la iglesia de San Apolinar en Rávena en el que se recoge por primera vez por escrito el nombre de los tres Magos en el año 520.
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¿Desde cuándo traen juguetes los Reyes?
Hasta mediados del siglo XIX los Reyes Magos no eran portadores de juguetes para los niños.
Hasta entonces los obsequios eran alimentos o enseres para la vida cotidiana.Gaspar traía golosinas, requesón y frutos secos, Melchor ropa o zapatos y Baltasar, tenía la ingrata tarea de castigar a los niños que se habían portado mal, dejándoles carbón, leña o piedras.
Este reparto de papeles se perdió cuando ya en el siglo XX se extendió la costumbre de dejar juguetes y también regalos a los adultos.
El carbón no desapareció del todo aunque se desvinculó de Baltasar. La mitología navideña introdujo el personaje de Carbonilla, que es un paje encargado de vigilar a los niños y dejar el carbón si se portan mal.
Jerome Snyder
Ilustración de Jerome Snyder
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¿Por qué se dejan los zapatos en el balcón la noche de Reyes?
La costumbre que se mantiene es que los niños dejen sus zapatos bien limpios en el balcón, la puerta de su cuarto o debajo del árbol, para que a medianoche los Reyes Magos depositen sus presentes.
En la mayoría de los pueblos se pone también al lado de los zapatos, un poco de agua y paja para los camellos, y frutas o dulces navideños con un vino dulce para los Reyes Magos.
Hay una leyenda que cuenta que dos compañeros de juegos del Niño Jesús, apenados de verle siempre descalzo, decidieron darle sus propios zapatos. Lavaron los zapatos y los dejaron en el balcón para que se secaran… Pero al día siguiente, los zapatos aparecieron llenos de regalos y dulces como premio a sus buenas intenciones.
Los Reyes Magos habían recompensado la bondad de los niños.
Reyes Magos_Momo Carretero
Ilustración de Mónica Carretero
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El beso de Baltasar
En Venezuela, cuando los niños se levantan la mañana de Reyes y se miran al espejo, si se ven un tiznón oscuro en la mejilla se trata del beso que les dio el Rey Baltasar mientras dormían.
3 Wise Kings
Ilustración de Wise Kings
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¿Qué simbolizan las tres ofrendas?
Los tres regalos que llevaron los Magos a Jesús no están elegidos al azar y tienen una importante carga simbólica.
El oro es el metal precioso asociado a la realeza y puede presentarse en láminas, pepitas o polvo.
El incienso es el elemento de adoración divina por excelencia. Se extrae de resinas aromáticas vegetales para quemarlo en los ritos.
La mirra es una sustancia rojiza resinosa aromática que se extrae del tallo de un arbusto de Arabia e Irak, muy usado en la medicina, como perfume y también en los embalsamamientos.
Ilustración de Rodo Bulanger
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¿Por qué se hacen cabalgatas en las ciudades?
Cuando a mediados del XIX los Reyes empezaron a traer juguetes, la ilusión se disparó y comenzó la costumbre de salir el 5 de enero al atardecer, en busca de los Reyes. Entonces en las ciudades y pueblos se reunía una multitud de niños y adultos en las plazas con zambombas y cencerros para tratar de avistar a los Magos.
Antes de comenzar el siglo XX se institucionalizó este acto, haciendo aparecer de verdad a los Reyes y surgieron las primeras cabalgatas.
La cabalgata más antigua data de 1885 en la localidad de Alcoi, que se caracteriza por sus paqueteros: docenas de voluntarios pintados de negro se encaraman con largas escaleras en las fachadas de las casas y cargan a sus espaldas los regalos para los niños que introducen en las casas por ventanas y balcones.
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Ilustración de Oxana Zaika
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¿Qué fue de los Reyes Magos después de Belén?
Una vez cumplida su misión, nada se sabe de ellos, aunque no faltan leyendas y tradiciones sobre su destino. (Está claro que sobre este tema, la capacidad de ficción no tiene límites).
Unos les devuelven a sus países donde renegaron de sus religiones paganas y vivieron el cristianismo el resto de sus vidas hasta ser bien ancianos.
La catedral de Colonia presume de albergar sus restos en un sepulcro de oro en la catedral que tiene por nombre Tres Reyes Magos.  Una nota necrológica de la catedral dice así:
Habiendo sufrido muchos juicios y fatigas por el evangelio, los tres sabios se encontraron en Sevá el año 54 d.C. para celebrar la fiesta de Navidad. Poco después de las celebraciones de la misa, murieron: san Melchor el 1 de enero con 116 años; san Baltasar el 6 de enero a la edad de 112, y san Gaspar, el 11 de enero con 102 años.
Lo que sí se sabe es que no forman parte del santoral: nunca fueron canonizados pues no hay certeza de que aquellos Magos que adoraron a Jesús fueran tres, ni de sus nombres, ni de su existencia histórica, aunque paradójicamente sus restos han sido seguidos meticulosamente desde la antigüedad…
Ilustración de Nerina Canzi
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…pero ya te animamos a que leas el recorrido de sus huesos en el libro en el que hemos pasado tardes de lecturas muy entretenidas. En él nos cuentan infinidad de curiosidades, secretos, leyendas y creencias de las tradiciones navideñas que mantenemos en el mundo.
Un estupendo libro informativo.
libro

quarta-feira, 2 de janeiro de 2019

LA PATAGONIA REBELDE. Valió la pena. Osvaldo Bayer.

LA PATAGONIA REBELDE. "Valió la pena"
Por Osvaldo Bayer

"Valió la pena. Por mi obra La Patagonia Rebelde sufrí cárcel, persecuciones y exilio. En la obra compuesta por cuatro tomos dejé en claro la matanza de peones rurales patagónicos en 1921 por orden del presidente Yrigoyen y mano brutal del teniente coronel Varela.
Ante tamaño crimen, el partido radical nunca se hizo la autocrítica y como única respuesta se retiró de la sala de diputados cuando se iba a aprobar el envío de una comisión investigadora. Mis libros fueron quemados durante el gobierno de Isabel Perón y recién pudieron ser publicados cuando se restableció la democracia y pude volver del exilio.
Allá en la lejana Patagonia, en la estancia La Anita de los Menéndez Behety, se realizaron los fusilamientos más numerosos y fueron encontrándose en su terreno las enormes tumbas masivas.
No fueron fusilamientos durante una dictadura sino durante el gobierno democrático que había anulado la pena de muerte dos años antes, éste resolvió dictar la pena de muerte para los huelguistas del campo patagónico.
Allí están las tumbas masivas. Mis libros dejaron bien en claro el enorme crimen realizado no por una dictadura sino por un gobierno elegido por el pueblo. En mis libros exigí la intervención del Congreso para que se enviara una comisión investigadora y se debatiera el tema. 
Nunca se tomó esa iniciativa que hubiera sido muy sana para nuestra democracia. Cuando este tema se discutió en el Congreso en 1922, la fracción mayoritaria radical abandonó la sala de sesiones dejando sin número la cámara y así se impidió la comisión investigadora. 
Desde aquel entonces los radicales guardaron silencio, no fueron capaces de convocar ellos mismos a senadores y diputados nacionales a discutir ese hecho histórico tan escondido y pedir disculpas al pueblo por un crimen tan cruel cometido por orden del gobierno nacional, todavía están a tiempo de hacerlo y restablecer así la fe en la democracia. 
Sí repito porque el crimen anti obrero mas grande de nuestra historia fue cometido por un gobierno elegido por el pueblo y no por una dictadura militar.
La verdadera justicia a veces tarda mucho tiempo pero finalmente llega. Ya el pueblo santacruceño había reaccionado levantando una estatua al gaucho José Font, llamado “Facón Grande”, que había comandado la columnas huelguista del norte de Santa Cruz. 
El monumento se encuentra en la ruta a Puerto Deseado. Y una calle de Río Gallegos lleva ya el nombre de Antonio Soto que fue líder de los huelguistas en el sur del territorio santacruceño. En otros lugares de la provincia se recuerdan otros nombres de luchadores increíbles que dieron su vida por conseguir un poco más de dignidad en el trabajo. La verdad triunfa, finalmente. Lo repetimos con orgullo.
Pero vayamos al hecho que nos debe poner orgullosos. El propietario de La Anita, descendiente de aquellos Menéndez Behety que permitieron los fusilamientos ha dado permiso ahora para que en la propia estancia se erija un lugar donde cada año va a realizarse un acto recordando la vergonzosa actitud del gobierno y ejército argentino: el fusilamiento de peones huelguistas explotados al máximo por los estancieros. 
Esta actitud del estanciero de La Anita reconoce por fin el crimen nefasto ocurrido en su estancia. Todos los años ahora, en diciembre se realizará el acto recordativo de la muerte de aquellos héroes del campo que sacrificaron sus vidas por más dignidad.
En mi investigación recogí la declaración de Juan Faure que fue un soldado de los fusiladores del 21. Me declaró: Estuve en el encuentro de la estancia La Anita donde realicé el primer fusilamiento de dirigentes que tuve que efectuar con otros cinco soldados. Los detenidos estaban concentrados después de la rendición, sentados en el suelo, eran clasificados por los estancieros de la zona permitiéndoseles retirarse en libertad a los que reconocían como peones de buena conducta y fusilándose a los que poseían antecedentes o eran inculpados de cabecillas o de hechos delictivos. 
El fusilamiento que me tocó actuar se ejecutó en La Anita en un grupo de siete prisioneros. Dos de ellos de origen alemán pidieron permiso al subteniente para abrazarse antes de morir pues dijeron ser viejos compañeros de aventuras, con la muerte no pagarían todo lo que habían hecho juntos. 
El disparo que le efectué a éste alemán lo hirió en el costado del pecho, por lo que abriéndose la camisa y señalándose el corazón dijo: “Pégueme otro tiro pronto así me matan enseguida” pero el subteniente contestó: “Hacelo sufrir un rato para que pague lo que hizo”. Al dispararle por segunda vez cayó muerto. Detrás de los soldados que efectuaron la ejecución había otros apuntándoles con carabina con orden de hacer fuego sobre el que se negara a tirar sobre los condenados. 
Se dio orden de sepultar los cadáveres en una fosa pero, para no cavarla, los soldados los quemaron empapándolos con kerosene. Motivo por el cual fueron arrestados por sus superiores. Con respecto a los cadáveres de los fusilados antes de quemarlos los soldados les registraban los bolsillos apropiándose así de cierta cantidad de dinero en moneda chilena.
Esto elegimos los argentinos, ojalá nunca mas ocurra en nuestra historia. Antes muy poco se habló de este tema. Pero ahora el mayor estanciero de la Patagonia da permiso para recordar el inexplicable crimen estatal en su estancia.
Propongo al partido radical, por el gran crimen cometido con los peones patagónicos, que cada año se le ponga un ramo de flores en un monumento al gaucho “Facón Grande”.
Será un acto de honestidad y de respeto democrático por la vida."