terça-feira, 30 de junho de 2015

La derecha redobla el asedio y el gobierno no levanta cabeza



Artículo publicado en La Vanguardia sobre la difícil situación política en Brasil y los problemas del PT y el gobierno.


LA DERECHA BRASILEÑA REDOBLA EL ASEDIO y EL GOBIERNO NO LEVANTA CABEZA

El PT se enfrenta a sus propios límites

Mientras sectores medios adoptan un discurso cada vez más retrógrado, las medidas de ajuste corroen la confianza de los sectores populares. La izquierda y los movimientos sociales están obligados a una refundación.


Terminó el V Congreso del PT y las evaluaciones son muy críticas al proceso. Las más duras dicen que nada cambió en el partido, ya que la militancia estaba llena de expectativas y la mayoría habría sido responsable de la inercia y la frustración en un nuevo acto de autoritarismo. La otra crítica es que el Congreso fue dócil con la presidenta Dilma y el ajuste fiscal en la economía y que los diputados petistas deberían haber votado contra las medidas de ajuste del gobierno que atacan los intereses de los trabajadores.
Para algunos, estaba en juego que el PT se vuelva una versión brasileña del PSOE o el PS portugués. Pero, según la mayoría vencedora, podría ser peor: convertirse en un Bloque de Izquierda de Portugal o una IU española. No tanto por el programa que cada polo representa en la comparación, pero si por la relevancia (o irrelevancia) política de los últimos en sus respectivos países. El PT tendrá que hallar su propio camino. Y con este cuadro es muy peligroso pensar la elección de 2016 solo con la “contribución militante,” en un formato de “partido militante” y arriesgar el primer bajón en número de municipios en la historia del PT. El Congreso hizo también que el PT mirara con más atención el tema de su financiación, fuente principal de corrupción en el Mensalão de 2005 y en la Petrobras.
En 2004, con la justificación de reglamentar los contratos de tercerizados por empresas subcontratistas, el PMDB de Goiânia presentó el Proyecto de Ley 4330, que vuelve más precarias aún las relaciones laborales. El 15 de abril pasado fue un día importante en la lucha de los trabajadores brasileños: los maestros de la red de escuelas públicas del estado de São Paulo, en huelga en ese momento, ocuparon la Asamblea legislativa, mientras varios gremios paraban en todo Brasil contra ese proyecto. El día terminó con 40.000 manifestantes frente al edificio de la Federação das Indústrias do Estado de São Paulo (FIESP), junto con las grandes centrales sindicales. El cierre del acto fue un mensaje a la central patronal, que apoya la adopción del PL 4330. Los medios de comunicación, sobre todo la Red Globo, no divulgaron las movilizaciones, actitud opuesta a la asumida ante las manifestaciones de la derecha del 15 de marzo, a las que inflaron en número y en calidad y difundieron ampliamente.
En São Paulo, la movilización contra la ley creció entre los movimientos sociales —MTST Trabajadores sin Tierra, CUT, MT sin Techo— y en sectores de la izquierda —juventudes del PT, PCdoB, Psol, PSTU, PCML-Br— como una batalla contra el golpe blanco que está en marcha a partir de las investigaciones a la corrupción en Petrobras.
Finalmente, la PL 4330 fue aprobada gracias al cambio de voto del PSDB, que hasta la semana anterior era contrario a la tercerización laboral. “El proyecto tiene las huellas digitales del empresariado”, criticó el diputado José Guimarães del PT, líder parlamentario del gobierno.
Tanto la tercerización laboral como el proyecto de ley para disminuir la mayoridad penal de 18 para 16 años y la política de difamación internacional de Petrobras tienen su epicentro en São Paulo, donde la derecha se articula con más fuerza.
El gobierno actual, heredero de dos mandatos de Lula y uno de la propia presidenta Dilma, es un frente de centro-izquierda, básicamente entre el PT, primera fuerza unitaria del país que sostiene al ejecutivo, y el PMDB, segundo partido, fuerte en todos los estados. Ambos, representados por Dilma y el vice, Michel Temer, articulados en torno a un programa nacionalista y desarrollista, han luchado por cargos que hoy se definen a favor del ala más conservadora del PMDB, al punto que la presidenta elevó al rango de primer ministro a Temer, con la función de articulador político. Fue el modo de apaciguar los ataques que la derecha del PMDB viene liderando contra el ejecutivo, cada vez más arrinconado, al punto de haber ya una clara tendencia al pedido de “impeachment” de la presidenta y una propuesta para la “extinción” del PT como partido legal.
Las movilizaciones de junio de 2013 generaron una reorganización espontánea de la derecha extra-partidaria, sin líderes manifiestos, cada vez más dirigidas contra Dilma, Lula y el PT. Las capas medias alta y media —e incluso la baja, favorecida por la inclusión social y las políticas de consumo del gobierno— y parte de los sectores populares más atrasados tomaron el control de las protestas, lo que se expresó en el casi empate de Aécio Neves (PSDB) y el PT-PMDB en las elecciones de octubre.

La mayoría de los beneficiados por el programa ProUni —que asegura el acceso de alumnos más pobres a las facultades privadas— votaron al PSDB en las elecciones pasadas. ¿Explicación? El gobierno creó procesos de transferencia de renta, pero no cambió mucho la distribución. Hubo una mejora en la vida de los pobres, pero al mismo tiempo una todavía mayor en las de los más ricos.

Dilma y el PT ceden y se inmovilizan a ojos vistas, como resultado del retroceso de las luchas sindicales y los movimientos sociales de Sin Tierra y Sin Techo. El movimiento estudiantil no existe como fuerza política y los partidos de la izquierda tratan de articular banderas unificadas, mientras el PT y sus juventudes amenazan con nuevas divisiones internas. Al mismo tiempo, el propio PSDB y sus aliados PSB y DEM —con apenas 100 diputados contra 136 de la base fiel al gobierno y 267 del centrão, la derecha del PMDB y sus aliados— no logran capitalizar el éxito electoral de 48% de votos contra la mínima mayoría de Dilma. Las manifestaciones del 15 de marzo contra Dilma y los “cacerolazos” de la clase media rabiosa son liderados por la ultra-derecha, minoritaria pero ruidosa, que llega a pedir intervención militar.
Aécio Neves, candidato derrotado del PSDB, gira cada vez más hacia la derecha, pero es visto con desconfianza por los organizadores de las marchas conservadoras. Como en los últimos 20 años, los grandes medios de comunicación usan al PSDB como un “partido del orden”, útil a la élite económica y social, a disgusto con el desarrollismo de centro-izquierda del PT-PMDB. Es el mayor partido de oposición al modelo progresista, pero el PSDB es prescindible y lo será cada vez más, puesto que su sigla no es lo que sueña el poder económico. En su origen, el PSDB es un partido liberal-social o socialdemócrata, que en las circunstancias actuales se alía a los sectores más conservadores y pasa a liderar un conjunto de propuestas totalmente retrógradas: el proyecto de “curar gays”, el kit “Macho” y la reducción de la edad de imputabilidad penal.

Pero la flojedad e indecisión ideológica del PSDB causa una seria desconfianza en la élite. Con un DEM desmoralizado por sus líderes, el poder económico necesita crear nuevas estrategias: aunque los organizadores de las manifestaciones de la clase media “Vem pra rua” son casi insignificantes en este proceso, el “Movimento Brasil livre” merece toda la atención del PT y de la izquierda en general. Estos núcleos semiespontáneos vociferan una visión distorsionada de todo, y llegan a niveles de agresión verbal que anticipan futuras violencias mayores. Tienen una habilidad retórica agresiva y caricaturesca, con argumentos simples y convincentes, lo que para las nuevas clases medias sin educación no es un discurso impopular. El brasileño, aun en los sectores más pobres, en general tiene un pensamiento conservador. La mayoría está a favor de la pena de muerte, contra el matrimonio gay, y tal vez contra el Estado cuando asume políticas para las clases medias bajas que perturban la “natural ascenso” social y el “mérito propio”. Lo que sí se preserva en la mayoría popular son los logros laborales. Pero si se pregunta hoy a cualquier ciudadano si prefiere más impuestos y mantener las políticas sociales o reducir los impuestos y menos políticas sociales, las respuestas pueden sorprender.
Los dos movimientos de las manifestaciones conservadoras, el EPL y el MBL, tienen por detrás al Instituto Liberal que organiza anualmente el “Forum da Liberdade” de Porto Alegre, la misma ciudad que abriga el Foro Social Mundial. Los principales patrocinadores del Forum son ITAU, Votorantim y Souza Cruz. El Instituto Liberal está presidido por el mismo periodista de Veja, la principal revista opositora de derecha, y su referente, el economista Rodrigo Constantine es miembro fundador del Instituto Milenium, que tiene como apoyos fuertes el Grupo Abril, el Estado de São Paulo y el grupo RBS (filial de Rede Globo en Rio Grande do Sul).

Diferente del PSDB, esta nueva oposición quiere incluso constituirse en partido —el NOVO, liderado por John Adeniyi, expresidente del Citbank y el BBA, hoy Itau BBA—, es liberal a ultranza y defiende la menor participación del estado.
El PT no supo dialogar con la nueva clase trabajadora en ascenso que salió del subproletariado informal y que las políticas gubernamentales pusieron en la formalidad, aumentando sus ingresos con programas sociales de crédito y la creación de más empleos. Ascendieron por el consumo, sin la lógica del conflicto social, ni la disputa por derechos y sin la politización necesaria. Así, se creó una capa social que cree en la “meritocracia”, y es rehén del discurso de derecha, con un comportamiento cada vez más individualista, consumista y agresivo. Ante este panorama, el PT y la izquierda están cada vez más obligados a una “refundación”, como amaga Lula, que los acerque a los movimientos sociales y sindicales. En declaraciones recientes, Lula dijo que llegó el momento de “ir a la calle, viajar por el país y poner el pie en la ruta”. Habrá que ver si el juez que investiga en el caso Petrobrás no va a tratar de impedírselo.

Hernando Barrionuevo y Javier Villanueva
Desde San Pablo


Abraham Abulafia y la Kabalah



Lectura de la Torá en una sinagoga sefardita. Miniatura de la Hagadá Barcelona, Cataluña, 1350.


Abraham Abulafia y la Kabalah


Abraham Abulafia es uno de los nombres más ilustres de la Cábala hebrea. Abulafia nació en Zaragoza, España, a mediados del siglo XIII, en el año de 1240 y perteneció a la generación de cabalistas sefardíes que, al igual que Moisés de León –redactor del Zohar–, Gikatilla y Najmánides entre tantos otros, promovieron la época de mayor esplendor de la Cábala, la que se ha dado en llamar su "edad de oro". Abulafia está de moda incluso entre los informáticos, por ser de alguna manera el predecesor de los aspectos matemáticos y combinatorios, de la ciencia de la información.

Probablemente Abraham Abulafia sea más conocido hoy por figurar en el famoso texto de Humberto Eco -"El péndulo de Foucault"-, en el que además su nombre bautiza a la computadora utilizada por los tres investigadores en el relato. Este hecho nos puede dar una idea de la importancia que tiene entre los historiadores de la semiología toda la obra del judío sefardita, el especialista en Cábalas, Abulafia.

Pero, ¿qué es la Cábala o Kabalah? La cábala (del hebreo קַבָּלָה qabbalah, “recibir”) es una disciplina y escuela de pensamiento esotérico con raíces en el judaísmo. Usa varios métodos para analizar los sentidos más recónditos de la Torá, el texto sagrado de los judíos, al que los cristianos llaman “Pentateuco”, y que son los primeros cinco libros de la Biblia.

En la antigua literatura judaica, la cábala era el cuerpo total de la doctrina recibida, con excepción del “Pentateuco”. Así pues, incluía a los poetas de las tradiciones orales, incorporadas más tarde al texto de la Mishná. Sus textos principales son el Árbol de la Vida, el Talmud de las 10 sefirot, el Zohar, el Séfer Ietzirá y el prefacio de la Sabiduría de la cábala.

La cábala nació entre los judíos catalanes del siglo XII, y uno de sus primeros sabios fue nuestro hombre, el judío aragonés Abraham Abulafia, que entre otras proezas, protagonizó un descabellado viaje a Roma con el propósito de convertir al judaísmo nada menos que al mismísimo papa Nicolás III, aquel que el Dante coloca en su infierno por corrupto y cruel. La misión, como era de esperarse, no logró ser cumplida, como veremos más tarde.

Predicando por los países mediterráneos, Abulafia empezó a presentarse como el esperado Mesías; proclamaba que la esperanza mesiánica de los judíos se había cumplido con él, el propio Abulafia. En 1281, convencido de su misión histórica, trató de convertir al judaísmo al papa Nicolás III. Sin embargo, por una de esas casualidades históricas inexplicables, el pontífice romano falleció la noche anterior a su llegada al Vaticano. Abulafia logró a muy duras penas escaparse de la hoguera y, por fin, terminó liberado después de 28 días en el colegio de los franciscanos.
Sus últimos años los pasó viajando por Italia, pero desde 1291 se pierden sus pasos. Probablemente Abulafia murió en Barcelona en 1292.
Hoy podemos decir que Abulafia ejemplifica de un modo anticipado lo que Gershom Scholem llamaba el "misticismo extraviado", el estado de delirio mesiánico al que puede conducir una conveniente dosis de misticismo -como por ejemplo, el articulado a través de la Kabalah- y más aun en tiempos de crisis. 
Contaba mi bisabuelo Samuel Bairro-Novo que Abulafia nació en Zaragoza, pero siendo muy niño fue trasladado a Tudela, en Navarra, con lo que la ciudad terminó convirtiéndose en la patria chica de dos grandes viajeros: el propio Abulafia, y Benjamín, que un siglo antes de nuestro héroe ya había recorrido más de 190 ciudades del mundo y que dejó como prueba un libro que puede leerse hoy en castellano, en el que se ofrece un retrato vivo del mundo medieval y, muy especialmente, de las judarías, los "barrionuevos" y otras comunidades judías de antaño. 
Los viajes de Abulafia tenían motivos distintos a los del viajero Benjamín. El primero de ellos lo llevó a cabo cuando tenía 18 años. Su padre le había enseñado el Torah y el Talmud, y después de su muerte, el joven Abraham puso rumbo a Tierra Santa en busca del río Sambation que, según la tradición, fue el que separó las diez tribus perdidas y al que Plinio el Viejo y Josefo llamaban el Río Sabático, porque su curso se interrumpe el sábado. 
Sin embargo, Abulafia no llegó más allá de Akko. La Tierra Santa de Israel había quedado destrozada durante las Cruzadas -que fueron tres campañas militares contra Oriente en menos de cincuenta años, siendo que todavía faltaba la octava y última-. El viaje de nuestro héroe coincidió además con el avance de los mongoles, que eran formalmente budistas, pero que mantenían buenas relaciones con los cristianos y en especial con los cruzados de Siria. 
Los mongoles saquearon Bagdag en 1258 y si al año siguiente no hubiera muerto su líder -Möngke Jan, el nieto de Genghis Khan- es probable que El Cairo hubiera corrido la misma mala suerte.
Pero para entonces, Abulafia ya estaba de vuelta en Italia, dedicado al estudio de la "Guía de los Perplejos" de Maimónides,  médico, rabino y teólogo judío de al-Ándalus. 
En los años siguientes además de vivir en Italia volvió de nuevo a España, primero a Barcelona y luego a Castilla, para poner rumbo a Roma en 1280 tras una experiencia mística en la que quedó totalmente convencido de que él era el Mesías y que había llegado la hora de la redención universal. La conversión del Papa supondría, de hecho, la conversión de todos los cristianos de Europa a su particular fe en la que el judaísmo y el cristianismo quedarían definitiva y -¿nuevamente?- unificados. Ese era, al menos, el plan.

Pero es que cuando el Papa Nicolás III supo de la existencia de un individuo extraño que se dirigía a su residencia papal en Suriano, cerca de Roma, con la intención de "convertirlo" -cosa que debía ocurrir antes del inicio del año judío de 5041- dio órdenes de que se levantara una pira y que quemaran en ella a aquel fanático apenas se apareciera por allí. 
Abraham, sin embargo, no se asustó; había escuchado una voz interior que lo impulsaba a su acción, aparentemente tan insensata; y al final, el que murió fue el Papa, justo la noche anterior a la llegada del judío conversor, lo que para Abulafia no era otra cosa sino una señal inequívoca de su designio divino. 
Al final, a Abulafia no lo quemaron, pero sí lo mantuvieron encerrado durante cuatro semanas, y después lo dejaron que se marchara a Sicilia, en busca de sus discípulos. 
Sus delirios mesiánicos preocuparon enormemente a las autoridades rabínicas de Palermo, que en 1285 se dirigieron al Rashba, el Rabbí Salomón Ben Aderet de Barcelona, que en aquellos tiempos era la autoridad encargada de calmar a los movimientos mesiánicos que estaban surgiendo a lo largo y ancho de todas las juderías de  Europa con una insistencia histérica. 
El Rashba condenó enérgicamente las obras de Abulafia, que quedaron excluidas para siempre de todas las escuelas españolas. Desde entonces su extensa producción de textos y libros influyó, de forma individual, a un abanico de pensadores y místicos judíos y cristianos que se extiendió a lo largo de varias generaciones. 
Haim Vital y Moisés Cordovero representarían a sus influenciados más tradicionales. De hecho, gracias a las obras de estos, han sobrevivido fragmentos completos de los libros de Abulafia. 
En el "Pardes Rimonim" de Cordovero y, sobre todo, en "Sha’arei Kedusha", Vital menciona por su nombre a Abulafia y hace referencia a sus obras. Pero tanto uno como otro, incorporaron tan solo algunos fragmentos muy específicos, y con mucho cuidado. 
No sucedió lo mismo con Sabatai Zevi (1626 – 1676) y Jacob Frank (1726-1791), que terminaron materializando siglos después el peligro real que las confusas doctrinas de Abulafia representaban para las autoridades rabínicas en el momento de prohibirlo. En 1664 Zevi llevó a cabo un acto similar al de la descabellada visita de Abulafia al Papa y se dirigió a Constantinopla con la intención de ponerse en la cabeza la corona del Sultán. Quería hacerlo sin violencias, por obra y gracia de un milagro, como un modo de confirmar su carácter de Mesías para toda la humanidad. 
Pero al final, el resultado es que se convirtió al islamismo y después de su muerte sus seguidores formaron una extraña secta de "judíos secretos" en Turquía, llamados los Dönmeh, que sobreviven hasta nuestros días. 
En cuanto a Jacob Frank, un simple rufián sin cultura y sin escrúpulos, se convirtió al catolicismo llevando consigo a una gran cantidad de sus seguidores, para la incomodidad tanto de los judíos que lo perdían como de los católicos que lo ganaban. Pero sobre todo para estos últimos, la gran desilusión fue cuando los cristianos descubrieron que no solo no habían logrado la tan anhelada conversión en masa de los judíos, sino la fingida adhesión de un extraño grupo cuyas verdaderas creencias eran una mezcla rara de ideas que tenían a Frank mismo como centro. 
En realidad Abulafia no llegó a tanto, porque a diferencia de todos los otros "mesías" que le antecedieron y los que lo sucedieron más tarde, fue un hombre extraordinariamente culto, un asceta piadoso y generoso y, sobre todo, un sincero creyente en aquella fe que predicaba.
Los maestros de Zen dicen que toda meditación es inútil para los neuróticos porque, lejos de curarlos, hará más grave su mal. El ejemplo viene al caso de Abulafia porque su escuela quiso diferenciarse desde un primer momento de la Kabalah, por considerarla de un "grado inferior". De alguna manera, sus sistemas de meditación a los ojos contemporáneos parecerían anticipar disciplinas como el yoga, el tantrismo, y muchos de los elementos modernos del psicoanálisis. 
Abulafia lo llamaba "Kabalah Profética", y estaba totalmente convencido de que con su método, cualquier persona honesta y de buena fe podría llegar a un grado de comunicación directa con Dios, de un modo similar al de los profetas. No ya en el sentido de poder realizar milagros, sino de alcanzar un grado de percepción que permite incorporarse, de forma intuitiva, en la esencia de la divinidad. 
El sistema de Abraham Abulafia incluía también ciertas prácticas ascéticas, algo ajeno a las tradiciones judías, donde la comunidad y la familia son el entorno más propicio para la vida espiritual. Esta particular cosmogonía, o narración mítica que pretendía dar respuestas al origen del universo, de la humanidad y de la naturaleza divina, derivó en una visión híbrida de una trinidad mística que formalmente se asemejaba mucho a la trinidad católica. 
Esto despertó gran interés entre algunos círculos cristianos medievales. Al fin y al cabo, como "mesías" e "hijo de Dios", su tarea era la de quitar del medio todas las barreras entre las religiones para alcanzar una forma de espiritualidad que fuera universal. El objetivo de su misión no eran, además, las masas incultas, sino las élites educadas y tenía tanto interés en demostrar sus verdades a sus correligionarios judíos como a los cristianos.
Los intentos para reunir el judaísmo, la cristiandad, y a los seguidores de Mahoma no son nuevos en la historia. Solo para mencionar a dos de ellos, tuvimos el intento desgraciado Shabbathai Zevi, quien se proclamó el Mesías, y trató de juntar judíos, cristianos, y musulmanes para liberar las chispas sagradas, una vez que las tres religiones tienen el mismo origen y tradiciones,  y se refieren al mismo Dios. 
Otro intento moderno, que parece más cercano a la visión de Abraham Abulafia, es el de Rabí Shneur Zalman. A través de una visión, Zalman es informado que el Tercer Templo de Jerusalén tendrá un muro para los judíos, otro para los Cristianos, un tercero para los musulmanes, y uno para cualquier otra religión. Cuando este templo y sus cuatro muros ecuménicos fueren construidos el Mesías vendrá.

 ¿Estaremos hoy ante el mismo caldo de cultivo de mesianismos extraviados en el que surgieron personajes como Abulafia?

JV. São Paulo, 30 de junio de 2015.

segunda-feira, 15 de junho de 2015

Me gusta cuando luchas. La mujer cubana y el feminismo

La mujer revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes


[Fotografía] Vilma Espín

Por María del Mar López-Cabrales. Colorado State University

En una entrevista que me concedió en su casa en Miramar (La Habana) la recientemente fallecida estudiosa y crítica de la literatura cubana, Nara Araújo, en julio de 2004, me comentó un hecho trascendente para tener en cuenta al acercarnos a la historia de la lucha de la mujer cubana desde los comienzos hasta la actualidad. Con respecto a mi comentario sobre la ausencia de producción literaria femenina durante la Revolución1, Araújo explicaba que esta se debía más al desarrollo cultural del país que al menosprecio de la escritura de la mujer:

El feminismo en Cuba es muy de vanguardia y tuvo en los primeros años del siglo xx conquistas muy importantes. […] hubo feminismo de izquierdas pero, con el triunfo de la Revolución, esa lucha del feminismo anterior, que tenía que ver con los derechos de la mujer en una sociedad burguesa, no desaparece […] sino que se incorpora a un proyecto general de nación. (López-Cabrales 53)

Araújo, en esta misma ocasión, indicaba que, definitivamente, durante la Revolución, el feminismo se veía como algo asociado a lo imperial, y que era un discurso que no tenía razón, porque si la Revolución se encargaba de darle todo a la mujer2, no se veía necesario hablar de feminismo ya que el objetivo principal de la Revolución era la lucha de clases (López-Cabrales 54).
No obstante, a pesar de esta ausencia de creación de un discurso teórico feminista a partir del triunfo de la Revolución, no podemos negar que todas estas medidas tomadas para garantizar la participación total de la mujer en el proceso revolucionario cubano fueron, en cierta medida, influidas por las luchas sociopolíticas de las sufragistas y feministas que no cejaron en su intento de darle voz y voto a la mujer cubana desde comienzos del siglo xix.
En una entrevista realizada en el año 2005 a Julio César González Pagés3, Alina Martínez Triay le preguntaba sobre el comienzo de la lucha por el voto femenino cubano y el profesor cubano le recordaba que, ya desde el sigloxix, el club revolucionario Esperanza del Valle, de Cienfuegos, fundado en 1896 y presidido por Edelmira Guerra, realizó el primer pedido de sufragio del que se tiene referencia entre los llevados a cabo por las mujeres cubanas como parte de una agrupación femenina. Otras sufragistas destacadas de la época fueron la pedagoga María Luisa Dolz, y la escritora Aurelia Castillo (1).
No obstante, como comenta González Pagés en esta misma entrevista, la lucha femenina por el derecho al voto estuvo estrechamente ligada al movimiento feminista. En 1912 fue creado en La Habana el Partido Nacional Feminista, presidido por Amalia E. Mallén de Ostolaza. Esta asociación, además del voto a la mujer, también tenía en su agenda otras muchas reivindicaciones para las mujeres trabajadoras, lo cual nos confirma que, aunque la lucha «feminista» sea después silenciada como tal por la Revolución por su impronta burguesa o imperial –en contra de los ideales marxistas—, las cubanas que protagonizaban protestas y organizaban congresos feministas en las primeras décadas del siglo xx, poseían una conciencia social que iba más allá de su estatus y clase.
González Pagés incluso llega a afirmar que «estas primeras sufragistas eran objeto de burlas por algunos, que las tildaba de «marimachas», sus sedes y publicaciones fueron atacadas y hasta una de estas luchadoras fue violada, pero a pesar de esta campaña de descrédito se mantuvieron en sus posiciones» (Martínez Triay 1).
A esta lucha infatigable, a la creación de El Club Femenino de Cuba en 1918, de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba en 1921 y, en concreto, a los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, quisiera dedicar mi artículo, ya que fueron el origen del debate sobre el sufragio femenino en el ámbito nacional cubano. Las ideas progresistas y pluralistas debatidas en estos congresos supusieron una base inestimable para el futuro de la mujer cubana, su lucha por la igualdad y en contra de la discriminación que muchas sufrían no solo por su género, sino también por su condición racial y social.

El movimiento sufragista de mujeres en Cuba. El Club Femenino de Cuba y la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba

Julio César González Pagés comenta que:
El movimiento sufragista de mujeres en Cuba surge en la primera década del siglo xx para luchar, fundamentalmente, por la obtención del voto femenino4. Las organizaciones que se crearon para desarrollar este programa, no solo abordaron los problemas de la igualdad política sino también otros de carácter social y laboral, tales como el divorcio y la patria potestad, lucha que culminó con la aprobación de la Ley de la Patria Potestad en 1917 y la Ley del Divorcio en 1918, que tuvieron la primacía en Cuba antes que en el resto de los países de Hispanoamérica. La concesión del derecho al sufragio en 1919 por muchos países participantes en la Primera Guerra Mundial incidió también en la ampliación del programa de lucha de este movimiento. Estas nuevas ideas se manifestaron con el surgimiento del «Club Femenino de Cuba», vanguardia del discurso de la emancipación y promotor del surgimiento de la «Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba», la que convocó a los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, eventos de gran pluralidad de ideas y difusores principales del debate sobre el sufragio femenino en el ámbito nacional. (González Pagés 2009,1)
En cuanto a la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba y el Club Femenino de Cuba se comenta que fueron el primer intento de unificación de las mujeres en Cuba. Julio César González Pagés y Leonardo Tur Broche afirman en un artículo que:
[…] la creación el 3 de julio de 1918 de la organización Club Femenino de Cuba fue un paso significativo en las aspiraciones de crear otro tipo de asociación involucrada con otras de iguales fines en el mundo (Keaditor, 1971). El conocimiento de la procedencia social y económica de sus dirigentas nos permite calificarlas como un grupo heterogéneo integrado por periodistas, intelectuales, abogadas y maestras, quienes tuvieron desde su inicio la mirada recelosa de otras organizaciones que no perdonaban un desliz. (González Pagés y Tur Broche 1)

Para estos autores, el Club Femenino de Cuba fue una organización que desarrolló una intensa actividad por los derechos de las mujeres:
[…] encabezando importantes campañas favorables al sufragio femenino, reivindicaciones para las trabajadoras, asistencia social y otras. El 30 de noviembre de 1921, por iniciativa del Club Femenino, se crea la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba (FNAF), la cual tuvo como principal objetivo: «Fomentar la unidad entre las asociaciones femeninas, procurando afianzar una organización que tenga como nexo la comunidad de intereses y afinidad de aspiraciones». Este afán unitario también lo animaba la posibilidad de tener una mayor representatividad en los congresos internacionales femeninos, los cuales exigían una organización previa a nivel nacional. (González Pagés y Tur Broche 2)

Algunas de las acciones que se desarrollaron por parte del Club Femenino de Cuba fueron más allá que las realizadas por otras organizaciones de mujeres cubanas anteriores, ya que el Club Femenino de Cuba:
[…] fundó escuelas nocturnas para obreras y otras para la enseñanza del comercio; creó la primera institución formadora de niñeras que funcionó en el país. También le pidió al gobierno importantes leyes, como la de la silla, que le permitiría a las empleadas que trabajaban más de 6 horas disponer de estas para cuando no fuera necesario permanecer de pie; la ley del 50% de empleadas donde se vendían artículos femeninos, y otras de carácter social, como la lucha contra la mendicidad infantil, las drogas y la prostitución. (En busca de un espacio… 62).

Pero sin duda, una de las acciones más significativas de este grupo fue «la creación de la cárcel de mujeres de Guanabacoa, donde se reeducaban reclusas, a las que se les ofrecían cursos de instrucción primaria, y de corte y costura, además de garantizarles camas, ropas y alimentos». (En busca de un espacio… 62)
En 1921, por iniciativa del Club femenino de Cuba, se creó la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba (FNAF) que estaba compuesta por cinco asociaciones: Club Femenino de Cuba, Congreso Nacional de Madres, Asociación de Católicas Cubanas, Asociación Nacional de Enfermeras y Comité de la Creche Habana Nueva. En total contaban con ocho mil mujeres afiliadas.
El discurso de esta Federación transgredía la forma tradicional de representación de las mujeres cubanas, situándolas a niveles de integración parecidos a los que los hombres acostumbraban; sin dejar de resaltar la maternidad y sus roles de participación tradicional: marital y maternales, como punto fundamental del reglamento constitutivo. La FNAF, a propuesta de su presidenta Pilar Morlón de Menéndez, acordó la celebración anual de un congreso donde «pudieran tomar parte todas las mujeres de Cuba, fueran o no asociadas, para exponer allí su intelectualidad, cambiarse de impresión sobre todos los asuntos de importancia para la mujer» (Memoria del Primer Congreso, 1924). El día 11 de octubre de 1922, se determinó en sesión extraordinaria, celebrar un congreso nacional, el cual constituyó la primera experiencia de este tipo para América Latina. (González Pagés y Tur Broche 3)

Primer (1923) y Segundo (1925) Congreso Nacional de mujeres en Cuba

En su artículo «Construcción de la ciudadanía femenina cubana a inicios del Siglo xx. Influencias del Sufragismo y el Feminismo (1898-1925)», así como en su libro En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba, Julio César González Pagés da cuenta de los dos congresos organizados por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba y el Club Femenino de Cuba, eventos históricamente trascendentales para el estudio de la lucha de la mujer cubana, ya que en los mismos se sembrarán las semillas de lo que posteriormente será la «revolución dentro de la revolución», denominación que el mismo Fidel Castro dio al cambio drástico que tenían que dar las mujeres cubanas y a la necesidad de su participación activa en todos los ámbitos de la sociedad para que se produjera el verdadero triunfo del proyecto revolucionario después de 1959.
En cuanto al primer Congreso (1923) se sabe que la participación «fue abierta a todas las organizaciones femeninas del país a partir de cuatro bases que debían ser cumplidas y en las que se exhortaba a no emitir criterios desfavorables contra el feminismo o el sufragismo y a no hacer proselitismo religioso o político» (En busca de un espacio… 63).
El Comité Ejecutivo del Congreso estuvo presidido por Pilar Morlón de Menéndez, quien fue secundada por un multifacético grupo de mujeres de las diferentes organizaciones y regiones del país (Memoria del Primer Congreso, 1924: 7-21). Gonzáles Pagés comenta que:
El Primer Congreso Nacional de Mujeres se reunió en la Academia de Ciencias de La Habana, del 1 al 7 de abril de 1923 […]. En el acto inaugural, celebrado el domingo 1 de abril, a las nueve de la noche, en el Teatro Nacional, y ante una concurrencia que lo abarrotó, Pilar Morlón pronunció un discurso donde ella misma explicaba la revolución que se estaba produciendo en Cuba:
Una revolución, sí, efectivamente es, revolución pacífica o evolución, no importa el nombre, pero algo nuevo, algo desconocido entre nosotros, donde hasta hoy la mujer tuvo sus actividades limitadas a un papel humildemente pasivo, algo cambiado inexorablemente en la marcha habitual de nuestras cosas [...] Es ésta nuestra Revolución. (Memoria del Primer Congreso, 1924: 29)

Las palabras de Morlón no estuvieron lejos de lo que pasó, se habló de temas ecológicos, nacionalistas, sociales, políticos, económicos y de legislación obrera.(En busca de un espacio… 64-65)

Las ponencias oficiales al Congreso fueron distribuidas en diferentes temas, el primero dedicado al derecho al voto para las mujeres. La primera de las ponencias, titulada «Sufragio Femenino», fue expuesta por Pilar Jorge de Tella, en un emocionado discurso, y era tan alto el tono de su voz que se oía en la calle. En ella puntualizó que: «[...] nadie ignora que el sufragio es la garantía reafirmadora de la personalidad del individuo» (Memoria del Primer Congreso, 1924: 347), (En busca de un espacio… 65).
Otras tres intervenciones se defenderían con igual nivel de pasión, llegando a calificar la exclusión de la población femenina como una «inmoralidad social» (Memoria del Primer Congreso, 1924: 354). La más orgánica de las ponencias presentadas fue la de Hortensia Lamar, aplaudida delirantemente con gritos de «¡Voto para la mujer!». Ella afirmaría que el sufragismo no era la desviación del feminismo, sino una modalidad que permitiría «la igualdad política en la ciudadanía» (Memoria del Primer Congreso, 1924: 365), (En busca de un espacio… 66).
El tema del sufragio femenino fue el punto en el que coincidieron todas las ponentes de este Primer Congreso Nacional de Mujeres en Cuba. De las conclusiones aprobadas aquí, la primera fue:
[…] que se emprenda por todas las mujeres de la República una campaña intensa para obtener el voto, como primera medida de profilaxis social.(Memoria del Primer Congreso, 1924: 474)
y la última:
Trabajar intensa y eficazmente, con todos los medios lícitos a nuestro alcance y sin contraer compromisos con ningún partido para obtener el derecho al sufragio. (Memoria del Primer Congreso, 1924: 474) (En busca de un espacio… 66)
El Primer Congreso Femenino llamó la atención de la prensa en general y permitió que un importante grupo de mujeres empezara a realizar un nuevo tipo de periodismo alejado de los «recetarios de cocina y atenciones domésticas» (de la Torriente, 1985: 157).
El Segundo Congreso Nacional de Mujeres, celebrado del 12 al 18 de abril de 1925, en el mismo lugar en el que se realizó el anterior, contó con la presencia del presidente electo (Machado). Este hecho, a pesar de ser criticado con posterioridad, ha de ser entendido políticamente, ya que las sufragistas veían que la presencia de Machado daba esperanza a que se produjera el tan deseado sufragio femenino, el cual fue la demanda central de este Segundo Congreso5.
El tema del sufragio femenino fue encarado de una manera apasionada por parte de las líderes sufragistas Amalia Mallén, María Collado y Ana Batallé. Por otro lado, hubo muchas presentaciones que ahondaron el tema de una manera más orgánica y reflexiva, como las de las abogadas Graziella Barinaga y Ángela Zaldívar (En busca de un espacio… 67).
La ponencia de María Collado fue una de las mejores recibidas cuando expresó:
El voto es, señoras congresistas, un arma poderosísima en las manos de quien sabe ejercitarlo, él es también como un lazo de unión entre el ciudadano y la patria. Por mediación del voto demuestra el elector su civismo, su amor al suelo en que nació y su preparación para la vida pública, pues según él sepa elegir, demostrará que sabe sentir, que sabe pensar y que sabrá mantener, por sobre toda consideración, el amor a su bandera. (Memoria del Segundo Congreso, 1925: 550) (En busca de un espacio… 67)

Según González Pagés, «la ponencia de Barinaga y Zaldívar tenía un interrogante en su título: «¿Es la cubana súbdita o ciudadana?», en el que se cuestionaban la ciudadanía política de las mujeres. «¡Súbditas de un Estado soberano, ciudadanas de un Estado independiente, el pueblo de Cuba no se opone a concedernos el derecho del sufragio, sólo nos falta la capacidad política!» (Memoria del Segundo Congreso, 1925: 550). Las palabras finales de Zaldívar fueron para pedir que las mujeres siguieran «serenas y tranquilas» ante la ignorancia de los hombres que las excluían; «[…] no podemos pretender que los seres hagan gala de aquello que les falta [...] el dique no detiene la corriente que puede derribarlo o que lo salta» (Memoria del Segundo Congreso, 1925: 576) (En busca de un espacio… 68).

Es curioso resaltar el tono de las reuniones de este Segundo Congreso, el cual estuvo caracterizado por la pasión de sus ponentes, quizás por la certeza de que el derecho al voto para la mujer cubana estaba cercano, lo cual produjo desmayos, gritos y todo tipo de comportamientos vehementes. «La Junta de Gobierno de la Academia de Ciencias decidió no ceder más sus salones de actos [...] para evitar ataques histeriformes de damas» (CEMCYT, 1923-1925: 127) (En busca de un espacio… 69). Esta decisión, sin duda, fue otro hecho que demostraba la discriminación a la que la mujer cubana se veía sometida, ya que en los hemiciclos de la Cámara de Representantes y en el Senado está comprobado históricamente que la conducta de los políticos no estaba lejos de lo que se presenció en este Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba.

Una de las polémicas de este congreso se debió a la presencia de organizaciones religiosas para criticar temas como el del reconocimiento de los hijos ilegítimos, lo cual hizo que El Club Femenino y las delegadas de tres provincias se retiraran del mismo (Domínguez, 1971: 73-79). Pero no podemos olvidar que este Segundo Congreso se destacó por la presencia de la mujer negra trabajadora, representada por Inocencia Valdés, así como por la condena contra el aumento de la pornografía en Cuba (En busca de un espacio… 70).
González Pagés documenta que este congreso no estuvo caracterizado por la unidad de opiniones, sino por la diferencia y, en algunos casos, la oposición y el descontento, hechos, por otro lado, como explicó la presidenta Pilar de Morlón, que demostraban que el movimiento sufragista en Cuba estaba vivo y que, como mujeres, estaban creciendo.
En el discurso de clausura de este Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba, la presidenta del evento, Pilar Morlón, comentó muy acertadamente:
Indudablemente todas no pensáis de igual modo, pero eso no es un mal. No dais vuestra adhesión a los mismos sistemas, pero tampoco eso es un mal. No es un mal otorgar su preferencia a unos métodos sobre otros. Tanta variedad en el pensamiento es signo de vitalidad y no sólo no es malo, es bueno, es útil.(Memoria del Segundo Congreso, 1925: 576) (En busca de un espacio… 70)

Desde la celebración de este congreso hasta el término de la etapa machadista (1933), el tema del sufragio femenino dividió a las mujeres cubanas dependiendo de si estas apoyaban o no al dictador. Cuando Machado escapó se produjo un caos total en el país y hubo que esperar hasta el gobierno del doctor Ramón Grau San Martín para que se anularan todas las medidas tomadas durante el gobierno machadista (incluyendo el derecho al voto femenino restringido). Sin embargo, el gobierno de Grau San Martín se caracterizó por la toma de medidas liberales y progresistas. La última sería favorable para las mujeres:
De forma sorpresiva, poco antes de verse obligado a renunciar a la Presidencia de la República por la posición de la nueva dictadura batistiana, […] el presidente Ramón Grau San Martín, por decreto ley de 10 de enero de 1934, otorgó a las mujeres el sufragio sin restricciones. (En busca de un espacio… 92-93)

Conclusión

Para terminar, me gustaría citar las palabras de la estudiosa cubana María Elena Calderín cuando en su artículo sobre los antecedentes del movimiento femenino cubano dice:

De ahí el título de este texto, «La mujer revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes». Podemos decir que estas cubanas de principios del siglo xx fueron las primeras mujeres revolucionarias del país por su lucha sufragista y en contra de muchas de las discriminaciones que sus congéneres sufrían en este tiempo. Esta antorcha luego sería retomada por la Revolución que seguiría implementando medidas para favorecer a la mujer cubana en todos los ámbitos de su vida. Las sufragistas y feministas de comienzos del siglo xx fueron las madres de otras heroínas de la patria como Melba Hernández, Celia Sánchez y Vilma Espín, presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Cubanas hasta su muerte en el año 2007.El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934)6. […] Otras conquistas han logrado las mujeres cubanas en todos los ámbitos de la vida nacional a partir del triunfo de la Revolución (1959). Durante el octavo congreso de la Federación de Mujeres Cubanas […] la labor fundamental de sus casi cuatro millones de afiliadas dista mucho de aquellos reclamos de principios del siglo pasado. Ahora su labor primordial es perfeccionar el trabajo de dirección a los niveles de base, involucrar en cada una de sus metas a las jovencitas, que serán, en definitiva, las continuadoras de aquella pléyade de valientes cubanas que se enfrentaron a las retrógradas ideas de su época e hicieron una Revolución. La Federación Nacional de Mujeres Cubanas, presidida, desde su nacimiento por la desaparecida Vilma Espín, no es más que el legado y la continuación de aquellas ideas por la reivindicación de la mujer (1).

La Federación Nacional de Mujeres Cubanas es la entidad revolucionaria que más ha hecho por la mujer cubana desde su formación el 23 de agosto de 1960. Cuenta en sus filas con aproximadamente 3.600.000 afiliadas, superiores a los 14 años de edad. La Federación, cada cinco años, celebra un congreso —al igual que hicieron sus «madres», las primeras sufragistas—, el cual es el órgano máximo de dirección en el que se discuten los resultados del trabajo, se adoptan nuevas estrategias y programas, y se elige su Comité Nacional y su secretariado. Sin la capacidad organizativa y el trabajo de las sufragistas y feministas cubanas de principios del siglo xx, sin la semilla que ellas sembraron, no hay duda de que el trabajo que realizó la Revolución por la mujer cubana posteriormente habría sido mucho más arduo. Por esto, creemos firmemente que hay que reconocer el esfuerzo y rendir homenaje a las fundadoras y luchadoras femeninas sufragistas de la Cuba de antes de 1959, puesto que ellas también fueron revolucionarias en toda regla.

Bibliografía

1.     Asociaciones Femeninas. La Habana: Fondo Registro de Asociaciones del Archivo Nacional de Cuba (ANC), 1902-1958.
2.     Astelarra, Judith. Participación política de las mujeres. Madrid: Siglo Veintiuno de España Editores S.A., 1990.
3.     Borrero, Dulce Maria. Discurso. La Habana: Imprenta y Papelería de Rambla, 1938.
4.     Calderín, María Elena. «Del movimiento femenino cubano, sus antecedentes». (2010). En http://www.mujeres.co.cu/articulo.asp?a=2009&num=435&art=40
5.     Campuzano, Luisa. «La mujer en la narrativa de la Revolución: ponencia sobre una carencia» (1984) pp. 66-104 en Quirón o del ensayo y otros cuentos. La Habana: Letras Cubanas, 1988.
6.     Caraballo Sotolongo, F. Mujeres, ¡A las urnas y al hogar! El Feminismo y América Latina. Homenaje a la Mujer Cubana. La Habana: Librería Cervantes, 1918.
7.     Collado, María. «Quienes fueron las primeras». La Habana: Fondo Donativos y Remisiones del Archivo Nacional de Cuba (ANC), 1915.
8.     De la Torriente, Loló. Testimonio desde dentro. Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1985, p. 122.
9.     Domínguez N., O. 50 años de una idea. Madrid: Instituto Cubano del Libro, 1971.
10.  Figueras, Francisco. La Intervención y su Política. La Habana: Imprenta Avisador Comercial, 1906.
11.  Funes, Reinaldo. Debates Historiográficos. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1999.
12.  González Pagés, Julio Cesar. En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba. Ciudad de la Habana: Editorial Ciencias Sociales, 2003.
13.  González Pagés, Julio César y Leonardo Tur Broche. «La Federación Nacional de Asociaciones Femeninas y el Club Femenino: primer intento de unificación de las mujeres en Cuba». Enhttp://www.redmasculinidades.com/resource/images/BookCatalog/Doc/00090.pdf
14.  González Pagés, Julio César. «Construcción de la ciudadanía femenina cubana a inicios del Siglo xx. Influencias del Sufragismo y el Feminismo (1898-1925)». (2007). En http://negracubana.nireblog.com/post/2007/05/04/construccion-de-la-ciudadania-femenina-cubana-a-inicios-del-siglo-xx-influencias-del-sufragismo-y-el-feminismo-1898-1925.
15.  González Pagés, Julio César. «Feminismo, sufragismo y machismo en Cuba: tres conceptos y dos mujeres» (2009). Enhttp://palabrademujer.wordpress.com/2009/11/14/feminismo-sufragismo-y-machismo-en-cuba-tres-conceptos-y-dos-mujeres-2/
16.  González Pagés, Julio César. «La diáspora sufragista en Cuba 1898-1925».Boletín del Archivo Nacional. La Habana: Editora Política, Segunda Época, n. 12, 1999.
17.  Keaditor, A. The Ideas of the Woman Suffrage Movement. 1890-1920New York: Anchor Books, 1971.
18.  López-Cabrales, María del Mar. Arenas cálidas en alta mar: Entrevistas a escritoras contemporáneas en Cuba. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2007.
19.  Martínez Triay, Alina. «La mujer cubana y el voto: de invisible a protagonista». En http://edicionesanteriores.trabajadores.cu/fijos/cuba/elecciones/noticias/la_mujer.htm
20.  Memoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. La Habana: Imprenta La Universal, 1924.
21.  Memoria del Segundo Congreso Nacional de Mujeres organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas. La Habana: Imprenta La Universal, 1925.
22.  Peñarredonda, Magdalena. El Feminismo en Cuba. La Habana: Fondo Donativos y Remisiones del Archivo Nacional de Cuba (ANC), 2 de enero de 1913.
23.  Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1971, T. II.
·         (1) Véase Campuzano (1984). volver
·         (2) La Revolución asume el papel de garantizar que las mujeres puedan tener acceso a puestos de trabajo, igualdad de salarios, se crean círculos infantiles, se aprueba el Código de la Familia, se conceden licencias de maternidad, todo lo que se puede ver en el tercer cuento de la película Lucía y en Retrato de Teresa (López-Cabrales 54).volver
·         (3) Agradezco inmensamente a este estudioso la entrevista que me concedió en La Habana en julio de 2004, así como todos los textos que sobre el tema de la lucha sufragista y feminista en Cuba ha escrito, ya que mi ensayo en su mayoría, se basa en todas sus investigaciones y publicaciones. volver
·         (4) Este mismo estudioso comenta que «el sufragismo se hacía inevitable en Cuba. En tiempos del período presidencial del general José Miquel Gómez, del Partido Liberal (1909-1913), se crearon las primeras asociaciones legalmente registradas; la primera de ellas fue el Partido Popular Feminista, que se constituyó en La Habana en noviembre de 1912, con Emilia Pérez Viñas como presidenta. Un mes después se crearían otras dos: el partido de Sufragistas Cubanas, que presidía Digna Collazo, y la que fue más importante de las tres, el Partido Nacional Feminista» (En busca de un espacio… 55). De hecho, esta última asociación fue fundada en la casa de Amalia E. Mallén de Ostolaza, una de las mujeres que, años después, destacaría por sus presentaciones a viva voz en el Primer y Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba. A pesar de las divisiones que existían entre sus miembros debido al personalismo que caracterizaba al partido, se decidió fusionar el Partido Nacional Feminista, el Partido Popular Feminista y el Partido de Sufragistas Cubanas que formarían el Partido Nacional Sufragista cuya presidenta sería Mallén de Olostaza. El Partido Nacional Sufragista sería el protagonista en la historia de Cuba durante la mayoría de los años (1914-1917) en los que Mario García Menocal, del Partido Conservador, presidió Cuba (1913-1917) (En busca de un espacio… 57-59). volver
·         (5) «En la sesión solemne de apertura, en un breve discurso, afirmaba Machado «[...] que la mujer tiene derecho a ejercitar las funciones cívicas, ya que ese derecho aparte de la razón humana y universal que lo abona, surge también legítimamente, de los esfuerzos que la mujer cubana realizó en la lucha larga y terrible por la conquista de la República Cubana» (Memoria del Segundo Congreso, 1925: 61). La escena quedaría lista para otras jornadas de discusión acerca del sufragio» (En busca de un espacio… 67).volver
·         (6) De esta forma se convirtió Cuba en uno de los países con uno de los más importantes movimientos feministas de América Latina y uno de los tres primeros que tuvo el voto de las mujeres y la ley del divorcio. volver