quarta-feira, 30 de março de 2016

Fernando Cardenal. Un solo Fernando

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Fernando Cardenal. 

Un solo Fernando

Por Sergio Ramírez

La vida de Fernando Cardenal es un fenómeno singular, del que no encuentro otros ejemplos en América Latina, guía espirituales de los jóvenes de una generación que primero se bajaron de sus camas para dormir en el duro suelo, y dar así testimonio de su compromiso con los más pobres. Luego muchos de ellos se fueron a vivir a las barriadas, en comunión con aquellos de quienes querían la liberación, y por último tomaron el fusil al lado de los humildes para derrotar a una dictadura sanguinaria.
Fernando había hecho su opción por los pobres desde mucho antes, desde los tiempos en que terminaba de hacerse jesuita en Colombia, y se trató de una conversión en los hechos, más que en las propuestas teóricas, ante la visión de las injusticias y las amarguras de la pobreza en los cinturones de miseria de Medellín; un cristianismo más que de catecismo, de vivencias personales.
Una renuncia tras otra en su vida, al mundo y sus atractivos, a los noviazgos, a formar una familia. Renuncias asumidas con la sinceridad, la entrega y el candor que harían posibles sus otros compromisos del futuro, porque la vida de Fernando no puede verse sino desde la integridad de sus sentimientos y sus convicciones, y de sus acciones como consecuencia de esos mismos sentimientos y convicciones, que forman un denso tejido ético, en unidad indisoluble.
Un solo Fernando, como lo conocí siempre, implacable a la hora de reclamar cuentas de la congruencia que debe haber entre las palabras y los hechos, desde una posición de desapego por todo cebo mundano que pusiera en riesgo la esencia de su cristianismo verdadero, vanidad o riqueza, soberbia o hipocresía, congruencia que se halla en la esencia de su compromiso.
Un compromiso desde su fe cristiana. Nada más duro pudo haber para él que el alejamiento forzado de la comunidad jesuita que tuvo que sufrir, consecuencia del compromiso que su fe misma le dictaba, porque su identidad estuvo siempre en la vida religiosa, fuera de la cual no podía reconocerse a sí mismo. Y al regresar a esa comunidad, cuando por fin fueron levantadas las sanciones en su contra, recuperó su estado de gracia.
No creo que hubiera existido otra persona mejor a quien confiarle la tarea de dirigir la Cruzada Nacional de Alfabetización. Fue su gran obra personal. Tuvo un equipo excelente alrededor suyo, pero él era dueño de la iluminación, una obra de amor para la que se había preparado toda su vida. Fe, convicción, compromiso, solidaridad, entrega, son términos que no se resuelven sin ese otro concepto que en él los dominó a todos, que es el del amor.
Y fue bajo esa premisa del amor, vivido desde su identidad cristiana, de sacerdote y de hombre de su tiempo, que Fernando ejerció una influencia ejemplar sobre sucesivas generaciones de jóvenes nicaragüenses, desde los albores de la lucha contra la dictadura con la toma de los templos, contribuyendo a fijar el sentido ético y hondamente humanista de aquella forja de conciencias juveniles, hasta la lucha armada, que fue obra también de jóvenes que renunciaban a todo, aún a la vida; y de allí hasta la cruzada, cuando los alfabetizadores se fueron a enseñar a leer y a escribir a los más recónditos lugares de Nicaragua, también como un acto de amor, que no es otra cosa que la entrega personal a los demás.
Y nadie mejor que Fernando para enseñar esa lección de entrega total a los demás, porque su vida misma fue desde el principio una vida para el amor.

Sergio Ramírez, Masatepe, marzo 2016
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La conciencia. Conto de Ana María Matute



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La conciencia

Por Ana María Matute


Ya no podía más. Estaba convencida de que no podría resistir más tiempo la presencia de aquel odioso vagabundo. Estaba decidida a terminar. Acabar de una vez, por malo que fuera, antes que soportar su tiranía.
Llevaba cerca de quince días en aquella lucha. Lo que no comprendía era la tolerancia de Antonio para con aquel hombre. No: verdaderamente, era extraño.
El vagabundo pidió hospitalidad por una noche: la noche del miércoles de ceniza, exactamente, cuando se batía el viento arrastrando un polvo negruzco, arremolinado, que azotaba los vidrios de las ventanas con un crujido reseco. Luego, el viento cesó. Llegó una calma extraña a la tierra, y ella pensó, mientras cerraba y ajustaba los postigos:
-No me gusta esta calma.
Efectivamente, no había echado aún el pasador de la puerta cuando llegó aquel hombre. Oyó su llamada sonando atrás, en la puertecilla de la cocina:
-Posadera…
Mariana tuvo un sobresalto. El hombre, viejo y andrajoso, estaba allí, con el sombrero en la mano, en actitud de mendigar.
-Dios le ampare… -empezó a decir. Pero los ojillos del vagabundo le miraban de un modo extraño. De un modo que le cortó las palabras.
Muchos hombres como él pedían la gracia del techo, en las noches de invierno. Pero algo había en aquel hombre que la atemorizó sin motivo. El vagabundo empezó a recitar su cantinela: “Por una noche, que le dejaran dormir en la cuadra; un pedazo de pan y la cuadra: no pedía más. Se anunciaba la tormenta…“.
En efecto, allá afuera, Mariana oyó el redoble de la lluvia contra los maderos de la puerta.
Una lluvia sorda, gruesa; anuncio de la tormenta próxima.
-Estoy sola -dijo Mariana secamente-. Quiero decir… cuando mi marido está por los caminos no quiero gente desconocida en casa. Vete, y que Dios te ampare.
Pero el vagabundo se estaba quieto, mirándola. Lentamente, se puso su sombrero, y dijo:
-Soy un pobre viejo, posadera. Nunca hice mal a nadie. Pido bien poco: un pedazo de pan…
En aquel momento las dos criadas, Marcelina y Sa­lomé, entraron corriendo. Venían de la huerta, con los delantales sobre la cabeza, gritando y riendo. Mariana sintió un raro alivio al verlas.
-Bueno -dijo-. Está bien … Pero solo por esta noche. Que mañana cuando me levante no te encuentre aquí…
El viejo se inclinó, sonriendo, y dijo un extraño romance de gracias.
Mariana subió la escalera y fue a acostarse. Duran­te la noche la tormenta azotó las ventanas de la alcoba y tuvo un mal dormir.
A la mañana siguiente, al bajar a la cocina, daban las ocho en el reloj de sobre la cómoda.
Solo entrar se quedó sorprendida e irritada. Sentado a la mesa, tran­quilo y reposado, el vagabundo desayunaba opíparamente: huevos fritos, un gran trozo de pan tierno, vino… Mariana sintió un coletazo de ira, tal vez entremezclado de temor, y se encaró con Salomé, que, tranquilamente se afanaba en el hogar:
-¡Salomé! -dijo, y su voz le sonó áspera, dura-. ¿Quién te ordenó dar a este hombre… y cómo no se ha marchado al alba?
Sus palabras se cortaban, se enredaban, por la rabia que la iba dominando. Salomé se quedó boquiabierta, con la espumadera en alto, que goteaba contra el suelo.
-Pero yo… -dijo-. Él me dijo…
El vagabundo se había levantado y con lentitud se limpiaba los labios contra la manga.
-Señora -dijo-, señora, usted no recuerda… usted dijo anoche: “Que le den al pobre viejo una cama en el altillo, y que le den de comer cuanto pida”. ¿No lo dijo anoche la señora posadera? Yo lo oía bien claro… ¿O está arrepentida ahora?
Mariana quiso decir algo, pero de pronto se le había helado la voz. El viejo la miraba intensamente, con sus ojillos negros y penetrantes. Dio media vuelta, y desasosegada salió por la puerta de la cocina, hacia el huerto.
El día amaneció gris, pero la lluvia había cesado. Mariana se estremeció de frío. La hierba estaba empapada, y allá lejos la carretera se borraba en una neblina sutil. Oyó detrás de ella la voz del viejo, y sin querer, apretó las manos una contra otra.
-Quisiera hablarle algo, señora posadera… Algo sin importancia.
Mariana siguió inmóvil, mirando hacia la carretera.
-Yo soy un viejo vagabundo… pero a veces, los vagabundos se enteran de las cosas. Sí: yo estaba allí. Yo lo vi, señora posadera. Lo vi, con estos ojos…
Mariana abrió la boca. Pero no pudo decir nada.
-¿Qué estás hablando ahí, perro? -dijo-. ¡Te advierto que mi marido llegará con el carro a las diez, y no aguanta bromas de nadie!
-¡Ya lo sé, ya lo sé que no aguanta bromas de nadie! -dijo el vagabundo. Por eso, no querrá que sepa… nada de lo que yo vi aquel día. ¿No es verdad?
Mariana se volvió rápidamente. La ira había desaparecido. Su corazón latía, confuso.
“¿Qué dice? ¿Qué es lo que sabe…? ¿Qué es lo que vio?” Pero ató su lengua. Se limitó a mirarle, llena de odio y de miedo. El viejo sonreía con sus encías sucias y peladas.
-Me quedaré aquí un tiempo, buena posadera: sí, un tiempo, para reponer fuerzas, hasta que vuelva el sol. Porque ya soy viejo y tengo las piernas muy cansadas. Muy cansadas...
Mariana echó a correr. El viento, fino, le daba en cara. Cuando llegó al borde del pozo se paró. El corazón parecía salírsele del pecho.
Aquel fue el primer día. Luego, llegó Antonio con el carro. Antonio subía mercancías de Palomar, cada semana. Además de posaderos, tenían el único comercio ­de la aldea. Su casa, ancha y grande, rodeada por el huerto, estaba a la entrada del pueblo. Vivían con desahogo y en el pueblo Antonio tenía fama de rico. “Fama de rico”, pensaba Mariana, desazonada. Desde la llegada del odioso vagabundo, estaba pálida, desganada. “Y si no lo fuera, ¿me habría casado con él, aca­so”. No, no era difícil comprender por qué se había casado con aquel hombre brutal, que tenía catorce años más que ella. Un hombre hosco y temido solitario. Ella era guapa. Sí: todo el pueblo lo sabía y decía que era guapa.
También Constantino, que estaba enamorado de ella. Pero Constantino era un simple aparcero, como ella. Y ella estaba harta de pasar hambre, y trabajos, y tristezas. Sí; estaba harta. Por eso se casó con Antonio.
Mariana sentía un temblor extraño. Hacía quince días que el viejo entró en la posada.
Dormía, comía y se despiojaba descaradamente al sol, en los ratos en que este lucía, junto a la puerta del huerto. El primer día Antonio preguntó:
-¿Y ese, que pinta ahí?
-Me dio lástima -dijo ella, apretando entre los dedos los flecos de su chal-. Es tan viejo… Y hace tan mal tiempo…
Antonio no dijo nada. Le pareció que se iba hacia el viejo como para echarle de allí. Y ella corrió escaleras arriba. Tenía miedo. Sí: tenía mucho miedo…”Si el viejo vio a Constantino subir al castaño, bajo la ventana. Si le vio saltar a la habitación, las noches que iba Antonio con el carro, de camino…“. ¿Qué podía querer decir, si no, con aquello de lo vi todo, sí, lo vi con estos ojos?”
Ya no podía más. No: ya no podía más. El viejo no se limitaba a vivir en la casa. Pedía dinero ya. Había empezado a pedir dinero, también. Y lo extraño es que Antonio no volvió a hablar de él. Se limitaba a ignorarle. Solo que, de cuando en cuando, la miraba a ella.
María sentía la fijeza de sus ojos grandes, negros y lucientes, y temblaba.
Aquella tarde Antonio se marchaba a Palomar. Estaba terminando de uncir los mulos al carro , y oía las voces del mozo mezcladas a las de Salomé, que le ayudaba. Mariana sentía frío. “No puedo más. Ya no puedo más. Vivir así es imposible. Le diré que se marche, que se vaya. La vida no es vida con esta amenaza”. Se sentía enferma. Enferma de miedo. Lo de Constantíno, por su miedo, había cesado. Ya no podía verlo. La sola idea le hacía castañetear los dientes. Sabía que Antonio la mataría. Estaba segura de que la mataría. Le conocía bien.
Cuando vio el carro perdiéndose por la carretera bajó a la cocina. El viejo dormitaba junto al fuego. Le contempló, y se dijo: “Si tuviera valor le mataría”. Allí estaban las tenazas de hierro, a su alcance. Pero no lo haría. Sabía que no podía hacerlo. “Soy cobarde. Soy una gran cobarde y tengo amor a la vida”. Esto la perdía: “Este amor a la vida…“.
-Viejo -exclamó. Aunque habló en voz queda, el vagabundo abrió uno de sus ojillos maliciosos.
“No dormía”, se dijo Mariana. “No dormía. Es un viejo zorro”.
-Ven conmigo -le dijo-. Te he de hablar.
El viejo la siguió hasta el pozo. Allí Mariana se volvió a mirarle.
-Puedes hacer lo que quieras, perro. Puedes decirle todo a mi marido, si quieres. Pero tú te marchas. Te vas de esta casa, en seguida…
El viejo calló unos segundos. Luego, sonrió.
-¿Cuándo vuelve el señor posadero?
Mariana estaba blanca. El viejo observó su rostro hermoso, sus ojeras. Había adelgazado.
-Vete -dijo Mariana-. Vete en seguida.
Estaba decidida. Sí: en sus ojos lo leía el vagabundo, Estaba decidida y desesperada. Él tenía experiencia y conocía esos ojos.
“Ya no hay nada que hacer”, se dijo, con filosofía. “Ha terminado el buen tiempo. Acabaron las comidas sustanciosas, el colchón, el abrigo. Adelante, viejo perro, adelante. Hay que seguir”.
-Está bien -dijo-. Me iré. Pero él sabrá todo.
Mariana seguía en silencio. Quizás estaba aún más pálida. De pronto, el viejo tuvo un ligero temor: “Esta es capaz de hacer algo gordo. Sí: es de esa gente que se cuelga de un árbol o cosa así”. Sintió piedad. Era joven, aún, y hermosa.
-Bueno -dijo-. Ha ganado la señora posadera. Me voy… ¿qué le vamos a hacer? La verdad nunca me hice demasiadas ilusiones… Claro que pasé muy buen tiempo aquí. No olvidaré los guisos de Salomé ni el vinito del señor posadero… No lo olvidaré. Me voy.
-Ahora mismo -dijo ella, de prisa-. Ahora mismo, vete… ¡Y ya puedes correr, si quiere alcanzarle a él! Ya puedes correr, con tus cuentos sucios, viejo perro…
El vagabundo sonrió con dulzura. Recogió su cayado y su zurrón. Iba a salir, pero, ya en la empalizada se volvió:
-Naturalmente, señora posadera, yo no vi nada. Vamos: ni siquiera sé si había algo que ver. Pero llevo muchos años de camino, ¡tantos años de camino! Nadie hay en el mundo con la conciencia pura, ni siquiera los niños. No: ni los niños siquiera, hermosa posadera. Mira a un niño a los ojos y dile: “¡Lo sé todo! Anda con cuidado…“. Y el niño temblará. Temblará como tú, hermosa posadera.
Mariana sintió algo extraño, como un crujido, en el corazón. No sabía si era amargo, o lleno de una violenta alegría. No lo sabía. Movió los labios y fue a decir algo. Pero el viejo vagabundo cerró la puerta de la empalizada tras él, y se volvió a mirarla. Su risa era maligna, al decir:
-Un consejo, posadera: vigila a tu Antonio. Sí: el señor posadero también tiene motivos para permitir la holganza en su casa a los viejos pordioseros. ¡Motivos muy buenos, juraría yo, por el modo como me miró!
La niebla, por el camino, se espesaba, se hacía baja. Mariana le vio partir, hasta perderse en la lejanía.

Ana María Matute, 1926-2014. Madrid.

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sábado, 26 de março de 2016

Más noticias que se vuelven viejas en menos de 24 horas




Más noticias que se vuelven viejas en menos de 24 horas

Para el politicólogo André Singer, algunos factores como la llamada delación premiada de Delcídio Amaral, ex-líder del PT en el senado y acusador principal hoy de Lula y Dilma, así como la condução coercitiva (detención ostensiva y por la fuerza) de Lula forman parte de la misma “operación masacre” por parte de los medios de comunicación que culminaron en las manifestaciones masivas de la clase media en todo el país el 13 de marzo pasado:

"No nos espanta que, delante de esa masacre electrónica, sectores de la derecha y del centro hayan decidido olvidar los graves problemas (jurídicos) que pesan sobre el Impeachment y producido, el 13/3, la mayor manifestación de la história política de Brasil por la salida de Dilma y la prisión de Lula. A partir de ese momento, legitimado por las calles, el Impeachment empieza a andar. ¿Una gran coincidencia?", se pregunta Singer. 


Y mientras tanto,

Mientras tanto, el presidente del PMDB de Rio de Janeiro y de la Asamblea Legislativa del estado, Jorge Picciani, repitió que el directorio del partido está de acuerdo en romper con el gobierno de Dilma Rousseff y que deberá votar de ese modo en la reunión que el directorio nacional va a realizar el martes de la semana próxima. Es una reunión clave para el futuro del gobierno Dilma, y para la evolución del proceso de Impeachment en la cámara de diputados, espacio en donde el PMDB tiene la bancada más grande, que venía dividida hasta ahora entre una derecha feroz contra el gobierno y un centro que lo apoyaba tímidamente.

Picciani dice además, que el PMDB de Rio tenía una posición distinta, de defensa del gobierno, pero "el panorama cambió". 
"Es necesario que, en el régimen presidencialista, podamos salir de las discrepancias para algunos consensos mínimos y, desgraciadamente, ella – la presidenta Dilma- no logró construir esta posibilidad", dice Picciani. 
"¿Ella tiene capacidad de salir de las discrepancias para el consenso mínimo? ¿Puede aprobar un ajuste fiscal y recuperar la economia? ¿Recuperar el empleo? No, no lo tiene. La presidente es una persona honrada, pero el conjunto de su obra no es bueno", completó el dirigente Del PMDB de Rio de Janeiro.

Mientras tanto, la Operación Lava Jato se desarrolla siguiendo una narrativa que deberá terminar –en el guión detallado de sus autores- con Lula detenido y responsabilizado por un megaesquema de corrupción que lo acusan de Haber montado para financiar el mantenimiento del PT en el poder.

Pero ocurre que algunos hechos recientes amenazan el curso normal de ese tal relato y su guión, como la amplia lista de políticos favorecidos por donaciones que fue divulgada “sin querer” esta semana pasada.

La lista, sin embargo, quedó rápidamente bajo el secreto de sumario del juez Sergio Moro, porque, como queda claro, lo que está surgiendo a flote es un sistema de financiamiento de la política a partir del estado, -opuesto al financiamiento público, transparente y lícito que propuso el gobierno y fue derrotado- que genera y retroalimenta la corrupción a favor de todos y de cualquiera de los partidos de la oposición que eventualmente suban al poder.

La consigna del momento entre las clases dirigentes y sus políticos de la oposición es “pacto”; un arreglo para que se apruebe el Impeachment y que todos los que están involucrados en la financiación ilegal de campañas se escapen -PSDB, DEM y toda la oposición en peso-, lo más rápido que les sea posible.

Pero con ese pacto las calles no van a estar de acuerdo ni la militancia de izquierda y de los movimientos sociales que combaten el golpe, ni aquellos que, poniendo el foco en su odio a Dilma y el PT, quieren ir a fondo, aunque lo vean desde uma óptica más a la derecha que la propia oposición.


Javier Villanueva. São Paulo, 26 de marzo de 2016.

sexta-feira, 25 de março de 2016

Lava Jato. ¿La operación Manos Limpias en Brasil?




Operación Lava Jato
La operación Manos Limpias en Brasil

¿Podría tal vez el combate que los diferentes órganos judiciales brasileños están llevando a cabo contra la corrupción de la política terminar en algo parecido a como acabó la Operación Manos Limpias -o la Tangentopolis- italiana que hace más de 20 años demolió todo el sistema político que había tardado medio siglo en ser construido y para alcanzar el poder en la península? 
Como bien lo han notado ya los ideólogos de las clases dominantes brasileñas –notoriamente los medios de comunicación que más promueven y alientan a la Operación Lava Jato y a su figura central, el juez de Curitiba Sergio Moro–  entre una y otra situación hay bastantes coincidencias que son muy importantes. Y esas semejanzas asustan a los analistas de la derecha liberal que se agrupan atrás de la Rede Globo y la revista semanal Veja. También existen, claro, algunas diferencias relevantes que voy a tratar de describir acá. 
Recordar los hechos de la Manos Limpias en Italia y el contexto en que la vasta operación se produjo puede resultar útil para entender lo que podría estar pasando –realmente, de fondo y por detrás de los reflectores de la prensa–, o lo que llegaría a ocurrir si determinadas circunstancias se repitieran en el Brasil de hoy, en medio de la crisis desatada.
La operación Manos Limpias, Tangentopolis –que viene de la palabra  tangente, que es como se llama en Italia a la comisión que se paga a los políticos a cambio de sus favores ilícitos–  empezó de modo oficial en febrero de 1992, cuando Antonio Di Pietro, un fiscal del tribunal de Milán  hasta entonces desconocido, detuvo a Mario Chiesa, un dirigente de cierta importancia del Partido Socialista Italiano (PSI), justo cuando estaba guardando en su caja fuerte un sobre con un valor equivalente hoy a 8 mil Euros que acabara de entregarle Luca Magni, un empresario de Módena. 
Ese valor era lo que el pequeño empresario milanés le tenía que pagar periódicamente para obtener el permiso necesario para implantar un proyecto de construcción; esa sería la última de las muchas comisiones –la tangente– que Magni había estado pagando durante los últimos años.
Cansado de ser extorsionado y de pagar, el empresario denunció el chantaje a la justicia y se dispuso a conversar con Chiesa llevando un micrófono oculto para producir una detención in fraganti.   Chiesa, por tanto, fue sorprendido con las manos en la masa. El fiscal Di Pietro lo llevó a la cárcel, pero mantuvo el hecho oculto de la prensa hasta que, algunas semanas después, ocurrieron las elecciones generales en Italia.
Los comicios italianos en esa ocasión, y como ocurría desde hacía medio siglo, los ganaron los democrata-cristianos. El Partido Socialista, sin embargo, obtuvo los votos necesarios para que Bettino Craxi  –el líder do PSI de 1976 a 1993 que ocupó el cargo de primer ministro de Italia de 1983 a 1987 y fue el primer socialista, a hacerlo– pudiera seguir encabezando la coalición con ellos.
El bloque político DC-PSI dominaba todos los resortes del poder central en la península y representaba una clase política caduca, encerrada en sí misma, que a los ojos del pueblo aparecía como incapaz de cambiar. Pero seguía ganando las elecciones gracias a un sistema electoral concebido al final de la 2ª guerra mundial, en 1945, única y exclusivamente para que nadie, y en particular la izquierda comunista, pudieran reemplazarlos jamás en el ejercicio del poder parlamentario.
Además, la casta creada con el beneplácito de los generales de la intervención de los EEUU y el Vaticano durante la post-guerra estaba corrompida por el poder económico y las comisiones ilegales hasta el tuétano. 
La corrupción en Italia en aquellos años de 1990 ya era un mega-sistema  regulado hasta sus más mínimos detalles, que enredaba a miles de políticos del PSI y la Democracia Cristiana, y a buena parte de los empresarios del país, incluyendo entre ellos a los más importantes, y a la propia Mafia legendaria, claro.
Los dirigentes máximos de la DC y del PSI, –Giulio Andreotti, que algunos años más tarde sería condenado por complicidad en un crimen de muerte de la Mafia, y Arnaldo Forlani, de un lado, y Bettino Craxi, de otro– se repartían las área de influencia de cada partido en ese sistema de corrupción organizada, y coordinaban las operaciones al nivel más alto. Craxi llegaba incluso a recibir maletines llenos de dinero en su propia oficina de trabajo, un poco al estilo descarado de lo que se vio en Brasil al inicio del Mensalão, con los sobornos en Correos, pero al más alto nível del estado.
Luego de las elecciones, el fiscal Di Pietro informa públicamente la detención de Chiesa. Inmediatamente, Craxi dice que el PSI no tiene nada que ver con las prácticas corruptas, y  el detenido, que se siente abandonado, empieza a delatar abiertamente todo el esquema para poder librarse de la cárcel. En una secuencia imprevisible, caen presos varios empresarios y diversos políticos.
El escándalo sale de la órbita menor de Milán y se desparrama hacia otras ciudades de la peninsula. Varios de los políticos delatados y presos, que forman parte tanto del PSI como de la DC, amplían a su vez aun más las delaciones, y por el mismo motivo de Chiesa, pues se sienten abandonados por su partido.
El esquema escandaloso estalla en todos los medios de comunicación de masas ya que, hasta entonces y desde hacía mucho tiempo, toda Italia sabía que la corrupción crecía a sus anchas a lo largo de todo el mundo político; pero la ley de silencio, típica de las mafias de todos los estilos, se había impuesto sin fallar hasta ese momento.
A pesar de ello, en la nueva situación ya había indicios muy claros de que el muro de silencio se estaba resquebrajando. Como consecuencia inmediata, ni Andreotti ni Craxi consiguieron en el congreso los votos necesarios para lograr la presidencia del gobierno. Al mismo tiempo, también la unidad interna de los partidos se estaba deshaciendo. Y dos nombres que aparentemente se mantenían lejanos a la cadena de corrupción, como el demócrata cristiano Pier Luigi Scalfaro y el socialista Giuliano Amato reemplazaron a sus jefes, tanto en sus cargos en los respectivos partidos como en el gobierno.
En septiembre de 1992 ocurre el primer suicídio, cuando el socialista Sergio Moroni se mata con un tiro, dejando una carta en la que se confiesa culpable; y en los dos años siguientes habrá, por lo menos, otros treinta suicidios. 
También en ese período, paralelamente, se desatan unas campañas muy duras de desprestigio en contra del fiscal Di Pietro. La opinión pública, sin embargo, se pone abiertamente de su lado. Y en diciembre, el fiscal Di Pietro procesa al primer ministro Bettino Craxi
Hasta acá, pocas diferencias relativas si se compara la operación Manos Limpias en la Italia de los años 90 con nuestro Lava Jato en el Brasil de 2014 a 2016.
Allá como acá, cada día aparecen nuevos descubrimientos, delaciones, revelaciones, detalles y cuentas que confirman que el dinero de la corrupción no iba a parar solamente a los partidos sino también a algunos políticos y sus operadores, o intermediarios financieros individualmente. No pocos entre ellos amasaron extraordinarias fortunas ilegales. Y allá en Italia hace 20 años, como acá hoy, esos patrimonios producto del robo al estado son devueltos a los cajas fuertes del gobierno central.
Y en este punto es que tenemos que parar para pensar mejor y sacar nuevas conclusiones: en Brasil, hasta ahora, solo se ha investigado a un único partido, el PT, y a los aliados más próximos del gobierno federal. En Italia el descabezamiento de las estructuras partidarias forjadas a lo largo de medio siglo alcanzó a dos partidos aliados. 
En Brasil, hasta hoy al menos -25/03/2016- y a pesar de las diversas acusaciones alcanzando al PSDB, nada se ha investigado entre los acusados que pertenecen a la oposición al gobierno federal.
Y aquí es que viene el temor de gran parte de los políticos de la base aliada rebelde al gobierno brasileño –el PMDB– y de la oposición del PSDB: que las investigaciones del Lava Jato los alcancen. Algo que ya se nota en las crónicas de la Globo.
Pero volvamos a Italia: en abril de 1993, el gobierno –que continuaba siendo de coalición entre los democratas cristianos y los socialistas– aprueba un decreto que despenaliza las prácticas de corrupción. Los jueces –el fiscal Di Pietro ya no está solo a esa altura, porque junto con él trabajan decenas de magistrados en una operación que ya se conoce en Italia y fuera de ella como Mani pulite (manos limpias)– se presentan desesperados a las redes de televisión, y logran que Scalfaro, el presidente de la república, se niegue a convalidar el decreto que sería exculpatorio.
La gente sale entonces masivamente a la calle, en Italia, para apoyar el Mani Pulite. Lo mismo ocurre hoy en Brasil con nuestra clase media, y mientras tanto, la justicia sigue en su avance –en Italia, hace 20 años, procesando a más de 2.500, entre políticos y empresarios– abriendo secretos de sumario para los medios de comunicación, que incentiva e impulsa los apoyos de la hoy vasta clase media brasileña a los jueces del Lava Jato, y en especial al controvertido Sergio Moro.
Pero sigamos comparando, porque en la Italia de 1994 cae el gobierno y se convocan a nuevas elecciones. Y es en ese momento que aparece Berlusconi, el mayor empresario de la península, que aunque lleva décadas corrompiendo a políticos, logra emergir ileso de la catástrofe, no sin que el fiscal Di Pietro haya tratado de procesarlo en varias y diversas ocasiones.
Berlusconi, personaje aventurero y populista –comparable con un Collor de antaño, o con el Trump de hoy en los EEUU–  gana las elecciones, inponiendo una nuestra estructura política de poder, de la que desaparecen tanto la hasta entonces poderosísima Democracia Cristiana como el también influyente Partido Socialista, que son borrados del mapa político.
Vamos a parar um instante y compararlo todo con nuestro Brasil en crisis de 2016:

No hay dudas, para quién tiene más de 16 años de edad y alguna experiencia o preocupación y estudio de la política, que hay un golpe en curso hoy en el país. Pero está claro que ese golpe no es necesariamente igual a aquel al que le tienen miedo los gobernistas y la izquierda que defiende la democracia. Se trata de un golpe más profundo y nocivo que la mera caída de Dilma y su eventual reemplazo por Temer, o la caída de ambos y el llamado a nuevas y arriesgadísimas elecciones (para la oposición tanto como para el gobierno).

Los blancos, aunque pueda parecer paradójico, son dos: tanto la Presidencia de la República y el PT como opción política de masas que se busca destruir ("fora Dilma e leva o PT") y la propia Operação Lava Jato. Se trata de un tablero de ajedrez bastante complejo.

Ciro Gomes dio una entrevista en el programa Timeline, de la Gaúcha, en la que hizo una exposición bastante precisa de lo que está ocurriendo con la crisis política en Brasil, sobre todo en los gabinetes de la capital federal, Brasília: muchos políticos, dice Ciro, están asustados con el curso de los acontecimientos, y con la relativa autonomía del juez Sergio Moro. Y están interesados en parar la Lava Jato, y no son solo los políticos del PT, que hasta ahora son los únicos afectados por las investigaciones. En las próximas fases, la Lava Jato va a acercarse a los otros partidos, sobre todo al PMDB y el PSDB. Por eso la urgencia por terminar cuanto antes las investigaciones.

Un acuerdo tratado muy discretamente en las bambalinas del congresso diseña un cuadro en el que el vicepresidente Michel Temer asumiría la presidencia en la forma de un mandato-tapón, comprometiéndose a no participar en un proceso de reelección en los comicios programados para 2018, en el que José Serra del PSDB sería su ministro de economía, tratando de repetir el éxito obtenido 22 años atrás por el dúo formado por el vicepresidente de Collor después del Impeachment, Itamar Franco, y Fernando Henrique Cardozo en la Hacienda.

Para que todo este plan resulte, es necesario que salga lo más rápido posible el Impeachment de Dilma. ¿Por qué? porque el cambio tan esperado tiene que ocurrir antes que la operación Lava Jato llegue con su terremoto desvastador para las reputaciones de decenas de líderes políticos de la actual oposición.

El juez Sergio Moro se equivocó feo al precipitarse a divulgar las grabaciones de las llamadas telefónicas de Lula, y todavía más al hacerlo con las que incluyen a la presidenta Dilma, sin haber realizado la consulta previa al Supremo Tribunal Federal.
Esto le permitió al gobierno la contraofensiva actual en la que se concentra en machacar con el tema de las  grabaciones ilegales para desmoralizar al juez Sergio Moro y reducirle el poder que se mostró letal hasta ahora, tanto para el PT como para Dilma y Lula.

Si los caciques del PMDB y del PSDB consiguieran sacar a Dilma de la presidencia con la velocidad que el presidente de la cámara de diputados Cunha quiere darle al proceso de Impeachment, seguramente van a detener todas las investigaciones del Lava Jato en nombre de la pacificação nacional.


Un último elemento a la hora de hacer comparaciones entre el Lava Jato y el terremoto que generó en Italia, 20 años atrás, el Tangentopoli  es que este fue posible gracias a que la clase empresarial italiana –en sus más altos niveles, pero también en los bajos– ya no estaba dispuesta a soportar más el sistema de corrupción que imperaba en el país. Esta salud moral no es lo que más se parece con lo que se ve hoy en el médio empresarial ni en la clase media propietaria brasileña, desde el médico que cobra sin pasar recibos hasta el panadero que vende sin emitir facturas.
Javier Villanueva. São Paulo, 25 de marzo de 2016.

segunda-feira, 21 de março de 2016

Alianza PMDB-PSDB: ¿Un puente para qué futuro?




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Para el politicólogo André Singer, algunos factores como la llamada delación premiada de Delcídio Amaral, ex-líder del PT en el senado y acusador principal hoy de Lula y Dilma, así como la condução coercitiva(detención ostensiva y por la fuerza) de Lula forman parte de la misma “operación masacre” por parte de los medios de comunicación que culminaron en las manifestaciones masivas de la clase media en todo el país el 13 de marzo pasado:

"No nos espanta que, delante de esa masacre electrónica, sectores de la derecha y del centro hayan decidido olvidar los graves problemas (jurídicos) que pesan sobre el Impeachment y producido, el 13/3, la mayor manifestación de la história política de Brasil por la salida de Dilma y la prisión de Lula. A partir de ese momento, legitimado por las calles, el Impeachment empieza a andar. ¿Una gran coincidencia?", se pregunta Singer. 


Y mientras tanto,

Mientras tanto, el presidente del PMDB de Rio de Janeiro y de la Asamblea Legislativa del estado, Jorge Picciani, repitió que el directorio del partido está de acuerdo en romper con el gobierno de Dilma Rousseff y que deberá votar de ese modo en la reunión que el directorio nacional va a realizar el martes de la semana próxima. Es una reunión clave para el futuro del gobierno Dilma, y para la evolución del proceso de Impeachment en la cámara de diputados, espacio en donde el PMDB tiene la bancada más grande, que venía dividida hasta ahora entre una derecha feroz contra el gobierno y un centro que lo apoyaba tímidamente.

Picciani dice además, que el PMDB de Rio tenía una posición distinta, de defensa del gobierno, pero "el panorama cambió". 
"Es necesario que, en el régimen presidencialista, podamos salir de las discrepancias para algunos consensos mínimos y, desgraciadamente, ella – la presidenta Dilma- no logró construir esta posibilidad", dice Picciani. 
"¿Ella tiene capacidad de salir de las discrepancias para el consenso mínimo? ¿Puede aprobar un ajuste fiscal y recuperar la economia? ¿Recuperar el empleo? No, no lo tiene. La presidente es una persona honrada, pero el conjunto de su obra no es bueno", completó el dirigente Del PMDB de Rio de Janeiro.

Mientras tanto, la Operación Lava Jato se desarrolla siguiendo una narrativa que deberá terminar –en el guión detallado de sus autores- con Lula detenido y responsabilizado por un megaesquema de corrupción que lo acusan de Haber montado para financiar el mantenimiento del PT en el poder.

Pero ocurre que algunos hechos recientes amenazan el curso normal de ese tal relato y su guión, como la amplia lista de políticos favorecidos por donaciones que fue divulgada “sin querer” esta semana pasada.

La lista, sin embargo, quedó rápidamente bajo el secreto de sumario del juez Sergio Moro, porque, como queda claro, lo que está surgiendo a flote es un sistema de financiamiento de la política a partir del estado, -opuesto al financiamiento público, transparente y lícito que propuso el gobierno y fue derrotado- que genera y retroalimenta la corrupción a favor de todos y de cualquiera de los partidos de la oposición que eventualmente suban al poder.

La consigna del momento entre las clases dirigentes y sus políticos de la oposición es “pacto”; un arreglo para que se apruebe el Impeachment y que todos los que están involucrados en la financiación ilegal de campañas se escapen -PSDB, DEM y toda la oposición en peso-, lo más rápido que les sea posible.

Pero con ese pacto las calles no van a estar de acuerdo ni la militancia de izquierda y de los movimientos sociales que combaten el golpe, ni aquellos que, poniendo el foco en su odio a Dilma y el PT, quieren ir a fondo, aunque lo vean desde uma óptica más a la derecha que la propia oposición.


Javier Villanueva. São Paulo, 26 de marzo de 2016.



Una de las variables de la actual crisis política e institucional en Brasil –descontrolada e imprevisible en esencia- considera la posibilidad de que Michel Temer, el máximo dirigente del PMDB y vicepresidente de la fórmula encabezada por Dilma del PT, no sea alcanzado por el Impeachment que sacaría -en las próximas 4 o 5 semanas, según el cronograma idealizado por la oposición- a la presidenta de su cargo.

Para ello el PMDB ya lanzó, un par de meses atrás, un “puente” directo al programa económico y social del PSDB, partido que aglutinó a las oposiciones de derecha en las elecciones de octubre de 2016 y que ha venido creando desde entonces todo tipo de obstáculos a la gobernabilidad, sin darle el gobierno un único día de tregua.

Alianza PMDB-PSDB:
¿Un puente para qué futuro?



"Uma ponte para o futuro" es el nombre de un conjunto de propuestas del PMDB -partido que se suponía la "base de gobierno" de Dilma y que cuenta con el vice-presidente Temer, el presidente de la cámara de diputados, Cunha, y el del senado, Calheiros- basado en un diagnóstico de claro corte neoliberal de la conyuntura económica y de la crisis política en el país. 
Son políticas que sorprendieron agradablemente al opositor PSDB -y a sus adláteres, el DEM (ex PFL, exArena), PPS (exPCB) y PSB- y que inclusive van más allá en el sentido del programa de Armínio Fraga -hombre de la Banca Morgan y socio de George Soros- propuesto en 2014 para enfrentar la crisis que los oposicionistas preveían caso ganase la elección el PT y sus aliados, con Dilma a la cabeza. Recordemos que Fraga, figura vinculada al mundo de las altas finanzas especulativas y a FHC, fue indicado por Aécio Neves del PSDB para ser seu ministro de Fazenda durante la campaña presidencial.
Entre las propuestas, que hoy podemos ver como un claro puente hacia un acuerdo entre PMDB y PSDB, está el fin de la indexación de sueldos y beneficios -lo que, como consecuencia directa ya daría de inmediato la desvinculación del piso de las jubilaciones con el sueldo mínimo-. 
Aparte de esto, ambos defienden cambios en las leyes laborales como el ACE -el acuerdo colectivo especial - en el que "lo negociado prevalece sobre lo legislado", y además, ambos defienden la "reinserción plena del país en las cadenas globales de valor", o sea, la liberalización total del comercio exterior.
El documento se muestra como una supuesta "propuesta de consenso" a la sociedad brasileña para atravesar la crisis, “superando la inercia y la imobilidad política” que habrían impedido hasta ahora un enfrentamiento de la crisis por parte del gobierno Dilma. 
El PMDB, dominado por figuras como Temer, Cunha, Sarney y Calheiros, se ofrece para atender a "un clamor por pacificación, fin del odio y de la polarización en nombre del consenso en la política” y como un  "puente" para lo cual presenta un programa económico neoliberal.
El partido de Sarney, Temer, Kátia Abreu y Cunha, en este documento, presenta una clara señal del PMDB al PSDB, del cual fue aliado en los 8 años de gobierno de FHC, para buscar la gobernabilidad "post-Dilma" que tanto necesita para aplicar los ajustes estructurales pedidos a los gritos por los empresários de la FIESP y los banqueros.
Es necesario apuntar que en el diagnóstico del PMDB para la crisis actual, como el segundo partido de la burguesia –patronato nacional y desarrollista en una época, que cobijó incluso a muchas tendencias comunistas y de izquierda en los años 70 y 80- hoy gerente de las grandes multinacionales, están los motores del crecimiento -como las ganancias extraordinarias del sector externo con el aumento de los precios de los alimentos, el hierro y el petroleo (llamados "commodities")- y el aumento del consumo que marcaram la década petista. Según el PMDB -y el opositor PSDB- estas condiciones ya se agotaron, y ahora se inicia un nuevo ciclo de crecimento que se debe apoyar en la inversión privada y en una "ganancia de competitividad" del sector externo, el agronegocio y la industria. 
Esas "ganancias de competitividad" -el documento no lo dice abiertamente, claro, pero según la historia de los ajustes neoliberales y por los intereses de clase que defiende el PMDB- significan la profundización de la desvalorización de los sueldos, de la precarización del trabajo y de la vida de los trabajadores y de la población pobre, transfiriendo aun más todavía la riqueza producida por la población hacia las manos de unos pocos empresarios.
El documento resalta que el ajuste se apoya en el crecimiento económico que, claro, necesita combinar austeridad fiscal con un "aprovechamiento de las ventanas de oportunidad" que se le abren ao Brasil con la desvalorización cambial (y la caída de los salarios en dolar que reducirían los precios internacionales de las exportaciones), para que las ganancias de los empresarios puedan aumentar y no disminuir, como ocurre actualmente. 
La gran meta de los gobiernos -según el "puente" que el PMDB ofrece a la oppsición, especialmente al PSDB- debe ser el equilíbrio fiscal y por lo tanto, el corte de los gastos sociales obligatorios con el instituto de la jubilación (previdência), salud y educación, y conceder más espacio al sector privado, lo que viene a coincidir incluso con la explotación de petroleo por medio de las privatizaciones y nuevas concesiones).
Las reformas estructurales exigen evitar el aumento de impuestos, como la CPMF -Contribución Provisoria sobre Movimiento o Transmisión de Valores y de Créditos de Naturaleza Financiera, que nació con el nombre de Imposto Provisório Sobre Movimentações Financeiras (IPMF), en 1994, durante el gobierno de Itamar Franco. También se exige dar privilegio a la simplificación de la recaudación de impuestos para los empresários, una antigua exigencia de la CNI y la Fiesp, que argumentan que México tiene 20% de su PBI en impuestos, mientras que en Brasil es de 36%, según el programa "puente" del PMDB. 
Los impuestos en Brasil, casi no afectan a los ricos, que pagan mucho menos -o simplemente no pagan- mientras que los pobres pagan siempre más, proporcionalmente a su renta mensual, lo que se eterniza en un verdadero mecanismo de desigualdad social y de súper concentración de las riquezas. No hay, claro, ninguna propuesta de impuestos sobre las grandes fortunas, ya que en una agenda neoliberal que se precie, los ricos no deberían ni siquiera pagar sus impuestos al Estado.
Otra propuesta importante que surge en el programa del PMDB, que ahora aparece muy claramente como un “puente” al PSDB, son el conjunto de ajustes de cortes en los gastos primarios del gobierno, que son obligatorios por ley y garantizados en teoría por la Constitución de 1988, como son los gastos sociales y con la “previdência” o jubilación y pensiones. La propuesta, como parte del diagnóstico de que es urgente "actualizar la institución de la Previdência Social” según avanza el envejecimiento de la población, y aumentar progresivamente la edad mínima para la jubilación con los años. Las mujeres se jubilarían a los 60 años y los hombres a los 65.
También es urgente, según el PMDB -y se lo propone gentilmente al PSDB, desvincular el reajuste anual de la jubilación del reajuste del salário mínimo, o sea, desvalorizar las jubilaciones para reducir los gastos del gobierno y poder "economizar" para el pago de los intereses de la deuda externa. Al mismo tiempo, cada año el congreso y el poder ejecutivo decidirían cual sería el reajuste del sueldo mínimo y de los beneficios, además de decidir sobre la continuidad o no de los programas y projectos socialess como el Bolsa Família y el Minha Casa Minha Vida.
Por fin, la llamada "integración a las cadenas globales de valor" tienen como significado el incluir a Brasil en los acuerdos más liberales del libre comercio, como el recientemente firmado Acuerdo Transpacífico que incluye a los EEUU, Chile, México y otros países de América Latina, a despecho del Mercosul inclusive, si fuera necesario. 
Esta orientación para el sector externo, que favorecería a los intereses de ganancias de los sectores exportadores del agronegocio y de la agroindustria -como es el caso de las carnes y pollos procesados-, aparte de multinacionales montadoras de vehículos automotores, que também es uno de los ejes del programa de ajustes neoliberal de Mauricio Macri, presidente de Argentina.
El "puente" del PMDB es una agenda de urgencias del neoliberalismo, que contempla ajuste que van a llevar al país a más austeridad económica y a los trabajadores a un mayor deterioro de sus condiciones de vida y de trabajo, además del aumento del desempleo y de un proyecto nada disimulado de entrega todavía mayor de las riquezas del país en las manos del imperialismo, expresado en las grandes corporaciones de los banqueros y empresarios de las multinacionales.
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Javier Villanueva, São Paulo, 21 de marzo de 2016.