terça-feira, 19 de fevereiro de 2019

París, Rayuela y tecnología. De Alberto Hernández.


martes, febrero 19, 2019



Continuando con la vieja línea de solo publicar textos muy buenos de amigos (y otros más o menos de mi autoría, claro), vaya ahora este del amigo y cumpa, Alberto Hernández, compañero de muchos momentos buenos y otros no tanto, que ahora ejerce como político y escritor, de los buenos en ambas variantes.(JV)

París, Rayuela y tecnología

Pont des Arts. Oliveira encontraba allí a la Maga a veces inmóvil junto al pretil de hierro, inclinada sobre el agua del Sena. A la izquierda, al fondo, el Pont Neuf que cruza la isla donde se encuentra Notre Dame. (Foto mía, abril 2016)


A treinta y cinco años de su muerte, apareció misteriosamente sobre la ratona del living, un voluminoso tomo de Rayuela. No sé de quien sería, pero empecé a hojearlo y caí en la cuenta de que lo había leído un par de veces (tal como lo hubiera leído inconclusamente la Maga) pero no de acuerdo al genial tablero de comandos pergeñado por Cortázar (como seguramente lo hubiera hecho Morelli). 
Pero no lo abordé en ese libraco sino desde mi Kindle. Y tal parece que Julio lo hubiera concebido para una tecnología que sobrevendría (la novela fue publicada en 1963) cuarenta años después. Tablero de comandos: del capítulo 73, click al 1, click al 2, click al 116, click al 3. Kindle click, Kindle click, click, click, sin ajar las hojas, sin buscar afanosamente los capítulos ni las innumerables notas; click nota, click, sigo leyendo.
Pero a la maravilla del libro electrónico le incorporé, a esta lectura, el sorprendente Street View de Google Maps que  me permitió ver, palpitar, caminar y disfrutar los mismos sitios de París, que fueron escenarios de los amores, pasiones, lucubraciones, angustias y devaneos filosóficos de la Maga, Oliveira y los variopintos concurrentes al Club de la Serpiente. Una experiencia que me entusiasmó y que recomiendo.
Andar por la rue de Seine hasta el arco que da al Quai de Conti hasta llegar al Ponts des Artssiguiendo el rutinario trayecto de Oliveira para andar sin buscarse (y a veces encontrarse)  con la "silueta delgada" de la Maga, "...a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua" y ver esas calles, ese puente y sus escalones y sus barandas de hierro llevado por el Street View, girar el mapa y ver el Sena a ambos lados, imaginarnos que somos la Maga y Oliveira, encontrados casualmente y tomados de la cintura, no tiene precio...todo lo demás...ya se sabe.
El ghetto de Marais o el Boulevard de Sébastopol donde se perdía la Maga en esos desencuentros, el Parc Montsouris donde arrojaron el paragüas viejo y ya inútil que habían encontrado en la Place de la Concorde, el barcito de la rue des Lombards que frecuentaba Oliveira para que la adivina Léonie le leyera las manos y a tomarse un vino, se pueden recorrer por el sorprendente mapa como si estuviéramos ahí. Seguí por la rue des Verneuil, mirando a diestra y siniestra, leyendo los carteles y escudriñando las vidrieras de los locales pero no encontré la pequeña librería donde Lucía (la Maga) iba a calentarse con "la estufa de gran caño negro" y a jugar con un gato sin comprar un solo libro. 
Es natural, la novela está ambientada en los años cuarenta y tantos y esta maravilla del Street View habilitó para Europa, el recorrido a nivel de calle, en el 2008. Desde esa época muchas cosas cambiaron, pero caminando (imaginariamente pero no tanto) por esas calles de París, uno se siente protagonista de Rayuela y, tecnología mediante, potenciando el objetivo buscado y explícito de Cortázar de que el lector no sea un observador pasivo de esta "contranovela" que muchos caracterizan como una de las primeras expresiones surrealistas de la literatura argentina.
De no hacer ese rodeo para ir a tomarse ese vino, con la esperanza de encontrarse con la Maga, Oliveira hubiera cruzado el Sena, atravesando la isla donde se levanta Notre Dame (sin el jorobado), por el Pont Saint-Michel y el Pont au Change unidos por el Boulevard du Palais de anchas veredas y frondoso arbolado. También disfruté la búsqueda infructuosa del café de la rue du Cherche-Midi, y el de Cluny cerca de La Sorbonne (donde hacían que estudiaban). Ahí se conocieron.
Anduve por el Carrefour de L'Odeón (que yo sospechaba errónea y anacrónicamente que era un supermercado) y los acompañé en bicicleta hasta Montparnasse; la Porte d'Orleans y la zona de más allá del Boulevard Jourdan, "donde a veces se reunían los del Club de la Serpiente para hablar con un vidente ciego". 
En los años del relato, había allí baldíos  y basurales y, sentados sobre esos desperdicios, Lucía y Horacio fumaban, hablaban de "patafísica" y contemplaban el cielo "porque esa es una de las pocas zonas de París donde el cielo vale más que la tierra". Obviamente Google Maps nos revela que ya no hay más  basurales; está todo urbanizado. Propiedades horizontales, colegios,  polideportivos, residencias estudiantiles y clubes, han hecho que la tierra valga más que el cielo.
Tampoco me privé de seguirlo a Oliveira hasta el "...restaurant bacán ( de la rue Scribe) con montones de gerentes, putas de zorros plateados y matrimonios bien organizados" donde junto a Éttiene y Ronald, pintor uno y músico de jazz el otro, protagonizaron una escena deliciosamente felliniana, arrastrándose por debajo de las mesas de los sorprendidos y escandalizados comensales buscando un terrón de azúcar que se le había catapultado de su mano.
También hasta Rocamadour me fui volando por el mapa, para comprender porque la Maga se había enamorado de ese pueblecito medieval. 
Descubrí que es imposible no hacerlo y que yo también voy a ir algún día. En fin, continué recorriendo a pie, mirando a cada lado, cada detalle, cada recoveco de ese París y sus alrededores junto a los inefables miembros del Club de la Serpiente, del que yo me sentí un socio más, compitiendo con Gregorovius y Oliveira por los amores de Lucía.
Hace un par de años estuve por esos lares y hoy descubro que anduve por casi todos esas calles, plazas y barrios que fueron los escenarios de la contranovela, sin percibir a la Maga, a Oliveira y los otros. 
Pero pronto volveré a París y me prometo recorrerla rayuelamente de punta a punta. Lo del Street View fue un precalentamiento.

Alberto Hernández
https://eledil-utopicon.blogspot.com/2019/02/paris-rayuela-y-tecnologia.html?fbclid=IwAR0qfPXe40BIISIkXjJ1JrH2GHvoD2gFKuhz_u5CRJPmgVybcXtK1d-JaCM

sexta-feira, 15 de fevereiro de 2019

El amor en los tiempos del móvil (o del celular)

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Susana Diez De La Cortina Montemayor
Nada, que estaba yo cortando pan, y me ha salido así (en forma de corazón), y me digo: esto qué raro es... ¡a ver si va a ser que estoy enamorada! Y con eso, pues me ha dado por pensar en esto del amor pero jovialmente (que dice mi hermana Mon que no me pega), como aquel que dijo aquello de "pues creo que me estoy enamorando, pero todavía no sé de quién "... Así que aquí os dejo un cuentecito, y ¡que lo paséis bien, sea como sea que os pille este día, gente enamorada!

SAN VALENTÍN, SUPONGO…

Por Susana Diez de la Cortina Montemayor
– ¿Qué tal tu día, cielo?
– Bien, he cenado con unos clientes, ya sabes…
– Ya, como ha caído en mitad de la semana… Pues estaba pensando que, como ya has cenado, podríamos ver una peli para celebrar esta noche. ¿Qué te parece?
– Buena idea. ¿Y qué te apetece ver?
– Esta noche ponen “Doctor Livingston”.
– ¡Ah, la que va sobre el explorador escocés! Es una clásica, ¿no?, con Spencer Tracy.
– No, esta es una nueva. ¿La vemos? ¿Nos da tiempo? Empieza en cinco minutos.
– Vale, si no es en el canal autonómico, sí, que aquí no se coge.
– No te preocupes, es en el canal cuatro, seguro que desde el hotel lo sintonizas.
– ¡Buen plan! Pues luego hablamos, que me estoy quedando sin batería y tengo que poner a cargar el móvil. Siempre me ha gustado ver cine contigo. ¡Feliz San Valentín, cariño! Te quiero.
http://www.rondasomontano.com/revista/132203/san-valentin-supongo/?fbclid=IwAR2NocwaX9vp2E0GU4_HHQb9Q-E23BbGkLNswpXZcwV7XNNJwX3MeVs24Kc

quinta-feira, 14 de fevereiro de 2019

Pílulas de felicidade. Parte 2.




Pílulas de felicidade. Parte 2.

Ocorreu uns 5 anos atrás, mas me acontece parecido a cada dois dias, no mínimo. Um suplício.

- Nem eu me aguento, juro. Estou chato, eu sei, mas olha só- diz o Pepito, e eu não sei se acreditar nele ou não.

- Olha só, vou pegar um remédio na Voluntários da Pátria ao 7800, entre os saguis e os saruês, uns cem metros pra lá dos jacus e os tucaninhos (os bons), sabe?
- Sei, Pepito, e daí? o que foi dessa vez?

- Chego lá e a medicação, encomendada por telefone, não estava. Ninguém sabia de nada. Medicação? o que é isso? se eu tivesse pedido duas pedras de crack o pessoal da farmácia não iria se surpreender tanto. 
- E então, Pepito?
- Compro um barbeador, saio da farmácia e ligo para o número em letras garrafais atrás da nota fiscal: LIGUE 4003.3393.
- Por favor, qual é a filial mais perto da Cantareira? 
- Não tenho endereços! - ruge a tendente do suposto SAC.
- Mas, moça, como assim? vocês não são da central de informações da Famosa Rede de Farmácias? 
- Não temos endereços!! - repete o grunhido a robot humana, já mais indignada com a minha insistência.
- Ok. Desisto e procuro por minha conta.

Paro o carro e um pedinte me aborda. Os pedintes sempre me abordam: 
- Tem um dinheiro pra eu comer, amigo?
- Não, dinheiro não, mas te ofereço um almoço, ok? espera eu sair da farmácia.

Meia hora depois, e ainda sem o remédio na mão, saio pra procurar a Outra Rede Famosa de Farmácias & Drogarias, e lá continua o pedinte me esperando:
- E o que você fez Pepito?-
- Fui na lanchonete da esquina com ele, aquela que fica debaixo da árvore dos bugios-ruivos, sabe?
- Sei Pepito, sei, e daí?
- O senhor pedinte, uns 55 anos, me encara e fala: pode ser um McLanche Feliz?
- Pode, pode, pode - suspiro e concedo.
- E um Cheddar Mc Melt, também pode?
É o que eu sempre digo, o Pepito é ateu, e é chato, sim; mas se Deus existir, com certeza ele vai ser o primeiro comunista e ateu a sentar à destra do Santo Padre. E não pela caridade, não, mas pela santa paciência!

JV. Serra da Cantareira. Fevereiro de 2014 e 2019.