sábado, 23 de setembro de 2017

El que hereda no roba. El infractor II.

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El que hereda no roba

El infractor II.

Por fin ocurrió. 
Sí, hasta hoy me río del bigote de morsa de Onganía y me acuerdo de cómo corríamos de su policía brava en el Cordobazo. Y me hace gracia recordar al gringo Levingston, o su sucesor Lanusse, ladrándole a la prensa, poniendo miles de soldados asustados en las calles para contenernos. Y nosotros, incontenibles.

Y me muero de risa de solo pensar en los milicos del asesino L. B. Menéndez, esperándome hasta el día de hoy para hacer el servicio militar. Se quedaron con las ganas, y yo seguí vivito y coleando.

Y me atacan las carcajadas cuando me acuerdo de las pinzas del ejército en la ruta 2 en los años de 1978 y 79, pidiéndoles documentos y revisando a todos, menos a mí, que por una gracia de la Virgen del Valle me había vuelto invisible. Nunca me hice religioso ni dejé mi agnosticismo ateo pero, eso sí, empecé a creer en milagros.

Pero tanto transgredí leyes de gobiernos ilegítimos y desobedecí tiranos y dictadores ridículos que, por fin, un gobernante elegido por 53,29% de los votos válidos, el prefeito Doria, me sacó el carnet de conductor.

Sí señores, a los 66 años y medio, un gobernante me agarró por fin. Soñaba con mantener el invicto, escapándome como chancho engrasado por entre medio de las piernas de los poderosos. 

Pero no, me agarraron.

Voy a tener que entregar humildemente mi CNH - carteira nacional de habilitação- para las autoridades, ya que pasé el límite de besteiras posibles para un conductor distraido y poco atento.

No seré un ejemplo muy edificante para mis nietos - mis hijos me conocen más de cerca y me perdonarán-, pero la culpa toda es de mi viejo. 
Sí, él hacía dormir a mis hijos al son de la Marcha Peronista; él se pasaba los semáforos en rojo con una impafia digna del mejor daltónico; él se iba a dormir la siesta y cuando volvía le habían llevado el coche y ni sabía dónde lo había dejado estacionado; y claro que se iba a dormir de nuevo sin hacerse mala sangre.

El que hereda no roba, Doria. Devuélvame mi CNH, y prometo no reírme más de sus pulóveres rosados, ni de sus valijas Louis Vuitton.

Devuélvame, por favor, mi carnet de conductor, que necesito hacer las compras del súper y de la verdulería. 
Prometo ser más atento y nunca más transgredir las leyes del tránsito de nuestra organizada y civilizada urbe.

JV, arrepentido y afligido. SP, 23 de septiembre de 2017.

sexta-feira, 22 de setembro de 2017

Los guaraníes, la Sierra de la Plata y el Rey Blanco

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Los guaraníes, la Sierra de la Plata y el Rey Blanco

Los guaraníes del litoral marítimo brasileño contaban que muy hacia el oeste de sus tierras existía un territorio riquísimo, el de los caracaraes, que eran los dominios del llamado Rey Blanco, lugar en donde había una gran sierra de plata maciza, bañada por diversos ríos de oro y otras tantas e indecibles maravillas de la naturaleza.

Los incas irradiaban por entonces su esplendor y un poder avasallador por toda la América del Sur en tiempos anteriores a la conquista española.

Fue la época en la que los guaraníes realizaron grandes emigraciones hacia los territorios del actual Perú con la intención de conquistarlos, pero fueron expulsados. Algunos grupos guaraníes, ya de vuelta hacia las costas atlánticas, se establecieron en el Gran Chaco y en las actuales tierras paraguayas. De regreso a las costas del Brasil, los guaraníes se dedicaron a divulgar la fama de la Sierra de la Plata y de las ricas minas de Charcas, en el actual territorio boliviano. Las noticias, a su vez, eran aumentadas y deformadas por las fantasías del imperio incaico sobre el cerro Saigpurum, luego llamado Potosí por los españoles.

Los exploradores portugueses y españoles - en disputa por las tierras que hoy conforman el sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y las tierras orientales argentinas- suponían que, si entraban por el Río de la Plata,  podrían cargar sus barcos, llenándolos con los metales preciosos que irían a encontrar en el camino. Crecía el delírio de los europeos imaginándose como serían los súbditos del famoso Rey Blanco que, según lo que contaban los deslumbrados guaraníes, usaban coronas de plata y grandes planchas de oro colgadas del cuello.
Los adelantados españoles se deslumbraban con las constantes noticias traídas por los indios sobre la Sierra de la Plata y que hablaban del imperio grandioso en el occidente, en el rumbo de una larga cordillera de enormes montañas, custodiado por un  dragón invencible, que muchos, más realistas y estudiados, pensaban que se trataba nada más que de la impenetrable selva del enorme território del Gran Chaco.

Hacia el año 1516,  tres barcos volvían a España navegando por el río Paraná-Guazú después de haber descubierto el inmenso río al que Juan Díaz de Solís llamó Mar Dulce, luego conocido como Río de la Plata. 
Pero ocurrió que los restos del Solís y de gran parte de la tripulación quedaron por allí mismo, después de una matanza de la cual solo se salvó el grumete Francisco del Puerto. 
Más tarde la pequeña flota pasó por la isla Yurúminrín que luego Sebastian Caboto llamaría con el nombre de Santa Catalina, frente la costa de la Tierra de los Patos en los mares del sur brasileño. 
Una de las carabelas se atrasó y naufragó en el Puerto de los Patos, en la costa frente a la isla, quedando allí abandonados a su propia suerte dieciocho tripulantes.

Continuará.

Javier Villanueva, São Paulo, 21 de septiembre de 2017.

Bibliografía:
Domínguez, Manuel. El alma de la raza.
Fernández de Castillejo, Federico. La ilusión de la conquista. Atalaya. Buenos Aires, 1945.
Fitte, Ernesto J. Hambre y desnudeces en la conquista del Río de la Plata. Academia Nacional de la Historia. Bue-nos Aires, 1980.
Gandía, Enrique de. Historia crítica de los mitos de la conquista de América.

Rubio, Julián María. Exploración y conquista del Río de la Plata : siglos XVI y XVII. Salvat, 1953.

terça-feira, 19 de setembro de 2017

Don Ramón del Valle-Inclán, el funeral y los esperpentos


Don Ramón del Valle-Inclán, el funeral y los esperpentos

Don Ramón María del Valle-Inclán y Montenegro, nacido en Arosa, Galicia, en 1866 y muerto en 1936 en Compostela, fue el nombre con el que se hizo conocer el escritor  Ramón José Simón Valle Peña, poeta, dramaturgo y novelista, y un gran renovador de todos esos géneros literarios. 
Valle-Inclán es la cumbre del modernismo español y el creador del esperpento, que es un género teatral y también un punto de vista, o mejor, toda una concepción del mundo y de la vida. 
Como bien lo explica Valle en Luces de Bohemia una obra teatral en la que se encuentran todas las claves de su arte-, "el sentido trágico de la vida española sólo puede ofrecerse con una estética sistemáticamente deformada", como en los espejos que la reflejan con distorsiones, como un "esperpento", o sea, como algo grotesco y desatinado. 
"Esperpento", según la primera acepción del DRAEsignifica eso mismo, un "hecho grotesco o desatinado". El origen de la palabra es desconocido y, según el filólogo Joan Corominas – autor del Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico-, nadie ha investigado su etimología.
Ya en su edición de 1970, el DRAE oficializa la definición del término esperpento: "Género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado".
Y Valle va destilando su esperpento a medida que se aleja y deforma a propósito los cánones modernistas. En Las palabras de la tribuFrancisco Umbral escribe: "Valle tremendiza a Rubén - Darío-, principia a hacer la estética del horror. (…) Todo el Valle mejor parece escrito, sí, con la mano zurda que le falta, y esto es lo que da deformación a su obra, como él quería, más que los espejos del callejón del Gato". 
Hoy podemos decir que, aunque el genial escritor gallego sólo catalogó como "esperpentos" cuatro de sus obras -Luces de bohemiaLos cuernos de don FrioleraLas galas del difunto y La hija del capitán, las tres últimas publicadas en Martes de Carnaval-, el corazón del género lo encontramos, de un modo más o menos claro, en Divinas palabras,  su comedia más goyesca, con su idiota hidrocéfalo, sus gritos y su latín venciendo a la mujer desnuda, así como en las novelas que integran su inconcluso El RuedoIbérico.
Más tarde, Rafael Alberti, en su poema dedicado a Goya, crea un derivado de la palabra esperpento: "Y la Borbón esperpenticia, con su Borbón esperpenticio". Y recuerda los retratos de Carlos IV y de la reina María Luisa. Y sus pinturas negras. El pintor zaragozano animalizó, cosificó, exageró y caricaturizó en sus obras. Digamos entonces que la génesis del esperpento es plástica y pictórica; su idealización y conceptualización, literaria *. Aunque dicen que el término ya se usaba a finales del siglo XIX para definir un "desatino literario", es nuestro Ramón María del Valle-Inclán quien, en Luces de bohemia, acuña su definición más completa, viva y personal:
MAX: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
Y como veremos enseguida, él mismo, el escritor Valle-Inclán, es una creación esperpéntica, con su singular figura, su barba larguísima, su melena y un rengueo sospechoso, sobre el cual hizo circular todo tipo de leyendas, incluyendo la de un duelo que seguramente nunca existió.

La muerte y el entierro. Esperpénticos

El caso es que el 7 de marzo de 1935 don Ramón del Valle-Inclán y Montenegro, conocido ya como el más grande de los escritores nacidos en Galicia, y uno de los más grandes de toda la literatura española, llega a Compostela desde Madrid, donde habitualmente vive. Él no lo sabe, claro, pero don Ramón viene para morirse en su tierra natal. 
Valle-Inclán se aloja en el hotel Compostela, pero enseguida debe ser internado en el sanatorio del doctor Manuel Villar Iglesias, del otro lado de la calle, al lado del café Derby, para tratarse con urgencia de un cáncer de vejiga.
Al principio del tratamiento siente una mejoría y pasa los meses de calor en tertulias en el Derby, paseando por la Alameda y escapándose con los viejos amigos a otras ciudades de su querida Galicia. Pero la enfermedad reaparece con más fuerza y en noviembre los síntomas son ya muy preocupantes, teniendo que permanecer en cama, otra vez internado en el sanatorio.

Ocurre entonces que la ciudad de Santiago de Compostela se divide en dos bandos irreconciliables alrededor de un tema que ambas partes consideran como algo de vital importancia: hay que decidir si Valle-Inclán debe confesarse y morir como un buen católico, o no.
No nos olvidemos que Compostela es la ciudad del Apóstol Santiago, una de las tres grandes capitales del mundo cristiano, después de Roma y Jerusalén. El clero y en torno suyo todas las fuerzas conservadoras y reaccionarias de la ciudad no están dispuestos a dejar que el creador de los esperpentos lleve hasta las últimas consecuencias su ateísmo. Además, según esta derecha local, se trata de un ateísmo al que ellos no consideran auténtico y que atribuyen a la simple vanidad de Valle-Inclán de no querer empañar a última hora su imagen de escritor anticlerical. Para tratar de impedir que el escritor se muera sin los últimos sacramentos mandan un cura a la habitación del enfermo. 
Pero ocurre que los del otro bando, los de la izquierda, que persigue el triunfo de que el escritor muera sin confesión justamente en la meca de los curas y su religión, mantienen día y noche la puerta de la habitación bien defendida. En varias ocasiones trata el cura de entrar, pero en todas ellas es eficazmente rechazado. 
Finalmente el enfermo se muere sin la confesión el 5 de enero de 1936.
Las fuerzas vivas de la derecha conservadora de Santiago de Compostela se niegan entonces a rendirle cualquier tipo de homenaje al ilustre fallecido. 
Ni el Ayuntamiento ni la Universidad mandan sus representantes al sepelio ni autorizan ninguno de sus edificios para instalar la capilla ardiente que don Ramón del Valle-Inclán se merece. 
Pero los del bando de la izquierda se mueven con eficacia para hacerle un entierro colosal en el que se muestre la fuerza de la solidaridad obrera. Se organizan vagones especiales en los trenes y los coches de línea se desvían o amplían su recorrido, de modo tal que a Compostela puedan llegar miles de personas de toda Galicia que ocupan literalmente toda la ciudad.

Pero el tiempo meteorológico no ayuda. Las aguas tempestuosas caen súbitamente sobre la ciudad y toda esta imagen de fuerza del bando de la izquierda queda subitamente desarticulada. 
A las cinco de la tarde sale el cajón con el muerto ilustre del sanatorio entre vientos, truenos, relámpagos y un aguacero torrencial, en un cuadro digno del cuadro más tenebroso de Goya. El coche que lo lleva hasta el cementerio de Boisaca, a unos dos kilómetros del centro de la ciudad, pero el cortejo fúnebre no es ni sombra de lo que podría haber sido con mejores condiciones meteorológicas.
Y cuando ya se se aproxima al cementerio, para agregar más Goya y esperpentos al cuadro, se encuentra el cortejo con un grupo de fascistas que en un intento de deslucir el acto fúnebre organizaron un entierro paralelo. Llevan un perro muerto y se proponen enterrarlo al lado del escritor, pues dicen que, al ser un animal tampoco él necesita de sacramentos ni de un cura. Se arma un gran revuelo, pero como el grueso de los obreros más radicales se quedaron en la ciudad, los contrincantes no llegan a los hechos.
Llegan por fin al cementerio de Boisaca, y ya al lado de la fosa, a la incierta luz de unas velas, el espantoso aguacero acelera la rápida llegada de la noche invernal. Y es entonces que ocurre el más grotesco de los esperpentos
Al ir a bajar el féretro, un joven izquierdista nota de pronto que encima de la tapa alguien colocó un crucifijo. Se lanza a arrancarlo y en su precipitación desastrada ambos, joven y ataúd, ruedan juntos hacia las entrañas de la tierra, quedando expuesto el cadáver a través de las tablas rotas.
Ya es muy de noche cuando los sepultureros terminan de tapar de tierra la fosa.
Sobre la tierra se colocará más tarde una gran losa de granito, que allí está hasta el día de hoy. Y como bien describe Antón Rodicio en su relato de estos hechos, eso es lo único que la contradictoria Compostela, le dio al más ilustre de todos los escritores gallegos.  (JV)

*
Aunque el 1920 de Valle-Inclán y el 1797 de Goya eran obviamente eras muy diferentes, usaron una lenguaje visual parecida para describir sus mundos.  Además, vivieron épocas en constante cambio, por la industrialización y el capitalismo masivo.  Este cambio social constante es lo que reflejado por Goya se convierte en dibujo grotesco y por Valle-Inclán en esperpento.
En "Los Caprichos", hasta las figuras humanas supuestamente normales se ven deformadas, con expresiones exageradas y proporciones indefinidas.  Lo que no se encuentra enfocado en luz blanca se distorsiona, dando a los animales la apariencia de caricaturas y a los seres humanos un aspecto monstruoso (por ejemplo, los animales en "El sueño de la razón" y las caras humanas en "No hubo remedio").  Francisco de Goya usa el estilo grotesco que ha definido para comentar sobre elementos espantosos del carácter humano y del mundo en que vivía. 
Valle-Inclán, de una manera parecida, define sus personajes a grandes rasgos.  Los personajes que no son centrales al trama tienen un aspecto que les define, como comerciante, revolucionario, o mujer en luto, y Max Estrella, como el personaje principal, es un artista idealizado.  Estos personajes se encuentran descritos en términos fantasiosas o cubistas, con cuerpos a veces deformados por la luz.   

Vea más en Carlos G. Reigosa, Javier del Valle-Inclán, José Monleón, “La muerte de Valle-Inclán. El último esperpento”, Ed. Ézaro, 2008.

quinta-feira, 7 de setembro de 2017

Hugo Pratt en la Argentina

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Luego de 20 años de recorrer aventuras por mares y tierras, vivir revoluciones, buscar tesoros, Corto Maltés llega a Buenos Aires en 1923. Hugo Pratt cuenta en el álbum Tango no solamente esta aventura de Corto, sino también describe una Argentina viviendo una época económica de oro y de gran crueldad humana con el tráfico de prostitución descripto por el periodista Albert Londres en Los Caminos de Buenos Aires. Los dos especialistas hablarán del Corto Maltés, de sus aventuras porteñas y argentinas, de esta Argentina soñada y turbia pero también de su autor Hugo Pratt, quien vivió más de 10 años en este país.


Hugo Pratt en la Argentina


Por Gabriel Fernández *
LA SEÑAL MEDIOS, 19 julio de 2017

En 1949 Hugo Pratt llegó a la Argentina. El gran autor fue contratado por Editorial Abril. Si su producción resultó fructífera y brilló en cooperación con Héctor Germán Oesterheld, un dato relevante lo vincularía un poco más a esta tierra: se consustanció, o quizás se enamoró, de una Argentina que reflotaría una y otra vez en sus creaciones.

Tan es así que tiempo después situó, en una aventura temporalmente ubicada en 1924, a su máximo personaje, el Corto Maltés, en Buenos Aires.

Sin embargo, para los lectores de Conexión emerge una referencia singular, porque dibujó –a modo de fotografía turística- al romántico héroe en las esquinas de Pedro de Mendoza y Almirante Brown.

Durante un tiempo entonces, el Corto circuló por La Boca.

Y luego transitó otras regiones del entorno en una trama atractiva, melancólica y atravesada por momentos vibrantes que lo llevó por locales tangueros, estaciones de tren, caminos oscuros.

Pratt consiguió aprehender el ambiente porteño.

Como en sus otras historias, esa sensibilidad le permitió abordar la narración con veracidad.

Se ha señalado que una clave relevante de la secuencia del maltés surge de los datos cronológicos corroborables.

Conflictos bélicos, reyertas parciales, episodios con protagonistas que dejaron huella.

Es cierto, pero cabe indicar que el otro ingrediente es la naturalidad con la cual el autor ingresa a la historia, la deja desplegarse y asume los climas.

Sucede que Corto Maltés es una obra encantadora.

Fascinante.

Su lectura promueve emociones y al mismo tiempo ellas quedan envueltas en una calidez especial, acompasada por la ironía y la complicidad con un lector que si por un lado conoce el carácter esquivo de la figura, se sorprende ante circunstancias que, también, irrumpen ante los ojos del Corto.

INTERRROGANTES y DUALIDADES.

La pregunta que tantos seguidores se han hecho es, tomando en cuenta esos rasgos bien personales ¿qué mueve el andar del Corto Maltés?

Pratt juega con la discontinuidad entre el decir y el hacer.

El marinero afirma su búsqueda de riquezas y su desinterés por causas y luchas.

El marinero, ante cada desafío que se abre en su sendero, opta por acciones que le impiden acceder a los beneficios y se liga a banderas justas que no estimaba propias.

Es que la interioridad del maltés es digna.

Define su andar por encima de su voluntad.

Se adentra en situaciones que, más allá de lo previsto, exigen definiciones.

Y las definiciones son adoptadas por un esquema de valores que late en su ser y trascienden holgadamente los presupuestos fijados al inicio de la aventura.

Así, entre cobrar un suculento rescate por los pibes de una familia poderosa hallados a la deriva, opta por protegerlos y a través de un extenso zigzagueo, fomentar su libertad.

Así también, se compromete al traslado de una niña armenia amenazada por los controles turcos, en medio de disparos y amenazas.

Y así contribuye a dejar un puente hacia las nuevas generaciones de luchadores en el Matto Grosso, en vez de desentenderse de un problema inicialmente, ajeno.

Es el contraste entre los objetivos primarios del buscador de oro y su quehacer práctico lo que nos identifica con el maltés.

No es inexacto entonces comparar esa espiritualidad con la del orillero libre, anárquico y chusco, heredero del gaucho, en nuestra ciudad.

Especialmente en el Sur de Buenos Aires, donde esos personajes fueron articulando un modo de ser bravío y de difícil control para las autoridades.

Probablemente Pratt aprehendió esos rasgos y supo que se adaptarían a su creación.

Sin olvidar que, cuando alguien le pregunta por qué se inclina en tal o cual dirección, responda “por dinero”.

No se lo cree el Corto, lo lamenta su amigo – negativo Resputín, con quien compone una dupla admirable y psicológicamente intensa.

El andar de ambos es opuesto pero confluye.

La conjunción es muy distinta de otras parejas famosas, donde la armonía conceptual es limada sólo por las diferencias formales.

Aquí la distancia es de fondo, y sin embargo, deambulan juntos, insultándose, golpeándose, salvándose, por todo el orbe.

Vale un comentario. El maltés explica en un episodio que Rasputín “es malo, pero no lo sabe”.

A tal punto llega la admisión de la amistad contrastante, que cuando el salvaje ruso asesina innecesariamente a la dama de la cual Corto Maltés se había enamorado, a la vera de un tren, sobre un paisaje nevado, todo se resuelve con una buena pelea a las trompadas; pero luego de la reyerta, ambos siguen sus caminos, juntos.

Es decir, no hay crimen que Corto no termine perdonando a Rasputín, a pesar de operar en un sentido diametralmente opuesto.

Los valores intrínsecos del maltés lo llevan a favorecer la justicia, a arriesgarse por los débiles, a situarse naturalmente del lado popular de los acontecimientos.

Suele declamar lo contrario, y tales aspiraciones mercenarias son plasmadas por su compañero.

Todo, envuelto por un clima suave, en un andante que brinda el tono a las historias.

Como dato relevante, cabe indicar que las películas animadas realizadas en derredor del enorme invento de Pratt son leales a los originales y pueden disfrutarse sin prevención.

A quienes primero nos acercamos a la obra a través del dibujo original, puede sorprendernos gratamente el traspaso al movimiento, que se caracteriza por un respeto estricto del sentido profundo de la labor del historietista.

Como sabemos, no siempre es posible decir lo mismo cuando el papel se traduce en la pantalla.

GF

Hugo Eugenio Pratt nació en Playa de Lido, entre Ravena y Rimini, Italia, un 15 de junio de 1927.

Después de transitar el mundo, falleció en Grandavaux, Suiza, el 20 de agosto de 1995.

Provenía de una familia compuesta por franceses, anglosajones, venecianos.

Tres mujeres fueron importantes en este período de la vida de Pratt: la yugoslava Gucky Wogerer, con la que se casó en Venecia en 1953 y con la que tuvo dos hijos (Lucas y Marina); Gisela Dester, que fue su asistente y después su compañera, y Anna Frogner, con la que tuvo otros dos hijos, Silvina y Jonás.

Ninguno de sus hijos acabaría dedicándose al cómic: Lucas trabajó en la inseminación de vacas en la Argentina y Jonás era matemático.

Entre 1949 y 1962 vivió en la Argentina.

Trabajó junto a Oesterheld, Francisco Solano López, Juan Luis Salinas, José Muñoz. Participó de Editorial Abril y Editorial Frontera.

Brindó clases de dibujo con Alberto Breccia en la Escuela Panamericana de Arte.

Luego retomó su recorrido europeo.

Su labor nos deleita en el presente.

GF

Autor del texto: Gabriel Fernández es el Director de La Señal Medios / y el Sindical Federal / Trabaja en el Area Periodística de Radio Gráfica.

Texto publicado en el periódico Conexión 2000 Arte y Cultura.