El que hereda no roba
El infractor II.
Por fin ocurrió.
Sí, hasta hoy me río del bigote de morsa de Onganía y me acuerdo de cómo corríamos de su policía brava en el Cordobazo. Y me hace gracia recordar al gringo Levingston, o su sucesor Lanusse, ladrándole a la prensa, poniendo miles de soldados asustados en las calles para contenernos. Y nosotros, incontenibles.
Y me muero de risa de solo pensar en los milicos del asesino L. B. Menéndez, esperándome hasta el día de hoy para hacer el servicio militar. Se quedaron con las ganas, y yo seguí vivito y coleando.
Y me atacan las carcajadas cuando me acuerdo de las pinzas del ejército en la ruta 2 en los años de 1978 y 79, pidiéndoles documentos y revisando a todos, menos a mí, que por una gracia de la Virgen del Valle me había vuelto invisible. Nunca me hice religioso ni dejé mi agnosticismo ateo pero, eso sí, empecé a creer en milagros.
Pero tanto transgredí leyes de gobiernos ilegítimos y desobedecí tiranos y dictadores ridículos que, por fin, un gobernante elegido por 53,29% de los votos válidos, el prefeito Doria, me sacó el carnet de conductor.
Sí señores, a los 66 años y medio, un gobernante me agarró por fin. Soñaba con mantener el invicto, escapándome como chancho engrasado por entre medio de las piernas de los poderosos.
Pero no, me agarraron.
Voy a tener que entregar humildemente mi CNH - carteira nacional de habilitação- para las autoridades, ya que pasé el límite de besteiras posibles para un conductor distraido y poco atento.
No seré un ejemplo muy edificante para mis nietos - mis hijos me conocen más de cerca y me perdonarán-, pero la culpa toda es de mi viejo.
Sí, él hacía dormir a mis hijos al son de la Marcha Peronista; él se pasaba los semáforos en rojo con una impafia digna del mejor daltónico; él se iba a dormir la siesta y cuando volvía le habían llevado el coche y ni sabía dónde lo había dejado estacionado; y claro que se iba a dormir de nuevo sin hacerse mala sangre.
El que hereda no roba, Doria. Devuélvame mi CNH, y prometo no reírme más de sus pulóveres rosados, ni de sus valijas Louis Vuitton.
Devuélvame, por favor, mi carnet de conductor, que necesito hacer las compras del súper y de la verdulería.
Prometo ser más atento y nunca más transgredir las leyes del tránsito de nuestra organizada y civilizada urbe.
JV, arrepentido y afligido. SP, 23 de septiembre de 2017.
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