sábado, 26 de junho de 2021

Las guerras de independencia hispanoamericanas

 



Las guerras de independencia hispanoamericanas

Se conocen como guerras de la independencia hispanoamericanas a una serie de conflictos armados en las posesiones americanas del Imperio español a principios del siglo XIX, entre 1810 y 1829, en los que se enfrentaron el bando a favor de las independencias -o patriota o revolucionario-, en una operación conjunta contra el bando a favor de mantener la integridad de la Monarquía española, ​ -realista o virreinal. Según la postura historiográfica, estos conflictos además de guerras de independencia, son considerados también guerras civiles o una combinación de diversas formas de guerras.

Los movimientos independentistas de Hispanoamérica adquirieron formas políticas variadas de acuerdo con las condiciones de cada región, y todos convergen finalmente en el Estado liberal. Así, una postura historiográfica dice que la emancipación hispanoamericana tiene sus raíces en la independencia de las colonias británicas de América del Norte en 1776, la Revolución francesa o la Revolución haitiana.

El antecedente inmediato de la emancipación hispanoamericana es la abdicación de los reyes Borbones en 1808 ante la invasión francesa de España. Como respuesta a la entronización del rey José Bonaparte en España, entre 1808 y 1810 se instalaron juntas de gobierno que ejercieron la soberanía en nombre del abdicado rey Fernando VII, tanto en la península ibérica, como en los territorios americanos. La resistencia de las juntas americanas a someterse a todos los gobiernos formados en España, radicalizó las posiciones y llevó a la lucha armada entre realistas y patriotas. A partir de 1810 varios movimientos americanos empezaron a declararse autónomos del gobierno español, y más tarde, estados nacionales independientes bajo regímenes republicanos, y formaron ejércitos "patriotas" o "libertadores". Se destacaron los comandados por Hidalgo y Morelos en México, y las del rioplatense José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar en América del Sur.

La independencia de los nuevos estados de América se consolidó en la década de 1820, con el Trienio Liberal, derivando en la creación en México del Ejército Trigarante en 1821 y terminando en América del Sur con la destrucción del último ejército virreinal en la batalla de Ayacucho en 1824, suceso al que se suele recurrir como el fin de las grandes campañas de las guerras de independencia en América del Sur.

Aunque el periodo estricto de lucha militar iría desde el combate de Cotagaita (1810) hasta la batalla de Tampico (1829). Los últimos bastiones españoles son el Castillo San Felipe en Puerto Cabello hasta 1823; en San Juan de Ulúa, Veracruz hasta 1825. Por último, en enero de 1826, caen los reductos españoles del Callao y Chiloé.

Solo permanecen como últimos dominios españoles las islas de Cuba y Puerto Rico, que resisten como bases de la reconquista tras los frustrados planes colombo-mexicanos de expedición conjunta para la liberación de Cuba (1820-1827).

El último capítulo de la guerra terminó con la tentativa de reconquista de España contra sus antiguas posesiones mexicanas en 1829, cuando la expedición de Isidro Barradas llegó a Tampico y fue derrotada por el Ejército Mexicano. Sin embargo los gobiernos independientes tuvieron que enfrentar las guerrillas realistas, por ejemplo entre 1823 y 1827 en Venezuela; entre 1822 y 1826 en Pasto, Colombia; hasta 1832 en el sur de Chile, apoyados por mapuches y pehuenches; y hasta la década de 1830, la guerrilla de Iquicha en Perú.

El reconocimiento internacional de las independencias llega desde el Reino Unido de Portugal y Brasil en primer lugar. Seguidamente los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia establecieron relaciones comerciales con los nuevos gobiernos americanos y luego reconocieron la soberanía de los nuevos estados a lo largo de la década de 1820. Sin embargo España solo abandonó los planes de reconquista después de la muerte del rey Fernando VII, ocurrida en 1833. Las Cortes españolas renunciaron a sus posesiones en América en 1836 y autorizaron al gobierno para realizar tratados de paz y reconocimiento con todos los nuevos estados surgidos en el continente.


Los antecedentes de las Guerras de Independencia Hispanoamericanas

 

Réplica del barco Leander en el Parque del Este de Caracas -Parque Francisco de Miranda-.


Los antecedentes de las 

Guerras de Independencia Hispanoamericanas

Mucho antes del inicio de los conflitos en 1808, se reconocen antecedentes al proceso independentista en Hispanoamérica. Unos ocurrieron en la América española, otros en la metrópoli, y otros más fueron internacionales, de influencia mundial, como la independencia de los EUA (1776) y la revolución francesa (1789).

 

En Hispanoamérica

Desde décadas anteriores hubo revoluciones de diversas características y finalidades, que no formaron parte del movimiento independentista hispanoamericano, entre las que se destacaron la rebelión de Túpac Amaru I en Perú (1570), la Guillén de Lampart en México (1640-1643), las Revoluciones de los Comuneros en Paraguay (1721-1735), la del canario Juan Francisco de León contra el monopolio de la Real Compañía Guipuzcoana en Venezuela (1748), el levantamiento maya liderado por Jacinto Canek en Yucatán, México (1761), y el levantamiento quechua-aimara liderado por Túpac Amaru II en el Cuzco, Perú (1780-1781). La Revolución de los comuneros en Socorro (actual Santander, Colombia), además de la guerra de Arauco en la que el pueblo mapuche había detenido el avance español por más de dos siglos. O la Guerras Calchaquíes que enfrentaron al imperio español con la resistencia Diaguita y de los Quilmes por más de un siglo.

Más tarde, las ideas liberales de la Ilustración fueron difundidas en América y en toda Europa y llegaban a las universidades, las academias literarias y las sociedades económicas, que fomentaron los ideales revolucionarios contrarios a la Monarquía española y su Imperio. Entre las nuevas ideas sobresalían la soberanía nacional, el contrato social de Rousseau, y los derechos individuales, opuestos al absolutismo real.

Fueron decisivos también los encuentros de los dirigentes hispanoamericanos de la revolución en el exterior y la participación de algunos de ellos en las revoluciones liberales europeas, y sus contactos con los gobiernos exteriores.

En España

Proyectos españoles para la independencia de América:

En varias ocasiones a fines del siglo XVIII y principios del XIX, la Corona española se planteó la posibilidad de crear reinos independientes en los territorios americanos. Según estos planes, los virreinatos pasarían a ser gobernados por miembros de la familia real, convirtiéndose en monarquías hereditarias. Los sucesos dramáticos de la política europea española al final del reinado de Carlos IV en 1808 determinaron el abandono de estos planes.

 

Internacionales

La Declaración de Independencia de los EEUU de 1776 por las trece colonias americanas de Inglaterra, que inició los procesos de independencia del colonialismo europeo.

La Declaración de Derechos de Virginia de 1776, la primera en proclamar que todos los hombres son por naturaleza libres e independientes y tienen una serie de derechos inherentes de los cuales no pueden ser privados.

La Revolución Francesa de 1789, que proclamó la igualdad de todos los franceses y sus derechos fundamentales; aunque excluía a los esclavos de sus colonias.

La revolución haitiana de 1805 realizada por los esclavos negros de esa colonia francesa, la primera en abolir la esclavitud y la primera en lograr la independencia del colonialismo en América Latina y el Caribe, aprovechando que el emperador Napoleón no evitaría la independencia al estar involucrados en sus guerras por toda Europa.

La derrota de la flota española en la Batalla de Trafalgar en 1805 a manos del Imperio británico.

Los fallidos intentos del Imperio británico para ocupar nuevos territorios continentales americanos, como el que había protagonizado contra Cuba y Cartagena de Indias en la Guerra del Asiento (1741) o las dos Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata en 1806 y 1807, llevó a generar una conciencia hispanoamericana de las capacidades y poderes propios y a la creación de varios cuerpos militares locales como el Regimiento de Patricios.

El intento fallido de invadir y liberar Venezuela en 1806 por una expedición naval organizada en los Estados Unidos, liderada por el general Francisco de Miranda.


La expedición de Francisco de Miranda

La expedición llevada a cabo por Francisco de Miranda en 1806 tuvo como finalidad, iniciar a partir de Venezuela una serie de acciones destinadas a promover la independencia en la América hispana. Para desarrollar esta empresa Miranda desembarcó en Nueva York el 9 de noviembre del año anterior, procedente de Londres, entrevistándose con notables personajes norteamericanos tales como Thomas Jefferson, James Madison, secretario de Estado; el coronel William Smith, inspector del puerto de Nueva York; Samuel Ogden, armador que comerciaba con Haití y Thomas Lewis, dueño de una importante casa de comercio en Haití y amigo de Alejandro Petión. Como resultado de estas conversaciones Miranda obtuvo los recursos que le permitieron tomar en alquiler un barco de Ogden, al cual bautizó como Leander (en recuerdo de su hijo Leandro), y un bergantín de 180 toneladas, armado con 18 cañones. Tras poner punto todos los preparativos, el 2 de febrero de 1806, zarpó de Nueva York el Leander, capitaneado por Thomas Lewis y con cerca de 200 hombres reclutados en los Estados Unidos. Entre las cosas con las que contaba dicha expedición se encontraban suministros guerra e incluso una imprenta, con la cual se pretendía publicar panfletos y documentos revolucionarios.

 

El 19 de febrero de 1806 llegó Miranda al puerto de Jacmel (Haití), donde contaría con una ayuda ofrecida por Petión. Posteriormente, el 12 marzo de 1806 al levar anclas en dicho puerto, fue izado en el Leander el tricolor mirandino (amarillo, azul y rojo), el mismo que años después será declarado como la bandera nacional de Venezuela. Frente a este pabellón, juraron Miranda y sus hombres hacer libre a Hispanoamérica del yugo español. En Haití consiguió Miranda sus fuerzas expedicionarias con la adquisición de 2 goletas: Bacchus y Bee. Luego de esto, el 27 de marzo de 1806 zarpó la expedición y el 9 de abril llegó a Aruba para obtener agua y víveres. Por este tiempo, el embajador de España en los Estados Unidos, el marqués Casa-Irujo, informó al Gobierno de Venezuela acerca de las actividades de Miranda y de sus intenciones de desembarcar en las costas venezolanas. Informadas las autoridades de los planes de Miranda, refuerzan sus fortalezas, milicias y naves de guerra. El 27 de abril cuando la expedición se disponía a realizar un desembarco nocturno en las playas de Ocumare (Edo. Aragua), una serie de incidentes impidió la ejecución de esta operación y al amanecer del 28, los expedicionarios cayeron bajo la acción de 2 buques españoles, Argos y Ceres, mandados por el teniente de navío Agustín Blanco. Tras una breve refriega, las fuerzas de Blanco apresaron las 2 goletas de Miranda y tomó prisioneros a 60 de sus hombres, los cuales fueron trasladados a Puerto Cabello. Ante este revés, Miranda tomó la decisión de retirarse con el Leander a Bonaire, de donde pasó a Granada y luego a Barbados. En esta última isla estableció conversaciones con su gobernador el contralmirante Alejandro Cochrane, quien le garantizó auxilios y protección contra el ataque de las fuerzas españolas.

El 20 de junio de 1806 salió Miranda de Barbados rumbo a Trinidad con hombres y buques facilitados por Cochrane, desde donde zarpó a su vez entre el 23 y el 25 de julio del mismo año hacia Venezuela. En este nuevo intento de desembarco en territorio venezolano, contaba con 400 hombres, 5 bergantines, 3 cañoneras y 2 barcos desarmados. El 3 de agosto de 1806 desembarcaron en La Vela de Coro la primera y segunda divisiones, que apoyadas por el fuego de la artillería de los buques, tomando la fortaleza y baterías de dicho puerto. A esto siguió la ocupación de Coro, lo cual se efectuó el día 4 de agosto. En esta ciudad al igual que en La Vela de Coro, izó Miranda la bandera tricolor, solicitó la ayuda de Jamaica, Trinidad y Barbados y trató de ganar la voluntad de los vecinos de Coro y pueblos cercanos, sin conseguirlo. Por tal motivo, ante la indiferencia de los habitantes de Coro y el bloqueo de todas las vías hacia la ciudad por parte de las autoridades realistas, Miranda finalmente tomó la decisión de abandonar el territorio venezolano el 13 de agosto del mismo año. En cuanto a los prisioneros tomados en la acción de Ocumare del 28 de abril, 10 fueron ahorcados el 21 de julio de 1806 en Puerto Cabello; mientras los demás fueron reducidos a prisión en varias fortalezas americanas.

 


terça-feira, 8 de junho de 2021

A independência no Brasil e em Hispano-américa. BBC Brasil

 



Por que o Brasil continuou um só enquanto a América espanhola se dividiu em vários países?

Luis Barrucho - @luisbarrucho*

Da BBC News Brasil em Londres. 7 setembro 2018

Quase dois séculos atrás, em 7 de setembro de 1822, o Brasil ganhava sua independência de Portugal. Mas por que a América portuguesa se tornou um único país, enquanto a América espanhola se fragmentou em outros tantos? Não há apenas uma única razão, mas várias, segundo historiadores com quem a BBC News Brasil conversou. E, para quem busca respostas fáceis, um alerta. Não há unanimidade nas conclusões.

Maiores distâncias, diferentes estilos de administração. 

Uma das causas tem a ver com a distância geográfica entre as cidades das antigas colônias e a forma como as duas possessões eram administradas por suas respectivas metrópoles. Ainda que a colônia portuguesa tivesse dimensões continentais, a maior parte da população se concentrava em cidades costeiras, enquanto o interior permanecia praticamente inexplorado, lembra à BBC News Brasil o historiador mexicano Alfredo Ávila Rueda, da Universidade Nacional Autônoma do México (UNAM).

"É verdade que, hoje, o Brasil é um país enorme, com mais de 8 milhões de km². Mas, na prática, na época da independência, as principais cidades se concentravam no litoral. As distâncias entre as cidades eram, assim, menores do que na América Espanhola. O interior era praticamente território que não era controlado pela Coroa portuguesa", diz. Já a América Espanhola era formada por quatro grandes vice-reinados: Nova Espanha, Peru, Rio da Prata e Nova Granada, com poucos vínculos - senão comerciais - entre si. Cada um deles respondia à Coroa e tinha vida própria. Ou seja, eram administrados localmente. Além disso, foram criadas capitanias que tinham governos independentes desses vice-reinados, como as da Venezuela, Guatemala, Chile e Quito, acrescenta Ávila Rueda.

"A administração espanhola se deu em torno de duas 'sub-metrópoles': México e Peru. Isso não aconteceu no Brasil, onde a administração era muito mais centralizada", explica o historiador mexicano.

Diferenças entre as elites

Outra causa está relacionada à formação e à representatividade das elites nas duas colônias, na opinião do historiador brasileiro José Murilo de Carvalho.

No Brasil, a elite era muito mais homogênea ideologicamente do que a espanhola, diz ele. Carvalho argumenta que isso se deveu à tradição burocrática portuguesa. Portugal nunca permitiu a criação de universidades em sua colônia. Escolas superiores só foram criadas após a chegada da corte, em 1808. 

Assim, os brasileiros que quisessem e pudessem ter formação universitária tinham que viajar a Portugal, sobretudo à cidade de Coimbra. "Diante de um pedido para se criar uma escola de Medicina em Minas Gerais, no século 18, a resposta da Corte foi: agora pedem uma faculdade de Medicina, daqui a pouco vão pedir uma faculdade de Direito e, em seguida, vão querer a independência", exemplifica o historiador brasileiro. 

Quando se formavam, esses ex-alunos voltavam ao Brasil e acabavam ocupando cargos importantes na administração da colônia. Ou seja, um desembargador em Pernambuco formado em Coimbra tinha grandes chances de conhecer um desembargador do Rio de Janeiro também diplomado na mesma universidade, ou de ter conhecidos em comum, o que, na opinião de Carvalho, favoreceu um sentimento de unidade na colônia. 

"Esses estudantes luso-brasileiros em Coimbra tinham organização própria. Envolveram-se no mesmo ensino que os portugueses e foram absorvidos pela burocracia da Corte, sendo enviados a todos os pontos do império português - do Brasil à África. Portugal tinha uma população muito pequena à época e não havia gente suficiente para administrar seu império. Acabou dependendo dos brasileiros treinados lá", diz."Eles formaram grande parte da elite política brasileira até cerca de 1850, como ministros, conselheiros de Estado, deputados e senadores", acrescenta.

Segundo Murilo de Carvalho, essa formação da elite brasileira em Portugal acabou por favorecer a obediência à figura real e a crença nas virtudes do poder centralizado.

Entre 1772 e 1872, passaram pela Universidade de Coimbra 1.242 estudantes brasileiros. Por outro lado, na América Espanhola, durante esse mesmo período, 150 mil estudantes se formaram em universidades locais, diz Carvalho. 

Havia pelo menos 23 universidades na colônia, três delas apenas no México. Só a Universidade do México formou quase 40 mil estudantes. Dessa forma, argumenta o historiador, quando os movimentos de independência na América Espanhola começaram a ganhar força, no século 19, eles surgiram coincidentemente nos locais onde havia universidades. E praticamente todos esses locais com universidades acabaram dando origem a um país diferente. Ávila Rueda contesta, contudo, essa última hipótese. "Essas universidades eram, em sua maioria, reacionárias...aliadas à Coroa espanhola", diz.

"A Universidade do México, por exemplo, era muito reacionária, a tal ponto que, em 1830 (após a independência do México), o governo mexicano decidiu fechá-la porque acreditava que não seria possível reformá-la", acrescenta. 

Neste sentido, o historiador mexicano diz acreditar que a livre circulação de impressos (jornais, livros e panfletos) na América espanhola, que não era permitida na América portuguesa (a proibição só foi revertida em 1808, com a chegada da corte portuguesa ao Brasil), teve papel muito mais importante na construção de identidades regionais do que propriamente as universidades.

"Já na América portuguesa, tudo o que era consumido vinha de Portugal, o que gerava esse vínculo muito forte com a metrópole", lembra. Mas fato inconteste era que, na América espanhola, os nascidos na colônia, os chamados criollos, a elite local (grandes proprietários de terras, arrendatários de minas, comerciantes e pecuaristas) eram desprezados em relação aos nascidos na Espanha, os Peninsulares. Até 1700, quando a Espanha era governada pela dinastia dos Habsburgo, as colônias tinham bastante autonomia.

Mas tudo mudou com as reformas borbônicas feitas pelo rei espanhol Carlos 3º. Naquele momento, a Espanha precisava aumentar a extração de riqueza de suas colônias para financiar a manutenção de seu império e guerras nas quais estava envolvido .Com isso, a Coroa decidiu expandir os privilégios dos peninsulares - colonos nascidos na Espanha -, que passaram a ocupar os cargos administrativos anteriormente destinados aos criollos. Ao mesmo tempo, as reformas realizadas pela Igreja Católica reduziram os papéis e os privilégios do baixo clero, que também era formado em sua maioria por criollos.

 

Napoleão invade Portugal e a família real portuguesa foge para o Brasil

Outro motivo que explica a manutenção da unidade do Brasil, senão o mais importante, foi a fuga da família real portuguesa para sua então maior colônia, de acordo com os historiadores.

Em 1808, com a invasão de Portugal por Napoleão Bonaparte, o príncipe regente João fugiu para o Rio de Janeiro, transferindo não somente a corte, mas toda a burocracia do governo: arquivos, biblioteca real, tesouro público e cerca de 15 mil pessoas. O Rio de Janeiro virou, então, a sede político-administrativa do império. A presença do rei em território brasileiro serviu como fonte de legitimidade para que a colônia se mantivesse unida.

"O rei era um herdeiro legítimo do poder. Temos dificuldade de entender a importância disso hoje, mas naquela época a figura de Dom João 6º como monarca tinha muita força", diz à BBC News Brasil o historiador americano Richard Graham, professor emérito da Universidade do Texas e considerado um dos maiores especialistas em história da América Latina nos Estados Unidos. Carvalho explica que a "transferência trouxe para o Brasil toda a burocracia portuguesa. Portugal passou a ser uma dependência. Desenvolveu-se, portanto, um foco de legitimidade política no país".

"Se Dom João não tivesse vindo para o Brasil, o país teria se dividido em cinco ou seis países. Os lugares de maior desenvolvimento econômico, como Pernambuco e Rio de Janeiro, teriam conseguido sua independência", assinala.

Enquanto isso, o rei espanhol é forçado a abdicar do trono.

Na Espanha, contudo, essa fonte de legitimidade foi questionada após a invasão de Napoleão. Ele forçou o rei espanhol, Carlos 4º e seu filho, Fernando 7º, a abdicar do trono a favor de seu irmão, José Bonaparte (mais tarde José 1º da Espanha). Na colônia, a notícia caiu como uma bomba. Aqueles que viviam na América Espanhola já não sabiam mais a quem obedecer. Surgiram juntas administrativas, muitas das quais no começo governavam em nome de Fernando 7º, recusando-se a receber ordens de juntas semelhantes formadas na Espanha (após a invasão de Napoleão, o governo espanhol foi dividido em inúmeras juntas administrativas).

Quando Napoleão foi derrotado, esses líderes locais já tinham experiência de autogoverno. Reconduzido ao trono em 1814, Fernando 7º não garantiu a autonomia deles e tentou usar a força para restabelecer a submissão das colônias. Esse fato aliado à política discriminatória por parte da Coroa Espanhola em relação aos nascidos nas Américas fez com que eles se rebelassem, inspirados pelos ideais iluministas espalhados pelas revoluções americana e francesa.

Com o apoio de outras castas, eles travaram lutas sangrentas contra a Espanha por independência, entre 1809 a 1826. Por outro lado, quando Napoleão foi derrotado, Dom João 6º elevou o Brasil à condição de Reino Unido a Portugal. Também permaneceu no Rio de Janeiro até que as cortes exigissem seu retorno a Lisboa, em 1820, e aceitasse uma constituição liberal.

Dom João 6º deixou seu filho, Pedro, como príncipe regente no Brasil, e em 1822, Pedro tornou o Brasil independente, coroando a si mesmo como Dom Pedro 1º. O Brasil ganhou então a independência como uma monarquia constitucional.

Temor social

Preocupações econômicas e sociais também contribuíram fortemente para assegurar a unidade do Brasil. Segundo Graham, fazendeiros e homens ricos das cidades acabaram aceitando uma autoridade central por dois motivos: a ameaça de desordem social e o apelo de uma monarquia legítima. 

Um possível desmembramento do Brasil em diferentes países poderia colocar em xeque o firme controle social desejado pelos proprietários de terras e escravocratas. Inicialmente, eles achavam que conseguiriam manter o respeito e a obediência, mas revoltas populares provaram o contrário, na prática. No Haiti, por exemplo, a independência significou o fim da escravidão.

Embora o Brasil tenha conseguido sua independência de Portugal sem recorrer à luta militar generalizada, os líderes regionais procuravam maior liberdade em relação à capital, o Rio de Janeiro, diz Graham. Mas, com o tempo, eles perceberam que essa vontade de reivindicar um autogoverno regional ou a independência completa do governo centralizado poderia enfraquecer sua autoridade, não somente sobre os escravos, mas também sobre as classes inferiores em geral. 

Ou seja, temiam a desordem social. "É importante lembrar que o Brasil era um país de escravos. Eles compunham grande parte da população. Era muito perigoso que as classes dominantes começassem a brigar entre si e colocassem em risco sua legitimidade", destaca Graham. "Essa classe dominante temia que esses escravos pudessem aproveitar-se de suas divisões internas para se rebelar", acrescenta.

Na América Espanhola, por outro lado, diz o historiador americano, "as elites (...) aprenderam que poderiam lidar muito bem com uma população irrequieta. Todos os países hispano-americanos tomaram medidas que objetivavam terminar com a escravidão, possivelmente para diminuir o perigo da revolta escrava. Mestiços (e alguns mulatos, como na Venezuela), tinham o comando de forças militares e eram frequentemente recompensados com posse de terras tomadas dos monarquistas", diz.E ntre 1500 e 1866, a América Espanhola recebeu 1,3 milhão de escravos trazidos da África. 

No mesmo período, desembarcaram no Brasil 4,9 milhões, segundo dados da The Trans-Atlantic Slave Trade Database, um esforço internacional de catalogação de dados sobre o tráfico de escravos - que inclui, entre outros, a Universidade de Harvard. O levantamento foi possível porque os escravos eram uma mercadoria, registrada na entrada e saída dos portos, sobre a qual incidia cobrança de impostos. Nenhum outro lugar do mundo recebeu tantos escravos.

Fragmentação em vários países

Mas por que as fronteiras dos países recém-independentes na América Espanhola não se mantiveram as mesmas das dos quatro vice-reinados? Ou seja, por que houve tanta fragmentação? Explica Ávila Rueda: "Na época colonial, o conceito de fronteira era distinto do dos Estados modernos. O que havia era um sistema de jurisdição, não de fronteiras. E as diferentes jurisdições às vezes se sobrepunham umas às outras". Ele cita o caso do vice-reinado de Nova Espanha (território que compreende parte dos Estados Unidos, México e América Central).

"Em termos de governo, o vice-rei tinha controle sobre praticamente todo o território, salvo as regiões mais ao norte, que eram independentes neste sentido. Mas, a nível fiscal, o governo do México tinha controle sobre essas regiões. Já em relação a questões jurídicas, a gestão era totalmente diferente". "Assim, houve conflitos bélicos muito fortes para delimitar essas fronteiras no século 19, inclusive após a independência", acrescenta.

Ávila Rueda lembra que, com a abdicação de Fernando 7º, ocorre um processo em que os territórios provinciais passam a lutar por "mais autonomia".

"Julgamos o passado a partir do nosso ponto de vista atual. Achamos que o vice-reinado de Nova Espanha se manteve como um país unido, que é o México atual. Mas nos esquecemos que depois da independência, surgiu o império mexicano, que incluía a atual América Central. Posteriormente, com a dissolução do império mexicano, se estabeleceram a federação mexicana e a federação centro-americana, que mais tarde se desintegraria em outros países", diz."

Houve um processo de fragmentação na América Espanhola

Eventualmente, algumas dessas províncias formam confederações para ter força militar e se defender de outros inimigos. Ou são unidas à força, como fez Simón Bolívar", acrescenta. Graham concorda. "Se você vai se tornar independente da Espanha, por que continuaria a se submeter aos mandos e desmandos de Buenos Aires, por exemplo? 

A divisão por vice-reinos era burocrática. E as fronteiras atuais dos países da América Latina demoraram para ser consolidadas. Não era possível prevê-las antes de 1810, pois resultaram de disputas internas após a independência", explica.Mas é importante lembrar que também houve na América Espanhola planos de unificação, que não avançaram.

Em 1822, Simón Bolívar e José de San Martín, duas das figuras mais importantes da descolonização da América Espanhola, reuniram-se na cidade de Guayaquil, no Equador, para discutir o futuro da América Espanhola. Enquanto Bolívar era partidário da unidade das ex-colônias (ele forçou a unificação da Colômbia e da Venezuela) e a formação de uma federação de repúblicas, San Martín defendia a restauração da monarquia, sob a forma de governos liderados por príncipes europeus. A ideia de Bolívar voltou a ser discutida no Congresso do Panamá, em 1826, mas acabou rejeitada.


E se Fernando 7º tivesse feito o mesmo que D. João 6º e transferido a corte às Américas, o mapa da América Latina seria diferente do que é hoje?

Em um artigo, o historiador americano William Spence Robertson, já falecido, cita a frase de um observador espanhol em 1821: "O México não aceitaria as leis que fossem sancionadas em Lima; nem Lima aceitaria as leis que fossem sancionadas no México". "A principal pergunta, portanto, é onde ele escolheria se estabelecer. Não acredito que o México permaneceria leal a um rei estabelecido em Lima e não em Madri", diz Graham.

"Mas certamente (se Fernando 7º tivesse se transferido às Américas) haveria menos divisões do que, na verdade, ocorreu", acrescenta.I sso porque os reis oferecem legitimidade. Tanto é que, na Argentina, quando um congresso em 1816 declarou a independência das "Províncias Unidas", Juan Martin de Pueryrredón, nomeado diretor dessa entidade, tentou, nos três anos seguintes, em vão buscar alguém na Europa com vínculo real para se tornar rei das Províncias Unidas do Rio da Prata.

"A própria mulher de Dom João, Dona Carlota Joaquina, tinha vontade de se tornar rainha do Prata", lembra Murilo de Carvalho. Já no México, quando as cortes espanholas se recusaram a reconhecer a independência mexicana e a permitir que um membro da realeza aceitasse o trono do império mexicano, Agustín Iturbide, um dos mentores da independência, forjou uma eleição ao fim da qual foi coroado imperador, como Agustín 1º.

No Peru, também foi aventada a possibilidade de um príncipe espanhol liderar uma monarquia independente.Rebeliões no Brasil

Mas o processo de unificação territorial no Brasil tampouco foi totalmente pacífico. Houve movimentos de caráter emancipacionista em Minas Gerais (1789), na Bahia (1798), em Pernambuco (1817).No entanto, essas revoltas foram mais fomentadas por um sentimento de autonomia do que propriamente por um desejo de ruptura entre a colônia e a metrópole. 

Um exemplo emblemático disso foi a chamada Inconfidência Mineira, liderada por Tiradentes em Minas Gerais (1789). Não havia nessa conspiração antimetropolitana nenhum desejo de libertação de todo o território. Quando Dom Pedro 1º declarou a Independência do Brasil, em 1822, por exemplo, a maior parte das províncias do norte foram contra e permaneceram leais a Portugal, até defrontarem-se com uma força vinda do Rio de Janeiro. 

Ainda assim, como lembra Graham, "mesmos os grupos do sul que declaram sua aliança a D. Pedro 1º, em meados de 1822, não significavam o triunfo do nacionalismo. 

Ao contrário, eles simplesmente preferiam o domínio dele, com a promessa de autonomia local, ao domínio das cortes portuguesas, que ameaçava essa autonomia". Ávila Rueda acrescenta ainda que, "como na América portuguesa não houve uma guerra de independência e sim uma continuidade com a transferência da corte, o governo do Rio de Janeiro tinha mais força para suprimir essas rebeliões". "Em contrapartida, o governo do México não tinha força suficiente para evitar o desmembramento da América Central. 

Tampouco o governo de Buenos Aires em relação a Uruguai ou Paraguai", acrescenta.'Acordo de interesses' Segundo a historiadora brasileira Lilia Schwarcz, "a independência do Brasil foi uma solução de compromisso entre as elites, no sentido de primeiro evitar uma mudança estrutural na então colônia que se tornaria um país e evitar grandes conturbações sociais", diz. 

"Houve um ajuste entre as várias elites locais no sentido de preservar a escravidão, evitar o formato de uma revolução, inclusive sabendo do que havia ocorrido na América Espanhola e conseguir manter o país unificado", acrescenta. Graham concorda. "O governo central não foi imposto às pessoas influentes ou até mesmo "vendido" a eles. Eles (a elite brasileira) o escolheram", assinala. "Eles procuravam legitimidade porque, sem ela, sua autoridade local permanecia relativamente fraca. Eles desejavam fortalecer a hierarquia porque ela validaria a sua própria posição local predominante. Para alcançar esses objetivos, eles construíram um estado central, simbolizado no imperador. A monarquia tinha sua utilidade".

"A presença do imperador foi fundamental. As elites pretendiam que o imperador fosse uma espécie de símbolo a unificar as diferentes províncias e que, de alguma maneira, ele fizesse uma passagem não tão convulsionada como no restante da América Espanhola. Sabemos que a história não foi bem assim, mas foi o que aconteceu no momento da independência", diz Schwarcz.

Por fim, a opção por um governo central, além de afastar o espectro de uma anarquia social, também favorecia estender o poder dessas elites, uma vez que cabia a elas as indicações aos cargos públicos, como oficiais da Guarda Nacional, delegados de polícia e juízes. "Eles vieram a considerar o governo central como apropriado e útil para fins pessoais", diz Graham. Já no fim do século, com a unidade do Brasil já assegurada e a escravidão abolida, as elites já não precisavam mais "de um símbolo vivo do estado" para estabelecer sua legitimidade.

O império acabou destronado pelo Exército, que proclamou a república quase sem disparar um único tiro.