La mujer revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes
Por María del Mar López-Cabrales. Colorado State University
En una entrevista que
me concedió en su casa en Miramar (La Habana) la recientemente fallecida
estudiosa y crítica de la literatura cubana, Nara Araújo, en julio de 2004, me
comentó un hecho trascendente para tener en cuenta al acercarnos a la historia
de la lucha de la mujer cubana desde los comienzos hasta la actualidad. Con
respecto a mi comentario sobre la ausencia de producción literaria femenina
durante la Revolución1, Araújo explicaba que esta se debía más al
desarrollo cultural del país que al menosprecio de la escritura de la mujer:
El feminismo en Cuba
es muy de vanguardia y tuvo en los primeros años del siglo xx conquistas
muy importantes. […] hubo feminismo de izquierdas pero, con el triunfo de la
Revolución, esa lucha del feminismo anterior, que tenía que ver con los
derechos de la mujer en una sociedad burguesa, no desaparece […] sino que se
incorpora a un proyecto general de nación. (López-Cabrales 53)
Araújo,
en esta misma ocasión, indicaba que, definitivamente, durante la Revolución, el
feminismo se veía como algo asociado a lo imperial, y que era un discurso que
no tenía razón, porque si la Revolución se encargaba de darle todo a la mujer2, no se veía necesario hablar de feminismo ya que el
objetivo principal de la Revolución era la lucha de clases (López-Cabrales 54).
No
obstante, a pesar de esta ausencia de creación de un discurso teórico feminista
a partir del triunfo de la Revolución, no podemos negar que todas estas medidas
tomadas para garantizar la participación total de la mujer en el proceso
revolucionario cubano fueron, en cierta medida, influidas por las luchas
sociopolíticas de las sufragistas y feministas que no cejaron en su intento de
darle voz y voto a la mujer cubana desde comienzos del siglo xix.
En
una entrevista realizada en el año 2005 a Julio César González Pagés3, Alina Martínez Triay le preguntaba sobre el
comienzo de la lucha por el voto femenino cubano y el profesor cubano le
recordaba que, ya desde el sigloxix, el club revolucionario Esperanza del Valle, de
Cienfuegos, fundado en 1896 y presidido por Edelmira Guerra, realizó el primer
pedido de sufragio del que se tiene referencia entre los llevados a cabo por
las mujeres cubanas como parte de una agrupación femenina. Otras sufragistas
destacadas de la época fueron la pedagoga María Luisa Dolz, y la escritora
Aurelia Castillo (1).
No
obstante, como comenta González Pagés en esta misma entrevista, la lucha
femenina por el derecho al voto estuvo estrechamente ligada al movimiento
feminista. En 1912 fue creado en La Habana el Partido Nacional Feminista,
presidido por Amalia E. Mallén de Ostolaza. Esta asociación, además del voto a
la mujer, también tenía en su agenda otras muchas reivindicaciones para las
mujeres trabajadoras, lo cual nos confirma que, aunque la lucha «feminista» sea
después silenciada como tal por la Revolución por su impronta burguesa o
imperial –en contra de los ideales marxistas—, las cubanas que protagonizaban
protestas y organizaban congresos feministas en las primeras décadas del
siglo xx,
poseían una conciencia social que iba más allá de su estatus y clase.
González Pagés incluso llega
a afirmar que «estas primeras sufragistas eran objeto de burlas por algunos,
que las tildaba de «marimachas», sus sedes y publicaciones fueron atacadas y
hasta una de estas luchadoras fue violada, pero a pesar de esta campaña de
descrédito se mantuvieron en sus posiciones» (Martínez Triay 1).
A esta lucha infatigable, a
la creación de El Club Femenino de Cuba en 1918, de la Federación Nacional de
Asociaciones Femeninas de Cuba en 1921 y, en concreto, a los dos congresos de
mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, quisiera dedicar mi
artículo, ya que fueron el origen del debate sobre el sufragio femenino en el
ámbito nacional cubano. Las ideas progresistas y pluralistas debatidas en estos
congresos supusieron una base inestimable para el futuro de la mujer cubana, su
lucha por la igualdad y en contra de la discriminación que muchas sufrían no
solo por su género, sino también por su condición racial y social.
El
movimiento sufragista de mujeres en Cuba. El Club Femenino de Cuba y la
Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba
Julio César González Pagés comenta que:
El movimiento
sufragista de mujeres en Cuba surge en la primera década del siglo xx para
luchar, fundamentalmente, por la obtención del voto femenino4. Las organizaciones que se crearon para desarrollar
este programa, no solo abordaron los problemas de la igualdad política sino
también otros de carácter social y laboral, tales como el divorcio y la patria
potestad, lucha que culminó con la aprobación de la Ley de la Patria Potestad
en 1917 y la Ley del Divorcio en 1918, que tuvieron la primacía en Cuba antes
que en el resto de los países de Hispanoamérica. La concesión del derecho al
sufragio en 1919 por muchos países participantes en la Primera Guerra Mundial
incidió también en la ampliación del programa de lucha de este movimiento.
Estas nuevas ideas se manifestaron con el surgimiento del «Club Femenino de
Cuba», vanguardia del discurso de la emancipación y promotor del surgimiento de
la «Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba», la que convocó a
los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925,
eventos de gran pluralidad de ideas y difusores principales del debate sobre el
sufragio femenino en el ámbito nacional. (González
Pagés 2009,1)
En cuanto a la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de
Cuba y el Club Femenino de Cuba se comenta que fueron el primer intento de
unificación de las mujeres en Cuba. Julio César González Pagés y Leonardo Tur
Broche afirman en un artículo que:
[…]
la creación el 3 de julio de 1918 de la organización Club Femenino de Cuba fue
un paso significativo en las aspiraciones de crear otro tipo de asociación
involucrada con otras de iguales fines en el mundo (Keaditor, 1971). El
conocimiento de la procedencia social y económica de sus dirigentas nos permite
calificarlas como un grupo heterogéneo integrado por periodistas, intelectuales,
abogadas y maestras, quienes tuvieron desde su inicio la mirada recelosa de
otras organizaciones que no perdonaban un desliz. (González Pagés y
Tur Broche 1)
Para estos autores, el Club
Femenino de Cuba fue una organización que desarrolló una intensa actividad por
los derechos de las mujeres:
[…]
encabezando importantes campañas favorables al sufragio femenino,
reivindicaciones para las trabajadoras, asistencia social y otras. El 30 de
noviembre de 1921, por iniciativa del Club Femenino, se crea la Federación
Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba (FNAF), la cual tuvo como principal
objetivo: «Fomentar la unidad entre las asociaciones femeninas, procurando
afianzar una organización que tenga como nexo la comunidad de intereses y
afinidad de aspiraciones». Este afán unitario también lo animaba la posibilidad
de tener una mayor representatividad en los congresos internacionales
femeninos, los cuales exigían una organización previa a nivel nacional. (González Pagés y
Tur Broche 2)
Algunas de las acciones que
se desarrollaron por parte del Club Femenino de Cuba fueron más allá que las
realizadas por otras organizaciones de mujeres cubanas anteriores, ya que el
Club Femenino de Cuba:
[…]
fundó escuelas nocturnas para obreras y otras para la enseñanza del comercio;
creó la primera institución formadora de niñeras que funcionó en el país.
También le pidió al gobierno importantes leyes, como la de la silla, que le
permitiría a las empleadas que trabajaban más de 6 horas disponer de estas para
cuando no fuera necesario permanecer de pie; la ley del 50% de empleadas donde
se vendían artículos femeninos, y otras de carácter social, como la lucha
contra la mendicidad infantil, las drogas y la prostitución. (En busca de un espacio…
62).
Pero
sin duda, una de las acciones más significativas de este grupo fue «la creación
de la cárcel de mujeres de Guanabacoa, donde se reeducaban reclusas, a las que
se les ofrecían cursos de instrucción primaria, y de corte y costura, además de
garantizarles camas, ropas y alimentos». (En busca de un espacio… 62)
En 1921, por iniciativa del
Club femenino de Cuba, se creó la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas
de Cuba (FNAF) que estaba compuesta por cinco asociaciones: Club Femenino de
Cuba, Congreso Nacional de Madres, Asociación de Católicas Cubanas, Asociación
Nacional de Enfermeras y Comité de la Creche Habana Nueva. En total contaban
con ocho mil mujeres afiliadas.
El
discurso de esta Federación transgredía la forma tradicional de representación
de las mujeres cubanas, situándolas a niveles de integración parecidos a los
que los hombres acostumbraban; sin dejar de resaltar la maternidad y sus roles
de participación tradicional: marital y maternales, como punto fundamental del
reglamento constitutivo. La FNAF, a propuesta de su presidenta Pilar
Morlón de Menéndez, acordó la celebración anual de un congreso donde «pudieran
tomar parte todas las mujeres de Cuba, fueran o no asociadas, para exponer allí
su intelectualidad, cambiarse de impresión sobre todos los asuntos de
importancia para la mujer» (Memoria
del Primer Congreso, 1924). El día 11 de octubre de 1922, se
determinó en sesión extraordinaria, celebrar un congreso nacional, el cual
constituyó la primera experiencia de este tipo para América Latina. (González Pagés y
Tur Broche 3)
Primer
(1923) y Segundo (1925) Congreso Nacional de mujeres en Cuba
En su artículo
«Construcción de la ciudadanía femenina cubana a inicios del Siglo xx.
Influencias del Sufragismo y el Feminismo (1898-1925)», así como en su
libro En busca de un
espacio: Historia de mujeres en Cuba, Julio César González Pagés da
cuenta de los dos congresos organizados por la Federación Nacional de
Asociaciones Femeninas de Cuba y el Club Femenino de Cuba, eventos
históricamente trascendentales para el estudio de la lucha de la mujer cubana,
ya que en los mismos se sembrarán las semillas de lo que posteriormente será la
«revolución dentro de la revolución», denominación que el mismo Fidel Castro
dio al cambio drástico que tenían que dar las mujeres cubanas y a la necesidad
de su participación activa en todos los ámbitos de la sociedad para que se
produjera el verdadero triunfo del proyecto revolucionario después de 1959.
En cuanto al primer
Congreso (1923) se sabe que la participación «fue abierta a todas las
organizaciones femeninas del país a partir de cuatro bases que debían ser
cumplidas y en las que se exhortaba a no emitir criterios desfavorables contra
el feminismo o el sufragismo y a no hacer proselitismo religioso o político» (En busca de un espacio…
63).
El Comité Ejecutivo
del Congreso estuvo presidido por Pilar Morlón de Menéndez, quien fue secundada
por un multifacético grupo de mujeres de las diferentes organizaciones y
regiones del país (Memoria
del Primer Congreso, 1924: 7-21). Gonzáles Pagés comenta que:
El Primer Congreso Nacional de Mujeres se reunió en la Academia
de Ciencias de La Habana, del 1 al 7 de abril de 1923 […]. En el acto
inaugural, celebrado el domingo 1 de abril, a las nueve de la noche, en el
Teatro Nacional, y ante una concurrencia que lo abarrotó, Pilar Morlón
pronunció un discurso donde ella misma explicaba la revolución que se estaba
produciendo en Cuba:
Una
revolución, sí, efectivamente es, revolución pacífica o evolución, no importa
el nombre, pero algo nuevo, algo desconocido entre nosotros, donde hasta hoy la
mujer tuvo sus actividades limitadas a un papel humildemente pasivo, algo
cambiado inexorablemente en la marcha habitual de nuestras cosas [...] Es ésta
nuestra Revolución. (Memoria
del Primer Congreso, 1924: 29)
Las
palabras de Morlón no estuvieron lejos de lo que pasó, se habló de temas
ecológicos, nacionalistas, sociales, políticos, económicos y de legislación
obrera.(En busca de un espacio… 64-65)
Las
ponencias oficiales al Congreso fueron distribuidas en diferentes temas, el primero
dedicado al derecho al voto para las mujeres. La primera de las ponencias,
titulada «Sufragio Femenino», fue expuesta por Pilar Jorge de Tella, en un
emocionado discurso, y era tan alto el tono de su voz que se oía en la calle.
En ella puntualizó que: «[...] nadie ignora que el sufragio es la garantía
reafirmadora de la personalidad del individuo» (Memoria del Primer Congreso, 1924: 347), (En busca de un espacio…
65).
Otras
tres intervenciones se defenderían con igual nivel de pasión, llegando a calificar
la exclusión de la población femenina como una «inmoralidad social» (Memoria del Primer Congreso,
1924: 354). La más orgánica de las ponencias presentadas fue la de Hortensia
Lamar, aplaudida delirantemente con gritos de «¡Voto para la mujer!». Ella afirmaría
que el sufragismo no era la desviación del feminismo, sino una modalidad que
permitiría «la igualdad política en la ciudadanía» (Memoria del Primer Congreso, 1924: 365), (En busca de un espacio…
66).
El tema del sufragio femenino
fue el punto en el que coincidieron todas las ponentes de este Primer Congreso
Nacional de Mujeres en Cuba. De las conclusiones aprobadas aquí, la primera
fue:
[…]
que se emprenda por todas las mujeres de la República una campaña intensa para
obtener el voto, como primera medida de profilaxis social.(Memoria del Primer Congreso, 1924: 474)
y la última:
Trabajar
intensa y eficazmente, con todos los medios lícitos a nuestro alcance y sin
contraer compromisos con ningún partido para obtener el derecho al
sufragio. (Memoria
del Primer Congreso, 1924: 474) (En busca de un espacio… 66)
El Primer Congreso Femenino
llamó la atención de la prensa en general y permitió que un importante grupo de
mujeres empezara a realizar un nuevo tipo de periodismo alejado de los
«recetarios de cocina y atenciones domésticas» (de la Torriente, 1985: 157).
El Segundo Congreso
Nacional de Mujeres, celebrado del 12 al 18 de abril de 1925, en el mismo lugar
en el que se realizó el anterior, contó con la presencia del presidente electo
(Machado). Este hecho, a pesar de ser criticado con posterioridad, ha de ser
entendido políticamente, ya que las sufragistas veían que la presencia de
Machado daba esperanza a que se produjera el tan deseado sufragio femenino, el
cual fue la demanda central de este Segundo Congreso5.
El tema del sufragio
femenino fue encarado de una manera apasionada por parte de las líderes
sufragistas Amalia Mallén, María Collado y Ana Batallé. Por otro lado, hubo
muchas presentaciones que ahondaron el tema de una manera más orgánica y
reflexiva, como las de las abogadas Graziella Barinaga y Ángela Zaldívar (En busca de un espacio…
67).
La ponencia de María Collado fue una de las mejores recibidas
cuando expresó:
El voto es, señoras
congresistas, un arma poderosísima en las manos de quien sabe ejercitarlo, él
es también como un lazo de unión entre el ciudadano y la patria. Por mediación
del voto demuestra el elector su civismo, su amor al suelo en que nació y su
preparación para la vida pública, pues según él sepa elegir, demostrará que
sabe sentir, que sabe pensar y que sabrá mantener, por sobre toda
consideración, el amor a su bandera. (Memoria
del Segundo Congreso, 1925: 550) (En busca de un espacio… 67)
Según González Pagés,
«la ponencia de Barinaga y Zaldívar tenía un interrogante en su título: «¿Es la
cubana súbdita o ciudadana?», en el que se cuestionaban la ciudadanía política
de las mujeres. «¡Súbditas de un Estado soberano, ciudadanas de un Estado
independiente, el pueblo de Cuba no se opone a concedernos el derecho del
sufragio, sólo nos falta la capacidad política!» (Memoria del Segundo Congreso, 1925: 550).
Las palabras finales de Zaldívar fueron para pedir que las mujeres siguieran
«serenas y tranquilas» ante la ignorancia de los hombres que las excluían; «[…]
no podemos pretender que los seres hagan gala de aquello que les falta [...] el
dique no detiene la corriente que puede derribarlo o que lo salta» (Memoria del Segundo Congreso,
1925: 576) (En busca de un
espacio… 68).
Es curioso resaltar el
tono de las reuniones de este Segundo Congreso, el cual estuvo caracterizado
por la pasión de sus ponentes, quizás por la certeza de que el derecho al voto
para la mujer cubana estaba cercano, lo cual produjo desmayos, gritos y todo
tipo de comportamientos vehementes. «La Junta de Gobierno de la Academia de
Ciencias decidió no ceder más sus salones de actos [...] para evitar ataques
histeriformes de damas» (CEMCYT, 1923-1925: 127) (En busca de un espacio… 69). Esta decisión,
sin duda, fue otro hecho que demostraba la discriminación a la que la mujer
cubana se veía sometida, ya que en los hemiciclos de la Cámara de
Representantes y en el Senado está comprobado históricamente que la conducta de
los políticos no estaba lejos de lo que se presenció en este Segundo Congreso
Nacional de Mujeres en Cuba.
Una de las polémicas
de este congreso se debió a la presencia de organizaciones religiosas para
criticar temas como el del reconocimiento de los hijos ilegítimos, lo cual hizo
que El Club Femenino y las delegadas de tres provincias se retiraran del mismo
(Domínguez, 1971: 73-79). Pero no podemos olvidar que este Segundo Congreso se
destacó por la presencia de la mujer negra trabajadora, representada por Inocencia
Valdés, así como por la condena contra el aumento de la pornografía en Cuba (En busca de un espacio…
70).
González Pagés documenta que este congreso no estuvo
caracterizado por la unidad de opiniones, sino por la diferencia y, en algunos
casos, la oposición y el descontento, hechos, por otro lado, como explicó la
presidenta Pilar de Morlón, que demostraban que el movimiento sufragista en
Cuba estaba vivo y que, como mujeres, estaban creciendo.
En el discurso de clausura de este Segundo Congreso Nacional de
Mujeres en Cuba, la presidenta del evento, Pilar Morlón, comentó muy
acertadamente:
Indudablemente todas
no pensáis de igual modo, pero eso no es un mal. No dais vuestra adhesión a los
mismos sistemas, pero tampoco eso es un mal. No es un mal otorgar su
preferencia a unos métodos sobre otros. Tanta variedad en el pensamiento es
signo de vitalidad y no sólo no es malo, es bueno, es útil.(Memoria del Segundo Congreso, 1925: 576) (En busca de un espacio… 70)
Desde la celebración de este congreso hasta el término de la
etapa machadista (1933), el tema del sufragio femenino dividió a las mujeres
cubanas dependiendo de si estas apoyaban o no al dictador. Cuando Machado
escapó se produjo un caos total en el país y hubo que esperar hasta el gobierno
del doctor Ramón Grau San Martín para que se anularan todas las medidas tomadas
durante el gobierno machadista (incluyendo el derecho al voto femenino
restringido). Sin embargo, el gobierno de Grau San Martín se caracterizó por la
toma de medidas liberales y progresistas. La última sería favorable para las
mujeres:
De forma sorpresiva,
poco antes de verse obligado a renunciar a la Presidencia de la República por
la posición de la nueva dictadura batistiana, […] el presidente Ramón Grau San
Martín, por decreto ley de 10 de enero de 1934, otorgó a las mujeres el
sufragio sin restricciones. (En
busca de un espacio… 92-93)
Conclusión
Para terminar, me gustaría
citar las palabras de la estudiosa cubana María Elena Calderín cuando en su
artículo sobre los antecedentes del movimiento femenino cubano dice:
De ahí el título de este texto, «La mujer revolucionaria antes de la Revolución cubana: logros y vicisitudes». Podemos decir que estas cubanas de principios del siglo xx fueron las primeras mujeres revolucionarias del país por su lucha sufragista y en contra de muchas de las discriminaciones que sus congéneres sufrían en este tiempo. Esta antorcha luego sería retomada por la Revolución que seguiría implementando medidas para favorecer a la mujer cubana en todos los ámbitos de su vida. Las sufragistas y feministas de comienzos del siglo xx fueron las madres de otras heroínas de la patria como Melba Hernández, Celia Sánchez y Vilma Espín, presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Cubanas hasta su muerte en el año 2007.El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934)6. […] Otras conquistas han logrado las mujeres cubanas en todos los ámbitos de la vida nacional a partir del triunfo de la Revolución (1959). Durante el octavo congreso de la Federación de Mujeres Cubanas […] la labor fundamental de sus casi cuatro millones de afiliadas dista mucho de aquellos reclamos de principios del siglo pasado. Ahora su labor primordial es perfeccionar el trabajo de dirección a los niveles de base, involucrar en cada una de sus metas a las jovencitas, que serán, en definitiva, las continuadoras de aquella pléyade de valientes cubanas que se enfrentaron a las retrógradas ideas de su época e hicieron una Revolución. La Federación Nacional de Mujeres Cubanas, presidida, desde su nacimiento por la desaparecida Vilma Espín, no es más que el legado y la continuación de aquellas ideas por la reivindicación de la mujer (1).
La
Federación Nacional de Mujeres Cubanas es la entidad revolucionaria que más ha
hecho por la mujer cubana desde su formación el 23 de agosto de 1960. Cuenta en
sus filas con aproximadamente 3.600.000 afiliadas, superiores a los 14 años de
edad. La Federación, cada cinco años, celebra un congreso —al igual que
hicieron sus «madres», las primeras sufragistas—, el cual es el órgano máximo
de dirección en el que se discuten los resultados del trabajo, se adoptan
nuevas estrategias y programas, y se elige su Comité Nacional y su
secretariado. Sin la capacidad organizativa y el trabajo de las sufragistas y
feministas cubanas de principios del siglo xx, sin la semilla que ellas sembraron,
no hay duda de que el trabajo que realizó la Revolución por la mujer cubana
posteriormente habría sido mucho más arduo. Por esto, creemos firmemente que
hay que reconocer el esfuerzo y rendir homenaje a las fundadoras y luchadoras
femeninas sufragistas de la Cuba de antes de 1959, puesto que ellas también
fueron revolucionarias en toda regla.
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22. Peñarredonda,
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Archivo Nacional de Cuba (ANC),
2 de enero de 1913.
23. Pichardo,
Hortensia. Documentos
para la Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales,
1971, T. II.
·
(1) Véase Campuzano (1984). volver
·
(2) La Revolución asume el papel de garantizar que las mujeres
puedan tener acceso a puestos de trabajo, igualdad de salarios, se crean
círculos infantiles, se aprueba el Código de la Familia, se conceden licencias
de maternidad, todo lo que se puede ver en el tercer cuento de la película Lucía y en Retrato de Teresa (López-Cabrales
54).volver
·
(3) Agradezco inmensamente a este estudioso la entrevista que me
concedió en La Habana en julio de 2004, así como todos los textos que sobre el
tema de la lucha sufragista y feminista en Cuba ha escrito, ya que mi ensayo en
su mayoría, se basa en todas sus investigaciones y publicaciones. volver
·
(4) Este mismo estudioso comenta que «el sufragismo se hacía
inevitable en Cuba. En tiempos del período presidencial del general José Miquel
Gómez, del Partido Liberal (1909-1913), se crearon las primeras asociaciones
legalmente registradas; la primera de ellas fue el Partido Popular Feminista,
que se constituyó en La Habana en noviembre de 1912, con Emilia Pérez Viñas
como presidenta. Un mes después se crearían otras dos: el partido de
Sufragistas Cubanas, que presidía Digna Collazo, y la que fue más importante de
las tres, el Partido Nacional Feminista» (En
busca de un espacio… 55). De hecho, esta última asociación fue
fundada en la casa de Amalia E. Mallén de Ostolaza, una de las mujeres que,
años después, destacaría por sus presentaciones a viva voz en el Primer y
Segundo Congreso Nacional de Mujeres en Cuba. A pesar de las divisiones que
existían entre sus miembros debido al personalismo que caracterizaba al
partido, se decidió fusionar el Partido Nacional Feminista, el Partido Popular Feminista
y el Partido de Sufragistas Cubanas que formarían el Partido Nacional
Sufragista cuya presidenta sería Mallén de Olostaza. El Partido Nacional
Sufragista sería el protagonista en la historia de Cuba durante la mayoría de
los años (1914-1917) en los que Mario García Menocal, del Partido Conservador,
presidió Cuba (1913-1917) (En
busca de un espacio… 57-59). volver
·
(5) «En la sesión solemne de apertura, en un breve discurso,
afirmaba Machado «[...] que la mujer tiene derecho a ejercitar las funciones
cívicas, ya que ese derecho aparte de la razón humana y universal que lo abona,
surge también legítimamente, de los esfuerzos que la mujer cubana realizó en la
lucha larga y terrible por la conquista de la República Cubana» (Memoria del Segundo Congreso,
1925: 61). La escena quedaría lista para otras jornadas de discusión acerca del
sufragio» (En busca de un
espacio… 67).volver
·
(6) De esta forma se convirtió Cuba en uno de los países con uno
de los más importantes movimientos feministas de América Latina y uno de los
tres primeros que tuvo el voto de las mujeres y la ley del divorcio. volver
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