Beatriz Allende, la olvidada
Tomado de Mario Orestel Vidal
Aun Tenemos La Memoria Viva
Beatriz Allende, más
conocida como Tati, había nacido el 8 de septiembre de 1943 en Chile.
Todos decían que Tati era el
hijo hombre de Salvador Allende. Como si el ser revolucionario fuera exclusivo
de los hombres.
Fue una guerrillera del
Ejército de Liberación Nacional del Che Guevara y amiga de Fidel Castro, además
de figura clave en el exilio chileno en Cuba.
Licenciada en Medicina,
casada con un cubano miembro de los servicios de inteligencia, recibió en su
juventud entrenamiento militar en Cuba y participó en las guerrillas de apoyo
al Che Guevara y en los movimientos izquierdistas chilenos, con una gran
actividad en la clandestinidad.
Beatriz nunca pudo superar
la muerte de su padre y hubiera deseado morir junto a él en el Palacio de la
Moneda, de donde fue obligada a salir, estando embarazada, junto con su hermana
Isabel, el 11 de septiembre de 1973, el día del golpe. Su vida quedó paralizada
aquel 11 de septiembre. En medio de una inmensa sensación de soledad y abismo
interior, Tati sobrevivió cuatro años a su padre en la isla caribeña, donde su
matrimonio naufragó y no pudo tampoco ver cumplidos sus deseos de unir la izquierda
chilena.
Los cuatro años que Tati
vivió en Cuba tras el golpe en Chile, antes de suicidarse, a los 34 años, en La
Habana , fueron terribles para ella, que se sintió 'defraudada por sus propios
compañeros chilenos'.
Después de dos años de
exilio, le exigió a su partido y a Fidel Castro volver a Chile para combatir la
dictadura. Se le negó ese derecho. Eso la fue apagando. El día que cruzó
Morandé 80 su vida nunca más fue la misma.
Hay dos momentos claves en
la vida de Tati, uno de ellos tuvo lugar cuando tuvo que salir de La Moneda el
11 de septiembre de 1973, obligada por su propio padre, con ese legado político
que le transmitió, que seguramente fue lo que determinó su final al no verse
capaz de reconstruir la izquierda chilena.
Otro, el momento brutal en
que llevó a los niños al colegio por última vez, justo antes de acabar con su
vida, el 11 de octubre de 1977, dejando una larga carta de nueve folios, que le
fue entregada a Fidel Castro.
Dicen sus compañeros de
partido:
Beatriz , a veces, se nos
aparece bajo el nombre de Marcela, militando en la retaguardia de la gesta
continental del Che Guevara y sus legatarios en las montañas bolivianas. Otras
veces , se nos aparece en múltiples ocasiones en La Habana, conversando con
Fidel Castro, la jefatura revolucionaria y, sobre todo, con los responsables de
apoyar y propagar los proyectos insurrectos. En ocasiones, regresa liderando la
secretaria privada de Salvador Allende en la Moneda, siendo su más leal
colaboradora junto a la Payita en los mil días chilenos que estremecieron al
mundo. En su última etapa, reaparece articulando la solidaridad internacional y
la esquiva unidad de las izquierdas en los tiempos dictatoriales.
Siempre hay algún tipo de
machismo, en todos los olvidos de mujeres. Lo importante es disputar nuestra
memoria histórica, ya sea en los casos como Tati, sentenciados al olvido, o en
el caso de personajes históricos de gran relevancia y difusión investigativa,
como Salvador Allende, al que sin duda lo han tratado de vaciar de contenido
político.
Su madre, Hortencia Bussi,
que se encontraba en Moscú, adonde había ido a recibir el Premio Lenin de la
paz que le fue concedido, dijo en su funeral en La Habana: "Más temprano
que tarde volverá la democracia, Tati volverá a Chile, el pueblo la homenajeará
como se lo merece y descansará junto a su querido papá".
Los restos de Tati volvieron en 1992 y nunca existió un homenaje de sus más cercanos. Ellos eran ministros, parlamentarios y políticos. Nunca se levantó un dedo para recordarla. Porque Tati representa la dimensión más revolucionaria de Allende, que no tiene nada que ver con los gobiernos de la Concertación.
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