quarta-feira, 22 de abril de 2015

La extraña desaparición de Vilanova


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          La muy extraña desaparición de Vilanova            

Ocurrió de repente, creo que fue en marzo de 2015, a eso de las nueve y media de la noche en una esquina de la populosa Avenida Paulista de la ciudad de São Paulo.
Hacía un poco de frío -o mejor dicho, soplaba el viento, lo que al paulistano normal, sobre todo si viene junto con una llovizna, se le confunde con frío- y la gente pasaba apresurada, levantándose las solapas de los abrigos, cuando de golpe una turba se agolpó en la  esquina  de Ministro Rocha Azevedo, cerca de la entrada del metrô. Por lo que parecía, un peatón había sido atropellado, y aunque la policía llegó bastante atrasada al lugar, después de un breve reconocimiento de lo ocurrido, los agentes empezaron a notar que se trataba de un hombre de unos 65 años de edad; pero lo que más les extrañó fue la ropa que el pobre hombre accidentado llevaba en el momento de su muerte súbita y, claro, inesperada. 

Era una vestimenta impecable, sin dudas: un sobretodo negro, camisa blanquísima con botones gemelos dorados, un sombrero de ala corta, zapatos mocasines negros y un pantalón gris ajustadísimo; decididamente, la indumentaria de un hombre elegante y de un cierto poder adquisitivo, pero de finales del siglo XIX, o inícios del XX. O un actor vestido para una pieza de teatro, tal vez, quién sabe, ¿un participante de una alegre fiesta de disfraces, quizás? 
Lo más desconcertante para la policía, sin embargo, fue una cartera de fino cuero de yacaré, repleta de billetes en perfecto estado, como recién salidos del banco, pero ya fuera de circulación. También encontraron un par de tarjetas de visita, a nombre del arquitecto Xavier Vilanova y una carta, en la que figuraba la fecha de 19 de julio de 1979 en el sello de correos, dirigida al señor Israel Vilhas de Mairiporã, municipio vecino de la capital paulistana.
El agente João Ribeiro, de la Divisão de Pessoas Desaparecidas de la Policia Civil del Estado de São Paulo, encargado de la investigación, buscó el número de teléfono en la lista, primero, a partir de la dirección del remitente y de la del destinatario después.

En la casa del remitente – el propio accidentado, Xavier Vilanova- en el barrio de Casa Verde, se encontró con la viuda del hijo del hombre atropellado, quién había fallecido hacía unos años. La nuera del finado le dijo al agente que su suegro había desaparecido en 1975, cuando salió con la vieja excusa de comprar cigarrillos y hacer una caminata hasta la Serra da Cantareira, como solía hacerlo para poder fumar, ya que su familia no le aprobaba el vicio. Después de esa salida –muy inusual a los ojos del policía, pero nada incomún para la família- no se volvió a saber nunca más nada del pobre hombre. 

Lo que terminó de confirmar la veracidad de la información fue la constancia del nombre de un Xavier Vilanova, joven de 29 años en esa fecha, en la lista del archivo de personas desaparecidas del Estado en el año de 1976. La edad y la fecha de la desaparición coincidían con los aparentes 65 años que el occiso debía tener em los momentos de su accidentada muerte.

¿Qué sería lo que ocurrió en este último paseo? ¿Cómo explicarse que una misma persona retornase de no se sabe donde, después de haber salido a hacer cooper en la Cantareira y reapareciese –atropellado y muerto- en medio de la  Avenida Paulista, 36 años después?  

¿Se trataría de un simple viaje de más de tres décadas en el tiempo, desde julio de 1976, para terminar muriendo trágicamente en un cruce de calles, y encima vestido con la ropa de un baile de disfraces? ¿Qué pasó realmente con Xavier Vilanova? ¿Salió a caminar y pasó sin darse cuenta por una arruga del tiempo? ¿Entró en una ventana del tiempo-espacio que lo llevó hacia otro universo, atemporal, en el que estuvo 36 años deambulando hasta que encontró un modo de retornar? ¿Cruzó la barrera entre dos mundos y se encontró con un universo paralelo?

Continuará
J.V. São Paulo, 22 de abril de 2015.

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