quinta-feira, 12 de novembro de 2015

Las tristes -y nefastas- historias de López Rega y Bignone. 2ª parte





López Rega y Bignone

1ª parte

En la vieja foto, el joven José —un muchachito que por entonces tendría, tal vez, unos veintiséis años— se luce ante el padre, orgulloso, con su flamante informe de agente de la Policía Federal. Según nos cuenta la ficha de ingreso a la institución, López Rega medía 1,67m de altura y pesaba sesenta y seis kilos.

La ficha también informa que es un excelente tirador. Para sus prácticas cotidianas, usa el arma reglamentaria, una vieja pistola Colt 45, de la misma partida que el presidente Agustín P. Justo llevara para la policía federal, con las recaudaciones obtenidas por médio de una insólita colecta popular.

Es en esos años de su ingreso en la Policía Federal que se puede confirmar, a través de varios testimonios, la fuerte inclinación del futuro Ministro de Bienestar Social de Perón e Isabelita hacia el esoterismo. A tal punto que llegan a sancionarlo cuando lo encuentran en una parada de ómnibus, en pleno horario de trabajo, leyendo libros esotéricos que había comprado ese mismo día en la editorial Kier.
Es también de esa época, entre los años de 1943 y 1946, que se conservan algunos de los muchos horóscopos que él producía, personalmente, para sus compañeros de la Policía Federal.

Se comentaba que sus poderes ocultos le habían permitido desvanecerse em diversas ocasiones en el aire y desaparecer incluso de la superficie de la tierra; y decían también que luego lograba reaparecer en varios lugares, con cuerpos y caras diferentes. Murmuraban en voz baja sus fieles seguidores que, si él quisiera esconderse, nunca más se lo podría encontrar.

Sin embargo no fue así que ocurrió. Pasados diez años de los grandiosos movimentos populares y de trabajadores industriales que terminaron en el Rodrigazo y definieron su salida apresurada del gobierno y de Argentina, José López Rega —quizás el último bufón, personaje terrible de opereta del gobierno peronista anterior al golpe de 1976 que, después de años en la oscuridad, fuera  la encarnación pública del inicio de la época más trágica del país— era detenido en Miami y extraditado a Buenos Aires para ser juzgado en democracia. La misma democracia que él tanto se empeñó en atacar y destruir.

El que una vez fuera todopoderoso ministro de Bienestar Social y secretario privado de la Presidencia, de 1973 a 1975, que era buscado y requerido por la justicia argentina y la Interpol durante más de diez años, por increible que pueda parecer, un buen día se
presentó para entregarse ante las autoridades norteamericanas.

López Rega pensó, seguramente, que su fervoroso anticomunismo —en medio de una Era Reagan que ofrecía apoyo ostensible a los Contras en Nicaragua y a cualquier fuerza local que afianzase la ofensiva contra la URSS en los últimos años de la Guerra Fría— irían a borrar su pasado negro y podría lograr así, tal vez, un asilo político, o lo que él imaginaba un exilio dorado para su vejez.

Pero la justicia norteamericana consideró que los crímenes por los que se lo acusaban, como fundador y jefe máximo de la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina —las Tres A, o Triple A y sus más de mil asesinatos, no solo de guerrilleros de izquierda, estudiantes, intelectuales y sindicalistas, sino también de políticos democráticos de centro—, y de haberse robado los fondos de la presidencia y de la Cruzada de la Solidaridad, no se podrían clasificar como meros "delitos políticos e ideológicos".
De ese modo, la corte de apelaciones de los EEUU rechazó los argumentos de la defensa de López Rega, que insistía en decir que su cliente sufría "persecusión política". La justicia estadounidense ratificó su extradición a la Argentina, apoyada enseguida por el Departamento de Estado.

A pesar de todas las señales negativas que se le acumulaban como nubes negras, "Lopecito", como le decían sus amigos, llegó ante la justicia estadounidense tan seguro de sí mismo que llegó a contratar unos abogados de defensa que ni siquiera conocía. Dicen que su compañera, a la que llamaba "hija espiritual", María Elena Cisneros, con quien vivió sus últimos años de años de persecución y fuga, comentaría después que a los abogados defensores "se los eligió la Virgen".

Pero a la jueza en Miami no la conmovió la declaración patética de M.E. Cisneros sobre los famosos "30 títulos universitarios" de Lopecito, el futuro Brujo. Aunque sí es seguro que el argumento de uno de sus defensores, el cubano-norteamericano, Luis Fours, debe haberla convencido que tenía que extraditar al nefasto personaje lo más rápido posible.
"A Hitler lo acusan de una infinidad de crímenes, incluso de haber asesinado y torturado, pero nunca se le vio un arma en la cintura", dijo el poco hábil Fours en la Corte. "Con López Rega ocurre lo mismo", agregó, sellando el destino de su cliente.

Flaco favor le hizo al "Brujo" tamaña comparación; aunque ya se sabe que sus origenes son, como los del Fuhrer, bastante oscuros, confusos  e insignificantes.
Cuando asumió el Ministerio de Bienestar Social se publicó que había sido uno de los "fundadores del peronismo",  pero por lo que se sabe, lo más cerca que López Rega logro acercarse a Perón durante los primeros gobiernos justicialistas de los años que van desde 1946 a 1955, fue como guardia de su residencia de la calle Austria, en la que, algunas pocas veces, actuó como su guarda-espalda personal.

Varios años después, cuando López Rega ya tenía 49 años y se había retirado como cabo de la Policía Federal, logró ser presentado formalmente a Isabel Perón, durante su gira a la Argentina como enviada especial del general en su arremetida contra Vandor y el “peronismo sin Perón”.

Mientras duró la gira, el ex-cabo le sirvió a una hasta entonces desconocida —y también bastante oscura— Isabelita Martinez de Perón, nada más que como mero ayudante, o valet, hasta que consiguió que ella lo llevara a la residencia “17 de Octubre” en Puerta de Hierro, Madrid, en donde vivía el viejo líder exiliado.

López Rega ya había entrado de cabeza, hacia aquella época, en el mundo del espiritismo profundo. Antes de eso había fracasado en sus fugaces tentativas de ser un cantante en un restaurante de Nueva York durante los años 30. Más tarde, ya de vuelta en la Argentina, fue contratado en la radio y gastaba su sueldo alquilando  fracs y trajes de ópera para vestir sus fantasías.

En 1962, el futuro Brujo abrió una imprenta y empezó más seriamente su carrera en las ciencias ocultas. Publicó la que sería su obra maestra: "Astrología esotérica: secretos develados", en la que se proponía revelar todos los misterios del universo.
Más tarde, Lopecito inauguró un instituto de belleza en el que daba consejos a las mujeres para que pudieran combinar su ropa con sus signos del zodíaco.

Publicó, según él mismo cuenta , “en coautoría con el arcángel San Gabriel”, su segunda obra: "Alpha y omega: un mensaje para la humanidad".
López Rega —o el "hermano Daniel", como lo llamaban los espiritistas de la secta Anael—  también frecuentaba los ritos del umbanda, el candomblé,  la quimbanda, o lado izquierdo o polo negativo de la umbanda.
El Brujo López Rega se proponía, con estas armas espirituales en mano, tener, abarcar, y en la medida de lo posible controlar, todo el conocimento del mundo astral, incluso de la magia negra, para lo cual estudió a fondo la macumba brasileña, y ya una vez firmemente estabelecido en el poder, en Buenos Aires, viajó varias veces a Brasil para participar en esos cultos.

Pero antes de esto, todavía viviendo en la casa de Perón, "Daniel" puso toda su conocimiento y sabiduría al servicio del general.
La influencia de “El Brujo” sobre el matrimonio  Perón era algo innegable para los visitantes de la última época del exilio del viejo. Aunque a veces se dijo que la influencia de López Rega fue exagerada o super dimensionada por los sectores del peronismo que querían quitarle toda  responsabilidade a Perón en sus decisiones más criticadas por antipopulares, que son las más recordadas del período de 1973 a 1975.

Establecido en Puerta de Hierro, Madrid, López Rega ascendió de simple mucamo de la señora Isabelita al alto puesto de secretario privado del general Perón. El futuro Brujo aumentó su poder, al punto de especializarse en filtrar e incluso impedir que muchos de los colaboradores y viajeros en visita a Madrid se le acercaran demasiado al líder.

Cuenta Tomás Eloy Martínez, en su "Novela de Perón" que, cuando el cuerpo embalsamado de Evita llegó a Puerta de Hierro, el "Brujo" lo dispuso en una habitación, y mandaba que Isabel se acostara sobre el ataúd  para poder "transmudar la esencia espiritual de Eva de su cuerpo, a la psique de quien iba a ser su sucesora".

A comienzos de la década del 70, López Rega viaja con Isabelita Perón a Argentina y, llegando a Buenos Aires, junto con su yerno Raúl Lastiri, funda el boletín de comunicación política llamado “Las Bases”, a través del cual empieza a extender sus influencias sobre el peronismo sindical y político de derecha.
En marzo de 1973, una vez que Héctor Cámpora fuera electo como nuevo presidente del peronismo con la fuerza de la Juventud Peronista, López Rega da el salto más importante de su incipiente carrera política, una vez que, valiéndose como siempre de su cercanía a la poderosa pareja Perón, y del creciente apoyo que iba teniendo en los sindicatos controlados por Lorenzo Miguel y su pandilla, es nombrado ministro de Bienestar Social.

De imediato, cuando Cámpora se ve obligado a renunciar y es llamada una nueva elección que Perón e Isabel ganan por amplio margen de votos,  el Brujo se convierte también en el secretario privado del Presidente. Cuando el viejo líder muere, un año más tarde, e Isabel Martinez asume la presidencia, el astuto arribista conserva todos sus cargos y aumenta aun más su poder.

López Rega acariciaba por entonces un viejo sueño: quería ser primer ministro. Insistía sobre la necesidad de un cambio de sistema, pues, “en un país con una repetición periódica de golpes de estado”, decía él, “era conveniente tener un primer ministro como fusible de un presidente y no un presidente como fusible de las fuerzas armadas”.

En septiembre de 1974, López Rega definió un gabinete ministerial compuesto por sus principales aliados y desarrolló un nada popular sistema de conservadorismo fiscal. En el otoño de 1975 la inflación subió desmesuradamente porque su aliado, el Ministro de Economía Celestino Rodrigo, había devaluado el peso en un 150 por ciento, descontrolando los precios.

Y es justamente, durante su jefatura en el ministério, que López Rega consolida un tenebroso poder que se extiende a casi todas las áreas del gobierno de Isabelita. Varios testimonios indican que fue exatamente en ese período que "Lopecito" fundó la Triple A, la financió generosamente y le facilitó las armas, vehículos y franquicias para actuar con el máximo de libertad.

Conformada por diversos sujetos vinculados a las máfias policiales y del peronismo sindical de derecha —muchos de los cuales se integraron más tarde a los grupos de tareas y a los servicios de informaciones del gobierno militar-—, la Triple A secuestró, torturó y asesinó a todos aquellos a los que considero en sus listas como izquierdista, guerrillero, comunista, o que simplemente se opusiera o dificultara los designios del ministro.

Fue durante esta época nefasta también, que López Rega sustrajo ilegalmente —en términos menos pulidos que los del periodismo diríamos simplemente que robó— miles de dólares de los fondos reservados de la presidencia, y según fuentes de la justicia argentina, se enriqueció con más de 35 millones de dólares en un contrato para la compra de armas largas firmado con Libia. Muchas de esas armas se encontraron más tarde en dependencias del propio ministerio.

Pero aun en un período tan perturbado por las luchas políticas y la violencia de las que él era en gran parte responsable, el brujo y astrólogo no desistió de sus ritos de hechicería. Se sabe que, ya en los últimos días de Perón, en julio de 1974, López Rega no se separó de su lado y afirmaba ser la fuente vital del general enfermo y agonizante.

El creciente poder que acumuló el ministro y su capacidad para manipular a la viuda de Perón empezaron a preocupar seriamente a muchos de los dirigentes peronistas, incluso a los que lo apoyaban. Se empezó a murmurar, cada vez más abiertamente y sin temores, que "había que romper el cerco creado por el Brujo alrededor de Isabel".
La desastrosa situación económica y la debilidad de la presidenta, llevaron a que finalmente, tanto los  sindicalistas de la derecha, como los desplazados dirigentes y militantes de las Juventudes Peronistas, pidieran la cabeza de López Rega.

El régimen, pensando que tal vez podría salvarse de la caída definitiva y de las amenazas de un nuevo golpe militar si sacaba del poder a López Rega, lo forzó a renunciar y consiguió que Isabelita lo enviara al exterior con un ambiguo y misterioso título de "representante de la Presidenta de la nación". Pero el precio que el entorno de Isabel pagó fue una última gran huelga y enormes manifestaciones obreras y populares contra el gobierno, y la preparación de un clima cada vez más enrarecido que traería nuevamente a los militares al poder.

A la llegada a su exilio dorado madrileño, "Lopecito" se instaló con toda su pachorra en la mansión de Puerta de Hierro, hasta que estalla el golpe militar de marzo de 1976. Los nuevos gobernantes militares lo desalojaron de lo que pensaba que fueran sus aposentos, y despojaron de inmediato al desastrado ministro de todos sus derechos constitucionales.
El Brujo López Rega, ni lerdo ni perezoso, desaparece de imediato, y durante 10 años no se le conoce con certeza el paradero.
M. E. Cisneros, su compañera de infortunios, cuenta que pasaron gran parte de esa década en Suiza "en un mundo ideal, en el que nos dedicábamos a la música, a la pintura, a la filosofía y a los libros".

Hay quién cree que el Brujo López Rega trepó tan alto por las escaleras del poder político gracias a sus conocimientos y dotes esotéricos. Pero suena mucho más razonable pensar que el ascenso vertiginoso de un cantante mediocre y astrólogo ambicioso se deba nada más que al haber sido “el hombre correcto en un momento exacto”, o sea, a ser el personaje político clave, capaz de concentrar las necesidades de un sector lúmpem de la clase dominante argentina, enquistado en las hendiduras de una burguesía nacional desarrollista, pero débil, y en medio de una poderosa máquina burocrática de los sindicatos.  

Fue la profunda crisis en la cual se hallaba la sociedade Argentina en aquella época  —a la salida de una dictadura que duró de 1966 a 1973, exprimida entre una amplísima democracia y las amenazas represivas que venían desde dentro del mismo peronismo ganador de las elecciones—  la que permitió que el Rasputín del gobierno de Isabelita concentrara un poder que le alisó el camino a los tanques del golpe militar y empezó las tareas de extermínio que las fuerzas armadas completarían a la perfección con el golpe de 1976 a 1983.


"Si López Rega habla, serán varios los que tendrán que esconderse", dijo Guillermo Patricio Kelly, siempre en misteriosas cruzadas contra las mafias argentinas de su época, al volver de Miami, donde se había presentado como querellante en la causa abierta contra López Rega. Y fue en ese clima que llegó El Brujo, deportado de los EEUU para que la justicia argentina lo llevara a tribunales, en plena democracia; democracia frágil y en constante peligro de retroceso.


Pero volvamos un poco más atrás en la historia.


2ª Parte. Guardia de Hierro y López Rega

Entre 1972 y 1974 una organización poco conocida que llevaba por denominación “Guardia de Hierro”, se afianza como una de las varias partes integrantes de las Juventudes Peronistas. Según muchos de sus simpatizantes, ya en esa época G. de H. tenía alrededor de unos 15 mil militantes, una dirección bastante formada políticamente,  y que conformaban,  junto a otras organizaciones peronistas, lo que se conoció en su época como la Organización Única del Trasvasamiento Generacional (OUTG).

Se cuenta, sin que haya mucha documentación al respecto, que hacia fines de los años de 1960 la dirección política de G. de H. obtuvo una entrevista personal con Perón en Madrid —en la mansión del barrio de Puerta de Hierro, de la cuál algunos piensan, erróneamente, que la organización tomó su nombre— y a partir de ese encuentro se descartó totalmente la lucha armada como vía para el retorno de Perón de su exilio, ya que los dirigentes volvieron al país convencidos de que no había condiciones sociales ni políticas como para que la guerrilla pudiera desarrollarse en un país como la Argentina de ese momento. No era lo que Perón le decía, por otro lado, a los futuros dirigentes de Uturuncos, de las FAP, y más tarde a los de Montoneros y su Juventud Peronista, mayoritariamente a favor del enfrentamiento armado.

Se decidió también allí, entre Madrid y Buenos Aires, la  incorporación de Guardia de Hierro como una de las formaciones especiales, cuyo primer objetivo político debería ser lograr el retorno del líder, Juan Domingo Perón, al país.

Según cuentan en voz baja algunos de los participantes en el encuentro madrileno con Perón de 1967, se delineó allí la pretendida y pocas veces lograda “centralidad” –ni derechas ni izquierdas- de la Guardia, ya que el líder justicialista los persuadió de no entrenarse en Argelia para la lucha armada como pensaban hacerlo, y los convenció a formar una "retaguardia ambiental", a través del trabajo social de base, sobre todo barrial, con células que multiplicaran los simpatizantes de la causa peronista. 
Según dice Alejandro Pandra: "El propio Perón nos sacó en los 60 de los pelos de la lucha armada y nos dio la misión de "retaguardia estratégica". Desde entonces intentamos convertirnos en un estado mayor fiel al conductor, un "cuerpo de centro" del movimiento, muy ligados a la base y al pueblo. Después de la muerte de Perón, en que la "orga" se disolvió, intentamos interpretar siempre la situación según la concepción y doctrina peronista".

Durante los años de liderazgo de Álvarez, la Guardia de Hierro tuvo una afluencia de cuadros y militantes de varios sectores, del cristianismo hasta la izquierda, pasando por la ortodoxia peronista, lo que los llevó a intentar una síntesis ideológica dentro del pensamiento peronista. En su Informe Histórico de 1967, aprobado por el propio Perón, la Guardia retoma las líneas tradicionales del llamado “campo nacional” aunque sin adherir, por ejemplo, al revisionismo rosista.

Los dirigentes de la Guardia de Hierro, ni bien llegaron a Buenos Aires, se abocaron a desarrollar un programa de acción que les permitiera reorganizar de imediato a la militancia más antigua y avanzar en la formación de los cuadros políticos que el peronismo había perdido durante los largos años de la resistencia y de la proscripción al viejo líder y al movimiento.
El principal papel político de la Guardia de Hierro debería ser el de una lealtad absoluta al jefe máximo, Juan Perón. Se propusieron ser, por lo tanto, una organización auténtica —y simplemente—peronista, sin cuestionamientos ideológicos, ya que consideraban que el peronismo era "nada más que lo que la doctrina peronista decía que era, y listo".

De tal modo que la Guardia de Hierro sería una especie de dique de contención, lo suficientemente fuerte como para ser capaz de poder “resistirse a la mística” —“de moda”, según algunos de ellos cuentan hoy— de la lucha armada como la única herramienta válida para la liberación. Tendrían que ser, por lo tanto, una represa a la ofensiva de las organizaciones guerrilleras que empezaban a surgir y organizarse dentro del ámbito juvenil. Y tratar de mantenerse alejadas también de los grupos de la derecha —JPRA, CNU, GRN, C.deO., etc.— que se expresarían más tarde en la revista "El caudillo", y que terminarían congregándose en la Triple A de López Rega.

Mientras tanto

Por esa misma época, —poco tiempo después del nacimiento de la agrupación  Guardia de Hierro en el año 1962, vinculada al Gallego Alejandro Álvarez y a Héctor Tristán—, José López Rega se iniciaba en el rito umbanda de origen afroamericano durante un viaje a Brasil, a inicios de 1963. Cuentan las malas lenguas que, después de sacrificar un buey, el Brujo, vestido con una túnica blanca, fue mojado con la sangre del animal y quedó aislado en una choza, en la que mantuvo encerrado por 7 días, sin lavarse, porque esto era un requisito esencial para la iniciación en el rito umbanda.

Al séptimo día, al salir del aislamiento, empezaron a llamarlo "Hermano Daniel", y ya llevaba puesta una cruz invertida, lo que algunos consideran un verdadeiro “símbolo del Anticristo”.

Mientras tanto, en Buenos Aires, Tristán —un dirigente de origen anarquista que había militado en ámbitos sindicales y participado activamente en la resistencia peronista con John W. Cooke y otros “duros” de la lucha popular— y el Gallego Álvarez, con una formación  ideológica de izquierda, militante de la Unión de Estudiantes Secundarios y tambén luchador  en la resistencia peronista, preparaban las bases para que, diez años más tarde, Perón los recibiera en Puerta de Hierro.

Y ya en los años 70, en la misma época en que Álvarez y Tristán ajustaban su Guardia de Hierro a los designios del jefe en su condición de “formaciones especiales”, José López Rega completaba su iniciación umbandista con sucesivos viajes al Brasil, sobre todo a Porto Alegre, una ciudad que se considera como uno de los centros más importantes del rito umbanda.

Además, para reforzar la ligazón que él mismo hacía entre el umbandismo y la macumba, por un lado, con las estructuras más conservadoras del poder mundial por el otro, el nombre de López Rega se destaca también en aquella época como el “hermano Daniel”  de la logia masónica P-2 —la famosa Propaganda Due— del Venerable Maestro Licio Gelli.
Su nombre fue hallado en las fichas que detallaban a los miembros de la logia, después de un allanamiento que la policía italiana realizó en marzo de 1981 en su casa de Arezzo, a la que llamaba "Wanda", por gran coincidencia, el mismo nombre de la esposa de Licio Gelli.


3ª Parte

En abril de 1982, —todavía en su exílio dorado entre España y Suiza— Lopez Rega resucita.
Claro que para resucitar era necesario haberse muerto antes; pero eso lo veremos más tarde.

El Brujo recobra la vida durante un rito de umbanda en un terreiro en Embu das Artes, São Paulo, después de reencarnarse en el cuerpo de Ustra —que durante tres años y cuatro meses comandó el “Destacamento de Operações de Informações do Centro de Operações de Defesa Interna”, el terrorífico centro de represión Doi-Codi en los años de la ditadura en Brasil—, y luego de reencarnar, en una convulsionada sesión espiritista en el barrio paulistano de Tatuapé, al tirano Benito Mussolini.

Años después, cuando nos fuimos reencontrando a la vuelta del exilio, se supo que el Pelado Rafa y el Negro Dardo lo habían visto caminando por la vereda ancha de la avenida Paulista, casi en la esquina de Brigadeiro Luiz Antônio. Era agosto de 1979 y hacía mucho frío en São Paulo.

También supimos que Julio, más conocido como Dieguito, se lo había encontrado en Ipanema en noviembre de ese mismo año.

Cinco meses más tarde, un avión de la Transbrasil, en su vuelo 303 que por aquellos años unía Belém a Porto Alegre, con escalas en varias capitales, caía —fue exactamente el día 12 de abril de 1980— en un accidente en las proximidades de Florianópolis.

Transportando 50 pasajeros y 8 tripulantes, el Boeing 727 de prefijo PT-TYS, chocó contra las paredes del Morro da Virgínia, a 32 kilómetros de la capital de Santa Catarina, durante la aproximación para el aterrizaje en el Aeropuerto de Florianópolis. De los 58 ocupantes de la aeronave, solamente 3 sobrevivieron al desastre. 
Una de las víctimas fatales, hombre bajo y calvo, de unos 65 años, llevaba pasaporte argentino y un Green Card a nombre de José López Rega.

Empezaba una larga historia en la que el FBI, el Side y la Policía Federal argentinas, y la sección brasileña la Interpol se disputarían a sopapo limpio el privilegio de aclarar una muerte que resultaba más que sospechosa vistos los antecedentes del occiso.

Peleándose a codazos para llegar antes que nadie al "Balcão de informações" de la Transbrasil primeiro, y más tarde en la Delegacia de Polícia de Corumbá, Dan Silverston y Ricardo Grion, luchaban con fuerzas desiguales para adelantarse a los repórteres de la Folha de S. Paulo y de Clarín.

Conocido como "El Brujo" por sus adversarios y por “Daniel” o Lopecito por sus allegados, el muerto en cuestión había nacido en Buenos Aires el 17 de octubre de 1916 y, aunque los libros de historia digan hoy que murió a los 72 años, mientras cumplía prisión preventiva en la Argentina, el 9 de junio de 1989, somos muchos los que sabemos que aquel 12 de abril de 1980 fue, si no la definitiva, por lo menos la primera muerte conocida de José López Rega.

Secretario privado de Juan Perón y María Estela Martínez de Perón, el hombre que muriera en abril de 1980 —y nuevamente en junio de 1989—  ejerció una influencia nefasta sobre ambos.

López Rega fue ministro de Bienestar Social durante los gobiernos de Héctor J. Cámpora, Raúl Alberto Lastiri —su yerno—, y del propio Perón. Manejó los dineros de la lotería nacional y de los casinos, lo que le dio una gran autonomía financiera y le permitió crear una considerable fortuna personal.
Pero su mayor realización fue la organización y puesta en funcionamento de la Alianza Anticomunista  Argentina (Triple A), grupo armado ilegal, clandestino y paraestatal.  Desde el Ministerio de Bienestar Social, frente a la plaza de Mayo, la siniestra banda de asesinos llevó a cabo innumerables amenazas de muerte y asesinatos entre 1974 y mediados de 1975.

Obligado a renunciar a su cargo tras las huelgas y manifestaciones de julio de 1975, huyó a Europa con un diploma oficial de fantasía otorgado por Isabel Perón. Estuvo prófugo de la Justicia durante diez años. Fue detenido en Estados Unidos y trasladado a la Argentina, donde murió —por segunda vez, repitámoslo nuevamente— en junio de 1989, mientras era procesado por cargos de múltiples homicidios, asociación ilícita y secuestros.

Pero volvamos de nuevo a la primera parte de este relato, cuando decíamos que, el 13 de marzo de 1986, López Rega fue detenido en Miami, al sur de los Estados Unidos.
Antes de que los EEUU lo extraditasen a la Argentina, Ricardo Herren y Norma Morandini escribieron “El retorno de López Rega. El Brujo”, una nota publicada en la revista española Cambio16. 
Veamos lo que decían al describir el entorno social y político en el que se desarrollaba el drama del lopezreguismo en 1975, casi a vísperas del golpe genocida de Videla.

El deterioro del gobierno de Isabel Perón aumenta cada día más. Este año hay 860 muertos por causas políticas y la inflación alcanza al 330 por ciento. El país tiene cuatro ministros de Economía en un año. Uno de ellos, Celestino Rodrigo, vinculado a López Rega, decreta una brutal devaluación del 150 por ciento y un aumento de tarifas del 200 por ciento. La nafta aumenta un 172 por ciento.”

“Es el famoso “Rodrigazo”. Los sindicatos se resisten a esta política, abandonan la Gran Paritaria Nacional, que intentaba reeditar el Pacto Social y, en una gran movilización, piden la expulsión de López Rega. Finalmente, la presidenta debe acceder a que “El Brujo” renuncie a sus cargos y abandone el país.”

“Antonio Cafiero asume en el Ministerio de Economía.
Pero el alejamiento del siniestro personaje no mejora las cosas. En Tucumán, cae un avión en el que viajaba el general Enrique Salgado, que llevaba soldados para enfrentar a la guerrilla rural: mueren 13 personas. El 4 de Febrero, las Fuerzas Armadas reciben la orden legal, refrendada por todos los ministros del poder ejecutivo de reducir a la guerrilla del E.R.P. en Tucumán que se sospechaba que había llegado al punto de derribar un avión Hércules C-130. Según el Ejército, se producen 350 bajas.”

“Montoneros intenta atacar un regimiento de Formosa y no tiene éxito. Los atacantes huyen en un avión de línea secuestrado, pero la mayoría es capturada.
El 23 de Diciembre, hay un ataque del E.R.P. contra el Regimiento 601, ubicado en Monte Chingolo. La operación también fracasa y hay más de 100 guerrilleros muertos. 
Otros hechos de violencia ocurridos este año son la muerte del general Jorge Cáceres Monié y su esposa, cerca de Paraná; la bomba, atribuida a la triple A, que destruye los talleres del diario cordobés La Voz del Interior; la destrucción por parte de Montoneros de una fragata que se estaba construyendo en Río Santiago y la explosión del Teatro Estrellas, donde se presentaba Nacha Guevara y que provoca dos muertes”.

“El déficit de la balanza comercial y la salida de capitales acentúan aun más el nivel de endeudamiento. La estatización de las deudas del sector privado y los créditos que contrae el Estado desde 1976 disparan el endeudamiento en forma exponencial. 
Después de varios cambios, la presidenta designa comandante en jefe del Ejército al general Jorge Rafael Videla. Luego, pide licencia y se establece en Córdoba para cuidar su salud. Por un momento se cree que la presidenta renunciará y que será reemplazada por Italo Luder. Sobre Isabel pesa una grave acusación por manejos irregulares en la Cruzada de la Solidaridad, similar a la Fundación Eva Perón. La acusación es por la firma de un cheque por 3.000 millones de pesos. Después de un mes, Isabel reasume la presidencia y, aún sin la influencia nefasta de López Rega, se la ve vacilante y errática y crecen los rumores sobre un golpe militar.”

“Una virtual sublevación de la Fuerza Aérea, ocurrida hacia fines de año, es como un anticipo de lo que inevitablemente va a suceder en pocos meses.”

Mi amigo Facundo me cuenta que después de su huída apresurada de Buenos Aires, López Rega pasó los años entre 1975 y 1986, viviendo a cuerpo de rey junto María Elena Cisneros, la mayor parte del tiempo en Suiza, hasta que un fotógrafo de la prensa los descubrió y tuvieron que huír rumbo a un lugar más seguro. Finalmente, María Elena Cisneros fue quién involuntariamente delató al Brujo cuando fue al Consulado argentino en Miami a tramitar un nuevo pasaporte. Hasta entonces, Lopecito había estado usando el del padre de María Elena.


4ª parte


El ocultismo puede variar en sus formas, pero no depende necesariamente de la formación intelectual que tenga el brujo, ni de los credos políticos que practique. Cuando los norteamericanos descubrieron la tremenda influencia que la astróloga Joan Quigley ejercía sobre la primera dama Nancy Reagan, la mujer del presidente Ronald Reagan muchos atribuyeron al notable despiste de la señora  su capacidad de poder ser manipulada por una vidente.
También recordamos el caso de Hillary Clinton, esposa del también presidente Bill Clinton, quien invocaba, con la ayuda de su consejera espiritual Jean Houston, al alma en pena de Eleonor Roosevelt, o a la de Mahatma Gandhi para que ambas, desde el “más allá”, le dieran fuerza y sabiduría.


También al expresidente argentino Carlos Menen se lo llamó oscurantista por creerse la reencarnación del caudillo riojano Facundo Quiroga. Y todo lo dicho prueba que existe una vieja alianza entre la brujería, la magia y el misticismo, por un lado, y el poder por el otro. Los adivinos, hechiceros y magos son un soporte y una garantía para el poder. Porque le ofrecen la legitimidad de lo extraordinario, o sobrenatural, una vez que traen el contacto de lo terrenal con los poderes profundos y esenciales.

Continuará
JV. Florianópolis, septiembre de 1999.

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