Carta de la Payita, Miria Contreras
Bell, a Beatriz Tati Allende
Reproducido de The Clinic, 4 de septiembre 2003; Distribuido por Isabel
Ropert.
Les voy a hablar de una carta.
Sí, de un ejemplar de esas antiguas formas de comunicación que ya casi no se usan más, y que eran tan
comunes hasta la llegada del fax y enseguida del e-mail.
Es la carta de Miria
Contreras Bell –más conocida como "la Payita"–, que fue la secretaria
personal del "Chicho" Salvador Allende, en la que le relata a Beatriz
Allende Bussi, la hija menor del presidente, todo lo que sucedió en el palacio
de La Moneda y sus alrededores el día mismo del trágico bombardeo de los
militares golpistas sublevados; en ella le cuenta también todo lo vivido después de la
implantación de una de las dictaduras más sangrientas de los años de
1970.
En la segunda parte de este texto, tomado de un escrito en Página/12 de Buenos Aires, nos enteramos de algunos detalles menos conocidos de la vida personal del presidente Allende; por lo menos bastante desconocidos fuera de Chile.
La carta en cuestión es, al mismo tiempo, personal
y también un valioso documento histórico que detalla todo lo visto aquel día fatal por
quién fue un testigo privilegiado de los hechos. La Paya, mientras
escribía las páginas que siguen, se hallaba escondida en la Embajada de Cuba,
sin que nadie más que un puñado de sus amigos, compañeros y parientes más
cercanos supieran que ella estaba allí.
Por aquellos días ya todos los
diplomáticos cubanos se habían vuelto a su país; la embajada se encontraba bajo la
protección del gobierno sueco y de su embajador Harald Edelstam.
El motivo que explica que las ocho
páginas de la carta hayan sido escritas a máquina y no a mano, como la
Payita hubiera acostumbrado hacerlo, es porque salieron de la embajada con
destino a Cuba, en donde se encontraba la Tati, su destinataria, de un modo algo más que
clandestino. Solo un único renglón del texto anotado a mano, además de su propia firma, son
las pruebas que la certifican como auténticas. Las hojas fueron fotografiadas una
a una y sus negativos -microfilmados- escondidos en el interior de un tubo de crema
dental. De este modo, si hubieran sido descubiertos por los soldados golpistas, al abrir el tubo los
negativos se hubieran velado y ocultado para siempre su contenido.
Diversas imágenes se nos van apareciendo en la
imaginación o la memoria después de terminar su lectura: el presidente Allende
defendiéndose casi solo, y protegiendo a tiros quijotescos de metralla la honra del palacio de
gobierno y la legalidad atropellada; imaginamos el homenaje póstumo que se le rinde al Perro Olivares, que
recién había terminado de suicidarse, mientras los aviones
sobrevuelan el centro de la capital, Santiago de Chile; la salida que da a la
calle Morandé está tomada por los militares y la fuga de la Paya, haciéndose
pasar por muerta, dentro de una ambulancia.
Y en la misma carta, la autora le
deja entender a la hija de Salvador Allende que su padre se suicidó. Aquellos
allegados que la conocieron más íntimamente a la Payita juran que ella lo vio
muerto.
Aunque no se encuentren en la carta grandes
misterios revelados, se trata sin embargo, de una crónica de primera mano de la
persona que fuera tal vez en aquellos esos días terribles la más cercana al
presidente muerto, asesinado por los golpistas genocidas.
Al leer la segunda parte de este texto, la sorpresa para quién no lo sabía, claro. La revelación de la verdadera relación entre la Payita y Allende.
(J.V.)
"Querida Tati (1) Han pasado ya dos meses desde aquel terrorífico día, pero
para mí han sido como años. No sé si estás enterada de la muerte de mi hijo
Enrique (2). A él junto con Bruno (3) y los
otros compañeros del GAP que venían conmigo
desde Cañaveral a La Moneda me los tomaron
prisioneros en la Intendencia, y a pesar de todos los esfuerzos que
hicimos para que los libertaran, fue imposible, pues ya en
esos momentos Mendoza (4) se
había apropiado de la radio y tomaba
el mando de Carabineros.
Todavía no me explico cómo fue que me
dejaron correr hacia el garage para llamar pidiendo ayuda. Cuando corrí a la
puerta de calle Moneda venía llegando el edecán Grez (5), a quien le pedí que me acompañara a la Intendencia, pero no
quiso hacerlo (Hoy está de edecán de Merino). Tampoco pudo hacer nada el Gral.
Sepúlveda (6) y tu padre le pidió al Gral. Urrutia (7) que
fuera personalmente a tratar de sacarlos, pero fue imposible. Días
después supe que desde ahí los habían trasladado al garage del subterráneo de
la Plaza de la Constitución para trasladarlos después al Estadio Chile.
En una de las casas en que me alojaron
durante el primer mes, supe por uno de los vecinos, un médico que también
estuvo detenido allí -el pobre estaba bastante mal, casi trastornado por todo
lo que le había tocado ver allí -, que las torturas y brutalidades que le
hicieron a un grupo del GAP ahí presente eran algo
horrendo. Isabel (8) me escribió
contándome que Enriquito había muerto peleando (tenía 3
balazos), pues algunos habían podido arrancarse de la Intendencia. Ojalá
que así haya sido, pero casi estoy cierta de que lo mataron en el Estadio junto
con los demás. A Max (9) yo lo había dejado en Tomás Moro para
que ayudara en la defensa allí. Menos mal que Rubén lo vio cuando ya
todos se iban y lo alcanzó a sacar. Algunos amigos lo estuvieron escondiendo
durante más de un mes, hasta que un tío lo metió a la Embajada Francesa,
donde está esperando el salvoconducto para salir. Yo creí que eso resultaría
luego, pero parece que han puesto muchos inconvenientes. Isabel no quiere de
ninguna manera irse, dice que su obligación es quedarse aquí. Les han allanado
el departamento varias veces y les robaron todo. Hacían grandes bultos y les
ponían el título de “Allende”, para explicar a los vecinos que eran armas que
sacaban de allí. Esto lo supe también por una de las personas que me alojó y
que tenía unos amigos en el mismo edificio. No alcanzaron a salvar casi
nada, apenas la guagua. A Enrique padre (10) lo llevaron al
Estadio Nacional y después lo trasladaron a la Cárcel pública. Le
quitaron todo, hasta la camioneta.
La acusación peor es por el taller de
Las Cañas, donde encontraron el túnel con todos sus accesorios.
Nosotros no hicimos nunca ningún
recibo de arriendo. Si yo supiera a
ciencia cierta que entregándome lo dejarían en libertad y lo mismo
con mis hijos…, pero con ellos es imposible esperar una cosa así, pues lo
único que quieren es exterminarnos a todos. A mí me quieren para poder
inventar las historias más extravagantes; están convencidos que sé donde están
o que tengo millones de dólares que, según ellos, robó la U.P.
Esta semana salieron como 600
detenidos del Estadio Nacional y fueron trasladados a la Oficina Salitrera
Chacabuco (110 Kms. al interior de Antofagasta). Entre ellos iba Manuel
Cabieses (11); otros han sido llevados a
Pisagua y a la Isla Quiriquina, y otros serán llevados a la isla Santa María.
En Iquique fusilaron a tu amigo Freddy Taberna (12). Arnoldo
Camú (13) murió en una balacera con los tiras en la calle.
Cada día aparece una lista en los
diarios de 5 a 10 extremistas a quienes se les aplicó la ley de la fuga.
Los allanamientos han sido monstruosos,
especialmente porque el objetivo que
persiguen es amedrentar a la gente para que no nos ayude. Gente buenísima
con deseos de cooperar, no pegaban ni un pestañeo durante las noches en que se
me ocurría lle gar cerca del toque de queda (para que no me fueran a dejar en
la calle). Lo peor era que tampoco me dejaban dormir a mí. A la gente que me
alojó, salvo a tres, no los había visto nunca en mi vida, pero la persona que me
conectó era masón, de la misma logia de tu padre, y por cariño y respeto a él
se hizo cargo de mí llevándome todas las noches a un lugar distinto para que no
me ubicaran.
Al fin, cuando ya no teníamos donde
hacerlo, empezó a tratar de conseguirme una embajada. Menos mal que Isabel pudo
hacer el contacto, de modo que ya debes imaginarte dónde estoy. La idea es que
nadie me ubique, así que no me dejan ni asomar la nariz. Acuérdate lo que
sufría con el toque de queda, imagínate como será esto. No sé cuántos meses
durará. Dile a la Chica (14) que he estado varias
veces con Eugenio (15) y que hemos compartido
dormitorio. Tratamos de acompañarnos y consolarnos mutuamente. Les echa mucho
de menos, pero está tranquilo de saberlos bien.
Mitzi (16) se asiló. Estaba muy metida, pues no sólo tenía su
JAP, de modo que los comunistas la escondieron, pero la
allanaron varias veces. Además, la muerte
de Enriquito terminó con su resistencia. Tú sabes que
quería a mis hijos igual como a los propios. Ojalá si puede salir la ayudes y
le busques la forma de que pueda seguir ayudando desde fuera o alguna forma de
volver. No olvides que de todas nosotras, las hermanas, ella es la mejor.
Toda esta explicación como prólogo es
para que conozcas mi estado de ánimo. Trato de seguir adelante y sacar fuerzas
de mi flaqueza. Es difícil, pero lo conseguiré. El sábado de tu cumpleaños, tu
padre se reunió al almuerzo con el Gral. Prats (17) y Flores (18) hasta las 8 PM. y me hizo
citar para el domingo a las 10:30 al PC, y a las 12 del día a Pinochet y a
Urbina (19) (me hizo pedirles que fueran de civil) en Tomás
Moro. La noche del sábado hizo ir a Bartulín (20) a buscar un documento a casa
de Adonis Sepúlveda (21) con el resultado de las reuniones que
desde el jueves tenía la U.P. con el objeto de votar por:
1. - Acuerdo con la DC (Publicación
Proyecto Hamilton (22) de inmediato)
2. - Plebiscito
3. - Un Gobierno de Seguridad y
Defensa Nacional.
En caso de no ponerse de acuerdo de
inmediato en cuál de estas líneas seguir, el Presidente solicitó que le
dejasen a él decidir. En la carta de Adonis él explicaba a tu padre que después
de varias reuniones no habían llegado a ningún acuerdo entre los Partidos y que
tampoco estaban de acuerdo en que el Presidente decidiera.
El lunes 10, a mediodía, el PC me
entregó una carta (según supe por Víctor (23) se trataba de una solución respecto al punto
plebiscito, para, en vez de ello, acortar el plazo presidencial a 4 años)
traída por Rodrigo Rojas (24), quien me hizo el
comentario de que ahí estaba la solución a todos nuestros problemas y que se la
entregara de inmediato a tu padre. No supe si lo había aceptado o no, pero
cuando se retiró de La Moneda cerca de las 10 P.M. iba tranquilo y de
buen humor y tenía citados en T. Moro
al Perro (25) y
a Garcés (26),
pues pensaba hacer
una intervención al día
siguiente.
Poco después de que él se había
retirado me llamó Ariel Fontana (27) para explicarme
que había proyecto para esa noche de un gran atentado y que necesitaba hablar
con el Presidente.
Como se encontraban allí
Joignant (28), Máximo (29) y el
Coco (30), lo hice venir a La Moneda, aunque después tuvieron
que ir a verlo a T. Moro, pues necesitaban su
consentimiento para partir de inmediato fuera de Santiago, ya que se trataba de
la voladura del puente de FFCC que traslada el mineral de El
Teniente. Estaban allí conmigo Víctor,
Jorquera (31), Uranga (32) y
Maxito. Nos ofrecimos para quedarnos en espera de noticias suyas.
Como a las 12 empezaron las llamadas
por teléfono avisando que habían movilizaciones de tropas desde Los Andes.
Llamé a Flores a su casa para que él me confirmara antes de avisarle a tu
padre. Le pedí que llamara a Pinochet si era necesario. Me dijo que
iba a llamar a otras personas y que yo llamara al subsecretario de
Guerra, Valenzuela (33), ya que lo conocía.
Estaba durmiendo, pero le expliqué lo que pasaba y le pedí que averiguara. Me
llamó una media hora después comunicando que había hablado con el Coronel
Ibáñez (34) (el que estuvo en Rancagua), quien estaba de turno
en el Estado Mayor, confirmando que era cierto, pero que no se trataba
del Regimiento entero, sino solamente de dos compañías que venían a reforzar la
guarnición de Santiago, porque ese día (martes 11) sería un día “crudo”. Al
preguntársele qué significaba la palabra “crudo”, explicó que ese día se
sabría sobre la acusación de Altamirano (35) y Garretón (36) y
los trabajadores podían tratar de tomarse caminos, fábricas.
Llamé por citófono
de inmediato al Presidente, agregándole además
la noticia de la orden de acuartelamiento general
hasta las 6 A.M. El Presidente solicitó el número telefónico del Gral. Brady(37) y habló personalmente con él, quien le dio toda clase de
seguridad. Tu padre volvió a llamarnos por citófono y nos dio la orden de irnos
a descansar, quedando Uranga en La Moneda para recibir noticia s de Ariel. Eran
las 2:30 de la madrugada del martes. A las 5 me avisó por teléfono Uranga que
la operación de los terroristas P y L. habían sido postergada (evidente su
contacto con las FF.AA., ya que el golpe sería ese mismo día).
A las 7:45 nos avisaron desde T. Moro
que la Marina se había sublevado, que el Presidente partía a La Moneda.
Yo traté de hablar por teléfono a tu casa para pedirle a Luis que no te dejara
ir a La Moneda, pues tu padre así me lo había pedido. Lo mismo tu madre y
tus hermanas. No quería sacrificarlas y esto fue lo único que siempre me pidió.
Pero no pude comunicarme ni tampoco con Víctor, en quien pensé para que les
avisara y los ayudara. Por supuesto, ese día tuvimos que bajar como sardinas en
el auto y en la renoleta. Menos mal que también estaba la camioneta, pero se
quedaron arriba sin movilización muchos compañeros.
Mi apuro era llegar, según las
órdenes, primero a Tomás M., para después llevar ayuda a La Moneda. Tu
padre había partido ya a La Moneda y estaba Mariano (38) a cargo de T.M. Había orden de quedarse allí, pero yo les
rogué que me dejaran llevar a Bruno y a un grupo para ir a ayudar. Partimos con
bastante suerte, pues a la salida de allí nos encontramos un motorista
Carabinero quien nos escoltó hasta Ahumada con Moneda y, al llegar a la esquina
de la Intendencia, empezó lo espantoso que ya te conté. De la gente que allí
había, tú conoces los nombres. Después de Uds. se fue el resto de la Guardia de
Palacio, a quien tu padre les obligó a dejar máscaras, cascos y por
supuesto sus armas. De allí el gran “arsenal” que encontraron.
Fuimos quedando pocos. Después se
fueron los dos Tohá (39) con Briones (40) a
entregarse al Ministerio (el único que goza de libertad en estos momentos es
Briones.) Qué gran general era tu padre. Si hubieses oído cómo daba las órdenes
y con qué tranquilidad y valentía hacía frente a los acontecimientos. Todos
estábamos admirados. Él dirigió toda la operación bazooka y cuando le voló la
parte superior al tanque fue su mejor momento.
Después del bombardeo aéreo, el
Perrito se suicidó. Llamó por teléfono a T. Moro para saber de tu madre y de
ustedes. Ese fue el único momento que vi en su cara una muestra de dolor,
cuando le contestaron que también había sido bombardeado. No sé quién sería el
q ue contestó. Después se fue al 2do piso y desde la oficina nuestra y de
Jorquera descargó su metralleta hasta que le dio puntada. Nosotros, con Máximo
y Bartulín, tratábamos de sacarlo de allí, pues la balacera era espantosa y lo
único que queríamos era co nservarlo. Corrí todo el tiempo detrás de él.
Cuando ustedes salieron y no llegaba el jeep a buscarlas, tu padre
volvió a llamar a Badiola (41)diciéndole que a causa
de la enorme balacera que había afuera ustedes podían ser heridas y que se
pusiera los pantalones aunque fuera una vez en su vida y lo apurara. Al
terminar la conversación con él, tu papá volvió a tomar el citófono para llamar
a T.M., pero había quedado interceptado con el del Estado Mayor y oímos
claramente a Baeza (42) diciendo: “tenemos que matarlos como
hormigas, que no quede ni rastro de ninguno de ellos, en especial de Allende”.
Al salir al Patio de Invierno tu padre les pidió a los
generales de Carabineros que se retiraran, lo mismo que
a la Escolta de Carabineros y de Investigaciones.
Mientras esperábamos el bombardeo aéreo seguían los tanques disparando,
el ruido era espantoso.
Tu padre no creyó nunca que se
atreverían a bombardear La Moneda. Estaba convencido de que por mucho odio que
existiera, las Fuerzas Armadas no se atreverían a tocarla y destruirla, por el
símbolo que ello significaba. Flores le solicitó que lo dejara ir a parlamentar
con los milicos, junto con Vergara (43) y Puccio (44).
Tu padre les contestó que fueran sin darle mayor importancia, creyendo, yo
pienso, que así podía salvarse Osvaldo. Trataron de salir, pero no pudieron.
Entonces volvió Daniel V. (45) y le pidió a tu padre que le
dijera claramente qué les iban a proponer ellos a los militares, si no él no
salía de allí. Tu padre les pidió que le trajeran por escrito una serie
de condiciones que él les enumeró: seguridad para la continuidad de los
Sindicatos de los Trabajadores, ninguna represión contra la izquierda, completo
respeto a todas las conquistas de los Trabajadores, etc.. Les ratificó que se
lo trajeran por escrito y aceptado por las FF.AA., pero que ellos no fueran a
firmar nada, pues él debía revisarlo. Este grupo ya no volvió más.
Como el incendio seguía avanzando e
iba a seguir el bombardeo aéreo, tu padre pensó pedir 5 minutos más de
tregua con el fin de ver la posibilidad de cruzar al garage y pasar al Min.
Obras Públicas, pues desde allí había más visibilidad para seguir peleando.
Coco y J. Barrios (46) le dijeron que él ya no
podía seguir pidiendo minutos de tregua, pero él, riéndose, les dijo que sabía
lo que hacía, pues en 5 minutos podían pasar muchas cosas. Esto no se
hizo, pues disparaban por todos lados y era muy peligroso. Después nos fuimos
al comedor y allí, de guata en el suelo, tratamos de comunicarnos con los
compañeros que estaban al frente y mirar hacia el Min. de Defensa, pero
empezaron a largarnos bombas que nos obligaron a salir de allí y buscar las
máscaras. Recuerdo las caras de asfixia de Cacho (47), de Juan
Seoane (48) (éste se quedó con 6 compañeros más hasta el
final). Nos pasábamos las máscaras unos a los otros. Recuerdo que en esos
instantes los médicos trajeron a la enfermera totalmente asfixiada y tu padre
se sacó su máscara de inmediato para que se recobrara. Juan Seoane contestó el
último citófono del Estado Mayor, donde avisaban que seguiría el bombardeo,
para que antes de que entraran las tropas nos rindiéramos.
Tu padre nos reunió a todos en el
pasillo al lado del salón Toesca en los mismos momentos en que subía Cacho
avisando que ya estaban las tropas en la puerta de Morandé, y nos dijo que antes
de rendirnos quería que
juntos le rindiéramos
homenaje a Augusto
Olivares, primer mártir
de la revolución.
Cacho partió adelante con un trapo
blanco, pero en la mitad de la escalera lo vi arrojarlo al suelo con furia…no
sé qué le gritaron desde abajo en esos instantes. Yo volví al pasillo donde
había quedado tu padre y sentí los disparos de metralleta que venían desde el
living, hacia donde corrí. Allí estaba Máximo, quien me hizo salir y me llevó
escaleras abajo hacia la salida. Yo creo que él volvió a pesar de que ya todo
había terminado, pero en la puerta nos
dieron tantos culatazos…(en esos momentos cuando me registraban no recuerdo haber
visto ningún oficial;
creo que el
general Palacios (49) entró mucho después).
En la calle nos hicieron ponernos
contra la pared, manos en la nuca; pensé que allí nos fusilarían a todos.
Recuerdo haber estado al lado de Enrique Huerta (50), quien no podía
dominarse y sollozaba como un niño por la muerte de tu padre. Nos volvieron a
revisar enteros. Coco, en esos momentos, me daba ánimos para que los dejara hacer,
pues ya le parecía que me iban a meter una bala. En esos momentos empezaron de
nuevo los aviones con sus metralletas, por lo que los milicos nos hicieron
poner de cara al suelo en medio de la calle. Como los compañeros trataban de
protegerme con sus cuerpos, un cabo que estaba a cargo nuestro se
condolió y me hizo ponerme pegada a la muralla tendida en el suelo.
Con cada descarga
de los aviones pensaba que había llegado nuestro
último segundo.
En un momento en que se descuidaron levanté
la cabeza y vi la Intendencia envuelta en llamas. Cómo
explicarte mi angustia de esos momentos; pensaba que allí podían estar
encerrados Enriquito, Bruno y compañeros. De repente siento que me tocan con un
zapato y me dicen: Paya, ¿qué estás haciendo aquí? Miro y veo a Jaime P (51). En esos momentos venía llegando una ambulancia que
venía a buscar unos heridos. Me dijo que me hiciera la muerta y pidió al
enfermero que me llevara. En eso se acercó un milico y preguntó qué tenía, pero
ya me habían metido dentro como un saco de papas.Pensé salirme antes de llegar,
pero era tal la balacera que estos se fueron como rediablos y casi no me di
cuenta cuando llegamos. Allí tuve la suerte de encontrar los pocos médicos de
izquierda juntos quienes me ayudaron y me prestaron ropa y me llevaron a un
lugar donde estuve hasta el tercer día (52). Supe de algunos
de los compañeros que quedaron allí que parece que pudieron escapar, como
Cacho, el Dr. Ruiz (53), Bartulín: éste último creíamos que
estaba escondido, pero acabo de saber que hace pocos días lo pescaron y
lo metieron al Estadio. Parece que ha sido bastante duro y lo ha pasado
muy mal; en la historia que han publicado del GAP lo ponen a él como médico
jefe y muy adicto a tu padre. Yo había hablado con gente para que lo ayudara,
lo mismo que a Víctor, pero no había podido tener noticias de ellos. Hoy me
avisó Eugenio que parece que éste último está seguro. Apenas sepa te avisaré.
El encargo que le hicimos a las
compañeras ese día, no pudo llegar, pues las asustaron con que estaban
también bombardeando allí. Yo quedé prácticamente pilucha, pues la blusa y el
pantalón con que salí de La Moneda quedaron totalmente rotos. Isabel no
es mucho lo que pudo salvar tampoco. Estoy tratando de sacar algún provecho,
pues afuera los compañeros necesitan mucho dinero para empezar a prepararse.
Algo hemos conseguido, pero la gente está redura y cuesta.
Uds. y a deben saber que los precios
se fueron a las nubes y, por supuesto, con ello se acabaron las colas,
pues nadie puede comprar. Arsenio (54) y Enrique Paris (55) están
muertos. Jaime Barrios estaba al principio en el Estadio, pero después no
se encontró más y se cree lo peor. Hay tantos compañeros que no hemos
podido ubicar.
De Klein (56) y Claudio Jimeno (57) tampoco hemos
podido averiguar. Tantos muertos y tantos
presos. Hoy las noticias solo hablan del atentado frustrado
al Regimiento Tucapel de Temuco por
más o menos 15 compañeros, de los
que 7 resultaron muertos, 2 presos y al resto los busca todo el ejército.
La Kika Zanzi (58) está presa en una estancia en las afueras de Punta Arenas y
Carlos (59) con un ataque al corazón. No sabemos nada de
ellos. Los helicópteros siguen volando sobre nosotros. Tu madre tiene locos a
la Junta y fascistas en general con sus giras mundiales en busca de
solidaridad. No hay día que no salga una foto y un artículo respecto a ella.
Para qué te cuento lo que le inventan, pero la verdad es que los saca de
quicio. Vayan para ella nuestros más sinceros agradecimientos y felicitaciones
por su trabajo, lo mismo para ustedes todos.
Imagínate que los Tribunales
Militares empezarán a funcionar en el edificio nuevo del Clarín, lo
expropiaron; no sé que hicieron con toda la maquinaria nueva que Víctor había
allí instalado y lo ridículo es que la construcción del edificio además estaba
especial para ello. No quieren aprovechar nada de lo hecho por tu padre.
Bueno, vienen a buscar la carta.
Montones de cariños para todos. Dile a Luis que nos avise del nacimiento del
niño."
Notas al pie de página:
1- Tati: Beatriz Allende Bussi, hija del Presidente Allende. Médico,
militante del Partido Socialista, colaboradora del Presidente en La Moneda,
casada con Luis Fernández Oña, diplomático cubano en Chile. El día del golpe de
estado, con un embarazo de siete meses, estuvo en La Moneda junto a su padre, a
su hermana y a las más de 100 personas que llegaron al palacio presidencial a
defender el gobierno de la UP, hasta que fue conminada por el Presidente
para que abandonara La Moneda antes del bombardeo aéreo junto a las demás
mujeres. Salió de Chile en el avión dispuesto para el personal de la embajada
cubana, junto a su marido e hija, exiliándose en Cuba. A raíz del golpe de
estado, se enfermó de depresión y se suicidó en 1977 en La Habana.
2- Enrique: Enrique Ropert Contreras, 20 años, estudiante de economía en
la U. de Chile. Detenido en la esquina de Morandé
y Moneda, por Fuerzas Especiales de
Carabineros -cuyo cuartel se encontraba en la Intendencia-
cuando va llegando a La Moneda junto a su madre y un grupo de 9 miembros del
GAP, entre los cuales se encontraba el jefe del dispositivo de
seguridad, Domingo Blanco, "Bruno". Antes del bombardeo, el grupo es
conducido en un bus de Carabineros a la Sexta Comisaría y
desde allí al Cuartel de Investigaciones,
desde donde se pierde su pista. El 20
de septiembre, el cuerpo de Enrique Ropert, apareció debajo del Puente
Bulnes del Río Mapocho, acribillado a balazos, y el 3 de octubre su tía Mitzi
lo encontró en la morgue entre cientos de cadáveres. De este grupo de detenidos
sólo Enrique Ropert y un GAP, pudieron ser identificados por sus familias y
sepultados. Otros seis, todos miembros del GAP, fueron sepul tados
clandestinamente como NN en el Patio 29
del Cementerio General (identificados a
partir de 1993 luego de las exhumaciones del
Patio 29); y dos de ellos, entre los cuales se encuentra "Bruno",
permanecen hasta la fecha desaparecidos (en el listado que las FFAA entregaron
a la Mesa de Diálogo se les menciona como "lanzados al mar frente a San
Antonio").
3- Bruno: Domingo Blanco Tarrés, jefe del GAP, militante del Partido
Socialista. La prensa de derecha lo había acusado de ser el autor del asesinato
del Edecán Naval del Presidente Allende, Arturo Araya, cometido en julio
de 1973 por miembros de Patria y Libertad, los que se entregaron a los días
siguientes del golpe militar a la Fiscalía Naval de Valparaíso y posteriormente
fueron indultados por Pinochet. Algunos miembros de este grupo conformaron
posteriormente el Comando Conjunto.
4- Mendoza: General Cesar Mendoza. Se proclama Director General de
Carabineros y miembro de la Junta Militar. Estaba en el décimo lugar del
escalafón de Carabineros y era dir ector de bienestar. El día del golpe copó la
Central de Comunicaciones de Carabineros y desde el décimo piso del Edificio
General Norambuena, codirigió junto al principal instigador del golpe en
Carabineros, el general Arturo Yovane, las operaciones de los carabineros
alzados, desconociendo el mando del director María José Sepúlveda y del subdirector
Jorge Urrutia quienes se encontraban en La Moneda junto a Allende.
Por primera vez, Carabineros integraba una
Junta Militar de Gobierno, ya que hasta
entonces Carabineros era una fuerza de servicio público, dependiente del
Ministerio de Interior y no formaba parte de las FFAA.
5- Edecán Grez: Capitán de navío....Grez, Edecán naval del Presidente
Allende. Reemplaza al edecán naval Arturo Araya, asesinado pocos meses
antes por miembros Patria y Libertad. Y por la Fuerza Aérea, el
comandante de escuadrilla Roberto Sánchez,
único leal a Allende e inmediatamente después del
golpe exonerado de las FFAA.
6- Gral. Sepúlveda: Director General de Carabineros José María S
epúlveda destituido por Mendoza el 11 de septiembre de 1973. En la mañana de
ese día, se encontraba en La Moneda junto al Presidente Allende y se retiró
junto a la guardia presidencial de Carabineros antes del bombardeo aéreo.
7- Gral. Urrutia: General Jorge Urrutia, subdirector de Carabineros.
Destituido por Mendoza.
8- Isabel: Isabel Ropert Contreras. Hija mayor de Payita, tenía 21 años,
casada y un hijo de 9 meses al momento del golpe. Exiliada en Francia y Cuba.
9- Max: Max Ropert Contreras. Hijo menor de Payita, tenía 18 años.
Temprano en la mañana del 11 de septiembre, sale de la casa de su madre
denominada "El Cañaveral", y junto a ella y a su hermano Enrique, se
dirigen a la casa presidencial de Tomás Moro. Al ver que el Presidente Allende
y algunos miembros de su escolta ya habían partido hacia La Moneda, le pide a
miembros del GAP y a su hijo Enrique que vayan con ella a reforzar la guardia
del Presidente a La Moneda, y a Max que se quede en Tomás Moro pues ahí
se encuentra Tencha, esposa del Presidente Allende. Poco después, Max
intenta llegar a La Moneda pero el cerco militar se lo impide y regresa a Tomás
Moro en donde vive el bombardeo aéreo a la residencia. Exiliado en Cuba,
estudia medicina.
10 - Enrique padre: Enrique Ropert Gallet. Ex esposo de Payita,
ingeniero civil, militante del Partido Socialista. Durante el gobierno de la UP
trató de formar la Empresa Nacional de la Construcción en el Ministerio de
Obras Públicas, lugar de donde es detenido el 20 de septiembre de 1973 y
trasladado al Estadio Nacional y luego a la Cárcel Pública. En julio de 1974 es
expulsado a Francia.
11 - Manuel Cabieses: Director de la revista Punto Final. Redactor y
presidente del sindicato del vespertino Noticias de Ultima Hora.
Consejero del Colegio de Periodistas. Militante del MIR. Fue detenido el
13 de septiembre de 1973 en la vía pública y conducido al Ministerio de
Defensa, al Estadio Chile y Estadio Nacional. En noviembre de 1973, junto
a los demás detenidos del Estadio Nacional, lo trasladan
en el barco salitrero Andalién a
Antofagasta y recluido en el campo de
concentración de Chacabuco hasta que fue cerrado en 1975. Trasladado al campo
de concentración de Puchuncaví, en la V Región y luego a Cuatro Álamos. A fines
de 1975 es expulsado y se exilia en Cuba.
12 - Freddy Taberne: Geógrafo y director de Odeplan en Iquique.
Secretario Regional del PS de Iquique. El 11 de septiembre al no responder al
bando militar que lo conminaba a presentarse ante los militares, su esposa
Jinny Arancibia es detenida como rehén. Detenido el 16 de septiembre en el Regimiento
de Telecomunicaciones de Iquique, luego en la cárcel pública y a fines de
septiembre fue trasladado a Pisagua. Luego de un irregular consejo de guerra, a
cargo del general Carlos Forestier, el 30 de octubre de 1973 es ejecutado,
junto a otros tres detenidos. Su esposa e hijos recibieron un certificado de
defunción pero jamás sus restos. En el listado de las FFAA a la Mesa de Diálogo
aparece como lanzado al mar.
13 - Arnoldo Camú: Abogado y asesor del Intendente de Santiago. Miembro
del Comité Central del Partido Socialista. El 11 de septiembre de 1973 estuvo
detenido en la Intendencia y luego llevado al Ministerio de Defensa y
al Estadio Nacional. Posteriormente fue dejado en
libertad y detenido nuevamente el 16 de septiembre 1973, apareciendo su
cuerpo dos días después en la vía pública.
14 - Chica: Patricia Espejo. Una de las cuatro personas que conformaban
la Secretaría Privada del Presidente Allende en La Moneda, junto a Payita, Tati
Allende e Isabel Jaram illo. Casada con Eugenio Leyton. Sale exiliada a Cuba en
el avión junto al personal de la embajada cubana en la noche del 11 de
septiembre de 1973.
15 - Eugenio: Eugenio Leyton. Militante del MIR y marido de Patricia
Espejo. Se quedó en Chile en la clandestinidad hasta que salió al exilio en
Cuba.
16 - Mitzi: Mitzi Contreras Bell. Hermana de Payita. Exiliada en Cuba.
Siguiendo la voluntad de Tati se hizo cargo de sus hijos, Maya y Alejandro,
luego de su muerte.
17 - Gral. Prats: Ex Comandante en Jefe del Ejército, general Carlos
Prats. Renunció a la comandancia en jefe en agosto de 1973 y fue reemplazado
por Pinochet el cual asumió el 30 de agosto de 1973. Asesinado junto a su
esposa Sophia Cuthbert en Buenos Aires en septiembre de 1974 por agentes
de la DINA y por orden de Pinochet.
18 - Flores: Fernando Flores. Ministro
Secretario General de Gobierno del
Presidente Allende. Detenido el 11 de septiembre de 1973 en el Ministerio
de Defensa cuando sale desde La Moneda por orden de Allende junto a Osvaldo
Puccio, padre e hijo, y Daniel Vergara, subsecretario de Interior a parlamentar
con los golpistas. Trasladado a la Isla Dawson hasta mayo de 1974. Exiliado en
EEUU.
19 - Urbina: General Orlando Urbina, jefe del Estado Mayor del Ejército
y la segunda antigüedad después de Pinochet. Urbina fue uno de los generales
que tenía una actitud engañosa. Aparecía ante Allende y Prats como
constitucionalista. Tenía fama de militar allendista pero había sido compañero
de curso de Pinochet e incluso su confidente durante la UP y
después del golpe. Acerca de él, Orlando Letelier, escribirá: “Urbina también
se plegó al doble juego de Pinochet y actuó en términos de un gran traidor”.
20 - Bartulín: Danilo Bartulín. Médico y colaborador del Presidente
Allende. El 11 de septiembre se encuentra en La Moneda junto al Presidente
Allende y sale por la puerta de calle Morandé junto al grupo
detenido allí. Liberado junto
a los demás médicos
inmediatamente, es detenido posteriormente y trasladado
al campo de prisioneros de Chacabuco. Exil iado en México.
21 - Adonis Sepúlveda: Senador hasta el 11 de septiembre de 1973.
Miembro del CC del Partido Socialista.
22 - Proyecto Hamilton: Se trataba de la
promulgación del proyecto sobre las tres
áreas de la economía llamado proyecto Hamilton-
Fuentealba, por los senadores DC Juan
Hamilton y René Fuentealba.
23 - Víctor: Víctor Pey Casado. Ingeniero civil de nacionalidad
española, gran amigo y hombre de confianza del Presidente Allende. La noche
anterior al golpe, estuvo hasta las 2 de la mañana en L a Moneda junto a
Payita, Max Ropert y Uranga. Luego de un llamado de Allende, se dirigió
temprano a Tomás Moro y salió poco antes del bombardeo aéreo para dirigirse al
diario Clarín (de su propiedad) pero los militares ya habían ocupado el
local. Tampoco logró llegar a La Moneda debido al cerco militar. Requerido por
los bandos militares, se asila y sale exiliado a Venezuela. -Victor Pey llegó a
Chile el 3 de septiembre de 1939 en el legendario Winnipeg que organizó Pablo
Neruda, como cónsul especial de Chile, nombrado para esos efectos por el
Presidente Pedro Aguirre Cerda al término de la Guerra Civil española. Durante
23 años fue profesor de la Escuela de Ingenieros Industriales de la ex
Universidad Técnica del Estado, hoy Universidad de Santiago. Dueño d el diario
Clarín, cuyo local de calle Dieciocho en Santiago fue ocupado por la Dicomcar
(Dirección de Inteligencia de Carabineros) y más adelante fue
centro de operaciones, de detención y
de tortura del Comando Conjunto. Actualmente, Víctor
Pey tiene un juicio contra el Estado chileno por indemnización de los
bienes incautados del diario Clarín.
24 - Rodrigo Rojas: Periodista, miembro de la dirección nacional del
Partido Comunista. Fue director del diario del PC, El Siglo. Detenido en el
Estadio Nacional. Exiliado en Cuba.
25 - El Perro: Augusto ""Perro" Olivares. Periodista y el
más cercano asesor del Presidente Allende. Director de Televisión Nacional.
Consejero nacional del Colegio de Periodistas. Miembro del consejo de redacción
de la revista Punto Final y columnista del diario Clarín. Murió en La Moneda el
11 de septiembre de 1973, quitándose la vida.
26 - Garcés: Juan Enrique o Joan Garcés. Abogado de nacionalidad
española, asesor y amigo del Presidente Allende. El 11 de septiembre se dirigió
a La Moned a desde la casa presidencial de Tomás Moro junto
al Presidente Allende, Augusto Olivares y
miembros del GAP. Se retira del palacio
presidencial antes del inicio del bombardeo aéreo por pedido de Allende. Se
exilia en Francia. Junto a Víctor Pey y Gonzalo Martner (padre) creó la
Fundación Presidente Allende en España, la cual en julio de 1996 presentó una
querella en Madrid contra Pinochet y otros por el asesinato, desaparición y
tortura de ciudadanos españoles en
Chile, la que fue acogida por el
juez García -Castellón, prosiguiéndola el juez
Baltazar Garzón, y cuyo desenlace más importante
fue la detención de Pinochet en Londres durante un año y
medio.
27 - Ariel Fontana: Max Marambio. Primer
jefe del dispositivo de seguridad de
Allende (GAP). Militante del MIR hasta 1971. Asesor del Presidente
Allende en materias de seguridad y defensa contra los actos de terrorismo y
sabotajes de la ultraderecha. El 11 de septiembre de 1973, ingresa a la
embajada cubana y participa en su defensa. Hasta julio de 1974, la Junta
Militar no le da el salvoconducto para salir del país y permanece en la
embajada cubana que está bajo bandera sueca hasta esa fecha. Sale a Suecia
junto a Payita, que estaba en las mismas co ndiciones, y se exilia en Cuba.
28 - Joignant: Alfredo Joignant. Profesor, militante socialista. Fue el
último Director General de la Policía de Investigaciones del gobierno de
Allende.
29 - Máximo: Ricardo Pincheira. Médico, 28 años, asesor de informaciones
del Presidente Allende y militante del Partido Socialista. De tenido en
La Moneda y trasladado al Regimiento Tacna junto a todo el grupo. Detenido
desaparecido durante 18 años, su cuerpo fue exhumado en octubre de 1991 desde
el Patio 29 del Cementerio General en donde había sido enterrado
clandestinamente bajo la inscripción NN. La autopsia correspondiente dice que
su cuerpo fue encontrado el 22 de septiembre de 1973 en la calle Departamental
con Macul.
30 - El Coco: Eduardo "Coco" Paredes. Médico, asesor del
Presidente Allende y militante socialista. Ex Director de la Policía de
Investigaciones. Detenido en La Moneda y trasladado al Regimiento Tacna. El 14
de septiembre de 1973, el diario El Mercurio publicó la noticia de que el
doctor Eduardo Paredes había fallecido en un
enfrentamiento con la policía en los
jardines de las Torres San Borja. Desaparecido
durante 22 años, su cuerpo fue identificado en 1995 entre las osamentas
exhumadas del Patio 29 y en uno de los cajones que contenía dos cuerpos
(para ahorrar según Pinochet). La autopsia de 1973 correspondiente a ese cuerpo
enterrado como NN, señala que fue encontrado el 20 de septiembre de 1973 debajo
del Puente Bulnes con varias heridas a bala.
31 - Jorquera: Carlos Jorquera. Periodista y secretario de prensa del
Presidente Allende. Fue detenido cuando el grupo sale de La Moneda
después del bombardeo aéreo, trasladado al Ministerio de Defensa, a la Escuela
Militar y luego a la Isla Dawson. Exiliado en Venezuela.
32 - Uranga: Alberto Uranga. Arquitecto y asesor profesional en La
Moneda. La noche del 10 de septiembre se quedó en La Moneda por encargo de
Payita. A eso de las 6 a.m. se levantó, salió del palacio y se fue a su casa,
sin percatarse de que estaba habiendo un golpe de estado.
33 - Valenzuela: Subsecretario de Guerra.
34 - Coronel Ibáñez:
35 -Altamirano: Carlos Altamirano. Secretario General del Partido
Socialista.
36 - Garretón: Oscar Guillermo Garretón. Secretario General del Mapu.
37 - Gral. Brady: General Herman Brady. En 1973 era comandante de la II
División del Ejército y jefe de la Guarnición de Santiago. Brady, así como
Pinochet y Urbina, aparentó ser constitucionalista y leal a Allende. Sin
embargo, fue uno de los principales conspiradores golpistas. El día del golpe
estuvo a cargo de las tropas del “plan Santiago” junto a Arellano Stark. En la
madrugada del día 11, Brady responde a las llamadas telefónicas de Allende y de
Letelier entregándoles falsas informaciones para no alertarlos de las maniobras
golpistas.
38 - Mariano: Francisco Argandoña. Miembro del GAP, militante
socialista.
39 - Los dos Tohá: José Tohá, ex ministro del Interior y de Defensa, y
Jaime Tohá, Ministro de Agricultura. Durante el bombardeo aéreo se refugian en
el sector del Ministerio de RREE en el palacio presidencial junto a Carlos
Briones, ministro del Interior y a Aníbal Palma, ministro de Educación.
Detenidos por los militares que ingresan a La Moneda, son trasladados al
Ministerio de Defensa, luego a la Escuela Militar y finalmente deportados a la
isla Dawson. En marzo de 1974, José Tohá debió ser trasladado a Santiago por el
grave estado de salud que se encontraba y murió en el hospital militar en
extrañas circunstancias. En mayo de 1974, desde la Isla Dawson, Jaime Tohá fue
enviado al Regimiento Buin y al campo de Ritoque y finalmente salió exiliado a
Mozambique.
40 - Briones: Carlos Briones, abogado, ministro del Interior. Detenido
en La Moneda es trasladado al Ministerio de Defensa y luego a la Escuela
Militar. Con arresto domiciliario, finalmente sale exiliado a Venezuela.
41 - Badiola: Sergio Badiola, edecán de Allende por el
Ejército, teniente coronel, se suma a los golpistas el mismo 11 de
septiembre y asume como ayudante del general Ernesto Baeza, en la Dirección
General de Investigaciones, institución que fue copada e intervenida por el
Ejército desde ese mismo día. Al igual que Carabineros, la policía civil de
Investigaciones dependía del Ministerio del Interior y no era miembro de las
FFAA.
42 - Baeza: General Ernesto Baeza, uno de los principales instigadores
del golpe. El 11 se encontraba en el Ministerio de De fensa y habló en
varias ocasiones con Allende. El mismo día del golpe de estado, el Ejército
intervino Investigaciones, nombrando a Baeza como director general, hasta 1981
cuando se involucra en el caso Covema y asume en su reemplazo el general
Humberto Go rdon.
43 - Vergara: Daniel Vergara, subsecretario del Interior. Detenido el 11
en el Ministerio de Defensa cuando sale desde La
Moneda junto a Osvaldo Puccio, padre
e hijo, y Fernando Flores, como delegados
de Allende a parlamentar con los militares. Trasl adado a la Isla Dawson
hasta mayo de 1974. En Santiago, fue llevado por Carabineros a Las Melosas, en
el Cajón del Maipo, en grave estado de salud. Expulsado a la RDA en donde
murió.
44 - Puccio: Osvaldo Puccio.
45 - Daniel V.: Daniel Vergara.
46 - J. Barrios: Jaime Barrios, ex gerente del Banco Central, militante
socialista y asesor de Allende en materias económicas. Su
esposa, Nancy Julien, sale de La
Moneda junto al grupo de mujeres. Detenido
a la salida de Morandé 80 junto
al grupo, trasladado al regimi ento Tacna.
El 13 de septiembre, los detenidos en La Moneda son amarrados con
alambre, tirados en un camión militar y llevados a los terrenos militares de
Peldehue, en donde fueron ejecutados, empujados a una fosa a la cual lanzaron
granadas para rematarlos. En 1978, los restos fueron exhumados clandestinamente
por orden del Ejército, y lanzados al mar. A finales de 2002, se encontró la
fosa en la cual habían quedado piezas óseas lo que permitió la identificación de
varios detenidos de La Moneda, entre ello s Jaime Barrios. Durante 29 años fue
un detenido desaparecido. El listado de las FFAA a la Mesa de Diálogo lo
consignaba como lanzado al mar.
47 - Cacho: Oscar Soto, médico cardiólogo del equipo médico del Presidente
Allende y del Hospital San Borja, militante socialista. Sale junto a los
detenidos por Morandé 80 pero es liberado de inmediato junto a otros médicos.
Llamado por los bandos a presentarse ante los militares, se asila y sale
exiliado a España.
48 - Juan Seoane: Jefe de la escolta presidencial de la Policía de
Investigaciones. Fueron 17 los detectives que se quedaron en La Moneda hasta el
final. Detenidos a la salida de Morandé 80, trasladados al Regimiento Tacna. Al
día siguiente funcionarios de Investigaciones los fueron a buscar para
liberarlos y llevarlos al cuartel general, quedando sólo en el Tacna Juan
Seoane hasta el día siguiente. Exonerado de Investigaciones a los pocos días.
49 - General Palacios: General Javier Palacios. El 11 de septiembre
dirigió el sitio y ataque de los blindados contra La Moneda. Comandó las
tropas que ingresaron al palacio presidencial y se hizo cargo de la situación
después que encontraron el cuerpo del Presidente Allende.
50 - Enrique Huerta: Intendente de Palacio, militante socialista.
Detenido junto a las demás personas al salir de Morandé 80, trasladado al
Regimiento Tacna y ejecutado en Peldehue en las mismas condiciones que Jaime
Barrios.
51 - Jaime P: Jaime Puccio, hermano de Osvaldo Puccio, era oficial de
sanidad dental del Ejército y dentista del personal de La Moneda. Había
llegado temprano a La Moneda el día del golpe, y por petición de Allende salió
a su casa, se puso el único uniforme que tenía y regresó a La Moneda en los
momentos en que los detenidos salían por Morandé 80. Fue dado de baja del
Ejército al día siguiente del golpe de estado. El 15 de septiembre fue detenido
en su domicilio y trasladado a la cárcel pública en donde fue incomunicado
durante diecinueve días y detenido durante cuatro meses. El decreto de
exoneración fue firmado por el general Arellano Stark, bajo el cargo de Alta
Traición a la Patria. Salió exiliado a Estados Unidos.
52 - Primeros 3 días después del golpe.
53 - Dr. Ruiz: Doctor Hernán Ruiz, médico cardiólogo del Hospital San
Borja y del equipo médico de Allende. Expulsado del hospital el mismo día
y con prohibición de trabajar en la salud pública, finalmente tuvo que
exiliarse en Suecia.
54 - Arsenio: Arsenio Poupin, Subsecretario
de Gobierno, abogado y asesor político
de Allende, militante socialista. Sufrió la
misma suerte que los demás detenidos
conducidos al Tacna y ejecutados en Peldehue. Desaparecido
durante 29 años.
55 - Enrique Paris: Médico siquiatra, asesor de Allende y militante del
Partido Comunista. Profesor de filosofía y miembro del Consejo Normativo del
Consejo Su perior de la Universidad de Chile. Detenido a la
salida de Morandé 80 junto a todo
el grupo, conducido al Regimiento Tacna
de donde desapareció. En agosto de 1994, el cuerpo de Enrique París fue
identificado de los restos rescatados del Patio 29. El protocolo de autopsia de
1973 indica que ingresó a la morgue el 24 de septiembre de
1973 y que había sido encontrado en el Puente Bulnes. El 3 de octubre
fue enterrado en el Patio 29 como un NN de sexo masculino.
56 - Klein: Jorge Klein, médico siquiatra, asesor de Allende y militante
comunista. Nacionalidad franco chilena. Tuvo la misma suerte que los demás
detenidos de La Moneda, llevados al Tacna y ejecutados en Peldehue.
57 - Claudio Jimeno: Sociólogo, asesor del Presidente Allende y
militante socialista. Tuvo la misma suerte que los demás detenidos de La
Moneda, llevados al Tacna y ejecutados en Peldehue.
58 - Kika Zanzi: Kika González de Zanzi. Consuegra de Payita. Militante
socialista de Punta Arenas. Detenida en la cárcel pública de Punta Arenas
durante un año, muy torturada. Salió exiliada a España.
59 - Carlos: Carlos Zanzi, Presidente de la Corporación de Magallanes
(Cormag), militante del Partido Socialista y amigo de la familia Allende.
Casado con Kika Zanzi. Detenido y enviado a la Isla Dawson durante un año.
Salió exiliado a España.
2ª parte
El gran misterio de Salvador Allende
Domingo, 31 de marzo de 2002
A los 74 años Miria
Contreras es una fina mujer que aún conserva su belleza y su vitalidad. Pero
es, también, una de las últimas que vio a Salvador Allende con vida el 11 de
septiembre de 1973. En esta nota publicada en versión más extensa en el nuevo
semanario chileno “Siete+7” dos periodistas (Mónica González, la directora, y
Patricia Verdugo) cuentan ese día y reconstruyen, junto con la propia Payita,
una hermosa historia de amor que cruza los últimos 40 años de América latina
más allá de cualquier pacatería.
Por Patricia Verdugo y Mónica González
“Hola, buenos días, soy Salvador Allende.” Ahí estaba, “entero vestido de blanco, de terno blanco, fue la primera vez que lo vi”. Recuerda el episodio, más de 40 años después, con la precisión que la memoria reserva para los momentos claves de la vida. “Fue la primera vez que lo vi”, repite con voz serena, y la sonrisa ancha se le abre en el rostro, levantando sus pómulos y transformando sus ojos en dos guiños verdes, luminosos, juguetones.
Obviamente Allende no sabía que su visita iba a abrir otra puerta que
cambiaría su vida hacia fines de la primavera de 1958. Ni vio la punta del
andamio, cuando dio un paso al frente –casi un salto– y su cabeza chocó contra
la estructura metálica. Saltó la sangre desde la herida en la frente, manchando
su albo traje. Y ella, alarmada, lo hizo entrar a la casa sin imaginar que lo
estaba haciendo entrar en su vida para anclarse por siempre. “Le limpié y le
curé su herida, con agua oxigenada.”
Chile de fines de los años ‘50. Dos vecinos de la comuna de Providencia, ambos casados, ambos con tres hijos. Un senador de la República y una dueña de casa. Una historia de amor que la dictadura buscó transformar en baldón y que la pacatería chilena optó luego por silenciar en aras de las buenas costumbres y lo “políticamente correcto”.
De él, todos sabemos. ¿Quién es ella? Cuando apenas se empinaba sobre los dos años, fue su cotidiana insistencia porque la llevaran a la playa la que le dio el sobrenombre. “A la paya, a la paya”, decía. Y quedó como “La Paya”. Payita, en amoroso diminutivo. Miria Contreras Bell nació en 1928 en Taltal, al norte de Chile. Su padre fue José Angel Contreras, abogado, radical y masón, que sin embargo internó a su hija en el colegio de las Monjas Alemanas del barrio Bellavista, a tres días de barco de Taltal. “A pesar de ser comecuras, mi papá nos puso en ese colegio porque era muy estricto”, recuerda.
Cuando terminó su enseñanza media, Miria ni pensó en una carrera universitaria. Sus padres habían enfermado, la situación económica se hizo estrecha y la Paya optó por el mundo del trabajo.
Chile de fines de los años ‘50. Dos vecinos de la comuna de Providencia, ambos casados, ambos con tres hijos. Un senador de la República y una dueña de casa. Una historia de amor que la dictadura buscó transformar en baldón y que la pacatería chilena optó luego por silenciar en aras de las buenas costumbres y lo “políticamente correcto”.
De él, todos sabemos. ¿Quién es ella? Cuando apenas se empinaba sobre los dos años, fue su cotidiana insistencia porque la llevaran a la playa la que le dio el sobrenombre. “A la paya, a la paya”, decía. Y quedó como “La Paya”. Payita, en amoroso diminutivo. Miria Contreras Bell nació en 1928 en Taltal, al norte de Chile. Su padre fue José Angel Contreras, abogado, radical y masón, que sin embargo internó a su hija en el colegio de las Monjas Alemanas del barrio Bellavista, a tres días de barco de Taltal. “A pesar de ser comecuras, mi papá nos puso en ese colegio porque era muy estricto”, recuerda.
Cuando terminó su enseñanza media, Miria ni pensó en una carrera universitaria. Sus padres habían enfermado, la situación económica se hizo estrecha y la Paya optó por el mundo del trabajo.
En algún vericueto de su aventura capitalina, se le apareció por delante
el ingeniero Enrique Ropert. Vino el pololeo, presentaciones formales de las
familias, noviazgo y “¡se terminó la sandunga! Me casé a los 22 años, por la
iglesia, con vestido largo y blanco, con todo. Entre que estaba feliz y que me
sentía ridícula, llegué a la iglesia riéndome a carcajadas. ¡Cómo no me iba a
reír con tanta faramalla!”.
La nueva familia Ropert Contreras se instaló en un departamento del Parque Forestal y después se lanzó a la búsqueda de una casa en Santiago para comprarla, dando finalmente con la de calle Jorge Isaacs, casi esquina de Guardia Vieja, en la comuna de Providencia.
La nueva familia Ropert Contreras se instaló en un departamento del Parque Forestal y después se lanzó a la búsqueda de una casa en Santiago para comprarla, dando finalmente con la de calle Jorge Isaacs, casi esquina de Guardia Vieja, en la comuna de Providencia.
Esquina de amor
Guardia Vieja y Jorge Isaacs hace más de cuarenta años. Con sus veredas a la vista, sin hileras de automóviles estacionados, con vecinos que salían por las tardes a regar antejardines, con gente que tenía tiempo para conversar y donde el vecino Allende podía permitirse tocar el timbre muy de mañana para dar la bienvenida.
“Hola, buenos días, soy Salvador Allende.”
La amistad se fue tejiendo punto a punto, en perfecto entramado. A veces
compartían comidas –los dos matrimonios– en sus casas. A veces él salía a
pasear a su perro, después de cenar, veía luces en el living de los Ropert y
tocaba el timbre. Más de una vez encontró a la noctámbulaPaya en entretenida
conversación con su hermana Lina y Pablo Burchard. Y se sumaba hasta las tantas
de la noche.
Mujer de izquierdas, sin militancia en partidos, ella lo amó a corazón abierto. Y él, manteniendo esa fina coquetería que seducía por doquier, la tomó por mujer y compañera. Ni la muerte del presidente Allende rompió la fidelidad de ella por él.
Mujer de izquierdas, sin militancia en partidos, ella lo amó a corazón abierto. Y él, manteniendo esa fina coquetería que seducía por doquier, la tomó por mujer y compañera. Ni la muerte del presidente Allende rompió la fidelidad de ella por él.
¿Y cómo vivía esa historia Salvador Allende? “Ella representa un
conjunto de valores que para Salvador Allende fueron fundamentales en su vida”,
dijo Víctor Pey Casado, el mejor amigo del Presidente y quien compartió desde
la intimidad de la pareja hasta los cotidianos juegos de ajedrez en Tomás Moro
y El Cañaveral. “Para el doctor Allende la masonería –de la que su admirado
abuelo fue Serenísimo Gran Maestre– representaba el eje ordenador de sus
valores. El ingresó a la masonería a los 26 años y perteneció a ella hasta su
muerte. La masonería fue la que protegió a su familia cuando su abuelo murió.
Le dio dos casas a la viuda: una para vivir con sus hijos y otra como renta
para sostener a la familia Allende. La Paya, además, encarnaba la lealtad a
toda prueba. Ella fue también la fuente de una inconmensurable ternura. Y la
ternura es justamente una cualidad que el doctor conoció a fondo en la mujer
por quien sentía una verdadera devoción: su madre. Agreguen a todo eso que ella
compartía y disfrutaba de su sentido del humor”, dijo Pey.
Allende era capaz de disfrazarse en el antejardín de la familia Gumucio
Rivas –sus grandes amigos– y meterse por la ventana del dormitorio de los
dueños de casa mientras hacían la siesta, despertándolos con un grito
selvático. O de enamorarse del saco o de la corbata de un amigo y hacer el
trueque en medio de una fiesta. O de descolocar al presidente Eduardo Frei
Montalva, mientras éste se paseaba, manos entrelazadas en la espalda, en su
despacho de La Moneda un crítico día de septiembre de 1970. Allende ya era
presidente electo, faltaba la ratificación del Congreso y Nixon, en la Casa
Blanca, movía ya los hilos para desencadenar la tragedia.
Frei era su amigo de largos años, una amistad que había cuajado en el
Parlamento y en el balneario de Algarrobo, donde ambos tenían casas de playa.
Así que eran dos amigos compartiendo el análisis de la delicada situación
política. Frei repetía, paseándose por la sala, que obviamente no podía dudar
de sus credenciales democráticas (“¡Imagínate, con lo que te conozco”!) y que
el punto de tope estaba en la presencia de los comunistas en la coalición de la
Unidad Popular. Y de repente, Allende se levantó y de dos saltos se instaló en
el sillón presidencial.
–¿¡Y!?... ¿cómo me veo de Presidente? –exclamó moviendo la cabeza en dos posturas, como si estuviera frente a las cámaras.
Frei se echó a reír, Allende se levantó y se fundieron en un abrazo.
La Paya y Allende compartían la sintonía fina. En la risa, en la ternura, en las lágrimas. En las casas de Guardia Vieja y Jorge Isaacs que luego se unieron por los patios, mediante una puerta que él ideó y que ella instaló. En la parcela de El Cañaveral, después, donde compartían los fines de semana cuando él ya era Presidente y ella estaba ya separada de su marido. En el Palacio de La Moneda, donde ella manejaba la agenda presidencial, las pautas de discursos y las delicadas conexiones políticas con la izquierda. En la decisión de vivir su historia de amor con discreción.
La historia le costó muy cara a Miria Contreras. Pero ella dice
tener muy claras las razones de por qué todo fue como fue. Y si pudiera
rebobinar la cinta de su vida, “volvería a hacer todo igual”.
Los dos quedaron atrapados en la tupida red de sus afectos, lealtades y deberes.
Los dos quedaron atrapados en la tupida red de sus afectos, lealtades y deberes.
“Yo diría que los Allende Bussi y los Ropert Contreras eran dos matrimonios rotos desde mucho tiempo antes pero en los que había respeto, historia, mucho cariño, además de haber formado familias sólidas. Eran dosparejas progresistas y laicas, por lo que no estaba en juego la condena católica. Pero fueron víctimas de la presión social de la época”, asegura hoy una amiga muy cercana.
“Estaban en juego muchos factores que determinaron sus vidas. Para
empezar estaban los hijos de ambos matrimonios que, de una u otra manera, por
su sola presencia, presionaban para que los padres no se separaran. Y estaba
también el cariño que ambos sentían por sus cónyuges. Porque Allende quería y respetaba
a la Tencha, y la Paya también sentía un profundo cariño y respeto por Enrique
Ropert”, explica otro amigo.
“No hubo aquí cálculo político por parte de Allende, respecto del costo
que una separación pudiera tener en su candidatura presidencial. Me consta que
él lo planteó varias veces, pero fue la Paya quien rechazó la idea. Ella lo
protegía; no, lo sobreprotegía”, dice una amiga de la pareja.
Si en 1970 era difícil pensar que un socialista entrara a La Moneda aun cuando así lo estipulara el voto popular, para un socialista anulado (en Chile no había ni hay, aún, divorcio civil, y solo cuenta la anulación eclesiástica del matrimonio) era imposible.
Si en 1970 era difícil pensar que un socialista entrara a La Moneda aun cuando así lo estipulara el voto popular, para un socialista anulado (en Chile no había ni hay, aún, divorcio civil, y solo cuenta la anulación eclesiástica del matrimonio) era imposible.
Igual, impulsada por el deseo de participar en la gran tarea de cambiar
el rostro de la pobreza, ella llegó a conducir el auto que lo llevaba a las
reuniones con obreros, estudiantes y campesinos.
Cuquita, la mecanógrafa
Tras ser Allende elegido Presidente de la República, la Paya encontró la casa de Tomás Moro –en Las Condes– y propuso la compra, por parte del Estado, como residencia presidencial. Y una vez que se firmaron las escrituras, organizó la mudanza de la familia Allende Bussi al tiempo que ella se iba a la parcela de El Cañaveral, camino a Farellones, ya separada de su marido. Por su parte, el ingeniero Enrique Ropert –consecuente hombre de izquierda– abandonó la empresa privada para ayudar al gobierno de Allende desde la Empresa Nacional de la Construcción.
Cuquita, la mecanógrafa. Así la apodó el periodista Augusto Olivares,
aludiendo al simpático personaje de una tira cómica de la época, de tanto verla
teclear en la máquina de escribir. Porque, en La Moneda, la Paya tenía su
oficina al lado del despacho presidencial y allí también estaba el escritorio
de Beatriz Allende, la Tati. Ambas, junto a Víctor Pey, conformaban el círculo
más íntimo del Presidente.
Mujer de izquierda, la Paya no militaba en partidos y era, por sobre todo, allendista. Inteligente, discreta y leal, conseguía lo que nadie en la enmarañada trama política de la Unidad Popular. Hasta el MIR y el PC confiaban en ella a la hora de desenredar entuertos. “Jugaba un rol político clave. Era fiable para todos, incluso para los que estaban enfrentados”, asegura un testigo de su quehacer en La Moneda.
Mujer de izquierda, la Paya no militaba en partidos y era, por sobre todo, allendista. Inteligente, discreta y leal, conseguía lo que nadie en la enmarañada trama política de la Unidad Popular. Hasta el MIR y el PC confiaban en ella a la hora de desenredar entuertos. “Jugaba un rol político clave. Era fiable para todos, incluso para los que estaban enfrentados”, asegura un testigo de su quehacer en La Moneda.
Otro testigo agrega: “Era una trabajadora incansable. No tenía horario. Ahí estaba, dale que dale, mañana, tarde y noche si era necesario”. Le llevaba la agenda de reuniones de Allende, le escribía las notas –con letra muy grande– que conformaban la columna vertebral de sus discursos, resolvía emergencias de todo tipo. Y dejó su huella en el Museo de la Solidaridad que permitió a grandes pintores del mundo, donando cuadros, adherir a la nueva experiencia de socialismo democrático.
Si eso ocurría en La Moneda, en El Cañaveral –propiedad que antes fue de una hermana de la Paya– el ingreso era restringido al círculo más íntimo. Allí vivía el Presidente, desde el viernes por la noche, su descanso de casi todos los fines de semana. Allí llegaba cada domingo Beatriz Allende, con su marido y su hija, para almorzar con su padre. Allí, la Paya, recuerda un testigo, “pasaba a ser la tierna cuidadora del Presidente, protegiendo su descanso de las llamadas e interrupciones. Hasta lo mimaba con sus comidas favoritas y la torta de merengue con lúcuma era memorable”.
El último día
Alertada del golpe en marcha, el martes 11 de septiembre de 1973 Miria Contreras bajó rápidamente de El Cañaveral en su pequeño Renault blanco, acompañada de su hijo Enrique, estudiante de economía y de sólo 20 años. Cuando llegó a la residencia de Tomás Moro supo que el Presidente ya había partido a La Moneda.
Ordenó, entonces, que diez miembros de la guardia privada (GAP) se trasladaran con ella al palacio de gobierno. El veloz recorrido por las avenidas Apoquindo, Providencia y Alameda terminó a pocos metros de la meta. Miria descendió presurosa. Segundos después, un grupo de carabineros de las Fuerzas Especiales, a cargo de los tenientes José Martínez Maureira y Patricio de la Fuente, irrumpió por el costado del edificio de la Intendencia y rodeó la camioneta y el pequeño auto que conducía Enrique Ropert. Cuando Miria volvió la cabeza para mirar a su hijo, observó con horror que éste era sacado con brutalidad del auto por el grupo armado. Giró sobre sus pasos para intentar liberarlo, pero fue imposible. Gritos y forcejeos fueron inútiles. Impotente, vio cómo los sublevados lo arrastraban junto al grupo y se internaban en el edificio de la Intendencia.
Miria ingresó al garaje presidencial, al frente de la puerta de
Morandé 80 y desde allí se comunicó con el palacio. Habló con Eduardo Coco
Paredes. La desesperación aumentaba segundo a segundo. Paredes le dijo que el
Presidente, informado de los hechos, le pedía que subiera a su despacho para
actuar desde allí. Ingresó por la puerta principal. En el camino se cruzó con
el edecán naval de Allende. Le pidió ayuda. Ambos regresaron hacia la
Intendencia. Pero en el camino el marino desistió. En pocos minutos, ella
estaba con Allende y, enfrente, el general José María Sepúlveda, general director
Carabineros. Conseguir la liberación de Enrique Ropert y los jóvenes del GAP
fue la petición.
Sabiendo que la vida de su hijo y de once jóvenes estaba en riesgo
y que debía rescatarlos, la Paya no esperó. Volvió a salir del palacio y sólo
el general Urrutia –segundo al mando de Carabineros– aceptó realizar la
gestión. Pocos minutos después, volvió cabizbajo: “Lo siento, pero ya no
obedecen a mi general Sepúlveda. Sólo reciben órdenes del general
Mendoza”.
Miria intentó una y otra vez regresar al lugar por donde vio desaparecer
a su hijo a pesar de que ya entonces La Moneda sitiada se había transformado en
un campo de batalla. De su angustia fueron testigos Isabel y Beatriz Allende,
dos de las hijas del Presidente, la última con más de siete meses de embarazo,
y el centenar de leales colaboradores que decidieron acompañar hasta el final
al Presidente en su voluntad de impedir el golpe y defender su juramento
constitucional con su propia vida. Junto a Isabel y Beatriz lo escuchó hablar
por teléfono con el almirante Patricio Carvajal y rechazar tajante la oferta
golpista de un avión para sacarlo del país.
Y supo de qué se trataba cuando lo oyó decir en su último discurso:
“Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será
en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos será una lección moral que
castigará la felonía, la cobardía y la traición”.
Cuando La Moneda fue atacada con tanques, él se escabulló y, tendido en el piso de una oficina, le disparó a los golpistas. Cuando lo encontró, sus ruegos para que se retirara a un sector más seguro fueron desoídos.
–La Paya fue a pedirme que la ayudara. Me deslicé gateando por la pieza
hasta alcanzar sus tobillos y empecé a jalarlo hacia atrás. El se resistió y
finalmente aceptó salir de esa oficina cuando le dije que necesitábamos hablar
con él –asegura el doctor Arturo Jirón.
La historia registra su decisión de morir con él y cerca de su hijo. Cuando el Presidente pidió una tregua para que salieran las nueve mujeres,ella se escondió en los subterráneos de La Moneda. Y allí se quedó hasta el final.
La historia registra su decisión de morir con él y cerca de su hijo. Cuando el Presidente pidió una tregua para que salieran las nueve mujeres,ella se escondió en los subterráneos de La Moneda. Y allí se quedó hasta el final.
Dieciocho rockets cayeron sobre el palacio, remeciendo su esqueleto
centenario. Las columnas de humo se elevaron, anunciando a los cuatro puntos
cardinales que la democracia chilena agonizaba. Los testigos la recuerdan,
junto al Presidente, en el comedor del personal de La Moneda. En una silla
agonizaba el periodista Augusto Olivares tras dispararse un tiro en la sien.
–Lo tendimos en el suelo y murió unos segundos después. Alguien dijo al
Presidente: “Está muerto, ya no hay nada que hacer” –recuerda el doctor Jirón.
Allende se quedó con los ojos fijos en el cuerpo inerte en su amigo y
antes de que cundiera la desesperación, levantó la voz y tranquilizó a todos
pidiendo un minuto de silencio en su memoria. “Nunca se me olvidará su cara de
angustia y tristeza al ver sin vida al amigo querido”, recordó la Paya en el
exilio.
El humo se colaba por cuartos y pasillos. El aire ya era irrespirable.
Se fue corriendo la voz: “El Presidente dice que nos rendimos. Vamos a salir”.
Algunos buscaron su mirada para rastrear un gesto que confirmara su decisión.
Dicen que él asentía. Todos necesitaban creer que era cierto.
Dicen que dijo: “La Payita primero, yo saldré último”. Y mientras
se ordenaba la fila y las pocas máscaras anti-gases pasaban de boca en boca,
ordenó que se le entregara a ella el original del Acta de Independencia,
salvada del fuego. La Paya escondió el histórico pergamino en el saco que
cubría sus hombros, el del periodista Olivares, que llevaba para su viuda.
Todo indica que ella quería creer, pero sabía en lo profundo que no era
cierto. Y se quedó rezagada en la escalera, mientras otros salían por la puerta
de Morandé 80, esperando por él. Allí supo de su muerte anunciada. La separaban
muchos metros del Salón Independencia y la ráfaga suicida se confundió con la
balacera que arreciaba en la calle. El intendente de Palacio, Enrique Huerta,
gritó “¡el Presidente ha muerto!” y esas cuatro palabras bajaron rodando la
escalera hasta dar con el corazón de la Paya.
Dicen que ella intentó subir, que alguien la retuvo con un grito más de
ruego que de mando: “¡No, el doctor no hubiera querido que lo viera así!”. Se
dejó llevar hasta la puerta de salida donde los gritos de los soldados
ordenaban ¡contra la pared, manos arriba, abran las piernas, rápido!
Un soldado registró el saco y encontró el pergamino. El inspector de Investigaciones Juan Seoane recuerda haberla escuchado gritar: “¡No, soldado, no! Es el Acta de la Independencia, ¡no la rompa!”. Pero ya era tarde.
Minutos más tarde, los sobrevivientes de La Moneda estaban tendidos en
la vereda. Fue entonces cuando el uniformado doctor Jaime Puccio, dentista del
Ejército y de La Moneda, la descubrió. Y pretextando que estaba herida, ordenó
que la subieran a una ambulancia. En la Posta Central, otras manos amigas
actuaron con premura y la Payita inició su clandestino peregrinaje que culminó
en el asilo, bajo bandera sueca, en la embajada de Cuba.
Pero el duelo recién comenzaba. El 19 de septiembre, una llamada anónima alertó a Mitzi, hermana de Miria, del hallazgo del cuerpo de Enrique Ropert en las orillas del Mapocho, cerca del Puente Bulnes. Esa misma noche la casa de Mitzi fue allanada por fuerzas del Ejército. Su hijo y su yerno fueron detenidos. A pesar del duro golpe emocional, Mitzi fue al día siguiente a la Morgue. Cientos de cadáveres en fila hicieron muy difícil el reconocimiento. Pero lo encontró: con seis balas en la cabeza y múltiples hematomas en el cuerpo. Enrique fue enterrado el 3 de octubre y su sepelio fue vigilado por un fuerte contingente policial que frustró su intento de atrapar el trofeo principal: Miria Contreras.El padre de Enrique, el ingeniero Enrique Ropert Gallet, tampoco puso asistir al sepelio de su hijo: estaba detenido en el Estadio Nacional.
Al dolor y la traición ella le puso su marca: el silencio y la lealtad.
Una rúbrica que la acompaña desde entonces y que nada indica que abandonará.
“El sitial del Presidente Allende en la galería de los inmortales es inamovible y está por encima de toda tentativa de mácula”, aseveró una vez, rompiendo su silencio. Y a dedicó varios párrafos a la esposa del Presidente, Hortensia Bussi: “Yo respeto mucho a Tencha y ella lo sabe, por lo demás. Pero no es eso lo más importante. Lo que cuenta es el respeto que tienen por ella todos los chilenos demócratas (...) Ella era ya antes una mujer sobresaliente, pero en el exilio su imagen -con razón- ha adquirido un relieve mucho mayor (...) Eligió luchar, participar, convertirse en portavoz y abanderada infatigable de la causa chilena más noble”.
Al retornar del exilio, mantuvo su rechazo a dar entrevistas. Por
respeto a su familia, a doña Tencha y a la memoria del Presidente. “Mi
presencia al lado del Presidente Allende fue una coyuntura, un azar de la historia
que no me faculta ni me avala para tener un papel protagónico”, aseguró en
1988. Así sea.”
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