Los topos del franquismo
Cientos de republicanos españoles optaron por vivir ocultos al terminar la Guerra Civil para poder escapar de la represión de los vencedores
Poca gente en España - y mucho menos fuera de ella, claro- conoce la historia de los "topos" de la época del franquismo.
Según se puede leer en cualquier texto del Google, en España se llamó “topos” a aquellas personas que, no pudiendo fugarse al exterior después de perdida por los republicanos la Guerra Civil que dividió al país entre 1936 y 1939, se mantuvieron ocultas para huir de la represión franquista.
La palabra "topo" aparece en el libro de Manuel Leguineche y Jesús Torbado “Los topos”, publicada en 1977, en el que se cuenta la historia de 24 personas que vivieron esta situación de clandestinidad absoluta, escondidos de todo y de todos. Sin embargo, a la palabra no se la encuentra con ese mismo significado ni el Diccionario de la Real Academia Española ni el de María Moliner, aunque se trate de una experiencia y un término propio, muy representativo de toda una época.
Recordemos que, cuando se fue completando la ocupación de España, luego de tres largos y dolorosos años de guerra, por parte del ejército sublevado con Francisco Franco a la cabeza, mucha gente que había apoyado a la republica o a los partidos que la defendían se “echaron al monte”, dejando sus pueblos y ciudades y constituyendo el fenómeno de los “huidos”.
Muchos otros se escondieron en sus propias casas, en los establos, tejados, aljibes u otras dependencias para eludir la represión. La mayoría de estos últimos fueron descubiertos o finalmente se entregaron, pero hubo otros que permanecieron ocultos una vez terminada la guerra civil.
Estos fueron los llamados "topos". Y aunque cada caso presentó sus motivos y rasgos particulares y singulares, hay ciertos aspectos comunes: el hecho de no estar acusados de "delitos de sangre", como llamaba el franquismo a los que habían empuñado las armas, en el jército republicano o en las milicias contra la sublevación; no ser dirigentes ni miembros significativos de los partidos y organizaciones republicanas y/o sindicales o, e incluso no tener ninguna militancia política; y pertenecer, todos ellos, al medio rural. Por otro lado, todos fueron también despreciados por los llamados "huidos" y también por los guerrilleros del maquis por su pasividad ante el régimen franquista.
Hubo muchos "topos", cientos de ellos, los cuales pudieron mantenerse ocultos gracias al apoyo de su círculo familiar o de amistades más cercano. Aunque muchos de ellos llegaron a abandonar sus escondites en 1969, cuando la dictadura franquista promulgó un decreto por el cual prescribían todos los presuntos delitos cometidos antes del fin de la Guerra Civil, algunos "topos" llegaron a permanecer hasta 38 años escondidos.
Hubo casos famosos entre los "topos" que permanecieron ocultos hasta la década de 1960, como Manuel Cortés Quero, último alcalde republicano de Mijas, en Málaga, que se mantuvo escondido entre 1937 y 1969, o Eulogio de Vega, alcalde socialista de Rueda (Valladolid), que estuvo oculto hasta 1964. Protasio Montalvo, el alcalde socialista de Cercedilla, estuvo oculto hasta 1977. De los 38 años que estuvo escondido, tres los pasó en una conejera y el resto enfrente de su propia casa.
Eufemiano Días González, vecino de La Mata de Curueño, en la provincia de León, se mantuvo durante diez años escondido en una fosa cavada en un corral de ovejas, que sus familiares tapaban durante el día con unas tablas sobre las que tiraban estiércol de los animales. Solo salía del hueco por las noches para estirar las piernas.
Eufemiano se escondió después de haber combatido en las filas republicanas en el frente de Asturias, hasta que en 1947 se entregó a las autoridades franquistas. Finalmente, el tribunal militar que lo juzgó terminó dejándolo en libertad sin más cargos.
Otro caso semejante fue el de Patricio Sierra Grajo, un ex guardia de asalto, que vivió escondido durante doce años en Orellana la Vieja, en la provincia de Badajoz. Y todavía más extraño fue el caso de los hermanos Juan y Manuel Hidalgo España, que se mantuvieron escondidos durante 28 años muy cerca uno del otro, pero sin que lo supieran ni llegasen a encontrarse durante todos esos años. La única mujer “topo” que se conoce fue Teodomira García de Zarza de Tajo, de la provincia de Cuenca.
Todos ellos fueron protagonistas de sendas historias de miedo, del gran miedo. El terror que produce el odio, la ignorancia y la incultura, la falta de libertad. Porque fue el miedo el que condenó a estos hombres a vivir como "topos", aislados de los suyos y siempre en las tinieblas.
Javier Villanueva, São paulo, 14 de noviembre de 2017.
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