terça-feira, 21 de novembro de 2017

Mika Etchebéhère y el machismo en "Mi guerra de España"

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Podríamos hablar otra vez de Mika y el feminismo, como ya lo hicimos varias veces en este Blog. Pero no, prefiero hablar de su lucha contra el machismo en las filas de las milicias revolucionarias durante la guerra de España contra el fascismo, entre  1936 y 1939. JV.
Trecho del libro "Mi guerra de España".

Mika Etchebéhère y el machismo 
en "Mi guerra de España"

Nuestros camiones y nuestros coches han venido a Guadalajara.
Esta noche vamos a la guerra. Froto despacio con pomada los pies lastimados de Hippo y los envuelvo en compresas finas para que no le hieran las alpargatas.

—Tú no vendrás a primera línea —me dice—. Te quedarás atrás con el médico y tendrás a tu lado a nuestras dos muchachas.

Está muy oscuro y hace frío cuando subo al coche junto al médico. Me duele la garganta desde esta mañana y también la cabeza. Es mejor no decir nada para que no me obliguen a quedarme en el cuartel. Las chicas no aparecen.
De seguro se han ido en un camión. Al tomarme las manos para despedirse, Hippo nota que arden, pero no tiene tempo de escuchar lo que le digo para tranquilizarlo.
Nuestra columna avanza a paso de hombre, invisible, con todos los faros apagados, extrañamente silenciosa.

Esta vez sí que vamos a la guerra, a la de verdad, llevando cañones de verdad, pero sin cantos ni gritos de combate.

¿Cuánto tiempo hemos marchado? Cuando la larga oruga ondulante se detiene, una claridad indecisa anuncia el día y la aldea lejana: Atienza, plaza fortificada, burgo medieval desparramado al pie de su castillo plantado muy alto sobre un espolón casi cónico.
(...)

El sargento de la Legión viene a decirme que los hombres se niegan a barrer y a recoger sus camas porque es un trabajo de mujeres que pueden hacer nuestras cuatro milicianas.

Delante de la puerta, un grupo matinal se empeña en desmontar una ametralladora. Con voz muy amistosa pregunto a la redonda:

—¿Es verdad que nadie quiere barrer?

Las respuestas tardan un poco en llegar. Algunos murmullos las preceden. El menos inteligente, el más terco, ese Chato que recogimos en Guadalajara y que me sigue inspirando desconfianza, se atreve por fin a expresar la opinión general:

—Aquí solamente se exige que los hombres hagan la limpieza. En el batallón "Pasionaria" las muchachas lo hacen, hasta lavan la ropa y remiendan los calcetines...

Con mucha calma y sin la menor ironía, le pregunto:

—¿Así que tú crees que yo debo lavarte los calcetines? Un poco sorprendido por esta pregunta que lo pone en ridículo por lo absurda, contesta muy convencido:
—Tú no, claro está.
—Ni las otras tampoco, compañeros.

Y ahora me dirijo a todos: "Las muchachas que están con nosotros son milicianas, no criadas. Estamos luchando por la revolución todos juntos, hombres y mujeres, de igual a igual, nadie debe olvidarlo. Y ahora, rápido, dos voluntários para la limpieza".


Mika Etchebéhère. Mi guerra de España.

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