Podríamos hablar otra vez de Mika y el feminismo, como ya lo hicimos varias veces en este Blog. Pero no, prefiero hablar de su lucha contra el machismo en las filas de las milicias revolucionarias durante la guerra de España contra el fascismo, entre 1936 y 1939. JV.
Trecho del libro "Mi guerra de España".
Mika Etchebéhère y el machismo
en "Mi guerra de España"
Nuestros camiones y nuestros coches
han venido a Guadalajara.
Esta noche vamos a la guerra. Froto
despacio con pomada los pies lastimados de Hippo y los envuelvo en compresas
finas para que no le hieran las alpargatas.
—Tú no vendrás a primera línea —me
dice—. Te quedarás atrás con el médico y tendrás a tu lado a nuestras dos
muchachas.
Está muy oscuro y hace frío cuando
subo al coche junto al médico. Me duele la garganta desde esta mañana y también
la cabeza. Es mejor no decir nada para que no me obliguen a quedarme en el
cuartel. Las chicas no aparecen.
De seguro se han ido en un camión. Al
tomarme las manos para despedirse, Hippo nota que arden, pero no tiene tempo de
escuchar lo que le digo para tranquilizarlo.
Nuestra columna avanza a paso de
hombre, invisible, con todos los faros apagados, extrañamente silenciosa.
Esta vez sí que vamos a la guerra, a
la de verdad, llevando cañones de verdad, pero sin cantos ni gritos de combate.
¿Cuánto tiempo hemos marchado? Cuando
la larga oruga ondulante se detiene, una claridad indecisa anuncia el día y la
aldea lejana: Atienza, plaza fortificada, burgo medieval desparramado al pie de
su castillo plantado muy alto sobre un espolón casi cónico.
(...)
El sargento de la Legión viene a decirme
que los hombres se niegan a barrer y a recoger sus camas porque es un trabajo
de mujeres que pueden hacer nuestras cuatro milicianas.
Delante de la puerta, un grupo
matinal se empeña en desmontar una ametralladora. Con voz muy amistosa pregunto
a la redonda:
—¿Es verdad que nadie quiere barrer?
Las respuestas tardan un poco en
llegar. Algunos murmullos las preceden. El menos inteligente, el más terco, ese
Chato que recogimos en Guadalajara y que me sigue inspirando desconfianza, se
atreve por fin a expresar la opinión general:
—Aquí solamente se exige que los
hombres hagan la limpieza. En el batallón "Pasionaria" las muchachas lo hacen, hasta
lavan la ropa y remiendan los calcetines...
Con mucha calma y sin la menor
ironía, le pregunto:
—¿Así que tú crees que yo debo
lavarte los calcetines? Un poco sorprendido por esta pregunta que lo pone en ridículo
por lo absurda, contesta muy convencido:
—Tú no, claro está.
—Ni las otras tampoco, compañeros.
Y ahora me dirijo a todos: "Las
muchachas que están con nosotros son milicianas, no criadas. Estamos luchando por
la revolución todos juntos, hombres y mujeres, de igual a igual, nadie debe
olvidarlo. Y ahora, rápido, dos voluntários para la limpieza".
Mika Etchebéhère. Mi guerra de
España.
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