sábado, 9 de dezembro de 2017

Argentina, 1975-76. Inteligencia, contrainteligencia y traiciones en la lucha revolucionaria.

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Argentina 1975-76
Inteligencia, contrainteligencia y traiciones en la lucha revolucionaria.

Faltaban tres cuadras para bajar y sintió un retorcijón en el estómago. Se apretó las sienes y decidió salir del colectivo antes de lo previsto. José tenía 29 años y una vida difícil, pero estaba decidido a hacer aquello que se había propuesto y lo haría.

El día estaba claro esa mañana, en un otoño fresco pero sin viento y con mucho sol. Daba gusto andar por las veredas anchas de San Justo, llegando a Ramos Mejía, y dejando que el aire puro le despejara las dudas y los miedos.
Caminó más de siete cuadras en zigzag, mirando hacia atrás y parándose cada cincuenta metros para verificar que iba solo, hasta llegar al bar, casi en frente al Hospital Posadas.

Néstor Verdinelli, - compañero de Amanda Beatriz Peralta, la "Negra" de las FAP-, lo esperaba al fondo del bar, con el pelo teñido de castaño oscuro y usando un par de anteojos grandes. Le sonrió, simpático, sin imaginarse todavía el motivo de la cita pedida por José, en una época y en un lugar tan arriegados.

La Negra Amanda, compañera de Néstor, era hija de prósperos productores rurales, estudiante de Letras en La Plata, donde convivió desde muy joven con los círculos más aguerridos de la Resistencia Peronista en la agrupación Acción Revolucionaria Peronista que dirigía el exdelegado de Perón, John William Cooke. Amanda fue una de los fundadores de la organización guerrillera Fuerzas Armadas Peronistas y participó en el asalto al banco de Llavallol. ​ En 1968 las FAP instalaron 14 guerrilleros en el campamento "El Plumerillo", en Taco Ralo, provincia de Tucumán, para realizar entrenamiento militar. Amanda era la única mujer y entre los varones estaban su pareja, Néstor Verdinelli, y el legendario Envar El Kadri, todos militantes fogueados de la vieja Juventud Peronista.

Apenas José ubicó a Néstor al fondo del bar, de lo primero que se acordó fue de aquel 19 de septiembre de 1968, cuando el grupo de Taco Ralo fue sorprendido por la policía, que los trasladó en avión a Buenos Aires para llevarlos a juicio.
Mientras caminaba los 15 metros hasta el fondo del salón del bar, José recordó que Amanda Peralta había cumplido su condena en la cárcel del Buen Pastor, en el barrio de San Telmo, y que el 26 de junio de 1971 se había fugado con otras tres presas. Verdinelli había continuado detenido hasta que la amnistía de Héctor Cámpora lo liberó, el 25 de mayo de 1973.

José tenía 21 años cuando las manifestaciones del 25 de mayo, al asumir Cámpora, liberaron a los presos políticos; y apenas 16 cuando cayeron los guerrilleros de Taco Ralo. No lo había sentido en el corazón ni en el estómago. En realidade nunca le había interesado demasiado la política; él era un hombre de acción, y era la adrenalina de las peleas y las armas lo que más le llenaba de alegrias, cortas y escasas en su vida triste y sufrida de villero. Para muchos de sus compañeros y conocidos, era un “lumpen”, marginalizado y ressentido, sin ideologia.

Volvía José de una corta reunión en el Hotel Cosmos, sobre la calle Lima, de Constitución, lugar para el cual no tenía demasiadas ropas, a no ser un traje viejo a rayitas, que había sido de su padre. La reunión con Españadero había sido temprano, a las 8:30. Y a las 9:40 ya estaba en la pizzería Imperio, de Corrientes y Federico Lacroze, donde no se demoró más que diez minutos. Llegaba al bar en frente al Hospital Posadas cinco minutos adelantado, a las 11:10, después de haber hecho dos pasadas rápidas por la vereda de en frente.

Néstor le sonrió mientras se sentaba, todavía sin entender muy bien el por qué de esa cita urgente solicitada por José, en un lugar y en un momento en el que no faltaban los peligros.

Las cercanías del Hospital Posadas no eran áreas seguras. Luego del golpe militar del 24 de marzo de 1976  – recordaría Dieguito muchos años después-, en la madrugada del domingo 28 fue ocupado por fuerzas del ejército, a cargo del General Reynaldo Bignone, con una tropa fuertemente armada, tanques, helicópteros y camiones de asalto. ​ Tras la acción militar entró como interventor el Coronel Di Benedetto, que con sus "listas negras" seleccionó al personal que sería detenido enseguida, unos 35 trabajadores del Hospital, que fueron transladados a Coordinación Federal. Dos días después detuvieron a los dirigentes gremiales que fueron llevados a la cárceles de Olmos y Devoto. El 31 de Marzo de 1979, cinco miembros del personal fueron presos y transportados al penal de Devoto, donde permanecieron 7 meses.

Néstor no lo sabía todavía, en ocasión de la cita con José, - y muy pocos de sus compañeros,  tal vez poquísimos de la contrainteligencia de PRT-ERP o Montoneros, quizás-, pero el Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Argentino ya estaba trabajando a todo vapor, escribiendo un informe que llamó “Proceso en el Policlínico Posadas", en el que explica las posibles causas de la intervención, basándose en tres hipótesis. Como lo veremos luego, una Orquesta Roja nativa estaba siendo formada y de a poco iba enterándose de secretos militares que solo los órganos la inteligencia del estado manejaban hasta entonces.

Primero, suponían los servicios de información, – en los mismos días en que Néstor esperaba a José para una cita a escasos metros del Hospital-, que había allí una posta sanitaria del ERP 22 – una fracción de corta vida que había apoyado al gobierno peronista en 1973-,  que supuestamente ayudaba a la guerrilla en Tucumán. Esto era absurdo, ya que la Compañía del Monte que luchaba en las selvas tucumanas era del ERP mayoritario, del cuál se había desprendido la fracción en cuestión.  
        
En aquellos días del encuentro de Néstor con José en frente al Posadas – finales de octubre de 1975- los datos recogidos por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), decían que un grupo de médicos del hospital pertenecía al ERP 22, y dirigían la escuela de postas sanitarias que daba apoyo médico a la Compañía de Monte en Tucumán. Pero la información fue apartada de imediato por la propia SIDE como incorrecta.

Tal vez la confusión de la SIDE, pensaba Néstor, haya sido porque el 22 de agosto de 1974, - al cumplirse el segundo aniversario del asesinato a manos de la dictadura militar anterior, la llamada "Revolución Argentina", de quince presos políticos en la ciudad patagónica de Trelew, el barrio Sarmiento, vecino al Hospital Posadas, fue renombrado, por las comisiones de vecinos, como Mariano Pujadas. Mariano, miembro de la guerrilla Montoneros había sido muerto por la marina de guerra en la base naval de Trelew. Los vecinos se acuerdan hasta hoy del padre Carlos Mugica en el acto.
¿Sabía o sospechaba Néstor Verdinelli, en el momento de su extraña cita con José, que existía, eso sí, una posta sanitaria dedicada a la atención a heridos de bala en los quirófanos del hospital? La desaparición de ropa, equipos de curaciones e instrumental de diverso tipo, y la sospecha de que la guerrillera Lidia Hajewski habría transportado a médicos al dispensario del barrio de emergencia cercano al hospital, se sumaban a un informe de la SIDE que detallaba que en ese mismo mes de octubre de 1975 habían atendido a dos guerrilleros heridos de gravedad, en la sala de Terapia Intensiva.

No conocía Verdinelli los detallados y muchas veces confusos informes del SIDE, pero sabía, claro, que el Hospital Posadas era un centro de batallas ideológicas entre el Partido Comunista Argentino, a través de ATE y los Montoneros de la JTP, del PRT-ERP y de su propia organización, las FAP.


Y aunque Héctor ni se sospechaba los ríos de tinta que darían base unos pocos meses después a la feroz intervención militar al Posadas, no le hacía ninguna gracia el riesgo que estaba corriendo por causa de esa cita extraña y sospechosa. Pero ahí estaba él, sonriéndole al recién llegado, que se acercaba desconfiado y serio.

Continuará 

Javier Villanueva. São Paulo, diciembre de 2017.

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