Subdivisión de cuerpo y alma. La condena
La apofenia es la experiencia consistente en ver patrones, conexiones o ambos en sucesos aleatorios o en datos sin sentido.
El término fue acuñado en 1959 por Klaus Conrad, quien lo definió como “la visión sin motivos de conexiones” acompañada de “experiencias concretas de dar sentido anormalmente a lo que no lo tiene”.
Conrad describió este fenómeno en relación con la distorsión de la realidad presente en la psicosis, pero llegó a ser más ampliamente usado para describir esta tendencia en individuos sanos sin que esto implique necesariamente en enfermedades neurológicas o mentales.
Marzo de 2031
La primera vez que sintió los dos golpecitos en la espalda, un poco abajo del hombro derecho, estaba en la Rua Augusta, a dos cuadras de la Paulista, y se dio vuelta feliz, pensando que se trataba de algún viejo amigo, algún camarada de armas. No vio a nadie, pero no se preocupó: a esa hora la calle estaba llena de gente y debería ser un bromista cualquiera, nada más.
Cuando le pasó por segunda vez ya no le hizo ninguna gracia. Dormía la siesta en la Cantareira, solo él, las gatas y los últimos restos de flora y fauna tropical a dos kilómetros a la redonda. Sintió muy claro los dos toques, dos golpecitos rápidos y fuertes, y se levantó de un salto. Nada ni nadie a su alrededor, pero no pudo dormir más por ese día.
La tercera vez, sin embargo, todo se aclaró, aunque le hubiera gustado que eso nunca ocurriera.
Solo como siempre, él y sus circunstancias, se levanta en medio de la noche para ir al baño y tomar sus remedios. Pero siente los dos golpecitos en el hombro y oye de pronto una voz cavernosa que le pone de punta los pelos de la nuca, y una sombra lo agarra por las solapas del piyama, lo levanta a un metro del suelo, mientras los remedios flotan y le giran a la altura de la nariz.
— Hace más de diez años, sí, pero te vas a acordar rápido cuando te lo diga- brama la voz desde las sombras, y un par de ojos rojos se le aparecen, a diez centímetros de los suyos.
— Once años atrás, cuando todos te decían que había que protegerse para cuidar a los otros, vos te reíste y te paseaste por las calles con tu soberbia ignorancia a cuestas, sin barbijo, tocando todo y sin lavarte las manos- tronaba la voz del monstruo desconocido.
— Perdón, no me acuerdo...bueno, sí, es que yo pensaba que no era tan grave...que tal vez estaban exagerando...y...-
— Nada!- lo interrumpe el Diablo, que cada vez se le aparecía más nítido y aterrorizador.
— ¡Lo hiciste de propósito! ¿Sabés cuántos murieron por tu culpa? ¿Y todo por causa de tu falta de respeto a la vida de los otros? ¡Mirá!- le grita y un abismo enorme se abre a sus pies, y desaparecen el baño, la casa y el barrio todo, para darle lugar a un enorme horno rojo y amarillo, donde millares de hombres y mujeres se queman y gritan.
— Mirá cómo se queman, lloran y gritan porque, como vos, no creyeron lo que les decían los científicos, los médicos y la gente sensata. Apostaron por la locura y la muerte, como vos. Mataron muchos miles, y ahora están condenados. ¡Como vos!
Más tarde.
Un Tribunal de cinco demonios lo juzga sumariamente y lo condena. Tres de ellos declaran la sentencia:
— Su cuerpo y su alma serán subdivididos y cada partícula se rejuntará con otras de la misma categoría según los criterios a continuación- dice el primero, tal vez el decano por ser el más anciano de los cinco.
Y otro diablo toma la palabra, se levanta y dice:
— Cada partícula de su cuerpo, y cada adjetivo que califique o cualifique sus ideas, sentimientos, pensamientos, comportamientos y actitudes serán separados en tres categorías: los malos, los pésimos y los peores.
— Y lucharán entre ellos hasta que surja el vencedor, el peor de todos. La lucha, claro, será a muerte- decreta el tercer demonio. Los otros dos, más jóvenes, apenas aprueban con la cabeza.
Al unísono, como en un coro infantil, pero otra vez con voces aterradoras que casi lo llevan al desmayo, le gritan:
— ¡Y el vencedor tendrá como premio mil años de fuego y tortura!
Media hora después
Subdivididos y atomizados su cuerpo y su alma, cada partícula material por un lado, y cada adjetivo que defina su caracter por el otro, se alinean, frente a frente, como dos pelotones de gladiadores. Cada parte de su cuerpo desgarrado le significó dolores atroces, lágrimas amargas de arrepentimiento, súplicas, llantos y gritos ensordecedores.
La Soberbia, primer calificativo de su caracter y temperamento a ser separado, avanza y arranca de cuajo la Cabeza, borrándole de una vez la sonrisa irónica y estúpida.
Pero la Estupidez, su segundo adjetivo de destaque, se compadece y devuelve el golpe de espada a la Soberbia, que antes de caer, todavía tiene fuerzas como para levantar el arco y la flecha y herir de muerte al Corazón, que se parte, hueco y sin derramar ni una gota de sangre, frío y apático, como una pieza de cerámica, una escupidera de losa o un orinal antiguo.
La Ignorancia se sobrepone al susto del comienzo y contraataca, feroz, tomando las partes caídas de la Soberbia y arremetiendo, ciega de odio contra el único resquício de humanidad que se mantiene del otro lado: el Cerebro.
Con dos golpes certeros de acha, la Ignorancia parte el Cerebro en cuatro pedazos que se desparraman por el suelo; y otra vez, sin que aparezca ni una gota de sangre o de matéria gris.
La Ignorancia y la Estupidez, vencedoras, rejuntan los pedazos de la Soberbia y arremeten contra los pocos restos de humanidad que sobró del cuerpo destrozado: Corazón, Cerebro y Cabeza, los ojos azules abiertos como dos discos enormes, estupefactos, incrédulos de todo lo que están viendo y viviendo.
Y el Tribunal finalmente decide.
Ganó la alianza de la Ignorancia con la Estupidez, infalibles y capaces de destruir fácilmente al Cerebro, el Corazón y la Cabeza. La batalla fue rápida y limpia, dice el decano de los diablos:
— No había Alma ni Mente entre estos gladiadores del infierno, y así todo fue más fácil.
— Van las dos, Ignorancia y Estupidez, ya mismo para el fuego de mil años. Llévense lo poco que sobró de Soberbia, Cabeza, Cerebro y Corazón- decreta el segundo de los demônios.
— Y dejen el par de ojos azules acá, al borde del abismo para que contemple durante los próximos diez siglos la obra de su cuerpo y alma malditos. Pensó que al salir del poder y salvarse de los juicios humanos estaría a salvo. Pero ni siquiera esconderse en la selva de la Cantareira le sirvió de nada.
A nosotros nadie se nos escapa.
JV. La Rioja, agosto de 2037.
maestro Javier Villanueva, meu caro:
ResponderExcluirinstigante e muito criativo, como sempre, seu exercício de conexão do científico com a produção e a invenção literária. Li agora e fiquei encantado.
tenho um acréscimo, da maior importância, creio, para investimentos futuros: o conceito de "apofenia" criado por Conrad tem proposição exclusiva na psicopatologia, especialmente em casos de esquizofrenia, que ele nomeia como "surto esquizofrênico".
fora dos "surtos esquizofrênicos", há processos equivalentes que foram descritos e analisados por outros autores que os nomearam pelo nome mais abrangente: Arte.
nunca li os textos originais de Klaus Conrad, mas conheço os capítulos dedicados a ele no Compêndio de Psiquiatria de Kaplan & Sadock, que fazem uma revelação: Conrad elaborou seus tratados baseando-se nos estudos de dois grandes filósofos: 1) na fenomenologia da imagem (semiótica) de Charles Peirce e 2) na teoria das formas (gestalt) de Chrinstiam von Ehrenfels.
a discussão é longa, mas o sermão será breve, como dizia o padre Antônio Vieira, imperador da língua portuguesa. Abordo estas questões em um ensaio lá no blog Semióticas, "Cenas de Sinequismo". Sua visita e seus comentários lá na postagem serão especialmente bem-vindos.
Eis o link:
https://semioticas1.blogspot.com/2017/02/cenas-de-sinequismo.html
Obrigado, amigo. Sempre aprendendo coisas novas com você. Um abraço!
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