El amigo Luis Mattini continúa escribiendo genialidades que me ahorran el trabajo de escribir y me aumentan las ganas de leer, siempre una buena excusa para el que anda con pocas ideas, como es mi caso, atiborrado de malos augurios en la vida social y política de Brasil, que no es mejor ni peor que la de Argentina, pero que cada día nos sorprenden con sus imprevisibilidades, que dejan atrás cualquier rasgo de realismo fantástico.
Pero Luis Mattini, parte importante de la historia revolucionaria de Argentina, tiene lucidez como para recordar y desmenuzar temas fundamentales, como este que nos trae hoy, sin apartarse ni medio metro del sendero de la política y la lucha social.
Y hoy, además, se mete con Luis Franco - mi Luis Franco, tan mío como suyo, reconozco, con un cierto celo- y con mi Catamarca, esta sí, muy pero muy mía.
Gracias, Luis. (JV)
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LUIS FRANCO el genial Trotsko de Belén Catamarca
Por Luis Mattini
9 de enero de 2015 · Buenos Aires
Poeta, marxista trotskista; el pensamiento más radical de Argentina.
El personaje más complejo y asombroso que conocí desde la Biblioteca Popular José Ingenieros de Zárate, fue el poeta, cuentista y ensayista Luis Franco, quien había nacido en Catamarca en 1898 y murió en Buenos Aires en 1988.
La mitad de su vida residió en la provincia natal y la otra mitad en el Gran Buenos Aires. Su obra comprende más de cincuenta títulos. Sin embardo, a pesar de esta prolífica labor, no tuvo suficiente circulación ni crítica “oficial” acorde con esta producción tan rica. Nunca supe bien quien lo contactó en esa modestísima Biblioteca de Zárate, donde lo invitamos varias veces a dar conferencias. Quien más lo conocía era Luis Caglierotti.
En mi caso yo había leído “Suma”, pero en esos días La Prensa publicó un domingo el huecograbado con sus últimos poemas dedicados a los Andes y a las araucarias que me impactó. “Andes del meridión, al alcance del ojo, casi de la mano… el monumento al tiempo esculpido en el granito….la Patria libre sin fronteras ni banderas……...” Asi decía el poeta: ”sin fronteras ni banderas” sentí el internacionalismo proletario en una purísima expresión poética; y fue tan fuerte esa influencia que empecé a leer sus libros con mucho interés. Primero un par de libros intrascendentes muy antiperonistas, escritos en plena revolución libertadora, realmente gorilas.
Pero su obra “Biografia Sacra” tremenda y sistemática desarticulación de los dogmas religiosos y los mitos políticos del siglo veinte marcarían mi formación hasta el presente.
Asi fue como yo me interesé vivamente por su vida y su obra y pude saber que Luis Franco había nacido en Belen de Catamarca y murió en Buenos Aires en 1988. La mitad de su vida residió en la provincia natal y la otra mitad en el Gran Buenos Aires. Recuerdo vivamente que cuando murió yo vivía en Buenos Aires y la única nota que salió la publicó David Viñas, si mal no recuerdo en P/12, tratándolo de poeta con una relación muy peculiar con el marxismo.
Luis Franco era un marxista asumido, convencido ideológicamente y políticamente simpatizante de la línea trotskista del PRT “La Verdad” que dirigía un tal Nahuel Moreno, a cuyos congresos solía asistir.
Nunca entendí por qué los llamados “morenistas” no se preocuparon de recuperar para la militancia semejante genio de las letras argentinas. ¿Por qué el marxismo argentino suele estar tan divorciado del arte?
Trotsky, mas alla de sus aciertos y errores políticos, fue un dotado para la literatura, y para apreciar el resto de las artes, con una sensibilidad artística maravillosa. Fue un magnifico critico de arte. ¿Nadie lo sigue?
En 1920, contando veintidós años, Franco publicó su primera obra, "La flauta de caña", y poco después, el "Libro del Gay Vivir", el que obtuvo, entre muchas críticas elogiosas, nada menos que la del propio Leopoldo Lugones. Su obra continuó con títulos como "Coplas del pueblo", "Los trabajos y los días", "Nocturnos", y "Suma", en 1938, esta vez fue aclamada por los abrazos de Roberto Arlt, con una notable profecía sobre el futuro de este catamarqueño cuyo destino seria el increíble olvido o la intencionada negación del medio argentino. En efecto: presagiaba Arlt: "Un silencio fervoroso ha saludado la aparición de la monstruosa obra de este poeta que, como Walt Whitman, podría decir de sí mismo: 'Yo no soy un hombre, soy una batalla”.
Y eso fue Luis Franco. Una batalla, casi una guerra!!!! Porque su obra literaria, es mucho más rica incluso en su prosa que se compone de permanentes ensayos, desde los griegos clásicos hasta la revolución cubana. En uno de sus libros, “Espartaco en Cuba” hace la siguiente dedicatoria: “AL CHE GUEVARA Hijo del Plata, por quien – lo esperamos – podrá sernos perdonada siquiera parte de los pecados argentinos de hoy contra la historia”.
En plena militancia en el PRT- ERP , yo persistía en leer lo que podía de su inacabable obra. Nunca pude interesar a mis compañeros y amigos, incluso a Axel con quien compartía el gusto por la literatura, sobre todo por Heminway, no logré convencerlo del valor de este catamarqueño, de un valor intelectual e ideológico digno de Silvio Frondizi. Claro que Haroldo Conti se sintió halagado y sorprendido cuando , en una oportunidad, en una pausa de una reunión del FAS, le nombré al catamarqueño.
Una treintena de libros notables, pletóricos de originalidad, con esa prosa, un tanto barroca , pero cuya exquisitez, le perdona el barroquismo porque la precisión de los saberes en lo conceptual es de una rigurosidad digna de los grandes pensadores y sobre todo su compromiso libertario que dejaba a la derecha a cualquiera. Expresiones provocadoras como la afirmación en el sentido que el tribunal de Nuremberg había cometido el error de no haber ahorcado a los cuatro criminales de guerra: Hitler, Churchil, Rooselvelt y Stalin, dicho en plena euforia de post guerra, en plena euforia stalinista, en pleno auge macartista. Cincuenta años después la historia, con sus sabia justicia, le dio la razón, cuando quedaron confirmados los crímenes de Stalin en Polonia, o fomentando la violación de mujeres en masa durante la toma de Berlin como “compensación” por los sufrimientos del pueblo ruso durante la ocupación alemana ( No se sabe que “compensaría” a la ciudadanas rusas) o las toneladas de explosivos ordenados por Churchil sobre la población civil de una la Alemania ya derrotada que agregaron decenas de ciudades, sin valor militar, destruidas y otro medio millón de muertos civiles a la tragedia y, por supuesto, el crimen de lesa humanidad de los yanquis con la bomba atómica sobre un Japón ya casi fuera de combate-.
Después de esta aguda digresión que no se le escapó al catamarqueño, podemos nombrar al pasar entre tantos títulos: "El general Paz y los dos caudillajes", “Sarmiento y Martí” , "Biografías animales", “El Arca de Noe en el Plata”, “El otro Rosas” "Hudson a caballo", "Biografía patria", Biografia Sacra, "Pequeño diccionario de la desobediencia", "Revisión de los griegos", "Espartaco en Cuba", “Prometeo en la URSS”y el magistral , "La hembra humana", un sesudo tratado sobre el amor, que sería suficiente, por si fuera poco, para otorgarle el más alto rango en nuestras letras y el eterno reconocimiento de las feministas, porque es una meticulosa historia del papel de la mujer en la formación de la cultura atravesada por la dominación masculina.
Cuando apareció “La hembra Humana”, como se ve, atrevido y prometedor título, lo encargamos a nuestro librero antes de que saliera de la imprenta y compramos una docena de ejemplares, uno para la biblioteca José Ingenieros, algunos para nosotros y los demás para repartirlos entre nuestros amigos como una manera de ayudar a este escritor tan escaso de dinero. Recuerdo que un ejemplar se lo enviamos a nuestro amigo José Luis Goyena, quien ya hacia tiempo que se había radicado en Paris, y después nos escribía contando que los parisinos se volvían para ver a ese loco caminando en plena vereda que se reia a carcajadas de la lectura.
Siendo yo el más joven del grupo de la Biblioteca, ese libro influyó mucho en mi consideración sobre el amor, e idealicé de inmediato a su autor. Pero un día ocurrió un hecho que me hizo relativizar la obra de la conducta de su autor. Sucedió que la Dirección de la Biblioteca me encomendó viajar a Ramos Mejia a contactar a Luis Franco para invitarlo dar una conferencia. Me dieron su dirección y allá fui a tocarle timbre sin aviso porque no tenia teléfono. (chicos…no existía el email todavía) Tren de Zárate a Retiro , subte de Retiro a Once, y tren de Once a Ramos Mejia. Buscar esa dirección a partir de la estación.
Yo estaba muy emocionado de contactar a mi héroe literario. Pregunta por aquí, pregunta por allá, al fin di con la casa en un barrio de trabajadores y me asombró la modestia del departamento, podríamos decir casi pobreza. Una señora me recibió, y me hizo pasar a una salita cuyas paredes estaban cubiertas de libros en improvisadas estanterías de madera de cajón de embalajes , libros viejos, cosidos a mano, remendados o forrados, algunos con forros de papel de diario, ordenados con cuidado, pero evidentemente muy usados. Al momento apareció Don Luis. De inmediato me reconoció porque yo lo había llevado a cenar y acompañado hasta tomar el tren de regreso la última vez que él había estado en Zárate; nos dimos un abrazo y se sentó frente a mí y no sé cómo salió el tema de “La rama dorada”, una obra famosísima sobre antropología y me explicó detalladamente su importancia. Tema que estaba trabajando. Al rato apareció la señora y, sin decir palabra, empezó a cebar mate, pero totalmente callada. De vez en vez Franco afirmaba algo y la miraba a ella como pidiendo asentimiento y ella asentía con la cabeza, con aire de obediente, sin pronunciar palabra mientras repartía los mates entre él y yo. Ella no tomaba.
En realidad yo no sabía, ni nunca supe, si la señora era una mucama, o su compañera de vida o no sé qué otra relación. En realidad la escena no tenía nada de extraño en la Argentina de esos años, la señora cumplía bien el papel de “ama de casa” fuera esposa, compañera, amiga o contratada, Pero a mí me chocaba que el autor de “La hembra humana” tratara así a una mujer, fuera lo que fuere ella respecto a él! Para mí, joven todavía un poco imberbe y principista, fue una desilusión.
Pero más allá de esta curiosa anécdota y volviendo a la figura genial de este poeta , podemos decir que es difícil entender o explicar estos poco frecuentes casos, como el de Luis Franco, en el que la calidad del artista y el genio poético adolezca de semejante falta de difusión y del reconocimiento que merece en los medios afines. No digo solo en los “medios” de difusión, sino, sobre todo, entre los colegas, No obstante no puede afirmarse que esto sea casual, ni resultante de la “mala suerte” crítica. Creo que, por el contrario, es el costo de una conducta consistente en mantener una celosa fidelidad al arte. Una fidelidad que no permite dar un paso que pueda lindar la frivolidad propia de la publicidad. El cumplimiento de una concordancia entre el decir y el hacer, sin la cual la obra de arte carece de destino.
Los que conservamos ese respeto inalienable por el arte pensamos que si Luis Franco hubiese limado su rebeldía y su inconformismo siguiendo el ejemplo de la masa de intelectuales sin historia, o si hubiera sido más condescendiente con los círculos de la cultura oficial, su nombre estaría al lado de Belisario Roldan, Olegario V Andrade o el mismo José Hernández y algún Pigna se ocuparía de alguna de sus obras. Pero entonces sus textos serían otros, aunque conservasen la forma. Y no presentarían esa vitalidad, ese fuego que aún oculto y callado que hoy, medio siglo después, disfruto más que nunca haberlo llevado a la práctica con toda la fuerza de la pasión militante.
Doy gracias al maestro por haberme transmitido ese inconformismo, padre de toda creación.
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