Una persona muy querida – entre las tres más distantes y
que más quiero y recuerdo todos los días de mi vida- me mandó un artículo de “La Nación” con el que voy a polemizar,
tratando de llegar a las fibras de todas las personas honestas que sueñan un país
mejor, estando de un lado o del otro de la famosa grieta o zanja - abierta desde siempre y apenas más visible en los
últimos quince años-. Y esto sirve tanto para Argentina como para Brasil y el
famoso “eles e nós” que la derecha
atribuye al petismo, pero que acá es más antiguo que la esclavitud y las favelas. JV.
“La historia que nadie
quiere volver a oír”
se titula el artículo de Jorge Fernández Días, al que mis 37 años fuera de
Argentina me autorizan a ignorar supinamente en su historia o recorrido
periodístico. Lo que no puedo es olvidarme que él escribe en y para “La Nación”, creada por el prócer de la
Guerra Infame, la del Paraguay, en que 70% de un país fue diezmado para agradar
a las oligarquías probritánicas de Buenos Aires y Rio de Janeiro.
La historia que nadie puede olvidar nos cuenta que “La Nación”, tribuna de doctrina liberal
y conservadora, tiene un pasado de negocios turbios desde la donación de la
sede original a Mitre por un grupo de contratistas después de la Guerra de la Triple Alianza, pasando por
los contactos secretos a través del diário durante el intento de golpe de
estado de 1874, coordinando a los golpistas, hasta la “compra-secuestro”
conjunta con Clarín de Papel Prensa tras el sangriento golpe de
1976. Hasta llegar a hoy, con su sospechosa constitución societaria de empresas
offshore fantasmas, creadas en paraísos fiscales, con accionistas desconocidos.
Ok. Tal vez esa sea otra “historia que nadie quiere volver a
oír” entre los señores del poder; pero
vamos al artículo:
Digamos de cara que está resurgiendo la “teoria de los dos
demonios” con uma entrada del texto que anuncia que “los (años) 70 eran leídos principalmente como una monstruosa interna
armada entre "compañeros". Media verdad y media mentira: las
internas peronistas – así como las batallas a cielo abierto entre yrigoyenistas
y alvearistas entre 1921 y la fractura de la UCR en 1924- siempre fueron parte
de la vida de los grandes partidos populares, reflejando luchas de intereses
opuestos.
Las internas peronistas fueron más “monstruosas” que las del
radicalismo, de acuerdo; pero ambas luchas intestinas son produto apenas de las
luchas entre clases o sectores de clases sociales: en la UCR, nadie duda hoy
que Alvear y Balbín, igual que los dirigentes pro-Pro de hoy, en nada siguen la
ideología y las líneas políticas de Além, Yrigoyen, Illía o Alfonsín, ellos sí,
representantes de grandes sectores populares, más o menos coincidentes entre
las capas medias y los trabalhadores más pobres que el peronismo siempre
representó. Alvear y Balbín, aliados del militarismo em 1930, 1955, 1966 y
1976, nada tienen que ver con Além, Yrigoyen, Illía o Alfonsín.
“Internas” de la UCR, aún con lucha armada por el
poder
El 30 de julio de 1893 la Unión Cívica Radical inició una
nueva insurrección armada que iría hasta el 1º de octubre, cuando el ejército
retomó Rosario y apresó a Leandro Alem. La sublevación se conoce como la Revolución de 1893. Fue una lucha
justa.
Deprimido por la derrota de la insurrección, Alem escribibe: "Los radicales conservadores se irán
con Don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o
anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi
sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña y los radicales
intransigentes nos iremos a la mismísima mierda".
Enseguida, Aristóbulo del Valle moría de un derrame, y el 1º
de julio de 1896, rodeado de enemigos, separado de su familia y peleado con el estado,
Leandro Alem se suicidaba, afectado por las derrotas y las “internas” de la
Unión Cívica Radical. La frase, en el testamento político de Leandro Alem, lo pinta
con claridad:
"¡Que se rompa,
pero que no se doble!".
Más o menos “monstruosas”, las internas de los grandes
partidos populares – y en Argentina nunca hubo más que dos, el peronismo y la
UCR- reflejan luchas de clases o de sectores de clase, disputando internamente
el poder político que explotadores y explotados, autoritarios versus oprimidos,
siempre disputaron.
Por eso mismo es que “la grieta” es una herida que nunca
cicatrizó en la sociedad argentina. Zanjas – más que grietas- eran las que los
militares porteños cavaban entre la pampa gringa (o que pretendían que fuera
más gringa y civilizada) y la Patagonia salvaje, tehuelche y mapuche.
Grieta ya era el “civilización
o barbarie” del procer Sarmiento, tapando con propuestas correctas de
educación pública para todos la guerra civil entre gauchos e indios miserables por
un lado, contra pobres colonos inmigrantes por el otro. ¿Hay alguna diferencia
entre la “conquista del Oeste” de los EEUU por los blancos, robando tierra y
masacrando índios, con la “campaña del
desierto” de Roca, aplaudida por Sarmiento y Bartolomé Mitre (una vez más, el
mismo de “La Nación”)?
Y la verdadera grieta sigue separando hoy al 32,2% de
argentinos pobres y excluidos (que llega a 42% en provincias como Jujuy o
Chaco) del 65% de los menos pobres y un poco más incluídos.
Grietas, internas y guerra civil siempre hubo, por desgracia, y nunca fueron empezadas por “el demonio” sublevado: antes de
1878, fecha de la “victoria” militar del gobierno contra el indio patagónico,
centenas de combates armados se justificaban porque “el malón invade, roba, violenta mujeres”. Verdad, y nadie hoy va a
decir que era bueno invadir, robar y violentar mujeres blancas. Pero ¿alguien
se acuerda cómo fue la “conquista de América”? ¿No hubo invasión, robos de
bienes y de tierras, y violencias contra mujeres nativas?
“La violencia de los de abajo contra la violência de los de
arriba”, base de las guerrillas setentistas. ¿Incorrecta? ¿confesión de parte
de “uno de los demonios”? ¿Y el derecho de resistencia de los pueblos ante la
opresión, el derecho a la autodeterminación y soberanía de pueblos subyugados?
“...se denomina derecho
de resistencia el ejercido por los subditos para lograr la cesación de
comportamiento tiránico asumido por autoridades que abusan grave y
reiteradamente de sus competencias. Este abuso se identifica con el ultraje
hecho a la justicia mediante actos violatorios de los bienes jurídicos
fundamentales -la vida, la integridad, la libertad, la seguridad, etc.- cuya
ejecución no han logrado los ciudadanos hacer prevenir y sancionar con el
auxilio de instrumentos pacíficos de control y freno del poder. Entre esos
instrumentos están el ejercicio de recursos y acciones judiciales, las
apelaciones al ministerio público y las campañas de denuncia por la prensa y
otros medios de comunicación. Cuando todos los mecanismos de refrenamiento
pacífico fracasan, los agredidos por la autoridad tiránica tienen, dadas
ciertas condiciones, el derecho inalienable a defenderse con el uso de la
fuerza: a entrar en insurrección contra la tiranía", dice Mario Madrid
Malo, en sus "Estudios sobre
derechos fundamentales", de la serie de textos de divulgación Nº 11,
Defensoría del Pueblo, 1996.
¿Y esa no la base de las consignas de grandes sectores de la
Iglesia Católica al defender correctamente la insurrección contra la opresión
nazifascista entre 1939 y 45? ¿Y no era también la misma consigna – equivocada
entonces- que justificaba los bombardeos de 1955 a Plaza de Mayo, el golpe
militar de ese año y las violencias de los Comandos Civiles contra los
sindicatos? ¿Y no era la misma que justificó los fusilamientos de la “Libertadora” en León Suárez?
La grieta que siempre separó los supuestos “dos demonios”
La “grieta” que separa al demonio Pueblo y sus combatientes
del enemigo siempre existió. Y las “guerras” sucias siempre fueron comenzadas,
incentivadas y ganadas por el único demonio de estas varias historias: el poder
político, jurídico y militar de los dominantes: el ejército que derrocó el
gobierno popular de Yrigoyen em 1930, que dió el golpe de 1955 contra el Pueblo
peronista y no peronista, que llevó el tiranuelo del Opus Dei Onganía a dar el
golpe de 1966, y que después de 7 años salió derrotado por el Pueblo en marzo
del 73, para nuevamente golpear con todo el terror del estado en 1976.
Las izquierdas, el “terrorismo” y las guerrillas siempre
vinieron después de los golpes militares, las prisiones y torturas. ¿Correctas
o equivocadas? No es la intención de este texto; pero sí la de decir que
izquierdas, “terrorismo” y guerrillas son semillas del mismo fruto que el
Cordobazo y las batallas de Diciembre de 2001: la opresión y el terror previo
de los poderosos, los que siempre mandaron y desmandaron. ¿Estaba bien que los
nativos robasen ganado? ¿Estaba bien que los peones de la Patagonia Rebelde se
sublevaran? ¿Era correcto que Leandro Além llamara a la Revolución a fines del
siglo XIX?
Si pensamos que la “Conquista del Desierto”
fue una campaña militar del gobierno argentino contra las naciones tehuelche, mapuche
y ranquel, para obtener el dominio territorial de la Pampa y la Patagonia
oriental, hasta entonces bajo dominio indígena.
Si recordamos que la tierra tehuelche, ranquel y mapuche (y
no me vengan con eso de que estos “son chilenos”, pues están en la Argentina
desde antes que los italianos y los galeses) fue robada, alambrada y repartida
entre cien familias ya enormemente ricas de Buenos Aires; que los niños y
jóvenes fueron mandados como trabajadores esclavos a los ingenios del norte y
las mujeres como sirvientas a la capital.
Si pensamos que los peones patagónicos que eran super explotados
fueron enganados, perseguidos y fuzilados por el mero crimen de rebelarse.
Si pensamos que Além se sublevó contra la república
conservadora y ultraliberal de los Sarmiento, Mitre y Roca....tal vez veremos
que siempre hubo en Argentina un único y gran Demonio: la classe dominante, la
oligarquia ganadera y la burguesía industrial y financeira, y sus brazos
militares, siempre listos para dar golpes y arrasar la democracia y los
derechos populares.
No, Jorge Fernández Días, no!
No, Jorge Fernández Días, no. Perón tuvo mucho que ver con la
“Triple A” y con la criminal escalada contra la izquierda peronista, y no
perdonó a los que mataron a Rucci; su secretario privado, su esposa Isabelita y
la mafia sindical no fueron independientes. El “somatén” fue idea de Perón y
obra de Isabel y López Rega. Quién no lo sabe!
Los “setentistas” – obreros, estudiantes, villeros e incluso
(oh, sorpresa!) muchos políticos de la UCR, la UCRI que luego fue MID y del Partido
Intransigente- no eran “pibes tiernos”, como Ud. dice con sorna. Si dieron su
vida para cambiar el mundo – que no es el caso de los uniformados que ganaban
sueldos del estado y no por eso dejaban de matar y torturar como simples
asesinos- era por un ideal y una convicción, sí: gran parte de la clase media y
sus estudiantes, que hasta 1968 apenas se divertían leyendo Mafalda, pasaron a
cuestionar, la mayoría con las doctrinas de la Iglesia de los Pobres, la de
Juan XXIII y el Concilio Vativano 2º; una minoría -lo reconozco, claro- con las
banderas del marxismo y el guevarismo.
La "depuración", y la feroz persecución de los
"infiltrados", propuesta por Perón en su “somatén” de 1973-74
materializado en las “Tres A”, no son diferentes en naturaleza ni en grado –
apenas en volumen- a las centenas de persecusiones anteriores, contra
anarquistas, laboristas, socialistas, comunistas y “peronistas de primera hora”,
que no solo los conservadores y milicos de la Década Infame, sino también Yrigoyen
y Perón protagonizaron, cada uno en su momento y cada uno con sus víctimas de
preferencia.
El artículo de Jorge Fernández Días no se mete com el ERP ni
con la izquierda política y sindical no peronista, ni con Agustín Tosco ni las
Coordinadoras de Gremios en Lucha que encerraron el ciclo iniciado en el
Cordobazo en la gran huelga de julio de 1975 que derrotó a Rodrigo y barrió a
López Rega de la historia. Pero esa era la flor y nata de “los setentistas”, a
los que el plumífero de “La Nación”
quiere hacer aparecer como niñitos de La Biela con ideas montoneras.
Como decimos en Brasil, Jorge Fernández Días, “o buraco é mais em baixo”, lo que en la
lengua de Camões y Saramago significa "as
coisas não são tão simples quanto parecem". Entendeu?
Lucha de clases, conflitos sociales y sus reflejos partidarios
(internas) es lo que siempre hubo.
Lo importante es definir de qué lado de la vieja “grieta”
estamos. Ud. no me conoce, pero yo prefiero el lado de los ranqueles y
mapuches, el de los peones rurales de la Patagonia Trágica, el de Além y de los
muertos por los bombardeos en Plaza de Mayo y los fuzilados en 1955; el lado del
ex-radical Jauretche, el de Illía y Alfonsín, el de los jóvenes setentistas, combatientes
armados o no; el de los 30 mil presos, asesinados y desaparecidos.
Hay un solo demonio, Fernández Días; no se engañe ni quiera
enganar más a los que momentáneamente no ven la verdad en su totalidad. Ya la
verán, y otra vez el gato dejará de ser pardo, y se diferenciará mejor de la liebre.
JV. São Paulo, febrero de 2017.
Sobre López Rega e Isabelita:
http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com.br/2015/11/las-tristes-y-nefastas-historias-de_14.html
http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com.br/2013/09/quien-sabe-lo-que-es-un-somaten.html
Sobre López Rega e Isabelita:
http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com.br/2015/11/las-tristes-y-nefastas-historias-de_14.html
http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com.br/2013/09/quien-sabe-lo-que-es-un-somaten.html
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