sexta-feira, 24 de fevereiro de 2017

La historia que todos debemos seguir oyendo

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Una persona muy querida – entre las tres más distantes y que más quiero y recuerdo todos los días de mi vida- me mandó un artículo de “La Nación” con el que voy a polemizar, tratando de llegar a las fibras de todas las personas honestas que sueñan un país mejor, estando de un lado o del otro de la famosa grieta o zanja - abierta desde siempre y apenas más visible en los últimos quince años-. Y esto sirve tanto para Argentina como para Brasil y el famoso “eles e nós” que la derecha atribuye al petismo, pero que acá es más antiguo que la esclavitud y las favelas. JV.

“La historia que nadie quiere volver a oír” se titula el artículo de Jorge Fernández Días, al que mis 37 años fuera de Argentina me autorizan a ignorar supinamente en su historia o recorrido periodístico. Lo que no puedo es olvidarme que él escribe en y para “La Nación”, creada por el prócer de la Guerra Infame, la del Paraguay, en que 70% de un país fue diezmado para agradar a las oligarquías probritánicas de Buenos Aires y Rio de Janeiro.

La historia que nadie puede olvidar nos cuenta que “La Nación”, tribuna de doctrina liberal y conservadora, tiene un pasado de negocios turbios desde la donación de la sede original a Mitre por un grupo de contratistas después de la Guerra de la Triple Alianza, pasando por los contactos secretos a través del diário durante el intento de golpe de estado de 1874, coordinando a los golpistas, hasta la “compra-secuestro” conjunta con Clarín de Papel Prensa tras el sangriento golpe de 1976. Hasta llegar a hoy, con su sospechosa constitución societaria de empresas offshore fantasmas, creadas en paraísos fiscales, con accionistas desconocidos.

Ok. Tal vez esa sea otra “historia que nadie quiere volver a oír” entre  los señores del poder; pero vamos al artículo:

Digamos de cara que está resurgiendo la “teoria de los dos demonios” con uma entrada del texto que anuncia que “los (años) 70 eran leídos principalmente como una monstruosa interna armada entre "compañeros". Media verdad y media mentira: las internas peronistas – así como las batallas a cielo abierto entre yrigoyenistas y alvearistas entre 1921 y la fractura de la UCR en 1924- siempre fueron parte de la vida de los grandes partidos populares, reflejando luchas de intereses opuestos.

Las internas peronistas fueron más “monstruosas” que las del radicalismo, de acuerdo; pero ambas luchas intestinas son produto apenas de las luchas entre clases o sectores de clases sociales: en la UCR, nadie duda hoy que Alvear y Balbín, igual que los dirigentes pro-Pro de hoy, en nada siguen la ideología y las líneas políticas de Além, Yrigoyen, Illía o Alfonsín, ellos sí, representantes de grandes sectores populares, más o menos coincidentes entre las capas medias y los trabalhadores más pobres que el peronismo siempre representó. Alvear y Balbín, aliados del militarismo em 1930, 1955, 1966 y 1976, nada tienen que ver con Além, Yrigoyen, Illía o Alfonsín.


“Internas” de la UCR, aún con lucha armada por el poder

El 30 de julio de 1893 la Unión Cívica Radical inició una nueva insurrección armada que iría hasta el 1º de octubre, cuando el ejército retomó Rosario y apresó a Leandro Alem. La sublevación se conoce como la Revolución de 1893. Fue una lucha justa.

Deprimido por la derrota de la insurrección, Alem escribibe: "Los radicales conservadores se irán con Don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña y los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda".

Enseguida, Aristóbulo del Valle moría de un derrame, y el 1º de julio de 1896, rodeado de enemigos, separado de su familia y peleado con el estado, Leandro Alem se suicidaba, afectado por las derrotas y las “internas” de la Unión Cívica Radical. La frase, en el testamento político de Leandro Alem, lo pinta con claridad:
"¡Que se rompa, pero que no se doble!".

Más o menos “monstruosas”, las internas de los grandes partidos populares – y en Argentina nunca hubo más que dos, el peronismo y la UCR- reflejan luchas de clases o de sectores de clase, disputando internamente el poder político que explotadores y explotados, autoritarios versus oprimidos, siempre disputaron.

Por eso mismo es que “la grieta” es una herida que nunca cicatrizó en la sociedad argentina. Zanjas – más que grietas- eran las que los militares porteños cavaban entre la pampa gringa (o que pretendían que fuera más gringa y civilizada) y la Patagonia salvaje, tehuelche y mapuche.

Grieta ya era el “civilización o barbarie” del procer Sarmiento, tapando con propuestas correctas de educación pública para todos la guerra civil entre gauchos e indios miserables por un lado, contra pobres colonos inmigrantes por el otro. ¿Hay alguna diferencia entre la “conquista del Oeste” de los EEUU por los blancos, robando tierra y masacrando índios, con la “campaña del desierto” de Roca, aplaudida por Sarmiento y Bartolomé Mitre (una vez más, el mismo de “La Nación”)?

Y la verdadera grieta sigue separando hoy al 32,2% de argentinos pobres y excluidos (que llega a 42% en provincias como Jujuy o Chaco) del 65% de los menos pobres y un poco más incluídos.

Grietas, internas y guerra civil siempre hubo, por desgracia, y nunca fueron empezadas por “el demonio” sublevado: antes de 1878, fecha de la “victoria” militar del gobierno contra el indio patagónico, centenas de combates armados se justificaban porque “el malón invade, roba, violenta mujeres”. Verdad, y nadie hoy va a decir que era bueno invadir, robar y violentar mujeres blancas. Pero ¿alguien se acuerda cómo fue la “conquista de América”? ¿No hubo invasión, robos de bienes y de tierras, y violencias contra mujeres nativas?

“La violencia de los de abajo contra la violência de los de arriba”, base de las guerrillas setentistas. ¿Incorrecta? ¿confesión de parte de “uno de los demonios”? ¿Y el derecho de resistencia de los pueblos ante la opresión, el derecho a la autodeterminación y soberanía de pueblos subyugados?

“...se denomina derecho de resistencia el ejercido por los subditos para lograr la cesación de comportamiento tiránico asumido por autoridades que abusan grave y reiteradamente de sus competencias. Este abuso se identifica con el ultraje hecho a la justicia mediante actos violatorios de los bienes jurídicos fundamentales -la vida, la integridad, la libertad, la seguridad, etc.- cuya ejecución no han logrado los ciudadanos hacer prevenir y sancionar con el auxilio de instrumentos pacíficos de control y freno del poder. Entre esos instrumentos están el ejercicio de recursos y acciones judiciales, las apelaciones al ministerio público y las campañas de denuncia por la prensa y otros medios de comunicación. Cuando todos los mecanismos de refrenamiento pacífico fracasan, los agredidos por la autoridad tiránica tienen, dadas ciertas condiciones, el derecho inalienable a defenderse con el uso de la fuerza: a entrar en insurrección contra la tiranía", dice Mario Madrid Malo, en sus "Estudios sobre derechos fundamentales", de la serie de textos de divulgación Nº 11, Defensoría del Pueblo, 1996.

¿Y esa no la base de las consignas de grandes sectores de la Iglesia Católica al defender correctamente la insurrección contra la opresión nazifascista entre 1939 y 45? ¿Y no era también la misma consigna – equivocada entonces- que justificaba los bombardeos de 1955 a Plaza de Mayo, el golpe militar de ese año y las violencias de los Comandos Civiles contra los sindicatos? ¿Y no era la misma que justificó los fusilamientos de la “Libertadora” en León Suárez?

La grieta que siempre separó los supuestos “dos demonios”

La “grieta” que separa al demonio Pueblo y sus combatientes del enemigo siempre existió. Y las “guerras” sucias siempre fueron comenzadas, incentivadas y ganadas por el único demonio de estas varias historias: el poder político, jurídico y militar de los dominantes: el ejército que derrocó el gobierno popular de Yrigoyen em 1930, que dió el golpe de 1955 contra el Pueblo peronista y no peronista, que llevó el tiranuelo del Opus Dei Onganía a dar el golpe de 1966, y que después de 7 años salió derrotado por el Pueblo en marzo del 73, para nuevamente golpear con todo el terror del estado en 1976.

Las izquierdas, el “terrorismo” y las guerrillas siempre vinieron después de los golpes militares, las prisiones y torturas. ¿Correctas o equivocadas? No es la intención de este texto; pero sí la de decir que izquierdas, “terrorismo” y guerrillas son semillas del mismo fruto que el Cordobazo y las batallas de Diciembre de 2001: la opresión y el terror previo de los poderosos, los que siempre mandaron y desmandaron. ¿Estaba bien que los nativos robasen ganado? ¿Estaba bien que los peones de la Patagonia Rebelde se sublevaran? ¿Era correcto que Leandro Além llamara a la Revolución a fines del siglo XIX?

Si pensamos que la “Conquista del Desierto” fue una campaña militar del gobierno argentino contra las naciones tehuelche, mapuche y ranquel, para obtener el dominio territorial de la Pampa y la Patagonia oriental, hasta entonces bajo dominio indígena.  

Si recordamos que la tierra tehuelche, ranquel y mapuche (y no me vengan con eso de que estos “son chilenos”, pues están en la Argentina desde antes que los italianos y los galeses) fue robada, alambrada y repartida entre cien familias ya enormemente ricas de Buenos Aires; que los niños y jóvenes fueron mandados como trabajadores esclavos a los ingenios del norte y las mujeres como sirvientas a la capital.

Si pensamos que los peones patagónicos que eran super explotados fueron enganados, perseguidos y fuzilados por el mero crimen de rebelarse.
Si pensamos que Além se sublevó contra la república conservadora y ultraliberal de los Sarmiento, Mitre y Roca....tal vez veremos que siempre hubo en Argentina un único y gran Demonio: la classe dominante, la oligarquia ganadera y la burguesía industrial y financeira, y sus brazos militares, siempre listos para dar golpes y arrasar la democracia y los derechos populares.


No, Jorge Fernández Días, no!

No, Jorge Fernández Días, no. Perón tuvo mucho que ver con la “Triple A” y con la criminal escalada contra la izquierda peronista, y no perdonó a los que mataron a Rucci; su secretario privado, su esposa Isabelita y la mafia sindical no fueron independientes. El “somatén” fue idea de Perón y obra de Isabel y López Rega. Quién no lo sabe!

Los “setentistas” – obreros, estudiantes, villeros e incluso (oh, sorpresa!) muchos políticos de la UCR, la UCRI que luego fue MID y del Partido Intransigente- no eran “pibes tiernos”, como Ud. dice con sorna. Si dieron su vida para cambiar el mundo – que no es el caso de los uniformados que ganaban sueldos del estado y no por eso dejaban de matar y torturar como simples asesinos- era por un ideal y una convicción, sí: gran parte de la clase media y sus estudiantes, que hasta 1968 apenas se divertían leyendo Mafalda, pasaron a cuestionar, la mayoría con las doctrinas de la Iglesia de los Pobres, la de Juan XXIII y el Concilio Vativano 2º; una minoría -lo reconozco, claro- con las banderas del marxismo y el guevarismo.

La "depuración", y la feroz persecución de los "infiltrados", propuesta por Perón en su “somatén” de 1973-74 materializado en las “Tres A”, no son diferentes en naturaleza ni en grado – apenas en volumen- a las centenas de persecusiones anteriores, contra anarquistas, laboristas, socialistas, comunistas y “peronistas de primera hora”, que no solo los conservadores y milicos de la Década Infame, sino también Yrigoyen y Perón protagonizaron, cada uno en su momento y cada uno con sus víctimas de preferencia.

El artículo de Jorge Fernández Días no se mete com el ERP ni con la izquierda política y sindical no peronista, ni con Agustín Tosco ni las Coordinadoras de Gremios en Lucha que encerraron el ciclo iniciado en el Cordobazo en la gran huelga de julio de 1975 que derrotó a Rodrigo y barrió a López Rega de la historia. Pero esa era la flor y nata de “los setentistas”, a los que el plumífero de “La Nación” quiere hacer aparecer como niñitos de La Biela con ideas montoneras.

Como decimos en Brasil, Jorge Fernández Días, “o buraco é mais em baixo”, lo que en la lengua de Camões y Saramago significa "as coisas não são tão simples quanto parecem". Entendeu?
Lucha de clases, conflitos sociales y sus reflejos partidarios (internas) es lo que siempre hubo.

Lo importante es definir de qué lado de la vieja “grieta” estamos. Ud. no me conoce, pero yo prefiero el lado de los ranqueles y mapuches, el de los peones rurales de la Patagonia Trágica, el de Além y de los muertos por los bombardeos en Plaza de Mayo y los fuzilados en 1955; el lado del ex-radical Jauretche, el de Illía y Alfonsín, el de los jóvenes setentistas, combatientes armados o no; el de los 30 mil presos, asesinados y desaparecidos.

Hay un solo demonio, Fernández Días; no se engañe ni quiera enganar más a los que momentáneamente no ven la verdad en su totalidad. Ya la verán, y otra vez el gato dejará de ser pardo, y se diferenciará mejor de la liebre.


JV. São Paulo, febrero de 2017.

Sobre López Rega e Isabelita: 
 http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com.br/2015/11/las-tristes-y-nefastas-historias-de_14.html

http://javiervillanuevaliteratura.blogspot.com.br/2013/09/quien-sabe-lo-que-es-un-somaten.html

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