La Primera Guerra del Opio fue un conflicto armado entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda contra China entre 1839 y 1842, por diferencias sobre el comercio con opio de los británicos en la China continental. El Reino Unido buscaba la apertura del tráfico de opio, mientras que el gobierno imperial de la China intentaba prohibirlo, con una política proteccionista y nacionalista, la misma que el R.U. practicaba con sus productos. (JV)
La Primera Guerra del Opio
Por Juan Carlos Castañeda Pérez
La Primera Guerra del Opio enfrentó a la Gran Bretaña y el Imperio chino por motivos comerciales. Esta guerra significó el fin de la hegemonía china en el lejano Oriente, que pasó de un imperio respetado a una nación asediada por las naciones occidentales que deseaban expandir su área de influencia en Asia.
Antes del conflicto, el Imperio chino era uno de los principales poderes del lejano Oriente. Por su parte, la Gran Bretaña se alzó como uno de los principales poderes de Europa tras la caída del Imperio napoleónico y las revoluciones industriales que modernizaron al continente también conocido como el Viejo Mundo.
La Primera Guerra del Opio
Pese a que los europeos ya tenían presencia en el Sudeste Asiático desde la Era de los Descubrimientos (del siglo XV al siglo XVII), esta comenzó a incrementarse a causa de las necesidades comerciales del viejo continente. En el caso de China, comenzaron a hacer sentir su presencia a causa de la presión ejercida para introducir sus productos comerciales, al mismo tiempo que buscaban hacerse con bienes propios del Imperio, como seda, porcelana y té. Como respuesta, la dinastía china de los manchú (1644-1912) decidió endurecer su política de aislamiento, lo que provocó que los beneficios comerciales para los europeos se vieran profundamente mermados.
Aunque el uso del opio como medicamento era conocido en el Imperio chino, su uso estaba prohibido desde 1729 por sus efectos adictivos, lo que hizo que comerciantes británicos vieran en él un producto viable que compensara sus pérdidas. Bajo su auspicio, esta droga dio origen a un lucrativo mercado negro que, para 1836, generaba millones de libras y millones de adictos y muertos.
Frente a esta situación, el emperador Daoguang (1782-1850) decretó nuevas leyes contra el comercio de opio, mientras que sus consejeros llegaron incluso a proponer la ejecución inmediata de todos los consumidores de esta droga en un intento por eliminar de raíz el problema. Otra medida que se tomó fue la creación de un Comité para la Supresión del Opio, investido con poderes suficientes para arrestar a cualquiera que estuviese relacionado con su contrabando, lo que afectó a más de un ciudadano británico.
Como consecuencia, Charles Elliot, agente del gobierno británico, partió al puerto de Hong Kong, esperando entrevistarse ahí con los funcionarios chinos; no obstante, estos se negaron a permitirle desembarcar, por lo que abrió fuego contra el escuadrón chino que le cerraba el paso. En respuesta a este ataque, flotillas chinas interceptaron a Elliot que se vio obligado a combatirles en la batalla de Chuenpei (1839), que se saldó con el hundimiento de cuatro barcos chinos. Tras esta victoria, la armada inglesa alcanzó la isla de Chusan en 1841, que fue tomada luego de un intenso cañoneo.
Asegurado el control de la isla, Elliot envió una carta al emperador para darle a conocer sus exigencias, entre las que figuraban colocar una isla entera bajo jurisdicción inglesa, abrir más puertos chinos al comercio y pagar una indemnización al gobierno británico. Aunque el emperador ordenó a su consejero, Ch’i-shan, iniciar pláticas con la Gran Bretaña, las negociaciones se vieron comprometidas desde el principio, pues los ataques occidentales habían incendiado los ánimos entre las altas esferas del gobierno chino, que rápidamente se dividió entre los que apoyaban la paz y los que se pronunciaban a favor de exterminar a todos los extranjeros en la región.
Descartada una solución pacífica, el emperador, ordenó la creación de una armada de exterminación, con el único propósito de acabar con el enemigo británico. Bajo el mando de su sobrino, I-shan, la armada de exterminación se enfrentó por primera vez a los occidentales el 21 de mayo de 1841. En esta batalla, librada frente a Canton, la armada británica le infligió una severa derrota al Imperio chino, que perdió 71 barcos y la propia Canton, que debió rendirse para evitar la destrucción total.
En un último intento por contenerles, los chinos reunieron los restos de su armada en Chen-hai, y se prepararon para ofrecer batalla ahí. Esta tentativa de resistencia desembocaría de nuevo en fracaso, en gran parte debido a que, en vísperas de la lucha, las tropas chinas se dedicaron a consumir opio.
La derrota de Chen-hai supuso el inició de nuevas negociaciones de culminaron el 29 de agosto de 1842 con la firma del Tratado de Nanking, con el que el Imperio se comprometió a indemnizar a los británicos afectados durante la guerra y a abrir más puertos al comercio internacional, además implantar consulados ingleses en todos los puertos. No obstante, uno de los puntos más destacados fue la cesión de Hong Kong a Gran Bretaña, control que permaneció efectivo hasta finales del siglo XX.
Al concluir la Primera Guerra del Opio, quedó claro que las pretensiones chinas de superioridad frente a los extranjeros estaban lejos de ser reales. Con su derrota, el Imperio no solo quedó expuesto a los efectos del opio, también a las demandas de otras potencias occidentales que no fue capaz de negociar efectivamente. A consecuencia de esto, en 1850 estallaría una segunda guerra del opio, que se saldaría con una nueva derrota china, cuyo gobierno no tendría más remedio que legalizar el tráfico de opio en toda la nación y permitir el ingreso de extranjeros hacia el interior de su territorio.
Autor: Juan Carlos Castañeda Pérez para www.revistadehistoria.es
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