quinta-feira, 11 de abril de 2013

Caminando hacia atrás




Las arrugas del tiempo -de las que le hablaba Juancito al Viejo Pedro Milesi- son fenómenos normales, aunque poco comunes. No ocurren a menudo, y aquel al que le toque vivirlos, va a tener dificultades en contarlo después. Al poeta chacarero le ocurrió, un buen dia, que uno de esos pliegues temporales se le cruzó en el camino. 
El poeta estaba paseando con su nieto, y juntos fueron caminando hacia atrás, reviendo el pasado, poco a poco; y reviviéndolo, paso a paso.
JV. São Paulo, abril de 2013.
Caminando  hacia  atrás
Caminando hacia atrás, cruzamos el puente largo de muchos años. Pasan las montañas, caminos, ciudades, hospitales, aulas, laboratorios, mares, buques de guerra.   
¡Abuelo, llegamos! Un carro rojo, un señor, una señora.   Déjame mirar este momento, como tantas veces la vi, comprando la  carne,  esa señora es mi madre, tu bisabuela; el señor es don Genaro, con su carnicería ambulante. Vamos detrás de sus pasos, ahora  corta  unas hojitas de orégano que crecen en el bordo de la acequia. ¡Qué fresquito, abuelo!  un  techo de flores. ¿Ves? es  la Santa Rita,  que cubre casi todo el patio.
La casa huele a limpio; la galería barrida y regada, también el galpón con su piso de tierra. En el fogón la llama encendida, junto a mi madre, el  núcleo del  hogar.  ¡Abuelo! la gallina sobre de la mesa, mira los pavos, la chancha y los  chanchitos.
Todo flota en medio de una silenciosa paz, va y viene mi madre en su trajín, el sol se está poniendo alto, apura la olla, mis hermanas con sus tareas alegran la escena.
Abu, ¿quien es ese hombre?,  parece  colgado de  la  soga. Ese es mi padre, tu bisabuelo, está podando la viña. ¡Son muy  parecidos!  Sí, especialmente en la nariz,  espero que no se golpee; bueno,  no lo podrás escuchar: estamos en otra dimensión del tiempo. ¿Eso, tiene que podar?  es mucho. Un poco hoy, otro mañana, así hasta terminar,  le  tiene que quitar los vástagos inútiles  para  que  la  planta  tenga  más  fuerza  y  de  lindos  racimos.  
¡Eh! fíjate por dónde vas, casi  me chocas.  No te  harán daño, no tienen cuerpo, no te olvides que estamos en otro tiempo.  Sí, pero ese que venía a todo galope me pasó cerca; ahora las vacas, ¡mejor me hago a un lado!  
Las mismas curvas  del  camino, la sombra  de  los  talas,  la misma casa. Como siempre, don Faustino leyendo el  diário;  veamos por  sobre sus hombros;  vos que tienes buena  vista.  Abuelo, el  diario es  La  Gaceta de Tucumán y dice “Desembarco en  Guadalcanal”  ¿Y  la fecha?  Agosto de 1942.   Mejor  sigamos.   
Abuelo,  ¿por  qué  las  guerras? yo escuché que murieron muchos hombres y destruyeron muchas ciudades.  El hombre siempre estuvo en guerra, tal vez  los  primeros se peleaban por  un  hueso; la ambición, las creencia, la locura, nos llevan a la guerra; seguimos  siendo tan bárbaros como los primeros faraones,  emperadores,  reyes que se  creyeron dioses, militares locos. Muchos vivieron para manchar la historia,  otros viven hoy.  
¡Una escuela abuelo! están en recreo,  ¡cuántos chicos!   Entremos, los maestros reunidos ¡qué linda está mi maestra de primer   grado! ¿Cuál?  Esa morochita que teje,  la señorita Zamora; te cuento un  secreto, yo estaba enamorado de mi maestra,  una vez me hizo un regalito,  dibujó mi nombre  con muchas  hormiguitas. ¡Abuelo, pero no te pongas  así! ¿Ah!, sí, sí, sigamos.  Abu, mira esos chicos que se pelean. Ese  flaquito soy  yo, con mi ponchito sobre el  guardapolvo. ¡Le diste una piña al gordo!  Yo también  guerreaba, pero después fuimos buenos amigos. Se acabó el  recreo,  la  Juanita  tocó  la  campana.    
Autor: Luis  Unzaga. Catamarca y Córdoba, abril de 2013.

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