Las arrugas del tiempo -de las que le hablaba Juancito al Viejo
Pedro Milesi- son fenómenos normales, aunque poco comunes. No ocurren a menudo,
y aquel al que le toque vivirlos, va a tener dificultades en contarlo después. Al
poeta chacarero le ocurrió, un buen dia, que uno de esos pliegues temporales se
le cruzó en el camino.
El poeta estaba paseando con su nieto, y juntos fueron
caminando hacia atrás, reviendo el pasado, poco a poco; y reviviéndolo, paso a
paso.
JV. São Paulo, abril de 2013.
Caminando hacia atrás
Caminando hacia atrás, cruzamos el puente largo de muchos años.
Pasan las montañas, caminos, ciudades, hospitales, aulas, laboratorios, mares,
buques de guerra.
¡Abuelo, llegamos! Un carro rojo, un señor, una señora.
Déjame mirar este momento, como tantas veces la vi, comprando la
carne, esa señora es mi madre, tu bisabuela; el señor es don
Genaro, con su carnicería ambulante. Vamos detrás de sus pasos, ahora
corta unas hojitas de orégano que crecen en el bordo de la acequia.
¡Qué fresquito, abuelo! un techo de flores. ¿Ves? es la Santa
Rita, que cubre casi todo el patio.
La casa huele a limpio; la galería barrida y regada, también el
galpón con su piso de tierra. En el fogón la llama encendida, junto a mi madre,
el núcleo del hogar. ¡Abuelo! la gallina sobre de la mesa,
mira los pavos, la chancha y los chanchitos.
Todo flota en medio de una silenciosa paz, va y viene mi madre en
su trajín, el sol se está poniendo alto, apura la olla, mis hermanas con sus
tareas alegran la escena.
Abu, ¿quien es ese hombre?, parece colgado de la
soga. Ese es mi padre, tu bisabuelo, está podando la viña. ¡Son muy
parecidos! Sí, especialmente en la nariz, espero que no se
golpee; bueno, no lo podrás escuchar: estamos en otra dimensión del
tiempo. ¿Eso, tiene que podar? es mucho. Un poco hoy, otro mañana, así
hasta terminar, le tiene que quitar los vástagos inútiles
para que la planta tenga más fuerza
y de lindos racimos.
¡Eh! fíjate por dónde vas, casi me chocas. No te
harán daño, no tienen cuerpo, no te olvides que estamos en otro tiempo.
Sí, pero ese que venía a todo galope me pasó cerca; ahora las vacas,
¡mejor me hago a un lado!
Las mismas curvas del camino, la sombra de
los talas, la misma casa. Como siempre, don Faustino leyendo
el diário; veamos por sobre sus hombros; vos que tienes
buena vista. Abuelo, el diario es La Gaceta de
Tucumán y dice “Desembarco en Guadalcanal” ¿Y la fecha?
Agosto de 1942. Mejor sigamos.
Abuelo, ¿por qué las guerras? yo escuché
que murieron muchos hombres y destruyeron muchas ciudades. El hombre
siempre estuvo en guerra, tal vez los primeros se peleaban por
un hueso; la ambición, las creencia, la locura, nos llevan a la
guerra; seguimos siendo tan bárbaros como los primeros faraones,
emperadores, reyes que se creyeron dioses, militares locos.
Muchos vivieron para manchar la historia, otros viven hoy.
¡Una escuela abuelo! están en recreo, ¡cuántos chicos!
Entremos, los maestros reunidos ¡qué linda está mi maestra de
primer grado! ¿Cuál? Esa morochita que teje, la
señorita Zamora; te cuento un secreto, yo estaba enamorado de mi maestra,
una vez me hizo un regalito, dibujó mi nombre con muchas
hormiguitas. ¡Abuelo, pero no te pongas así! ¿Ah!, sí, sí, sigamos.
Abu, mira esos chicos que se pelean. Ese flaquito soy yo, con
mi ponchito sobre el guardapolvo. ¡Le diste una piña al gordo! Yo
también guerreaba, pero después fuimos buenos amigos. Se acabó el
recreo, la Juanita tocó la campana.
Autor: Luis Unzaga.
Catamarca y Córdoba, abril de 2013.
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