A 400 años de la muerte de Cervantes, la creación
de Don Quijote
La creación de Don Quijote
Es muy posible
que Cervantes no ganara demasiado dinero con “El Quijote” por causa, en gran
medida, de las muchas ediciones piratas.
Como un
modo de compensarlo, la fama que Don Miguel de Cervantes Saavedra ganó con su
obra principal le permitió publicar muchas otras producciones literarias que de
otra manera, tal vez se habrían quedado en algún cajón escondido. Ese es el
caso concreto de las “Novelas ejemplares”, las “Comedias y entremeses”, y “Persiles
y Segismunda”.
El éxito, por fin, ocurrió en Madrid
En
1605, casi a punto de cumplir sus 60 años, Miguel de Cervantes publicó en
Madrid, una novela que era totalmente ajena a todos los cánones literarios de
su época.
El
éxito inmediato de “Don Quijote” fue incendiario y tan fulminante en España, que
siguió como un reguero de pólvora hacia toda Europa y América.
Si es que
es verdad – como se supone- que Miguel de Cervantes concibió su Quijote durante
su estadía en la prisión de Sevilla, probablemente debió empezar a escribir la
obra al salir de la cárcel, en la misma ciudad, pero con seguridad que la terminó
en Madrid, justo un poco antes de mudarse a Valladolid.
Madrid, la 1ª parte de “El Quijote”
La
primera edición tenía 664 páginas y muchísimas erratas. La llamada “novela que
cambia la novela” es producida en la imprenta de Juan de la Cuesta, en la calle
Atocha, en Madrid.
El
librero Francisco de Robles, que es dueño de los derechos de autor, la vende al
precio de 200 maravedíes y medio.
Esa 1ª
edición no demora mucho en agotarse, y enseguida se van sucediendo centenas de y
miles de reediciones, muchas de ellas clandestinas o sea, no autorizadas, y a veces
ignoradas incluso, por el dueño de los derechos de autoría y por el proprio Miguel
de Cervantes.
La obra
fue lanzada en enero de 1605 y enseguida cosechó un éxito brutal, masivo e incontenible.
Al cabo de dos meses se realizó una 2ª edición, a la que siguieron otras muchas
en Lisboa, Valencia, Bruselas, Milán, Barcelona.
En el
mismo año de 1605 se enviaron los primeros lotes de la novela al nuevo
continente, tierras de reciente propiedad de España y disputadas por Portugal,
Francia e Inglaterra: América.
Muy pronto
“El Quijote” se tradujo al inglés, en 1612, y al francés en 1614. El propio
Cervantes escribiría en 1615, en la 2ª parte de Don Quijote:
“Tengo para mí que el día de hoy estai
impresos más de 12.000 libros de tal historia... ami se me trasluce qi ie no ha
de haber nación ni lengua donde no se traduzga”.
No se
equivocaba ni un poco Miguel de Cervantes en su previsión profética: el
Instituto Cervantes inauguraba el 21 de abril de 2005, al cumplirse 400 años
del lanzamiento de la obra, su exposición "Quijotes
por el mundo", con 185 ediciones en 56 lenguas, precedentes de las 60
bibliotecas que la institución poseía en todo el mundo.
La obra
que desde 1612 hasta llegar al siglo XXI ya se tradujo - sea integral o parcialmente-
a más de 140 idiomas y variedades lingüísticas diferentes, continúa siendo traducida
en nuevas ediciones a lenguas como el coreano, el quíchua o el guaraní.
Esta 2ª
parte, que tuvo una recepción por parte del público igual de entusiasta que la
primera, fue una tentativa por parte de Cervantes de cerrar el paso a los plágios,
imitaciones de textos y falsas continuaciones de su primer volumen, entre ellas
la más conocida, firmada por Alonso Fernández de Avellaneda en 1614.
Desde
el principio, Don Quijote, el protagonista de la novedosa novela cervantina se vovió
un personaje proverbial que circulaba en boca de todos y al que, incluso, se lo
hacía desfilar en los carnavales callejeros de Europa.
Esto no
ocurría, como digo, solamente en España, sino también en Flandes y Alemania. Y
la popularidad internacional de Don Quijote queda atestiguada por la anécdota
que relató uno de los censores - sí, porque la iglesia, totalmente liada com ele
estado español continuaba inquirindo y censurando- de la 2ª parte del libro, el
licenciado Márquez Torres, quien en febrero de 1615 tuvo una larga conversación
con unos señores franceses que habían llegado a España con el embajador de su
país, que “apenas oyeron el nombre de
Miguel de Cervantes cuando se empezaron a hacer lenguas, encareciendo la
estimación en que, así en Francia como en los reinos confinantes, se tenían sus
obras”.
Cervantes se despide del mundo y de sus amigos
Los franceses
que lo visitaron en 1615 se quedaron escandalizados también al descubrir que Miguel
de Cervantes vivía en la total pobreza:
“¿Pues a tal hombre no le tiene España muy rico
y sustentado del erario público?”, dijeron.
Pero con
seguridad tal pobreza no era total o absoluta, porque parece que Cervantes
siguió metiéndose en diversos tipos de negocios casi hasta el final de su vida.
Consta
que murió de hidropesía, una sed
insaciable que es uno de los síntomas de diabetes o de la cirrosis biliar, enfermedades
que afectan el páncreas y el hígado.
Cuentan
que tres días antes de fallecer dictó la dedicatoria del Persiles:
“Ayer me dieron ia Extremaunción y hoy
escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan”.
Dos
días antes, escribía em el prólogo:
“Mi vida se va acabando... Adiós, gracias;
adiós, donaires; adiós, regocijados amigos”.
Pero, volvendo al principio, ¿cuándo y dónde
nació Cervantes?
Durante
los siglos esta pregunta representó un mistério doble. El primero se terminó aclarando
después de ser encontrada su partida de bautismo, con fecha del 9 de octubre de
1547, labrada en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares.
En relación
a la fecha exacta, solo se puede presumir que fue un 29 de septiembre, el día
dedicado em el santoral a San Miguel.
Sigamos volviendo un poco hacia atrás. En 1581, vivendo
en Lisboa, un verdadeiro aspirante a nada
Don
Miguel de Cervantes llega Lisboa buscando nuevas oportunidades, que al final se
quedarán otra vez en la nada. La nueva corte lisboeta está llena de buscavidas – como el mismo Cervantes-
y de aspirantes a cualquier cosa que les evitara trabajar, y hierve de vida
comercial:
“En ella se descargan las riquezas de Oriente
y desde ella se reparten por el universo”, dice el autor que luego va a desempolvar esos recuerdos amargos de ese
paso, con su estadía inútil en Portugal, en algunos pasajes de la obra “Persiles”.
En 1592, en Castro del Rio, Córdoba, sufre un encarcelamiento
fugaz, pero muy productivo
Cuentan
los cronistas de la época que la vida de un recaudador de impuestos – y este
era el oficio principal de Cervantes- no era nada fácil. El autor de “El
Quijote” será acusado de vender trigo sin tener autorización e irá a pasar unos
días arrestado en Castro del Río.
Muchos
estudiosos de la obra cervantina suponen que fue allí donde nació en Cervantes la
idea de “El Quijote”; pero otros tantos sostienen que fue más adelante, durante
un nuevo encarcelamiento en la ciudad de Sevilla.
En Valladolid, 1603, siguiendo a la corte
Dicen
que muy cerca del matadero municipal y en los cuartos superiores de una
taberna, en un pequeño edificio en el que vivía mucha gente pobre amontonada,
se instala toda la familia de Cervantes – el escritor, su mujer, hermanas, su hija
y su sobrina– que llegan hasta la ciudad de Valladolid atrás del rastro de la corte
y nuevas esperanzas de mejorar de vida.
Cuentan
los investigadores cervantinos que es en medio de este clima de necesidades y apremios
terribles, que Don Miguel de Cervantes termina la 1ª parte de “El Quijote”.
Agonía y muerte en Madrid, en 1616
Cuatrocientos
años atrás, y ya promediando el mes de abril, el escritor comienza a convivir
con la muerte que se le aproxima. La familia se había instalado en su casa de
la Calle del León, en la esquina de la calle Francos - hoy llamada, claro, Miguel de Cervantes-.
Recibe
la extremaunción y firma la dedicatoria del libro “Persiles”; tres días después,
el 22 de abril, muere, y al día siguiente es enterrado en una tumba del
convento de las Trinitarias Descalzas.
J. Villanueva, São Paulo, 15 de octubre de 2016
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