Otras falsedades
literarias llamadas textos apócrifos.
2ª parte.
2ª parte.
En Brasil, como ocurre con otros textos y autores en todos
los países del mundo, hay un escrito que circula con el título de “O tempo e as jabuticabas”, que se
atribuye a Rubem Alves o a Mario de Andrade. Pero resulta que ese texto no pertenece a ninguno de los dos.
Es lo que llamamos “textos apócrifos”. Hay que aclarar que entendemos
hoy ese término como un sinónimo de "falso", o de "incorrecto".
Pero en realidad, "apócrifo" es una palabra de origen griego que significa
"cosa oculta o escondida"
Otro buen ejemplo es "El valioso tiempo de los maduros”.
Es otro texto que aparece en distintos posts
atribuyéndoselo a Mario de Andrade, cuando la autoría aparentemente le
pertenece a Ricardo Godim, escritor y teólogo, también brasileño como el
mecionado más arriba.
El autor es pastor evangelista y presidente de la Igreja Betesda, y del Instituto Cristão de Estudos Contemporâneos.
Escribió una obra que lo diferencia del fundamentalismo brutal de la mayoría de
los neo-pentecostales brasileños, llamada “Deus nos livre de
um Brasil evangélico”.
En "El valioso tiempo de los maduros”, dice Ricardo Gondim:
"Conté mis años y
descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que lo que viví
hasta ahora…
Me siento como aquel
chico que ganó una bolsa de caramelos, los primeros los comió con agrado, pero
cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para
reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y
reglamentos internos, sabiendo que no se va a llegar a nada. Ya no tengo tiempo
para soportar absurdas personas, que a pesar de su edad cronológica no han
crecido. Ya no tengo tiempo para perderlo con mediocridades.
(...)
Pretendo no mal emplear
ni tan solo uno de los caramelos que me quedan. Estoy seguro que serán más
exquisitos que los que me he comido hasta ahora. Mi meta es llegar al final
satisfecho y en paz con mis seres estimados, y con mi conciencia.
Deseo que la tuya sea
la misma, porque, de cualquier manera, también llegarás".
En fin, gustos son gustos, y con las letras no hay excepción.
Y otras más de las tantas
ocultaciones literarias
La moda de los apócrifos no nació con la Internet. Viene de bastante
tiempo antes. Hubo muchos otros casos parecidos a los que mencionamos arriba en
la literatura; como el que comentamos en otro post anterior de este Blog, al
hablar de la obra falsa de Don Quijote, publicada por Alonso Fernández de
Avellaneda, que quiso aprovecharse de la fama del libro de Miguel de Cervantes
Saavedra.
Como vimos, esta farsa obligó a Cervantes a publicar de inmediato la
segunda parte de su obra más famosa.
Y hasta hubo recientemente otro texto - mucho más moderno,
digamos - que circuló por la internet y fue atribuído a Gabo, escritor más conocido como
Gabriel García Márquez, pero al cual el colombiano le negó la autoría.
La muerte anunciada de
Gabriel García Márquez
En mayo de 1999 empezó a circular por correo electrónico un
poema apócrifo, "La marioneta", que fue atribuído a Gabriel García
Márquez. En una breve introducción, el texto indicaba que el Nobel lo había
enviado a sus amigos a mediados de mayo, al enterarse "que su grave
enfermedad había recrudecido".
Aunque "La marioneta" podría ser atractivo para
ciertos tipo de lectores, su calidad literaria es la de un amateur y no la de
un premio Nobel. En un tono de despedida - que en España se llamaría
"cutre" y en Argentina "mersa"- se especula amargamente
sobre las cosas que su autor haría si Dios olvidara que es una marioneta de
trapo y "le regalara un trozo de
vida".
Este hipotético autor declara que no diría todo lo que
piensa, pero en definitiva pensaría todo lo que fuera a decir, y luego
desarrolla una serie de versos con paradojas sencillas - simplorias, digamos-
como esa y otras frases-hechas alusivas a la nostalgia y a la esperanza de ser
cada vez más humanos.
Haciendo honor a su título, el "poema" termina
sospechosamente así:
"Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, / pero realmente de mucho no habrán de servir, / porque cuando me guarden dentro de esa maleta, / infelizmente me estaré muriendo".
"Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, / pero realmente de mucho no habrán de servir, / porque cuando me guarden dentro de esa maleta, / infelizmente me estaré muriendo".
Todo esto no me parece pasar de un subproducto barato de la
literatura llamada de autoayuda, tan desparramada en las mesas de las librerías
como en la Internet,.
Ocurre que cuando "La marioneta" empezó a circular
en la Internet, García Márquez sufría de un constante cansancio, tal vez depresivo.
El 24 de junio de 1999 terminó siendo internado en una clínica de Bogotá por un
supuesto síndrome de agotamiento general. En seguida, el 13 de septiembre, los
médicos de Los Ángeles le diagnosticaron un cáncer linfático en estado avanzado
y terminal.
La familia lo puso en tratamiento de inmediato y algunas
semanas más tarde ya se anunciaba que había mejorado notablemente.
El texto,muy oportunista, vino a presentarte como un anillo al dedo en tales circunstancias.
“Instantes”,
supuestamente de Jorge Luis Borges
Al leer “La marioneta”, inevitablemente uno se
acuerda del archisabido poema "Instantes", que también se le atribuye
falsamente a J. L. Borges, pero que fue realmente escrito por Nadine Stein, o tal vez
por el caricaturista, humorista, escritor y ilustrador estadounidense Don
Herold, como lo asegura el investigador Iván Almeida en un minucioso estudio
sobre el tema que causó tanto revuelo en su época, quizás porque la Internet y
los mails eran una novedad por aquel entonces.
Lo que sí está claro es que “Instantes” no podría ser jamás de
Jorge Luis Borges, como lo sabe bien cualquiera que haya leído alguna cosa del
autor de “Fundación Mítica de Buenos Aires”. Lo más probable es que “Instantes”
sea una versión en versos de “I’d pick
more daisies”, del humorista Don Herold, texto que fue publicado originalmente
como prosa en la revista Selecciones del Reader’s
Digest en 1953.
A su vez, la música y letra del grupo brasileño Titãs, "Epitáfio", son conocidas por
haberse inspirado en "Instantes". O sea, una creación basada en un
texto apócrifo, con temas siempre recurrentes:
"Devia ter amado
mais, ter chorado mais/Ter visto o sol nascer /Devia ter arriscado mais e até
errado mais/Ter feito o que eu queria fazer/Queria ter aceitado as pessoas como
elas são/Cada um sabe a alegria e a dor que traz no coração".
La última frase, por su parte, se parece también bastante a
otra más famosa, la de Caetano Veloso: "cada um sabe a a dor e a delícia de ser o que é", de la música
"Dom de iludir".
En fin, la fama del supuesto poema de Borges, de la mano de “Epitáfio” cruzó todas las fronteras
imaginables, a tal punto que, durante el Teletón
México de 2005, el invitado especial Bono Vox citó al vivo y en directo los
versos de “Instantes”, atribuyéndoselos al “poeta chileno Jorge Luis Borges”.
Todo esto demuestra, una vez más, que poco es lo que se crea,
y mucho lo que se transforma (y se copia, claro).
Y así se abren nuevas rutas sobre la incógnita que representa
- para mí por lo menos- el accionar de quienes se camuflan atrás de un nombre
famoso para hacer circular sus textos, a veces de dudosa calidad.
Javier Villanueva. São Paulo, 28 de octubre de 2016.
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