“Segundo tomo del
Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es
la quinta parte de sus aventuras”, por Alonso Fernández de Avellaneda
Prólogo
“Como casi es comedia
toda la historia de don Quijote de la Mancha, no puede ni debe ir sin prólogo;
y así, sale al principio desta segunda parte de sus hazañas éste, menos
cacareado y agresor de sus letores que el que a su primera parte puso Miguel de
Cervantes Saavedra, y más humilde que el que segundó en sus Novelas, más
satíricas que ejemplares, si bien no poco ingeniosas. No le parecerán a él lo
son las razones desta historia, que se prosigue con la autoridad que él la
comenzó y con la copia de fieles relaciones que a su mano llegaron; y digo
mano, pues confiesa de sí que tiene sola una; y hablando tanto de todos, hemos
de decir dél que, como soldado tan viejo en años cuanto mozo en bríos, tiene
más lengua que manos. Pero quéjese de mi trabajo por la ganancia que le quito
de su segunda parte, pues no podrá, por lo menos, dejar de confesar tenemos
ambos un fin, que es desterrar la perniciosa lición de los vanos libros de
caballerías, tan ordinaria en gente rústica y ociosa; si bien en los medios
diferenciamos, pues él tomó por tales el ofender a mí, y particularmente a
quien tan justamente celebran las naciones más estranjeras y la nuestra debe
tanto, por haber entretenido honestísima y fecundamente tantos años los teatros
de España con estupendas e inumerables comedias, con el rigor del arte que pide
el mundo y con la seguridad y limpieza que de un ministro del Santo Oficio se
debe esperar”.
(Del prólogo del “Quijote apócrifo”, atribuído a Alonso
Fernández de Avellaneda).
Siempre
me despertó una enorme curiosidad la historia del texto falso, o de la falsa
autoría – especificamente aquel que fue la primera prueba de galera- de “El
Quijote apócrifo”, escrito no por la pluma de Miguel de Cervantes Saavedra, que
firmó la primera parte de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha" y luego tuvo que correr para escribir y publicar la segunda,
apremiado por la aparición de la obra falsa.
Habiendo publicado su primera parte a comienzos de 1605 la
obra más conocida de la literatura en español, y una de las principales de la
literatura universal, en 1615 Cervantes lanzó su continuación con el título de “Segunda
parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”.
Pero ocurre que, como venimos diciendo, la tal “2ª parte
del Quijote”, la falsa, ya había salido
a la luz primero, y como se supo poco después de publicada, era la obra de un
impostor.
Alonso Fernández de Avellaneda, que firmaba este falso
segundo volumen de la obra de Cervantes, tal vez ni siquiera existió realmente,
y su nombre era nada más que un pseudónimo creado por un desconocido.
El abanico de los muchos candidatos que podrían ser vestidos
con la misteriosa personalidad del tal Avellaneda es muy amplio; va desde el
padre dominico Juan Blanco de la Paz, que nació probablemente en 1538 y
desapareció en 1594, hasta un joven sin sospechas, como Juan Ruiz de Alarcón y
Mendoza.
Y si exagerásemos un poco, usando y abusando de los mismos
argumentos que se utilizan para defender las dichas hipótesis, tal vez
podríamos incluir nada menos que al mismísimo Inca Garcilaso de la Vega, que
por esos años vivía en Montilla, Córdoba.
“El Quijote apócrifo”, incluso, podría haber nacido de la
pluma audaz de alguien que fuera totalmente desconocido en el ámbito literario
- o en el político y el de las leyes, siempre tan vinculados con el de las
letras-. Alguien que después de lanzar una obra tan atrevida no se hubiera
vuelto a animar a escribir nada más. Podría haber sido, quién sabe, un escritor
como Gregorio González, por ejemplo, cuya única obra conocida es "El
Guitón Honofre" de 1604, que es una de las veinte novelas picarescas del
Siglo de Oro en España. Además de ser, claro, la única riojana, es la 3ª en el
orden cronológico de su escritura, siendo antecedida nada más que por el
“Lazarillo de Tormes” y por la 1ª parte de “El Guzmán de Alfarache”. Dije “de
su escritura” porque solo fue publicada en 1973, siendo desconocida por el
público durante 370 años.
Este falso autor, lo confieso, es mi favorito y el preferido
para vestir la máscara del simpático falsario Avellaneda.
Son innumerables los investigadores que trataron de desvelar
el misterio de la verdadera identidad del curioso personaje que firmó el falso
Quijote o “Quijote apócrifo”, cuyo prólogo audaz y atrevido, reproduzco al
inicio de este texto.
Entre los muchos nombres supuestos como posibles autores del
falso Quijote – y que se oculta (u ocultan) bajo el pseudónimo de Alonso
Fernández de Avellaneda- está el de Pedro Liñán de Riaza; esta hipótesis fue
sugerida en 1902 por Adolfo Bonilla y San Martín, escritor y catedrático
español que transitó entre los siglos XIX y XX, y que fue outra vez desarrollada,
más recientemente, por Sánchez Portero y Pérez López.
Según todos ellos, Lope de Vega y Baltasar Elisio de
Medinilla escribieron la segunda parte apócrifa de Don Quijote de la Mancha, la
que lo desveló y apresuró a Cervantes, y que fue publicada en 1614,
adelantándose un año a la verdadera, la auténtica 2ª parte escrita por el Manco
de Lepanto.
Liñán de Riaza, que era amigo íntimo de Lope de Vega, era un
poeta del grupo de los llamados "romancistas", como lo era el mismo
Miguel de Cervantes y Lope que, aunque aparece en la famosa antología de poetas
ilustres de Pedro de Espinosa Flores y es citado por Cervantes en su
"Canto de Calíope", luego lo borra en su "Viaje del
Parnaso", lo que debe significar tal vez ya un cierto distanciamento, o una
abierta enemistad, como dicen otros, entre ambos.
No tuvo la suerte de pasar a la posteridad, este poeta que
nació en Aragón en fecha desconocida y murió en 1607 - fíjense bien, dos años
después de la publicación de la primera parte de "El Quijote" y casi
diez antes de la publicación de la 2ª parte, la apócrifa, que para bien o para
mal, se le atribuye. Al tratar de justificar la incoherencia de las fechas que
a simple vista no cierran, Bonilla dice que Liñán de Riaza nada más dejó un esbozo
de su “Quijote apócrifo” y luego, quien lo completó, editándolo y llevándolo a
impresión fue su amigo Lope de Vega.
Otras falsedades literarias
llamadas textos apócrifos
Hubo muchos otros casos
parecidos en la literatura, como el que comentamos arriba, la obra falsa de Don
Quijote, publicada por Alonso Fernández de Avellaneda, que quizo aprovecharse de
la fama del libro de Miguel de Cervantes Saavedra. Como vimos más arriba, esta
farsa lo obligó a Cervantes a publicar de inmediato la segunda parte de su obra
más famosa.
Y hasta hubo
recientemente otro texto - mucho más moderno, digamos- que circuló por la
internet y fue atribuído a Gabo, más conocido como Gabriel García Márquez, pero
al cual el colombiano le negó la autoría.
La muerte anunciada de
Gabriel García Márquez
En mayo de 1999 empezó a circular por correo electrónico un
poema apócrifo, "La marioneta", que fue atribuído a Gabriel García
Márquez. En una breve introducción, el texto indicaba que el Nobel lo había
enviado a sus amigos a mediados de mayo, al enterarse "que su grave
enfermedad había recrudecido".
Aunque "La marioneta" podría ser atractivo para
ciertos tipo de lectores, su calidad literaria es la de un amateur y no la de
un premio Nobel. En un tono de despedida - que en España se llamaría
"cutre" y en Argentina "mersa"- se especula amargamente
sobre las cosas que su autor haría si Dios olvidara que es una marioneta de
trapo y "le regalara un trozo de vida".
Este hipotético autor declara que no diría todo lo que
piensa, pero en definitiva pensaría todo lo que fuera a decir, y luego
desarrolla una serie de versos con paradojas sencillas - simplorias, digamos-
como esa y otras frases-hechas alusivas a la nostalgia y a la esperanza de ser
cada vez más humanos.
Haciendo honor a su título, el "poema" termina
sospechosamente así: "Son tantas cosas las que he podido aprender de
ustedes, / pero realmente de mucho no habrán de servir, / porque cuando me
guarden dentro de esa maleta, / infelizmente me estaré muriendo". Todo
esto no parece pasar de un subproducto barato de la literatura de autoayuda.
Ocurre que cuando "La marioneta" empezó a circular
en la Internet, García Márquez sufría de un constante cansancio, tal vez
depresivo. El 24 de junio de 1999 terminó siendo internado en una clínica de
Bogotá por un supuesto síndrome de agotamiento general. En seguida, el 13 de
septiembre, los médicos de Los Ángeles le diagnosticaron un cáncer linfático en
estado avanzado y terminal.
La familia lo puso en tratamiento de inmediato y algunas
semanas más tarde ya se anunciaba que había mejorado notablemente.
Al leer el texto, inevitablemente uno se acuerda del archisabido
poema "Instantes", que también se le atribuye falsamente a Borges,
pero que fue realmente escrito por Nadine Stein, o tal vez por el caricaturista
estadounidense Don Herold, como informa el investigador Iván Almeida en un
minucioso estudio sobre el tema que causó tanto revuelo en su época, quizás
porque la Internet y los mails eran una novedad por aquel entonces.
A su vez, la música y letra del grupo brasileño Titãs,
"Epitáfio", son conocidas por haberse inspirado en
"Instantes". O sea, una creación basada en un texto apócrifo, con
temas siempre recurrentes:
"Devia ter amado
mais, ter chorado mais/Ter visto o sol nascer /Devia ter arriscado mais e até
errado mais/Ter feito o que eu queria fazer/Queria ter aceitado as pessoas como
elas são/Cada um sabe a alegria e a dor que traz no coração".
La última frase, por su parte, se parece también bastante a otra
más famosa, de Caetano Veloso: "cada
um sabe a a dor e a delícia de ser o que é" de la música "Dom de iludir".
Todo esto demuestra, una vez más, que poco es lo que se crea,
y mucho lo que se transforma; y abre nuevas rutas sobre la incógnita que
representa - para mí por lo menos- el accionar de quienes se camuflan atrás de
un nombre famoso para hacer circular sus textos, a veces de dudosa calidad.
Javier Villanueva. São Paulo, 28 de octubre de 2016.
Existem muitos textos apócrifos ou de autoria duvidosa circulando pela Internet. L.F.Veríssimo diz ter sido ele quem trouxe ao Brasil - sem querer, claro- o Instantes, que ele achou mesmo que fosse do Borges quando viu o texto grudado num café de Buenos Aires. Mais tarde soube do erro e já até a viúva do argentino disse que iria devolvercada centavo de direitos autorais que entrasse por engano na conta.
ResponderExcluirEsses textos falsos de Internet sempre atribuídos a autores famosos sempre me deram engulhos. Geralmente são compartilhados para dar uma falsa sensação de poder, de estar compartilhando uma obra de um famoso, mesmo que não se saiba minimimamente o estilo do autor. Não sei se isso é um fenômeno do Brasil ou inerente à Internet como um todo.
ResponderExcluirÉ isso mesmo (Unknown?), é difícil entender o por quê dessa prática, mas em todo caso, é um fenômeno mundial, e vem desde antes dos e-mails e as redes sociais, como vemos no caso do Quixote falso ou apócrifo. Obrigado por comentar.
ResponderExcluirEste comentário foi removido pelo autor.
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