El proceso constituyente para un nuevo Chile
El “Profesor Prohibido”, es mi compañero y amigo Miguel Blázquez con quien iniciamos juntos la tarea de organizarnos gremialmente en los últimos años de la dictadura y que junto a Rubén Daniele, concluyó en la recuperación del sindicato de municipales de Córdoba, Argentina. Es Magister en Administración y ex docente de la Universidad Nacional de Córdoba y ha dedicado una militancia también a desnudar las trampas y mentiras conque desde la concepción de las clases dominantes nos han formateado con la fragmentación del conocimiento, para que al ocuparnos con las partes no percibamos el todo, es decir el fondo del mecanismo de dominación y enajenación que se ejerce desde el poder, porque como ya se sabe y él lo enfatiza “divide y reinarás”.
En los últimos años ha ido presentando en la plataforma de YouTube, videos sobre esta cuestión que se pueden encontrar como “Profesor Prohibido”. Su último posteo refiere al proceso constituyente chileno y a la oportunidad histórica que tiene ese pueblo, arrancada con la lucha, de sepultar para siempre la Constitución autoritaria y neoliberal del dictador Pinochet y fundar otro Chile. Blázquez pone el acento en recomendar la inclusión de un preámbulo y un articulado general que defina el modelo de país, para que el resto del contenido se ajuste armónicamente a ese paradigma y en la necesidad de que la debata todo el pueblo chileno. El amigo debe estar satisfecho por como hasta ahora se encamina ese proceso constituyente.
Y no es para menos. No solo por el resultado electoral que ha reducido la representación de la derecha a solo 38 escaños sobre 155, sino porque ha ungido como presidente a una mujer y para más mapuche, con lo que ya se puede vislumbrar que va a tener un peso sustancial en los debates que se avecinan, la cosmovisión de ese pueblo invencible que trae en su mochila 500 años de reclamos. Algún indicio de esa visión plural e integradora con los demás seres vivos y la naturaleza la dejó entrever Elisa Loncón Antileo en el mensaje inicial que dirigió -en mapundungun y castellano- a los constituyentes y al pueblo de Chile, que, para variar, estaba siendo reprimido en las puertas del Congreso Nacional.
El pueblo Mapuche – “gente de la tierra” en mapudungun- aportará su visión totalizadora de la vida -para solaz del profesor prohibido- que se expresa en “…la importancia que cobra su relación del hombre con el todo, tanto en la tierra, puntos cardinales, el sol, la luna o los astros, su cultura gastronómica y el respeto a la tierra y su intercambio cultural…” tal como lo informa Estela Socías Muñoz, Magister en Literatura y docente de la Universidad Mayor de Chile. Una visión que se dá de bruces con el individualismo, el consumismo, el afán de lucro desmedido, la mercantilización del conjunto de la vida y la destrucción del medio ambiente que el capitalismo promueve y tanto más en Chile cuyo modelo neoliberal ha sido ejemplo para todas las derechas del mundo. Y así lo expresaba la flamante Presidenta de la convención: “Que se funda un nuevo Chile, plural, plurilingüe, con las mujeres, con los territorios. Ese es nuestro sueño (…) Es posible establecer una nueva relación entre todos quienes conforman este país; esta es la primera muestra de que esta Convención será participativa (…)por los derechos a la madre tierra, por los derechos al agua, por los derechos de las mujeres, por los derechos de los niños”.
En el mismo sentido cantaba Daniel Viglietti allá por los 70 : “…los ríos son como venas/ de un cuerpo entero extendido/ y es el color de la tierra/ la sangre de los caídos (…) yo quiero romper mi mapa/ formar el mapa de todos/ mestizos, negros y blancos/ unirnos codo con codo…”
La Guerra de Arauco duró 236 años y fue la mayor expresión de resistencia al imperio español en América, tanto que hizo decir a Felipe II, que este conflicto costó la mayor cantidad de vidas españolas en el “Nuevo Mundo”. Bajo el liderazgo
del genial estratega y feroz guerrero Lautaro, los Mapuche y otros pueblos aliados como los Picunche y Pehuenche entre otros, propinaron una dura derrota a las fuerzas españolas en Tucapel donde fue ejecutado Pedro de Valdivia. Antes habían sido Michimalonco y Ainavillo y luego fueron Caupolicán, Illanguelén -que lo sucedió a su muerte-, Millalelmo, Loble y Pailacar entre otros toquis los que le dieron feroz batalla a las ambiciones de conquista españolas. La superioridad militar pero más las enfermedades importadas por los conquistadores fueron minando la capacidad guerrera de los mapuches.(1) Pero aun después de finalizado ese período de enfrentamientos, siguieron resistiendo contra las criollos-españoles y hasta el día de hoy contra chilenos y argentinos colonizados, en defensa de su tierra y su cultura. Aquellos toquis se habrán levantado de sus tumbas y henchidos sus pechos al ver la capacidad de resiliencia de su pueblo, que no solo ha resistido, sino que ahora, luego de haber absorbido el conocimiento de los huincas – tal como lo hiciera Lautaro de Valdivia -, una representante de su pueblo preside y marca el rumbo de la construcción del nuevo Chile.Y no estamos haciendo un alegato indigenista, aunque reivindicamos un sincretismo con su cosmovisión. Lo decíamos hace dos años en otro artículo titulado Petróleo y vida y muerte de la civilización :”Si no nos proponemos otro paradigma, que ponga en cuestión el mito del crecimiento económico ininterrumpido y que debe necesariamente sostenerse al menos sobre estos pilares: energías limpias y renovables, agricultura sin agrotóxicos, industria limpia y orientada a sostener un consumo adecuado a las necesidades para una vida confortable pero sin excesos, terminar con la concentración de la riqueza asegurando su distribución equitativa y conformar una sociedad integrada cultural, sexual y racialmente, la humanidad colapsará en poco tiempo -en tiempos del planeta, se entiende (…)- y tal vez en menos, si la locura y la codicia llevan a algunos a apretar el botón apocalíptico”
Pero, ese espíritu que flota en la convención es de la mayoría del pueblo chileno que retomando la gesta mapuche, dio pelea feroz durante meses a un régimen injusto y autoritario al servicio de las clases dominantes del país. Es el espíritu de los trabajadores mal pagos y desempleados, de los jóvenes sin educación pública, de los jubilados privatizados, de las mujeres que reclaman sus derechos, de los que carecen de vivienda y salud, de todos los que sufren la mercantilización insaciable de la vida y es también el reclamo de la tierra que cada tanto se hace oír.
Será casi un año de debates sobre cómo alcanzar los objetivos enunciados. Pero no solo los elegidos deberán hacerlo sino que tal como lo dice el Profe Prohibido “Si todo el pueblo de Chile se movilizó desde la acción, será todo el pueblo de Chile que se movilice desde el pensamiento”. Que cada sindicato, cada lugar de trabajo, cada organización comunitaria o vecinal, cada aula, cada iglesia, cada esquina, la Plaza de la Resistencia, constituyan una suerte de “poder inverso” ( Blázquez dixit) y se conviertan en asambleas que debatan un futuro venturoso y sustentable para Chile y su pueblo.
Y tampoco ahí termina la cosa, habrá que seguir movilizados para defender la nueva constitución y exigir que se cumpla. Los dueños de la riqueza y el poder no lo van a renunciar tan dócilmente. Ese es el designio de los pueblos de Latinoamérica en el camino de ampliar la democracia y construir una sociedad igualitaria que asegure la posibilidad de una vida plena a todos sus miembros, y no será posible si no concebimos una Democracia de Combate. Seguir luchando, tender puentes, compartir sueños y no bajar los brazos es la consigna.
(1) Los Mapuche fueron los únicos, entre todos los pueblos originarios de América que forzaron al imperio español a firmar tratados en los que se hace un reconocimiento del estatus independiente del Pueblo – Nación Mapuche y de su territorio. Posteriormente, en 1819, Bernardo O’ Higgins, ya habiendo conquistado la independencia de Chile y siendo Director Supremo, dejó expresa la voluntad de la nación naciente de reconocer a la nación Mapuche. Decía un párrafo de su carta: “Araucanos, cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia, y está a punto a ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne”
Alberto Hernández, para La Idea de Cruz del Eje. Julio 2021
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