terça-feira, 13 de março de 2012

El cumpleaños capicúa.


 

São Paulo, 20 de abril de 2052

Hoy me desperté contento. Como se decía antes: saltando en una pata de tan feliz. 
Es que dentro de dos días voy a cumplir años. Y no es una conmemoración cualquiera. Es un cumpleaños capicúa. 

Para el que no sabe, el palíndromo, o "pista de carreras circular", o el capicúa, del catalán "cap": cabeza y "cua": cola, culo o trasero, es un número o una frase que se puede leer igual de atrás para adelante, o al revés. 

O sea, voy a cumplir un número de años que es simétrico y reversible. Curioso, ¿no? A mi abuelo Samuel, que aunque sabía de todo un poco, era bastante callado, le oí decir un par de veces en la panadería: "a Mercedes, ese de crema". Pero nadie le entendía los chistes al viejo.

Pasado los años, y metido a estudiar de todo un poco, como el abuelo Samuel, descubrí que la frase de Mercedes y la crema era un palíndromo. 
Y ahora mi cumpleaños va a ser capicúa, que como ya sabrán, es un casi sinónimo de palíndromo. 
Pero no son ni 11, ni 22, ni 33 años los que cumplo; hace rato que dejé esos numeritos de dos dígitos.

¡Ciento un años...101!...¿no es para saltar en una pata? Dicen por ahí que soy un testiglo del siglo. ¿De qué siglo? en realidad conocí bien dos medio siglos. Cuando nací, había terminado la 2ª guerra mundial, y estábamos en plena guerra fría.
Crecí como Mafalda, con miedo a las bombas atómicas, la bomba H; y mirando al cielo para ver el Sputnik de los rusos, a los que nadie llamaba soviéticos; y a mí se me confundían con los "rusos", que en realidad eran los judíos, y que recién habían formado su estado para reagruparse después del genocidio del Holocausto. 

Ví también cuando Israel se enfrentaba a todos los árabes juntos. Y derrotaba a Násser, líder pan-arabista de Egipto y la RAU, en unión con Siria. Násser era amigo y se carteaba con la Beba, mujer del tío Pibe, y la RAU lideraba a Jordania y a los otros estados que habían terminado de salir del dominio colonial de Inglaterra y Francia. 

Ni yo, que era un chico de diez años en esa época, ni nadie, entendíamos entonces por qué los israelitas atacaban y oprimían a los palestinos del mismo modo que los nazis habían oprimido y aniquilado a los judíos en Europa. Y, la verdad, seguimos sin entender.

Después a los norteamericanos se les ocurrió meterse en el avispero del que los franceses habían huído en Indochina y la Cochinchina, que ya para entonces se llamaba Vietnam, Laos y Camboya. Igual que Mafalda, leía atónito que los democráticos estadounidenses soltaban bombas devastadoras encima de un pueblo que calzaba sandalias y vestía unas camisas y pantalones blancos o grises, y se tapaban del sol en los arrozales debajo de unos sombreros de paja. ¿Por qué les tiraban bombas "naranja"?

Y a los diez años también, me alegré junto con mi abuelo Samuel, mi tío Pibe  y mi viejo, el Negro, cuando un montón de barbudos - todos de la misma edad del Negro - entraban en la Habana y lo sacaban al tirano Batista, que huía para Florida llevándose sus prostitutas, sus juegos de póker, sus contactos con la mafia y muchos millones de dólares.

Y casi sin darme cuenta, entramos en el siglo XXI. Las dictaduras en América Latina quedaban cada vez más para atrás en el tiempo, con sus resquicios y sus escombros autoritarios. Los viejos sufrimientos de nuestros combates a las dictaduras y las amarguras del exilio, también. 
Y hacíamos entre todos, yo incluso -un exiliado casi inmigrante- patrias nuevas de dolores viejos.
Vi la alianza Brasil-Argentina convertirse en Confederación; vi a la orgullosa Albión, la altiva Gran Bretaña de los principitos aviadores, perder una guerra sin tirar un sólo tiro, en 2042; y aplaudí cuando Angola, el estado Libre de las Islas Malvinas, el Paraguay y Uruguay adhirieron a la Confederación. Y sobre todo, cuando 28 estados de los antiguos y decadentes ex-EEUU se incorporaron a la alianza, afianzando los lazos con la otra confederación, la de Cuba-México.

En fin, "que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos" ya lo sabemos desde antes de la mitad del siglo XX. Pero que las cosas han ido mejorando muchísimo, sobre todo desde fines del año 2034 en adelante, ya nadie lo puede negar. 
Los últimos 15 años los viví mejor que muchos viejitos, por lo menos los de la época de don Victoriano Unzaga, o de mi otro abuelo, don Samuel. 
La medicina socializada; las empresas pagando con una alta participación de sus ganancias a sus trabajadores y a los ministerios de educación y de salud.
Y por fin, la Confederación Brasil-Argentina también impuso un sistema internacional en que se neutralizaron todas las tentativas belicosas de los antiguos imperios y finalmente, hay paz y colaboración mundial desde entonces.

¡No se cumplen 101 años todos los días!

Javier Villanueva, São Paulo, marzo de 2012

Um comentário:

  1. Ojalá tengas, como Julio Verne, la capacidad de la predicción aproximada, para que en esta maravillosa porción del planeta un día vivamos con real dignidad, todos aquellos que se lo merecen, y que no haya la menor gana por parte de nadie de tirar naranjas (ni peras ni manzanas) en la cabeza de nadie..y como adicional a ese más que positivo panorama, la cantidad de textos inspiradores que el mundo va a tener la suerte de acumular con un J.V centenario...

    ResponderExcluir