quarta-feira, 23 de maio de 2012

El Carbono 14, Enterprise Idiomas y las mesas con libros.

DICCIONARIO DE FALSOS AMIGOS

En el mar de recuerdos del Tonto Memorioso navegan evocaciones y remembranzas de todos los tamaños y formas. Incluso algunas marcas se destacan; sí, marcas, no las de la Coca Cola ni el Mac Donalds, claro, pero sí otras como Billiken, Naranja Crush, y sobre todo las de Águila-Saint y sus toneladas de chocolatines, bombones y cremas heladas Laponia.

El sábado, por ejemplo, el Tonto Memorioso fue a la feria del colegio español en São Paulo, a la que va hace veinte y cinco años, y vio otras dos marcas antiguas que lo conmovieron.
Marcas, esta vez, con el rico olor de los libros; con el peso de cajas y más cajas, de esas que cargan centenas de kilos de papel, de sueños y aprendizaje: vio a Bernardo y una marca, Letraviva.
Luego aparecieron Cristina y Raquel, y encima, en medio de otro mar de libros -y más libros, pósters, colecciones, indiecitos y españoles- otra marca: Librería Española e Hispanoamericana.

Y el Tonto Memorioso pensó y pensó –porque para recordar, primero hay que pensar bastante- y le surgieron nítidas las imágenes de 33 años atrás, cuando recién había llegado a São Paulo.

Lleno de nostalgia de las librerías de la calle Corrientes en Buenos Aires, se paseaba por las veredas de la Rua dos Pinheiros, atrás de la avenida Rebouças, y pensaba en cómo podría juntar dinero para abrir una escuela de idiomas y una librería; allí mismo, cerca de la rua Fradique Coutinho, dónde vivía.
Pero las urgencias de la vida son anteriores a cualquier forma de arte o de cultura, y el Tonto Memorioso tenía dos hijos chicos para alimentar y ninguna mujer para acompañarlo; y en su caso, las clases de inglés en el CCAA primero, y en Yázigi más tarde, eran el sine qua non de la subsistencia del exiliado.

Si bien que, como más tarde pudo comprobarse, la vida a veces también imita al arte, y unos pocos años después nacía la otra gran marca de la suya: Enterprise Idiomas, la 2ª escuela de São Paulo a enseñar el castellano y llevarlo a muchas empresas de la ciudad, que todavía estaban muy lejos, en 1984, de saber que un día existiría el Mercosur y sus urgencias lingüísticas.

La primera escuela había sido Idiomas, un semillero de gente importante para el español, entre la que se destacaban Gretel y María Eulalia, quien después fundaría la que es hoy la más antigua de las escuelas de español en São Paulo.

Y se acuerda el Tonto Memorioso de cuando Cristina y Víctor le contaron en 1990 que las demencias económicas del loco Collor casi los habían hecho cerrar la escuela. En unos pocos días, después de administrar más de doscientos grupos en empresas de toda la ciudad, y 71 profesores, habían vuelto a trabajar solos, y estaban pensando en traer libros de España y Francia para los alumnos de las pocas empresas clientes que les habían quedado.

El Tonto Memorioso vio las mesas llenas de libros, a Bernardo y Graciela de Letraviva, y a Cristina y Raquel de la Librería Española, y pensó en cuántos libreros de los que estaban en aquélla feria sabrían qué libros se vendían en 1984 y 1990, cuando muy pocos se interesaban por el idioma que se hablaba en Madrid, Méjico o Buenos Aires.

Y se acordó de las pilas de libros de curso Ven, que la recién nacida sucursal de la Enterprise Idiomas, la Librería Española e Hispanoamericana llevaba a ese mismo colegio español en 1993; y antes de eso a la Ibero-Americana, y después al Senac. Se recordó el Memorioso cuando Cristina importaba contenedores atrás de contenedores, que llegaban de Madrid y enseguida se agotaban, una vez repartidas las centenas de cajas de libros en las decenas de escuelas de Yázigi, Senac y del CNA por todo el país.

Mirando los estands y mostradores llenos de libros de Letra Viva y de Librería Española, se acordó el Tonto Memorioso del salón auditorio de Enterprise Idiomas, y de tanta gente simpática: Oscar y Matilde Cerrolaza, Pilar Giménez  y Begoña Llovet.
Y aunque hizo un esfuerzo sobrehumano para recordar, nada ni nadie más le vino a la memoria de quién mereciera la pena acordarse.
Ambiciosos ETs del otro lado del charco atlántico, ininteligibles galos de las campiñas de más allá de los Pirineos, siempre rápidos para las tablitas de Excel y en su mirada veloz a la última línea, la de los resultados; siempre duros para entender las sutiles relaciones entre un Real lento y trabajador, honesto y persistente, y un Euro ligero, voraz y especulador, dictatorial y engreído, al punto de no darse cuenta de que sus tristes pesetas y francos pronto serían reemplazadas por hipotecas feroces, que en menos de diez años engordarían las cajas fuertes de la golosa banca internacional, mientras millones de jóvenes se quedarían desocupados, viviendo apretados con sus padres, envidiándolos a los rebeldes argentinos que en 2001 gritaban “que se vayan todos”.

No, por más que se esforzase, ningún recuerdo le llegaba a la memoria del Tonto de esos pobres hombres y mujeres de trajecitos, celulares y sus poderosas tablitas de Excel; nada que no le desviase el pensamiento de inmediato para hacerlo meditar sobre la gran estafa alemana y la venganza de sus economistas, nietitos de Hitler, riéndose de sus sempiternos invadidos y subyugados gobernantes franceses, de sus dirigentes colaboracionistas petisos y amantes del libre comercio y las crueles privatizaciones.

Y se acordaba el Memorioso que, mientras Bernardo y Graciela, o Cristina y Raquel levantaban sus cajas e iban a ferias por todo el inmenso trópico, ahora ávido de libros en español, varios descubridores de la pólvora y la redondez del agujero del mate repetían la misma fórmula de la vieja Enterprise Idiomas: libros, ferias, sorteos y charlas pedagógicas.
Pero el tiempo había pasado, lento e inexorable; y los mismos especuladores que antes les vendían muchos Euros a los morenos brasileños, y desconfiaban que los pícaros nativos podrían estafarlos, dejándoles de pagar sus ricas facturas, ahora, diez años después, exigen pagos adelantados, “porque la actual crisis europea así lo exige”.

Por algún motivo económico o político que se le escapa a la inteligencia simplista del Memorioso, los nativos son siempre una gente oscura de la que se debe desconfiar, y los empresarios europeos y sus hombrecitos de corbata, gente rápida y audaz, siempre lista para vender baratijas inútiles a precio de oro y del dolor ajenos.

Pero el tiempo pasó, y lo mismo que el laborioso Real -y el pujante país tropical que lo sostiene con el esfuerzo de sus millones de trabajadores- los libreros también resistieron, y resisten.
La vieja Enterprise Idiomas se reencontró en su sucesora, la Librería Española, y Cristina se puso a escribir libros  - ¡más de 140 títulos!- y no sólo a importarlos y distribuírlos. Y de edición en edición, de la traducción a la diagramación, de la revisión a la participación en concursos públicos -y siempre al pie del mostrador, enfrente a los estantes llenos de libros queridos y bien cuidados, el desquite del Real trabajador y humilde ante un Euro feroz, especulador y presuntuoso- le recordó al Tonto Memorioso la fábula de la Cigarra y la Hormiguita.

Y se alegró el Memorioso de verlos a Bernardo y Graciela, y después a Cristina y Raquel, tan ajenos a los cuadraditos del Excel y su antipática última línea de los resultados. Y se conmovió de ver su cariño -madurados en años de oficio- por los libros, por el olor de las páginas que van a ser leídas por el alumno o por el profesor.

Así es la vida; hay marcas que dejan huellas en la existencia de las personas, que sirven por el trabajo y la dedicación de los que las construyen; otras viven mientras dure el juego especulativo, mientras el último cuadradito del Excel marque azul y alguna cifra positiva, no importando si el margen neto de ganancia viene del dolor de algunos o de muchos, de la frustración o del desempleo de otros.

Las toneladas de literatura y ensayos mejicanos y latinoamericanos traídos al Brasil gracias a la ayuda que Enterprise Idioma le prestó al F.C.E de México en su inauguración em 1991, otra marca importante en la existencia del Tonto Memorioso; los millares de títulos en español importados por Letraviva; las charlas en Cuiabá o en São Paulo de Mempo Giardinelli, autor argentino traído por Librería Española e Hispanoamericana, o las películas del Cine Argentino en São Paulo, con la presencia de Tristán Bauer, figura importantísima del cine y de la televisión cultural argentina. Nada de todo eso se borra o se desdibuja en las remembranzas del Tonto Memorioso:

–– ¿Y este libro Raquel?–– pregunta cuando llega al stand de Librería Española.
––Es de Gretel y Marília, ¿no lo conocés? “Estratégias motivacionais para aulas de língua estrangeira”, de la Editora Nacional, Serie Librería Espanola e Hispanoamericana–– le contesta Raquel al Memorioso que se entera que fue uno de los dos primeros libros sobre el español que compró el Programa Nacional de Biblioteca Escolar del Profesor, en São Paulo.

––Este otro libro, “Publicidade e propaganda: o vídeo nas aulas de língua estrangeira”, también de Gretel y su equipo, es el otro que pasó en el mismo programa–– le agrega Cristina, y el Memorioso se sorprende.

––Y fijáte en estos otros dos: “Tres Cuentos Hispanoamericanos”, de Cristina y Francisco Navarro, y “Relatos Fantásticos”, de Cristina y Javier Villanueva. Fueron vendidos 4.211 ejemplares del primero, y 8.422 del segundo a la Fundação para o Desenvolvimento da Educação del gobierno de SP–– le cuenta Raquel.

Bueno, bueno -pensó el Memorioso- si Bernardo es vicepresidente de la Cámara del Libro, y Cristina inscribe libros que luego son tan bien reconocidos por el público y por las bibliotecas del profesorado…¿por qué siguen siempre al pie del mostrador, tapados de libros, levantando cajas y buscándole a cada cliente el título que le interesa, si podrían estar haciendo otras cosas, digamos, más importantes que vender libros en sus librerías?

––Muy simple, porque hay gente a la que no le interesan demasiado las “cosas más importantes”, o porque ya las hicieron y eso no les llama más la atención; o porque tienen una alergia especial al “deslumbramiento” que provoca el poder que dan las cosas “importantes”. O nada más que porque el olor a libros es tan trascendente que por sí solo ya explica toda la vocación del librero, del distribuidor y del editor–– le contesta Raquel, adivinándole los pensamientos, y el Memorioso se va de la feria, deja el Morumbi y vuelve a la Cantareira, despacio, ya que no tiene prisa para casi nada, recorriendo cada uno de los 41 kms en silencio, pensativo.

FIN
JV, São Paulo, 22 de mayo de 2012.

Um comentário:

  1. Sí, querido Memorioso, esos recuerdos de otros tiempos nos remiten a momentos en que lo verdaderamente importante eran otras cosas, como bien dices. No se trata de creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino de constatar que los valores han cambiado (y no todos para mejor); que aunque algunos aún sigamos luchando por la enseñanza del español, ya no somos "los mismos diez de siempre" (¡afortunadamente!), y aunque ya no se celebren los "concursos de teatro aficcionado en español", seguimos creyendo que el escenario es un bonito lugar para estar y que no merece la pena simplemente ver el espectáculo: hay que participar de él. Un abrazo. Gretel

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