segunda-feira, 10 de setembro de 2012

Descíframe o te devoro




Entender lo incomprensible. Dejarse llevar por los misterios que nunca entenderemos; algo así como entrar en el ojo de un gran huracán y respirar hondo, hasta perder el control del miedo y apenas, nada más, disfrutar el viento en la cara.
O como cuando en la escuela de curas nos decían que a dios no hay que entenderlo, hay que sentirlo, tener fe, y nada más.
Amor, ¿pasión? es lo mismo? pasaron años diciéndome que no, que son dos materias totalmente diferentes, como dos gases: helio y carbono, por ejemplo.  Pueden parecerse, a los ojos de  los novatos o laicos en los cultos del amor, el sexo o la pasión -de cualquier categoría de pasión: política, académica, social o de la otra, la más perturbadora: la de la guerra de los sexos-.

Y debo confesar que no aprendí nada. A veces miento, digo que lo sé todo, como en el Libro Gordo de Petete. Me gusta que los otros hagan cara de creerme. Y me encanta que ellos vean mi cara de creer que me han creído. Y yo me lo creo, de veras lo digo. Pero en el fondo sé que es mentira: caminante no hay camino...¿se hace camino al andar? ¿estás seguro, che? Bueno, no, no estoy seguro: hace años que vengo diciéndome que la experiencia, que los años, que los errores, etc, etc. Pero no, no estoy seguro.

Y para reafirmar mi ignorancia supina, mi más absoluta incomprensión de los vericuetos del amor y las pasiones -así nomás, en plural, ya que incluyo otra vez la política y el vicio de perseguir Utopías- repito lo dicho al principio: querer a alguien, o "amar" como se dice  ahora, es como meterse en el ojo de un remolino en el medio de  las salinas, entre Córdoba y Catamarca, o como perder un billete de 100 reales en el Viaduto do Chá, en Sampa. 

O tal vez la mejor figura que se me ocurre para explicar el amor, es la de subirse al trampolín más alto del club, mirar para abajo y preguntarse: ¿me tiro a la pileta, o no? Si te tirás, todas las sensaciones más extremas van a pasar por tu cuerpo casi al mismo tiempo. Miedo, alegría, placer, sorpresa, y sobre todo, rabia de que se termine. Es eso.

JV. Sampa. Julio de 1986.

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