quinta-feira, 6 de agosto de 2015

El truco entre las nubes



El truco entre las nubes

-¡Truco!- dice Daniel Unzaga. Voz grave, pausada, pero suave. Educadísimo, el maestro parece un verdadero lord inglés. Alto, rubio y de ojos verdes, el tío Daniel es la imagen total del autocontrol y la paciencia.


-¡Quieto retruco!- grita el Negro Barrionuevo, y los changuitos se asustan. Corren a esconderse atrás de la abuela Eufemia, pero vuelven, cuando se acuerdan que el Negro es gritón, pero manso. Alegre, simpático y divertido con los chicos. Siempre los lleva a dar una vuelta en la camioneta de Águila-Saint, el otro vehículo de cuatro ruedas que llega a las Chacras, aparte de "la Siringa" de don Marchetti, el suegro del tío Daniel.


-¡Quiero vale cuatro!- repite el grito el Negro Unzaga. Pelado y fuerte, la figura más diferente que uno se pueda imaginar de su hermano mayor, Daniel. 
Hombre de campo, dicharachero y contador de historias, el Negro Unzaga es el prototipo del gaucho bueno, trabajador y cuentero, conquistador y de una sola palabra. Vuelven los chicos a jugar alrededor de los timberos cuando se dan cuenta que los dos Negros, el Barrionuevo y el Unzaga son gritones pero, como diría la abuela Eufemia, son un pan de Dios cada uno.

El truco argentino es una versión propia que se juega también en el sur de ChileEs una de las variantes sudamericanas del juego, originario de Valencia. Pero nada de eso le importa demasiado a Gabriel, el Arcángel, cuya tarea esa semana es acompañar de cerca las actividades del Negro Barrionuevo, el tío Daniel, y su hermano, el Negro Unzaga. Y el motivo es la llegada de un nuevo huésped al Paraíso: el tío Ramón Sánchez.

-Sentate, "tarrino"; sentate nomás- le dice el tío Ramón a Daniel, que se levanta al verlo llegar y le ofrece su lugar en la mesa.
-Ya sabís que yo no juego al truco, pero me divierto mirándolos a Uds.- dice el recién llegado, y Daniel Unzaga vuelve al juego.

-El objetivo del que juega al truco es llegar a los quince o treinta puntos, que es una meta que se decide antes de empezar el partido- le dice el Arcángel Gabriel al tío Ramón, pero el viejito no tiene  demasiado interés en el asunto. 
-Cuando un equipo llega al objetivo, el juego puede seguir si a los otros les faltan por lo menos 2 puntos para empatarlos o pasarlos- insiste el Arcángel, que es más persistente y cabezadura que los Unzaga.

Al truco en equipos de tres jugadores -con seis jugando- se lo llama  "punta y hacha", y la mesa de juego se realiza entre los pares de jugadores que quedan enfrentados; es decir que, en tal caso, se hará una ronda de tres "mano a mano". Yo lo sé porque lo leí en el Libro Gordo de Petete, pero aunque traté de explicárselo al Negro Unzaga y al tío Ramón, ninguno me prestó demasiada atención. El tío Daniel, sí. Él fue maestro rural en el Aconquija cuando era muy joven, y se pasaba horas seguidas leyendo lo que cayera en las manos. Hasta la historia y las reglas del truco, el chinchón y otros juegos había leído con interés en el "Caras y caretas". Y las charlas con el Arcángel Gabriel, ahora, le habían refrescado la memoria.

-¿Sabés, Negro?- le dice Ramón a Barrionuevo, -nunca pensé que fuera tan tranquilo acá arriba. El paraíso, o el cielo, ¿no? parece mucho más calmo de lo que me imaginaba.

-¡Falta envido!- suelta el grito, otra vez, el Negro Barrionuevo. Y el tío Ramón, recién llegado, se levanta, fastidiado. -¡Carajo! en mi casa era más tranquilo; la Bertita nunca gritaba. Ya, sé, sí, le dije muchas veces que me iba de casa, y que me iba a divorciar; pero ella sabía que no era verdad. ¡Fui muy feliz en esa casa, con mi mujer, mis hijas y mi hijo...y mis nietos, y bisnietos! ¿cuántos años cumplí, ché Negro? 

-¡Já, já! ¿no te acordás, Ramoncito?...¡95, casi 96, ché! y mirá que estás bien conservado, ¿eh? ¡ni un pelo se te cayó! já, já...es la buena vida que llevabas, ¿no?- le dice el Negro Barrionuevo, y Daniel Unzaga se ríe bajito, como un lord inglés, acompañando la ironía del cuñado con su concuñado mayor.

-¡Real envido, carajo!- aumenta la voz de a poco el Negro Unzaga, se levanta de la silla de paja, y otra vez salen corriendo los changuitos a esconderse atrás de las faldas de doña Eufemia.

-Bueno, me voy a la cama- dice Ramón Sánchez, y Barrionuevo y Daniel se ríen a carcajadas.
-¡No, Ramoncito!, acá no hace falta dormir, ni siquiera te hace falta comer!- le explica el Negro Barrionuevo.
-Pero bueno, ¿y una picadita de vez en cuando, puede ser, no?. Vamos a conversarlo con el Arcángel Gabriel, a ver si nos trae unas aceitunitas con queso y salame- negocia don Ramón.

-Vale cuatro- dice por fin Daniel, calmo y en voz baja. Y cierra el juego.

-¿Vamos a jugar a la taba ahora?- pregunta el Negro Barrionuevo. ¡Y va a ser peronistas contra gorilas! ¡Ja, ja, ja!

Javier Villanueva. São Paulo, 7 de agosto de 2015.

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