quarta-feira, 5 de agosto de 2015

¿Habrá golpe en la forma de un impeachment en Brasil?




¿Habrá golpe en la forma de "impeachment" en Brasil?

Las apuestas que dicen que la presidenta Dilma Rousseff no va a terminar su mandato crecen, es verdad, pero también aumenta el riesgo, paralelo a la crisis política, de que Brasil pierda el grado de inversión, que es el sello de una economía confiable, imprescindible para la recuperación del desarrollo y la anulación de los efectos maléficos de la inflación y la estagnación. 

Lo que ocurre hoy es, ni más ni menos, la realización de la famosa profecía autocumplida: los medios masivos de comunicación hace dos años que vienen machacando en la misma tecla, hasta que la crisis política logró transformarse en profundamente económica, una más de las tantas periódicas del capitalismo.

Pero ocurre que la destitución de un gobernante, como Dilma, que fue legítimamente elegida en elecciones libres, no es algo trivial en una democracia establecida. En Brasil, esto ocurrió con Fernando Collor, quien dejó la presidencia en diciembre de 1992 porque renunció antes que culminase en destitución –o "impeachment"- el proceso de juicio político que ya estaba llegando a su fin en el congreso.

Aunque todavía está muy lejos de la situación que llevó a la salida de Collor, la presidenta Dilma Rousseff  convive en las últimas semanas con el creciente riesgo de ir a juicio político. No es un juego directo ni se desarrolla en un único frente: el Tribunal de Cuentas de la Unión puede desautorizar las cuentas de la presidencia de 2014. Al mismo tiempo, la operación "Lavajato" contra la corrupción en Petrobrás, amenaza, por un lado, acercarse a la figura política más importante de los últimos 30 años, Lula, y desde otro frente simultáneo, si fuera posible, cuestionar también los gastos de campaña de la fórmula gobernante.
Para lanzar más nafta al fuego, el PSDB ha decidido apoyar -aunque no se atreva a participar directamente- en las grandes manifestaciones callejeras que se preparan, "espontáneamente", desde los bastidores de las redes sociales, para el próximo día 16, exigiendo la caída del gobierno.

La consultura estadounidense “Eurasia”, que se especializa en realizar análisis políticos de la realidade latinoamericana, estima que las posibilidades de que Dilma pierda el mandato hoy es de un 30% - en febrero, era del 20%. 

El politólogo Kathryn Hochstetler, de la Universidad de Waterloo, Canadá, examinó el contexto en el que algunos presidentes de países de América Latina perdieron sus cargos en el pasado. Kathryn encontró cuatro situaciones que deben ocurrir simultáneamente para que un gobierno tenga una alta probabilidad de ser depuesto: un escándalo de corrupción, el mal desempeño de la economía, la popularidad en grave deterioro y la pérdida de la mayoría en el Congreso. 
De todo este conjunto, no le falta a Dilma ni siquiera la pérdida formal de apoyo en la legislatura, donde el PMDB, en teoría un aliado, ha creado sistemáticamente todos los problemas posibles para el gobierno en este segundo mandato. El presidente de la cámara de diputados, Eduardo Cunha, es abiertamente agresivo al poder ejecutico, del cual ya se declara en oposición directa, y exige la exclusión de la mayor bancada parcial -la del PT- de todas las presidencias de comisiones. La causa es que Cunha está en las listas de políticos denunciados de recibir sobornos de las grandes empresas de construcción, muchos de cuyos presidentes y altas gerencias están detenidos o en proceso de ser juzgados por corrupción en el caso Petrobrás. Cunha es acusado de haber recibido un soborno de 5 millones de dólares, y se defiende contraatacando al poder ejecutivo.

No todo, sin embargo, está en contra de la permanencia de Dilma en el poder. Para algunos analistas, a diferencia de lo que pueda parecer, gran parte de la oposición y del PMDB no tiene ningún interés en forzar una salida. "Los opositores de Dilma tienden a beneficiarse más dejándola al frente de la crisis hasta 2018", escribió en su informe João Pedro Ribeiro, estrategista del banco Nomura para América Latina. Lo que se parece mucho a la frase del ex-guerrillero, compañero de Marighela e actual escudero de Aécio Neves, candidato derrotado a vicepresidente del PSDB y fanático liberal, Aloysio Nunes: "Não quero que ela saia, quero sangrar a Dilma, não quero que o Brasil seja presidido pelo Michel Temer".

El desgaste de gobernar en momentos en que el país se enfrenta a dificultades en la economía no es tampoco de gran interés para el vicepresidente Michel Temer, del PMDB, que tomaría la presidencia en el caso de que Dilma fuera eliminada. 
Tampoco es un panorama deseable para la oposición, especialmente para el PSDB, a quienes la destitución simultánea de la presidenta y el vice (en en el caso de comprobación de corrupción en las cuentas de las campañas electorales de ambos) los colocaría de cara, de un día para el otro, y sin tiempo de hacer una campaña popular, frente a una nueva elección. Y probablemente enfrentados a Lula. Un riesgo enorme para la oposición. 

Las consecuencias de cualquier cambio en el poder son siempre inciertos, sobre todo a los ojos de los inversores internacionales. Por un lado, un nuevo presidente podría abrazar más enfáticamente una agenda económica más liberal, algo que Dilma solo hizo bajo una intensa presión de las circunstancias al elegir a Levy como ministro de finanzas. 
Es decir, el efecto sobre la economía, desde el punto de vista del capitalismo más salvaje, que es el que alienta a los principales partidos de la oposición (PSDB, DEM y el ala derecha del PMDB) incluso podría ser beneficioso. Pero por otro lado, sin embargo, el proceso de cambio de gobierno tiende a ser extremadamente agotador, que nunca tiene una conclusión rápida. 
El país estaría en el banquillo internacional de los acusados, mientras que la situación del gobierno no quedase definida, ya sea por la continuidad de Dilma, o por su salida. "Los empresarios subestiman como un proceso de juicio político puede ser doloroso," dijo Christopher Garman, director de investigación de mercados emergentes de la consultora Eurasia Group. 

Además, después del largo y engorroso juicio político -que, cabe destacar, es todavía poco probable- siempre habría nuevas preguntas para sacarle el sueño a los centros del capitalismo y a sus representantes: ¿cómo iría a actuar un PT en oposición a un nuevo gobierno, del que haya sido excluido violentamente? ¿El ajuste iniciado por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy va a continuar? ¿Él sería el responsable de las finanzas en un nuevo e hipotético gobierno provisorio? ¿Las otras partes en juego -congreso, partidos liberales, movimientos sociales- se unirían para dar apoyo a un nuevo presidente, al igual que ocurrió con Itamar Franco después de la salida de Collor? 

"El nuevo presidente tendría que pasar un mensaje de confianza en el futuro", dice Carlos Melo, politólogo de la escuela de negocios Insper en Sao Paulo, y otra vez, claro, se está pensando en confianza para los mercados. Pase lo que pase en los próximos meses, para el país lo mejor sería desde el punto de vista de las clases dominantes incluso, sin dudas, que el gobierno -este gobierno- se recupere y vuelva a pasar un mínimo de credibilidad, tanto para sus frustrados electores como para los centros internacionales del poder.

Si pudiéramos hablar de economía "pura", sin contaminación con la política, diríamos que la crisis no ha dejado de empeorar en los últimos 5 meses. Después de terminar 2014 con un alto déficit, el gobierno trató, casi desesperadamente, diríamos, de dar muestras de una mayor austeridad. 
El ministro Levy bien que lo ha intentado. Creó y propuso al congreso una serie de medidas para reducir los costos del estado -sobre todo algunos sociales y laborales- y aumentar los ingresos, como son los paquetes que tenían por objetivo entregar a finales de 2015 un superávit en las cuentas del 1,2% del PIB, o 66 millones de reales. Aunque ya reconoció la inviabilidad de este número, reduciéndolo para 0,4%, con lo cual se generaron nuevas desconfianzas en las agencias internacionales. 

Es que todos los intentos más liberalizantes en economía se han topado con la resistencia sistemática del parlamento, que no solo los descarta, como también dan paso a nuevos proyectos que de hecho aumentan el gasto público. Y no hay en esta actitud ninguna intensión de defender el proyecto desarrollista originario de la alianza PT-PMDB, y sí apenas molestar en todo lo posible al poder ejecutivo. 
Al mismo tiempo, la recaudación de impuestos cayó un 3% en el año. El resultado es que, hasta ahora, la economía fue de sólo 25 mil millones de reales. Como el objetivo ha demostrado ser poco realista, un escenario probable es el de seguir con la reducción del objetivo y el reajuste de los presupuestos.

Hay que tener en cuenta, además, que incluso el superávit de 1,2% del PIB inicialmente propuesto para este año no sería suficiente para contener el aumento de la deuda pública. Según las estimaciones de la consultora RC, en el peor de los casos, la deuda podría alcanzar el 66% en 2015 y al 97% en 2020. En un análisis reciente, el Banco de Pagos Internacionales, llamado el banco central de los bancos centrales, señaló a Brasil como uno de los países más vulnerables a la turbulencia global. El país tenía un déficit global de las cuentas públicas de 7,9% en los 12 meses contados hasta mayo pasado, altísimo incluso comparado con el índice de Grecia, que es de 3,5%. 
"En nuestra opinión, en Brasil nunca se garantiza el grado de inversión", dice el economista Paulo Rabello de Castro, de la agencia de calificación SR Rating Agency
Según la TV Globo y la casi quebrada revista Veja de Editorial Abril, ardientes insufladoras de la crisis desde que comenzó a ser agitada como un fantasma, del modo que van las cosas, los organismos internacionales pueden llegar muy pronto a la misma conclusión que la SR. 
Y eso sería una mala noticia para Dilma - y para el país. Incluyendo al país de la conservadora clase media y sus dirigentes ideológicos, los partidos que representan los intereses del gran capital nacional y son gerentes de las finanzas y las industrias de origen internacional.
La nueva detención de José Dirceu, ex ministro y odiado -por poderoso- dirigente del PT, arrima más leña al fuego.


Javier Villanueva. São Paulo, 5 de agosto de 2015.

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