Destinos similares:
El Santa Maria y el buque venezolano Anzoátegui
Resumen de la 1ª y 2ª partes: El libro “24 homens
e mais nada. A captura do Santa
Maria” fue escrito por el propio
Sotomayor, 2º comandante de la acción, entre 1963 y 1968, durante los años en que estuvo exiliado en
Cuba, y explica los detalles del asalto al transatlántico “Santa Maria” por 24 militantes del DRIL,
el Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación, un movimiento fundado por
Sotomayor en Caracas, Venezuela, a comienzo de los años 60. El Comandante
Sotomayor, nacido en Pobra do Caramiñal, Galicia, en 1904, fue junto al
celanovés Pepe Velo Mosquera y con el capitán portugués Henrique Galvão, uno de
los ideólogos de la acción del asalto.
O sea que, dos
gallegos y un portugués dirigieron el primer secuestro de un barco por razones
políticas de la historia; y, aunque se los acusó de piratería, nunca fueron
juzgados como piratas ya que no existió botín, y lo que reivindicaban era un objetivo
político y no económico.
La organización armada DRIL fue la primera que se alzó en el exilio, con el objetivo de iniciar el derrocamiento de las dictaduras de España y de Portugal. Fue en 1961 cuando el DRIL, con Sotomayor –o Soutomaior, para los portugueses- a la cabeza, decidió realizar el primer secuestro de un buque, el “Santa Maria”, que unía América a Europa en una travesía entre La Guaira, con Vigo y Lisboa, previa escala en Canarias.
Esta decisión de
acción armada se tomaba después de haber sido apresados y ejecutados dos
miembros de la organización armada por parte de la represión franquista.
También participaron junto a sus padres, el hijo de Velo, Víctor y el de
Sotomayor, Federico.
Gracias a “24
homens e mais nada”, dice el descubridor de la obra, “conocemos los
orígenes de la organización, de la que no se sabía nada, y aprendimos más de la
resistencia al franquismo”.
Los motivos por los
cuales los guerrillleros eligieron un buque, y específicamente el “Santa
Maria,” de bandera portuguesa, también se explica en el libro: “Salazar es
más generoso, en Portugal no existe pena de muerte. Salazar es un ferviente
cristiano que practica el 5º mandamiento”, escribe Sotomayor en su obra.
Los actores de aquella
hazaña casi quijotesca, dos docenas de hombres de las guerrillas ibéricas, liquidaron
todos sus bienes personales para poder pagar la acción, y al final de sus
vidas, terminaron separados, cada uno por su lado. El capitán Galvão murió en
Marruecos y Velo, el único que nunca escribió su propia versión de los hechos,
en el Brasil anterior a la dictadura, que acogió a los militantes del DRIL
después de una larga y nerviosa negociación internacional que, el 4 de febrero
de 1961, le puso punto final al secuestro y a la crisis que había generado
entre Portugal, EEUU y el proprio Brasil.
El comandante
Sotomayor, que en su villa natal del Barbanza había sido uno de los fundadores
del PSOE -en 1933 adhirió al comunismo junto con miles de otros socialistas, y
en 1939 huyó a Francia- vivió con una documentación falsa a nombre de Robert
Rodríguez. Fue así que viajó, en representación de la Conferencia
Tricontinental de los países del Tercer Mundo, a llevar el apoyo a los rebeldes
del Vietcong y de Laos y a visitar la China de la Revolución Cultural. De vuelta
a Venezuela, pasó allí sus últimos años.
-Y vale la pena repetir
que, a pesar de ser el primer secuestro político de un medio de transporte en
la historia moderna- insiste el Viejo Pedro Milesi, -por fin, los hombres que cambiaron
el nombre del “Santa Maria” por el de “Santa Liberdade”
nunca fueron a juicio por piratería, ya que no hubo botín y tanto la tripulación
como los pasajeros fueron desembarcados sin demasiados perjuicios.
-La Operación Dulcinea fue el nombre elegido
por el político y militar portugués Henrique Galvão para el secuestro de lo que
en Lisboa se llamaba un paquebote, el
“Santa Maria”, propiedad de la
naviera portuguesa Companhia Colonial de Navegação- cuenta Pedro Milesi, - y
era un acto político para llamar la atención de la opinión pública mundial
contra las dictaduras de Oliveira Salazar en Portugal y de Franco en España.
Junto con Galvão, dirigieron la acción los españoles Xosé Velo y José Fernández
Vázquez, que también usaba el nombre de guerra Jorge de Soutomaior, alias,
Sotomayor.
-El plan fue pensado
por Henrique Galvão, que era uno de los líderes del Directorio Revolucionario
Ibérico de Liberación –el DRIL- formado por grupos de exiliados portugueses y
españoles que luchaban contra las dictaduras de Salazar y Franco en sus
respectivos países- repite Pedro. -Asilado en Caracas desde 1959, Galvão organizó
la formación de un comando armado y planearon abordar como pasajeros el buque “Santa Maria”, una de las naves
principales de la Companhia Colonial de Navegação.
-Al principio pensaban
usar la embarcación para llegar hasta África e iniciar una sublevación
antisalazarista de las tropas portuguesas en la colonia de Angola o en la de
Cabo Verde- le agrega Juancito. -Otra alternativa era dirigirse hacia la
colonia española de Guinea Ecuatorial para llamar desde allí a la insurrección
antisalazarista y contra la dictadura de Franco.
La ruta del barco era
Lisboa-Madeira-Tenerife-La Guaira-Curaçao-San Juan de Puerto Rico-Miami, de ida
y de vuelta, por lo cual Galvão planificó que sus hombres abordaran el paquebote ya en la ruta de retorno a Lisboa,
aprovechando las escalas en Curaçao y La Guaira.
-Los militantes elegidos
por Galvão para la operación armada tenían grandes dificultades para financiar
la acción- dice Juancito.
-Empezando por el alto
costo de los pasajes y del armamento, sin ningún tipo de ayuda, una vez que el
anticomunismo visceral de Galvão impedía recibir la ayuda del Partido Comunista
Portugués- le agrega Pedro Milesi. –Sí, y que era el único partido que podría
intermediar para garantizar los fondos prometidos por la URSS, por lo cual
Galvão y sus hombres recién pudieron reunir todo el dinero necesario a mediados
de enero de 1961.
-La “Santa María” era una nave que había sido
construida en 1953 en los astilleros de Hoboken, Bélgica, con unos 186 metros
de eslora, y 20.900 toneladas de peso- comenta el negro Dardo, que se suma a la
charla. – tenía una capacidad para 1.088 pasajeros entre las primera, segunda,
y tercera clases.
-En el viaje de Lisboa
hacia Miami, en enero de 1961, llevaba 356 tripulantes y 612 pasajeros, entre portugueses,
españoles, holandeses y estadounidenses- agrega el Viejo Pedro.
-Henrique Galvão y sus
24 hombres abordaron la nave en las escalas de La Guaira y Curaçao los días 20
y 21 de enero, esperando alejarse de la costa de Curaçao para lanzar su ataque,
en medio de la escala hacia San Juan de Puerto Rico. La toma del navío ocurrió
en la madrugada del 22 de enero de 1961 cuando el grupo de hombres armados comandado
por los gallegos irrumpió en el puente de mando- me había contado “seu
Xunqueira” en São Paulo, treinta años atrás, dice Dardo.
-Mientras tanto, el
grupo de los portugueses copaba la sala de máquinas, tomando por sorpresa a los
marineros y oficiales. Para amedrentar a los tripulantes se dispararon ráfagas
de fusil que mataron al tercer piloto João Nascimento Costa, e hirieron a otros
dos marinos que trataron de oponer resistencia o avisar al capitán de la nave,
Mario Simões Maia- agrega.
-El grupo comando de
Galvão, que tomó el control de todas las dependencias esenciales para la marcha
del barco, incluyendo la sala de máquinas, le exigió al capitán Maia rendir el
navío al DRIL. Sin armas para oponerse a los hombres de Galvão, Maia y sus
oficiales se rindieron y pasaron el control de la Santa Maria a los guerrilleros- cuenta Juancito. -Pero Galvão todavía
le ofreció a Maia y a sus tripulantes que eligieran entre convertirse en sus prisioneros
de guerra, o unirse al DRIL y juntarse a los rebeldes para mantener en operación
la nave. Los tripulantes al principio se quedaron con la segunda opción.
-Sin embargo, y aunque
pareciera un triunfo político, esto significaba que en la práctica los hombres
del comando revolucionario mantendrían el control de la Santa Maria, pero a costa de depender de los tripulantes y del
capitán Maia para gobernar el buque y seguir normalmente con la navegación-
agrega el negro Dardo.
-Sí, pero después del
tiroteo en el puente de comando, la opción de juntarse a los revolucionarios del
DRIL no era una buena opción para los tripulantes, teniendo en cuenta las
represalias a la vuelta a Portugal- comenta Pedro Milesi, -mientras que volverse
prisioneros de guerra era una forma de darle legitidmidad a Galvão y a sus
hombres como combatientes en guerra contra las dictaduras ibéricas, uma vez que
las autoridades de Lisboa apenas los irían a considerar como “piratas”.
-El éxito de la
Operación Dulcinea exigía que se ocultase la travesía de la Santa Maria. Por eso el comandante de los
guerrilleros mandó que se cortaran las comunicaciones de radio del buque, de modo de no poner en
alerta a otros barcos e impedir la identificación por parte de la marina
norteamericana y la de Salazar- me contaba el Negro Dardo muchos años después.
–Sin embargo, a Galvão
y a sus hombres les faltaban los conocimientos náuticos y por fin tuvieron que pedirle
consejo al capitán Simões Maia sobre cómo eludir las otras embarcaciones que
podrían detectarlos con sus radares, a lo que Maia contesto con la explicación
de que solo navegando en zigzag se podría conseguir este fin- agrega Juancito.
-Y Galvão le aceptó el
consejo, lo que significaba un movimiento todavía más lento de la nave, gastando
más combustible. Recién al amanecer del 22 de enero Galvão y sus hombres
informaron a los pasajeros que el buque había cambiado de comando, pidiéndoles
calma y anunciando algunas restricciones en la alimentación y la prohibición de
acercarse al puente de mando o salir a pasear por la cubierta- dice Pedro
Milesi.
-Como uno de los
tripulantes heridos en la toma, el marinero João de Souza, estaba en estado
grave, era urgente llevarlo a un hospital- se acuerda “seu Xunqueira”,
conversando sobre el tema en una librería de la Vila Mariana, en São Paulo.
-El capitán Maia y el
médico Theodomiro Borges le pidieron a Galvão que trasladase a los dos
tripulantes heridos al puerto de Castries en la isla de Santa Lucía, colonia
británica en donde irían a recibir los cuidados médicos que les faltaban a
bordo del buque.
-Pero el español Jorge
de Soutomayor, primero se negó al pedido porque con ello se podría dejar al
descubierto la posición de la nave- dice Juancito, -aunque más tarde Galvão aprobó
lo que era un acto humanitário, aun a costa del riesgo que se corría de que el
plan fracasara en su conjunto y sin remedio.
Dos destinos similares:
El Santa Maria y el Anzoátegui.
-El 23 de enero el
buque Santa Maria tomado por los revolucionários
del DRIL –Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación- ancló a una cierta
distancia del puerto de Castries, llevando a los dos heridos en una lancha,
junto con otros marineros. Al desembarcar, los marinos portugueses contaron todo
lo que había ocurrido, y horas más tarde, el barco secuestrado ya era seguido
por el destructor británico Rothesay. Desde Castries informaron a Lisboa sobre
los acontecimientos al gobierno de Oliveira Salazar y a la Companhia Colonial
de Navegação, especulando erróneamente que los guerrilleros formaban una fuerza
militar de unos setenta hombres.
Mientras tanto, la Santa Maria navegaba a lo largo de la
costa norte de América del Sur con rumbo a África, realizando movimientos
continuos en zigzag para eludir otras naves. El buque se rebautiza con el
nombre de "Santa Liberdade",
pintándole también las siglas del DRIL en el puente de comando.
El gobierno de Salazar
pidió ayuda a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña para recuperar la
nave, argumentando que Galvão había cometido un acto de piratería. Ya sabemos
que este punto de vista fue desestimado por la diplomacia de Washington y
Londres porque, según lo que se sabía hasta esse momento, los planes de Galvão
y sus hombres eran solamente políticos y no entraban en la definición de “piratería”
del derecho internacional.
Y, en realidad, para
todos los efectos prácticos, solo cuatro días y 1.540 millas después de lanzada
la operación, fue que la poderosa marina estadounidense logró ubicar el buque, en
ese momento ya rebautizado como Santa
Liberdade.
La persecusión de la nave
Santa Maria
Aun así, los gobiernos
británico y estadounidense coincidieron en la determinación de seguir a la Santa Maria, ya que Portugal insistía em
declarar que se trataba de piratería o, por lo menos, del secuestro de
pasajeros civiles y que, por lo tanto, era una violación del derecho
internacional, más todavía sabiendo que los EE.UU. deberían intervenir obligatoriamente,
por haber cerca de unos cuarenta ciudadanos estadounidenses entre los pasajeros
secuestrados.
Por su lado, la
tripulación del capitán Maia trataba de cumplir pequeñas acciones de sabotaje,
pues la diferencia numérica –sumada a la completa inexperiencia naval de los
secuestradores- le hace muy difícil al comando del DRIL mantener el control de
toda la complicada operación de marinería.
-De este modo, el
propio capitán Maia les avisa sobre la progresiva falta de agua potable en la
nave y propone a Galvão que aplique un racionamiento estricto, pero se les
esconde a los guerrilleros que la Santa
Maria cuenta todavía con otras reservas de agua. La tripulación también
despilfarra combustible intencionalmente para hacer más lento el recorrido de la
nave e impedir que los hombres del DRIL lleguen hasta Africa. Los encargados de
operar la radio transmiten subrepticiamente a Lisboa la ubicación de la nave,
llegando incluso a fingir la trasmisión de un telegrama con un “pedido de ayuda”
de Galvão al gobierno de Senegal, un mensaje que fue escondido por los
operadores y nunca enviado.
La falta de alimentos
y de agua potable empiezan a dejar nerviosos a los pasajeros de la tercera
clase, la más numerosa, obligando a los hombres del comando a mantener el orden
entre los pasajeros. Pronto Galvão comprende que está siendo seguido por buques
de la marina estadounidense en aguas internacionales, lo que le hace imposible
su planeada travesía hacia África.
Consciente de no poder
escaparse a la persecusión, Galvão acepta el 27 de enero la protección de esas
mismas naves contra cualquier posible “ataque de la flota portuguesa”.
El 31 de enero de 1961
el presidente brasileño Juscelino Kubitschek finalizaba su mandato y lo sucedía
Jânio Quadros, a quien Galvão consideraba un “amigo y aliado” em potencia, por
lo que la dirección del DRIL pensó en desembarcar a los pasajeros en Brasil y, libres
de esa gran reponsabilidad, poder seguir hacia Africa para detonar la
revolución en las colonias portuguesas.
Sin embargo, Kubitschek
y enseguida Jânio Quadros se negaron a meterse en un asunto interno portugués y
exigieron que Galvão y sus hombres desembarcaran primero a los pasajeros en
Brasil, y recién después se discutiera el destino de la nave y de sus
secuestradores.
De este modo, el 28 de
enero se reunía el DRIL y la tripulación del barco con los comandantes de la
flota norteamericana en un punto frente a la costa norte de Brasil, para arreglar
los detalles del desembarco de los pasajeros en algún puerto brasilero.
Escoltado ahora por buques
de la marina de guerra brasilera, el 2 de febrero de 1961 la nave Santa Maria entró en el puerto de
Recife, en medio de una gran movilización de repórteres, y allí se
desembarcaron a los pasajeros e a Galvão y sus hombres, mientras la tripulación
portuguesa también dejó sus puestos y se entregó a la protección de la
infantería de marina brasilera.
Sin embargo, el
destino de la nave y de los militantes del DRIL seguían indefinidos porque
Galvão todavía esperaba seguir hacia África, ya sin el obstáculo que hasta esse
momento le representaban los pasajeros.
Pero el gobierno
brasilero no quiso dejar a los hombres del DRIL a bordo del navío cuando estos ya
se encontraban frente a Recife. No querían exponerse a una queja de Portugal,
aunque Jânio Quadros se negaba también a tomar el buque por la fuerza. En vez
de ello les ofreció a Galvão y a sus hombres el asilo político en Brasil.
Esta decisión causó
gran disgusto en el comando y en el propio Galvão porque significaba abandonar el
ambicioso proyecto de estimular la revolución en África contra Oliveira
Salazar.
Además, para agregar
más problemas a los que los hombres del DRIL enfrentaban para ejecutar su plan,
después del desembarco de los marineros portugueses necesitaban obligatoriamente
una tripulación capaz de operar un buque tan grande, bastante combustible y
suministros carísimos para cruzar el Atlántico, siendo que Galvão y sus hombres
no tenían dinero para pagar estos gastos.
Los enormes obstáculos
volvían el proyecto original del DRIL totalmente impracticable. Aún con la gran
cobertura de prensa internacional, el propio Galvão seguía viendo su proyecto “incompleto”
y sin resultados palpables, aunque habían logrado una gran publicidad para la
lucha contra la dictadura portuguesa.
Al final, la misma Santa Maria se había vuelto un peso
inútil para el DRIL, que ya no podría usar el buque para sus fines originales. Por
fin, los compañeros del comando de Galvão accedieron a rendirse el 3 de
febrero, y decidieron aceptar el asilo político que les había ofrecido Brasil, entregando
el navío a las autoridades del país después de una breve ceremonia.
-A pesar de la
sensación de fracaso de Galvão, la acción del Santa Maria fue un punto de inflexión en la historia moderna de Portugal,
con el inicio del aislamiento de la dictadura de Salazar, las tentativas de
golpes de palacio, el comienzo de la guerra de Angola y de diversas acciones
revolucionarias directas contra el régimen.
Otra historia muy
parecida
Sotomayor que se
refugió en Brasil, luego volvió con su mujer a Venezuela, Y es allí donde
comienza otra vida para Federico quien, junto con el inmigrante asturiano en
Cuba, Máximo Canales –o Paúl del Río- realiza el secuestro del mercante Anzoátegui, en nombre de las Fuerzas
Armadas de Liberación Nacional.
Más tarde, Federico
pasó de disparar balas, a apuntar apenas con la teleobjetiva de su cámara fotográfica
y a rememorar la vida de guerrero de su padre, que fue inmigrante,
revolucionario y exiliado.
El 12 de febrero del
año 1963, un buque mercante venezolano navegaba hacia las costas de Brasil
emulando al trasatlántico “Santa Maria”,
que tiempo antes había realizado un recorrido parecido. Ambas embarcaciones
tenían mucho en común.
Igual que el “Santa Maria”, que había sido tomado por
revolucionarios portugueses y españoles para denunciar a las dictaduras ibéricas
de Franco y de Salazar, el buque mercante venezolano Anzoátegui, había sido tomado por guerrilleros de las Fuerzas
Armadas de Liberación Nacional que tenían como objetivo de su acción denunciar
los atropellos del gobierno de Rómulo Betancourt.
Máximo Canales, más
conocido en estos días como Paúl del Río, que era su nombre original, esperó 50
años para narrar su historia. Quería que la juventud de hoy tuviera la
oportunidad de conocer cómo los jóvenes de aquel 1963 quisieron atestar un
golpe propagandístico fuerte contra un régimen que atacaba estudiantes,
campesinos y obreros, con una ferocidad que sobrepasaba incluso a la dictanía
anterior de Marcos Pérez Jiménez.
—Esta fue la primera
acción realizada por las FALN. Empezó el 12 de febrero, que es el Día de la
Juventud. La mayoría tenía apenas 20 años o incluso menos. Paúl del Río tenía
19 y, a pesar de su juventud, era el comandante militar de la operación- me dice Juan.
—Wismar Medina Rojas
era el primer piloto del barco. Su hermano, Wallis Medina Rojas, era oficial de
la Armada y estaba preso por haber participado en el alzamiento de Carúpano -el
Carupanazo- y en ese momento estaba
preso en la isla de El Burro, “mejor conocida por nosotros como campo de
concentración Rafael Caldera”, rememora Canales. Él le presentó la idea al Partido
Comunista, pero no la aceptaron. Cuando finalmente se lo propone al Movimiento
de Izquierda Revolucionaria, de inmedio la acción propuesta es discutida y
analizada dentro de la agrupación. Medina Rojas les mostró los planos y elaboraron
los detalles del plan.
—Eran diez
combatientes, pero a uno de ellos la Guardia Nacional le impidió el acceso:
no lo dejaron subir al barco por ser negro y tuvo que quedarse. En aquellos
tiempos había una fuerte discriminación racial y no lo dejaron subir- dice el viejo Pedro Milesi.
—Después de conocer
los planos del barco, los miembros del comando de la recién constituída FALN discutieron
la mejor forma de entrar a la embarcación sin ser reconocidos. El piloto Medina
los llevó a bordo como invitados, con la idea de hacerles conocer la
embarcación y su funcionamiento. Llevaban unas valijas con armas y uniformes
que pasaron como el equipaje del piloto y cuando terminaron el recorrido, y aprovechando
el cambio de guardia, Medina los escondió en un camarote hasta que estuvieron
en alta mar.
—No hubo situaciones
de violencia en ningún momento. Todo se presentó del modo más pacífico posible.
Habían llamado a la operación con el nombre de Alberto Rudas Mezones, un compañero de estudios al que la Digepol había
asesinado en una manifestación contra la ruptura de relaciones diplomáticas con
Cuba- cuenta Juancito.
Wismer Medina Rojas
era el comandante de la operación; Paúl del Río era el comandante militar, y
Rómulo Niño el comisario político. Lograron apresar a todos los oficiales del
barco durante el desayuno. Les explicaron el por qué de la acción y, al
parecer, ellos entendieron bien los objetivos de la misma.
Los trataron lo mejor
posible, a todos ellos, y sobretodo al operador de radio y al telegrafista, a
quienes les aseguraron que conocían muy bien las claves morse usadas para su
trabajo, con el fin de que no enviaran información que los prejudicara.
—El piloto Medina se
había encargado de introducir un piloto de experiencia con el fin de colocarlo
en la sala de máquinas y evitar que se realizara alguna maniobra contra ellos por
parte de los operarios, como había ocurrido um par de años antes con el comando
del DRIL. El rumbo se trazó con antecedencia- dice Pedro Milesi. —Y era el mismo del trasatlántico Santa Maria en 1961. Lo habían decidido
así, porque a los miembros de aquella operación les habían permitido asilarse
en Brasil.
—Con ellos fue
Federico Fernández Ackerman, quien también había participado en el secuestro
del Santa Maria, el único que estuvo
en los dos sucesos.
–Lo que hicieron los
guerrilleros venezolanos fue copiarse de aquella otra operación que había sido
realizada dos años antes, el 22 de enero de 1961, en la cual participó el padre
de Federico Fernández Ackerman- dice Juan.
Pero hay más coincidencias,
y es que en 1961, el segundo jefe de la Operação
Dulcineia, Jorge Fernández de Sotomayor, había llevado junto con él a su
hijo, Federico Fernández Ackerman, que tendría en ese momento unos 20 años.
Cuando volvieron a Venezuela, el padre de Del Río le presentó a su hijo, y lo
integró a su comando del MIR. Así fue cómo participó en la toma del Anzoátegui.
–Fernández debe ser la
única persona, seguramente, que ha participado en dos operaciones de toma de
buques. El caso del Anzoátegui, por
supuesto, fue el más modesto: un buque de la Compañía Venezolana de Navegación
que muchos años después chocó contra unos arrecifes y se hundió. Ya no existe
más- dice Pedro Milesi.
Federico Fernández, al
regresar a Venezuela después de la toma del barco fue llevado preso, y estuvo
recluido en el Cuartel San Carlos y en la cárcel Modelo entre 1963 y 1969. En
1970 le regalaron una cámara fotográfica a la que dedicó “el peso de la mirada”
y que le mereció un gran reconocimiento por su obra.
En síntesis, que uno de los grupos en los que se dividieron los
guerrilleros venezolanos capturó a la tripulación del
Anzoátegui que estaba desayunando con el capitán, mientras otro tomaba el cuarto de
las máquinas –Wismar tuvo la precaución de llevar a Carlos Palma, un maquinista
de apoyo–. Al mismo tiempo, un tercer grupo atacaba el puente de mando y la
sala de las comunicaciones, que “era más bien un cuartico”, según aclara Máximo
Canales.
–A la radio la eliminaron, pero dejaron funcionando el aparato de morse. El
muchacho que manejaba las comunicaciones terminó simpatizando tanto con los
guerrilleros que obedecía todas sus órdenes- agrega el Viejo Pedro. —A tal punto que transmitía incluso
las informaciones falsas que les interesaba al comando que le llegaran hasta el
enemigo.
Es por eso que, al principio de la operación, el barco quedó en absoluto
silencio durante más de 24 horas. Y aunque el gobierno venezolano empezó a
buscar al Anzoátegui apenas perdieron
el contacto con su tripulación, no lograron recuperarlo, a pesar de contar con
el apoyo de la marina y la aviación estadounidenses establecidas en la base
militar de Puerto Rico.
—A los dos o tres días
de estar en control de la nave, el comando de la FALN por fin dio a los
periódicos la información sobre la acción, a la que incluyó las fotografías sin
capuchas de los guerrilleros.
El gobierno venezolano,
cuando finalmente los detectó, envió contra ellos dos fragatas; la primera se
quedó varada por desperfectos, y la otra apenas pudo llegar a la isla de Margarita.
–Al principio pensaban que los guerrilleros llevarían el buque hacia
Cuba, y perdieron bastante tiempo buscando el paradero de la nave en esa
dirección. Los ubicaron recién al quinto dia, cuando ya faltaba muy poco para
entrar en aguas territoriales de Brasil- dice Juancito.
Era sin dudas una operación sin retorno. “Sabíamos que era una operación
suicida”, dice Paúl del Río, y cuenta que al final los localizó un avión B26 de
la Marina de Guerra de los Estados Unidos, que enseguida desapareció en las
alturas, pero en su lugar volvieron otros dos aviones que trataron de
comunicarse por radio con el buque. Luego probaron con señales de morse a
través de luces y, posteriormente, por médio del aparato que se mantenía activo
a bordo, pero desde el Anzoátegui
nadie les respondió.
—Al quinto día de
navegación apareció un avión de la Marina de Guerra estadounidense. Era un B26 que
pasó rasante, con la intención de identificar la embarcación- cuenta Juancito. —Poco después eran
dos B26 que les ordenaban cambiar el rumbo y dirigirse hacia Puerto Rico. Como
no le hicieron caso a los mensajes, les dispararon cohetes a los lados para
amedrentarlos, pero aún así continuaron. Luego les dispararon delante de la
proa, pero continuaron hasta avistar la desembocadura del río Amazonas y entraron
por una de sus salidas.
—Estaban ya en
territorio brasileño y para no encallar, pararon las máquinas y esperaron la
llegada de las autoridades del país. La meta era llegar hasta Belén de Pará,
pero por causa de la persecución aérea se quedaron en la isla de Amapá. Allí
llegaron los policías del pueblo más cercano, con quienes conversaron, pero sin
entregarles las armas- le agrega Pedro Milesi. —Ellos les dijeron que enseguida llegaría la Armada del
país, y decidieron esperar. A su llegada, y ante el oficial que comandaba la
embarcación dejaron las armas y fueron llevados a Belén de Pará; al día
siguiente los llevaron en avión a Brasilia y desde allí a Río de Janeiro.
Gobernaba Brasil el
presidente João Goulart, un progresista en un país que poco tiempo antes les
había dado asilo a los españoles y portugueses que tomaron el trasatlántico Santa Maria. Los venezolanos ya habían arreglado el
asilo político y pocos días después los dejaron en total libertad.
La acción había transcurrido
en 8 días, dice Del Río. Y el objetivo se había logrado, porque la ONU emitió
un documento para denunciar al gobierno de Betancourt. Los miembros del grupo
fueron al Primer Congreso de Solidaridad con Cuba, en Niteroi, donde se
reunieron con Alberto Lovera, Héctor Mujica, de Venezuela, y Luis de la Puente
Uceda, de Perú, entre otros. Allí fueron los invitados de honor, asistieron con
sus uniformes de las FALN y conocieron a Luis Carlos Prestes, el “Caballero de
la Esperanza”, y a Raúl Sendic, el que luego sería fundador del MLN-Tupamaros
de Uruguay.
Desde allí se fueron a
Cuba, a entrevistarse con el Che – que les recomendó que no copiaran a
nadie. Y todavía, antes de la entrevista les preguntó: “¿Ustedes son marxistas
o unos aventureros?”, a lo que los guerrilleros venezolanos le respondieron:
“Tratamos de ser marxistas”.
Luego volvieron hacia
Venezuela por Colombia para anunciarle al gobierno que estaban listos para
continuar la lucha.
FIN
Javier Villanueva, São
Paulo, 2 de junio de 2013.
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