domingo, 16 de agosto de 2020

Don Lorival y yo

 

A imagem pode conter: comida


Viviendo y aprendiendo

Don Lorival y yo somos bastante diferentes el uno del otro. Solo estamos de acuerdo en una cosa: el Energúmeno que nos gobierna es un sinvergüenza, un demonio con forma de gente, ignorante y malicioso. Pero aun así, o quizás desde este acuerdo básico y fundamental, nos llevamos bien.

Levanté, eso sí, algunos detalles y anécdotas que lo pintan bien, además de marcar nuestras pequenas diferencias:

* Pan con margarina: él pasa una fina lámina en una única rebanada. Yo, en cambio, añado unos treinta gramos a cada una de las dos porciones del desayuno.

* Él se come media papaya separando con todo cuidado cada una de las semillas. Yo, por mi parte, me como una papaya entera con semillas y todo.

* A la falta de papaya, banana: él se come solamente una, muy cortadita, quitando con cuidado cada extremo. Yo, al contrario, como todo y todavía me hago un té con las cáscaras.

* Galletas para el desayuno: él se come una o dos; yo, de siete a ocho.

 Y además, veamos algunas características que lo identifican a sus 91 años con cuerpecito de 60 y cabeza, ilusiones y perspectivas de 30:

* Don Lorival piensa que todo joven -entre 56 y 70 años- es una especie de Google que lo sabe todo, y solo necesita hacer las preguntas que las respuestas ya van llegando pronto y listas.

* Y también piensa que todo niño - de 6 a 32 años - además del software de Google, también controla el hardware de todo lo que sea un dispositivo electrónico, desde el control remoto de la TV hasta la computadora y el celular.

Bueno, para él la respuesta de Oscar Niemeyer sobre la vejez ("¡Es uma mierrrrdaa!") no es válida, porque don Lorival todavía no sabe lo que es ser viejo.

Ah, sí, y le gusta el pastel de naranja, cuanto más grande, mejor.

 

JV. San Antonio de Piedra Blanca, agosto de 2031


Nenhum comentário:

Postar um comentário