Para desear todos los días
a la misma mujer
es necesario seguir
algunos pasos sencillos:
poner el trabajo en tercer o cuarto
lugar,
y en el medio el cuidado criterioso
de las gallinas
y los perros,
al dinero en quinto o sexto,
y a las pequeñas delicias de lo
cotidiano
en segundo,
a la familia en tercero
y además, promover diversas
acciones
revolucionarias, a saber:
cerrar la cuenta del banco
y mandar a la mierda al gerente,
usar siempre los mismos zapatos,
comer mandarinas de una planta
propia,
valorizar de un modo decisivo a la
pereza,
-el ocio creativo y no creativo-
digo, ocio nomás.
Es menester, eso sí, escribir por
lo menos
un cuento por semana,
un relato cualquiera cada dos o
tres días,
una crónica en el lapso inexorable
de diez días y
entre sueño y sueño nocturno,
armarse, y armar fantasías,
eróticas y sensuales
fantasías.
Mezclar historia con letras y
amor con política revolucionaria,
desvendar el misterio de la
diferencia entre
"Haga la revolución y el
amor" y
el simple y llano
"viva el papo y meta
bala".
Papo, en portugués, se refiere a la
papada,
y también a la conversación,
al diálogo,
a la charla. Y charla
va y charla viene,
amor y fantasías: obsesión en
curvas vertiginosas,
en piernas largas y nalgas
redondeadas,
lecturas, historia, próceres de la
patria,
triángulos isóceles y senos tibios
y
pequeños, pero no tanto, justos,
justo del tamaño de una mano, de la
mía.
Y más cuentos y fantasías, y más
eros y delicias soñadas, y más aún
realizadas
y otras más
a realizarse.
Piel e historia, senos y política,
nalgas
y revolución, piernas y democracia,
pueblo
y pubis, y frenesí y sexo.
La receta es simple: los
ingredientes son al
gusto del soñador, aplíquese con
moderación entre los 30
y los 40, con obstinación entre los
50 y los 60, con
fervor, determinación, dedicación y
precisión de allí en adelante.
Desear todos los días a la misma
mujer
es fácil.
**Javier Villanueva, Paris, mayo de 1968.
Me ha encantado, Javier!
ResponderExcluirBesos.