segunda-feira, 23 de julho de 2012

La payada del Supay



La payada del Supay
Trecho de "Crónica de Amores y Utopías, de Héroes y Demonios de la Patria"

—Cuando ya era un poco más de las cinco de la mañana, cansados de andar y muertos de hambre y de frío, se fueron Gusmán y el Malo a sentarse un rato al Tortoni, en Avenida de Mayo. El Mandinga, harto ya, empezaba a deprimirse por los sucesivos fracasos de aquella noche— relata mi tía. —Dicen que Gusmán estaba casi tentado de regalarle el alma de una vez por todas para que el demonio se fuera por donde había venido, y él pudiera volver tranquilo a su juego en el bar, o a dormir en su pieza de hotel— cuenta.
—Pero de pronto se apareció en el café un brasileño, mulato alto y flaco, con una capa en los hombros, morada como la de un obispo, y una guitarra en la espalda; empilchado a la usanza antigua del campo: bombachas de gabardina, botas acordeón negras, camisa a cuadros y chaleco de cuero de oveja, pañuelo al cuello, y un gamulán debajo de la capa— sigue el cuento mi tía Rosa. Y tan de improviso como había llegado, de pronto se largó el hombre a cantar muy quedo, unos lánguidos acordes dedillados de milonga, tamborilleando en la guitarra con sones de candombe. Al rato, como si nada, se puso a improvisar un aro-aro, lo que significaba un claro desafío a una payada que, como ya es archi sabido, podía terminar muy bien, con todos amigos y chupando del pico de una misma botella, o en una tremenda trifulca, de sillas rotas y botellazos:

—Aro-aro-arooo...yo me presento señores, eu me apresento senhores, pois eu sou o Coisa Ruim, el Siete Pieles, el que te roba la sombra, e nesta agradável reunião, en esta amable tertulia, me chamaram à inspiração, com um caráter de urgência. Como um assunto de grande premura, reclama la inspiracióóón, se dentre o público presente eu achasse um trovador, lo desafío, señores, eu o desafio sim senhores, pra discutir qualquer assunto, a disputar neste ponto, en versos de contrapunto, em rimas de um contraponto pra ver quem é o melhooor— lanzó el desafío el mulato Coisa Ruim, viola en puño, mirada atrevida y penetrante, frente altiva de quien sabe que tiene muy poco que perder.

El cuaderno de mi viejo se mete a fondo en el tema del diablo; confieso que me cansa y a veces me irrita; pero hay momentos en que el tema me vuelve a interesar y trato de entender por qué al viejo le fascina tanto. El escritor e historiador tucumano Ricardo Rojas, que se pasó la juventud en Santiago del Estero, le cuenta a Fuenzalida que el Supay prefiere la forma humana para manifestarse; “ha encarnado alguna vez en cuerpo de hermoso mancebo, apareciéndose en un rancho de la espesura para tentar a cierta mujer ingenua. Se ha mostrado en otra ocasión como un gaucho rico y joven que visitó la selva en su caballo enjaezado de mágicos arreos”.

Villanueva contaba que Victoriano le dijo que el maligno vive en los diversos lugares de la tentación, en medio del  juego y del placer. El Supay es el que rige las reuniones de la salamanca, y tiene como sus súbditos a sapos, víboras, duendes y los desdichados que le vendieron su alma a cambio de alguna gracia terrena. Allí van brujas, almas condenadas, y demonios de los infiernos, que al entrar a la cueva le besan las ancas a un carnero y luego se entregan a la farra. De lejos ya puede oírse el estruendo de la música y las locas carcajadas de los condenados, que van a estar varios días sin dormir y ni se les va a notar el cansancio. Además, dice mi viejo que le contaba Chazarreta, son agraciados por el Supay con alguna virtud en el arte de los instrumentos, o con la capacidad del canto, o la oratoria, y esto se lo confirmó Israel Vilhas, que era un virtuoso de la palabra. Y Samuel decía que conoció un obrero ferroviario que lo había besado al carnero en una zanja de La Quebradita de Tafí del Valle, que después de eso, casi no envejecía. Es que los ardides del Supay para lograr sus objetivos son infinitos, desde parecer un niñito ingenuo, hasta una mujer linda y  tentadora, así pone al alcance de los incautos y descreídos todas sus artimañas. La historia siempre acaba con un contrato firmado con tinta china y la muerte del criollo que por una mujer, por cantar, bailar o por dinero, le entregó el único don que el hombre no debe descuidar, su alma. Sigo leyendo:

—El Mandinga, picado de celos, y lanzando al mismo tiempo un rugido de puma y una humareda de azufre hediondo y azulado por la boca y la nariz, le arrancó de las manos la guitarra al desafiante, y le contestó enseguida, el mentón temblándole de furia— se estremece mi tía Rosa que sigue el relato, y chispas de fulgor se le escapan con la mirada.
—Yo soy el Diablo, señoreees; yo soy Mandinga en persooona, y por eso es que le acepto, le banco su desafíooo; sepa Ud. don Morochito, sepaló don Tiznadito, que este mi canto ha vencido, ya ha derrotao a más de un angel. Pero sólo acepto retos por una apuesta ambiciooosa. Pregúnteme cualquier cosa, pregúnteme cualquier cooosa, sobre la vida y la ciencia, la historia y la cultuuuuura. Y si le contesto, le digooo, si le respondo bieeen digo, me llevo su alma conmigo a los abismos más escabrosos, a las nieblas pavorosas, al río del perro Cervero, al can de triple cabeeeeza, el guardián de mi Jardín, de mi Jardín del Infiernooo— se seca la frente, perlada por la transpiración, tose, resuella y me cuenta, asustada, temblorosa, con un fulgor extraño en los ojos, Rosa. Y siempre al fondo, como un telón musical difuso, se oye el canto gregoriano, y se va a nota por silaba, monocorde, el pregón del Malo.
 —Pero el brasileño payador no se le achicó— sigue mi tía:
—Por mi alma se lo acepto, por mi alma se lo aceptooo, o si no por un tintilloooo; não me apavora João Sem Terra, nem Juan Perón, nem Pindonga; no me asustan ni Juan Perón ni López Rega, que nem ao Cão eu respeito, pero seamos muy discretos, mas sejamos bem discretos, que el tema va a ser  profundo, diga de un modo sincero su pensamiento fecundo, su más oculto temor: ¿qué sabe Ud. del querer? ...o quê sabe você da dor de um amor renegado, de una pasión rechazada, de un dolor de cuernos?¿eh? ¿qué sabe?...e se não sabe, convide, amigão, y si no invite, señor, y si no lo sabe Ud. pague la vuelta ‘e ginebra, pague la vuelta pra todo o mundo, patrãoterminó el brasileño el reto, según cuenta Rosa.
—El Supay escupió fuego en el suelo, hizo una mueca de odio y cansancio, y levantó una nube azulada y hedionda con la cola puntiaguda y peluda que le asomó de pronto por debajo del sobretodo, reconociéndose vencido. Les pagó una inesperada e irrehusable vuelta de coñac en llamas a todos los estupefactos parroquianos del Tortoni y se fue, golpeando al salir las puertas del bar con tanta rabia, con tanta frustración mal contenida, que los vidrios añosos se quebraron en exactos 666 mil pedazos—.

Javier Villanueva. "Crónica de Amores y Utopías, de Héroes y demonios de la Patria", São Paulo, 2006.

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