segunda-feira, 9 de julho de 2012

La Revolución Constitucionalista de 1932


La Revolución de 1932 o Guerra Paulista fue el movimiento armado ocurrido en el Estado de São Paulo entre julio y octubre de 1932 que se proponía derrocar el gobierno provisorio de Getúlio Vargas y promulgar una nueva Constitución para el Brasil.
La guerra fue una respuesta a la Revolución de 1930, que puso fin a la autonomía de los estados logradas con la Constitución de 1891. La revolución de 1930 impidió la sucesión del gobernador de São Paulo, Júlio Prestes a la presidencia de la república –según el rito de la política del “café con leche” que permitía la alternación en el poder de mineiro y paulistas- y el derrocamiento del presidente Washington Luís, gobernador de São Paulo desde 1920 hasta 1924, poniéndole fin a la República Vieja.

Desde el punto de vista político, después de la Revolución del ‘30 que impuso a Getúlio Vargas, el Estado de São Paulo luchó para recuperar la tradicional hegemonía paulista en Brasil, perdida bajo el régimen de Getúlio Vargas, que le impuso al estado dos interventores federales.
Surgieron reivindicaciones del gobierno paulista, que pretendía la restauración de las oligarquías hegemónicas de São Paulo -el más rico y más poblado de Brasil en la década de 1930- cuyos intereses económicos y políticos eran perjudicados por la nueva situación, a pesar de que algunos interventores, como João A. Lins de Barros, habían tratado de conciliar la agricultura basada en el café con las nuevas orientaciones federales, decididas a impulsar el desarrollo de otras provincias como Rio Grande do Sul, Paraíba o el Nordeste.

Bajo la conducción del Partido Democrático Paulista de Francisco Morato, antiguo aliado de la revolución getulista, empezó un movimiento de oposición frontal al gobierno federal basado en Rio de Janeiro para que se devolviera a los paulistas la autonomía política que habían perdido a favor del gobierno central de Vargas.
Los líderes paulistas rompieron con el gobierno federal y buscaron alianzas en otros estados, pero sólo lograron la adhesión de las tropas del Sur de Mato Grosso.
Pese al magro apoyo, el 9 de julio de 1932 estalló la revolución constitucionalista de São Paulo, primero contra el interventor federal de Getúlio Vargas, el paulista Pedro de Toledo, proclamado gobernador. Nacieron batallones de voluntarios y adhirieron algunas unidades del ejército, un fuerte contingente de Mato Grosso y casi toda la fuerza pública del estado. Fueron movilizados cincuenta mil hombres comandados por el coronel Euclides de Oliveira Figueiredo y después por el general Bertoldo Klinger, bajo la jefatura del general Isidoro Dias Lopes.

São Paulo tenían los principales centros industriales de Brasil, y la pusieron al servicio de la guerra. Lanzada la sublevación, el gobierno federal envió tropas para restablecer la autoridad de Rio de Janeiro, pero chocaron con una feroz resistencia armada, una vez que el estado de São Paulo contaba con la mayor población del país.
Era un serio desafío para el gobierno de Getúlio Vargas, y las tropas federales recurrieron a la aviación militar para atacar a los rebeldes. Sólo en mediados de agosto lograron recuperar territorios del Estado para el gobierno central. Las luchas siguieron durante semanas hasta que las tropas federales recién pudieron tomar la ciudad de São Paulo a mediados del mes de setiembre.
Aún así siguió la resistencia en el interior del Estado. Recién el 4 de octubre de 1932 las últimas tropas paulistas entregaron las armas en los municipios rurales, aunque hubo combates aislados después de la rendición final. La lucha dejó 934 muertos según las cifras oficiales, pero otros cálculos estiman hasta 2.200 muertos.
Meses después de la capitulación, el gobierno federal de Getúlio Vargas, llamó a elecciones para la Asamblea Constituyente. Era un modo de pacificar el país, tomando el objetivo principal de los revolucionarios paulistas: la restauración de la constitución.
São Paulo fue ocupado militarmente de octubre de 1932 a agosto de 1933. Fueron exiliados el ex gobernador Pedro de Toledo y los líderes que participaron en la revolución.

J.V. São Paulo, 9 de julio de 2001.

Um comentário:

  1. después las cosas siguen el curso que podrían haber seguido sin la necesidad de 2200 vidas que de seguro ninguna de articuladores del conflicto, esos siempre en seguridad y abastecidos..la guerra es así..viejos hablando y jóvenes muriendo..

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