quinta-feira, 22 de novembro de 2012

Nuevas reflexiones después del cacerolazo en Argentina y las elecciones en Brasil.





Otro compañero de los años 70, también de la vieja Izquierda Socialista argentina –al que vamos a llamar “amigo 2”– me escribe y comenta la charla que tuvimos durante la semana pasada con el “amigo 1”, y que publiqué anteriormente. 
J.V.

    "En relacion a los años 60 y 70, en lo que a mí me toca, yo no estuve en la guerrilla solamente porque era medio chiquito; y aparte, los militantes de mi ciudad me convencieron para quedarme con ellos. Ahora, a la distancia, me doy cuenta que le pisamos la cola al león, no digo que haya sido de vicio, porque el sistema se lo merecía, pero sí digo que peleamos como unos boludos, porque eramos un puñado, ese animal era muy grande y las masas estaban en otra cosa.

  Jorge Zabalza (el tupamaro testarudo) dijo algo así como "entramos como a un partido de fútbol contra el estado, las tribunas estaban llenas con las masas, confiábamos que esas tribunas entraran a la cancha y los llenáramos de goles. Desgraciadamente nadie entró a la cancha, y fueron ellos los que nos llenaron a goles".
Hoy por ejemplo resulta que en Argentina, en las fábricas, los trabajadores eligen comisiones internas tremendamente combativas y clasistas, y simultáneamente elevan conducciones para los sindicatos que son totalmente conciliadoras y pro-patronales.

    Las masas se manejan con un sentido de la utilidad individualista que es espectacular. En unos momentos más, en otros menos, pero es así.
Yo me pregunto, ¿qué revolución pueden hacer esas masas?
Por supuesto que sigo pensando que el ser humano puede ser mejor. Es más, hay muy buenas personas que, sin andar con el rótulo en la frente, son en los hechos socialista, comunistas y revolucionarios.

   Hoy por hoy yo me niego a andar como un testigo de Jehová convenciendo a la gente a hacer la revolución. Tambien me niego a convertirme en un individualista con mayusculas.
Entonces ¿qué hago? trato todos los días de obtener cosas para vivir un poco mejor, y eso puedo hacerlo solo o con varios, en beneficio mío o mio y de esos varios. 
   Y creo que por ahí pasa la cosa: pensar y obrar de modo que se puede avanzar de conjunto y no pisarle la cola al león si no tenemos la seguridad de que lo vamos a hacer derrotar.
Acá, en Argentina el gobierno está haciendo muchas cosas que están por delante de lo que le da la cabeza a las masas. Pero también está haciendo muchas cosas equivocadas. Ahora bien, por esto ultimo no lo voy a voltear al gobierno,  porque tiraría por la borda todo lo positivo. 
   Por otra parte, ¿quien tomaria el poder? ¿nosotros? ¿o los reaccionarios que están combatiendo a este gobierno, no por sus errores, que por otra parte los continuarían haciendo, sino por los beneficios, que aunque sean pocos, recibimos los de abajo? 
En síntesis, para mí, todo individuo debería producir riqueza por lo que puede, y recibir riqueza por lo que necesita. (1)
En la cabeza de los individuos no está ese concepto. Al contrario, se trata de producir lo menos posible y de recibir la mayor cantidad (2).
Entonces, andar pregonando las ideas maximalistas es, por un lado, una perdida de tiempo y por otro andar buscando que te derroten.
Lo que sí se puede -y se debe hacer- es luchar por obtener una mejor vida en todos los aspectos y hacerlo colectivamente, respetando los miedos, las dudas y los tiempos de ese colectivo al que llamamos “masas”.

   Finalmente, admito que tal vez estos pensamientos tengan un monton de contradicciones. Por otra parte, no resuelven el enigma más importante que tiene la izquierda desde sus origenes –o por lo menos en mi cabeza- que es la transformacion de la conciencia para pasar de una ideologia individualista (2) a una colectivista (1). Y ahora me pregunto ¿es eso posible? ¿o será que el hombre es el lobo del hombre?

   Bueno Javier, estas son algunas reflexiones, primero desde el corazon, luego desde la cabeza.

Un abrazo, 
tu gran “amigo 2”.

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