La República de Weimar
El viejo Pedro Milesi me contaba que la abdicación del
Kaiser Guillermo II, el 9 de noviembre de 1918 marcó el fin de la
Gran Guerra y la desaparición del II Reich
alemán.
Ambos sucesos, me cuenta el viejo, desembocaron en la creación
de la República de Weimar, así denominada por la localidad en donde se la
instituyó, la misma ciudad de Goethe, Schiller, Nietzcshe y Schopenhauer.
—La
revolución empezó con el motín de los marineros de la flota de guerra en Kiel,
que se negaban a sacar los barcos al Mar del Norte para lanzarse a una última
batalla contra la escuadra inglesa como querían sus superiores— decía Pedro Milesi. —En pocos
días la rebelión se desparramó por toda Alemania y llevó a la renuncia del Kaiser.
—Esta
república y sus amplias libertades democráticas durarían unos 15 años— dice Milesi —que en su
mayor parte se dieron bajo una constante tensión económica, social y política. Y
tuvo apenas dos presidentes: Ebert, de 1918 a1925, y Hindenburg, de 1925 a1934.
—La
República se organizó sobre la base de la Constitución de 1919,
que fue proclamada en Weimar y llegó a ser una de las más progresistas de su
época. Se establecía un parlamento con dos cámaras y un régimen federal de tipo
presidencialista que le daba al presidente, elegido en sufragio universal,
poderes especiales para gobernar por decreto, en el caso de una emergencia
nacional. En los hechos, el papel del presidente era una alternativa de poder en
relación al parlamento, que no rompía con el concepto del Reich. Aún así, la constitución
creaba, por otro lado, una cantidad de libertades y derechos de carácter social
y económico que fueron un precedente al llamado “estado de bienestar”.
—Pero la
República de Weimar tuvo serias dificultades que finalmente llevaron a su
desaparición en 1933. La primera fue la frágil base política sobre la que se
fundó. Fueron los socialdemócratas, apoyados por los liberales y el centro
católico, los que impulsaron la constitución, mientras que la izquierda comunista
y otros grupos, así como la extrema derecha nazi la atacaron desde posturas
contrapuestas— agrega el viejo Milesi.
—A medida
que la situación económica y social se iba deteriorando, los liberales y
católicos le fueron retirando su apoyo a las instituciones republicanas; mientras
tanto, los nazis no dejaban de aumentar sus fuerzas de choque—.
—La otra
dificultad que encararon los gobiernos republicanos, especialmente el del
presidente Ebert, fueron las indemnizaciones que Alemania estaba obligada a
pagar a los vencedores de la
Gran Guerra , luego llamada 1ª Guerra Mundial: unos 132.000 millones de marcos-oro que deberían
ser pagados en 30 años— agrega Milesi.
—El cese
del pago de esas cantidades provocó la invasión de la cuenca del Ruhr por un
ejército combinado franco-belga. La resistencia pasiva alentada por el gobierno
alemán y el pago de sus costos por el estado generaron un proceso de
hiperinflación que llevó a una seria crisis a la economía alemana. Además de
las indemnizaciones, los más ricos territorios en yacimientos minerales y otras
áreas muy industrializadas pasaron a manos de los vencedores. Alsacia y Lorena fueron
transferidas a Francia que las había perdido en 1870 en la guerra
franco-prusiana, y una parte de Prusia
le fue entregada al recién creado estado de Polonia. Por outro lado, las colonias ultramarinas alemanas se
repartieron entre Francia, Reino Unido, Bélgica, Japón y Australia—.
—Estas
cuestiones heredadas del fin de la guerra cayeron sobre las espaldas de los primeros
gobernantes republicanos, acusados por la derecha y los militares de haber
traicionado al país, al que le habrían asestado “una puñalada en la espalda”.
—La
tercera dificultad que le pesó a la República fue su incapacidad para
granjearse un apoyo fuerte de sus ciudadanos. Su política industrialista le sacó
las simpatías de los núcleos agrícolas; y las clases medias urbanas, muy
perjudicadas por la economía de la posguerra y la crisis de 1929, también le
volvieron la espalda.
—El sector
más radical de la clase obrera, expresado por el reciente Partido Comunista –KPD-
simpatizante crítico del bolchevismo ruso, acusó a los gobiernos republicanos y a los
socialdemócratas en particular, de defender exclusivamente los intereses de la burguesia;
y se lanzó a impulsar una revolución obrera y socialista en Berlín el 1º de enero de 1919,
comandada por Rosa Luxemburgo, que no veía la situación como madura, y por Karl Liebknecht.
—El
levantamiento empezó en diciembre de 1918 durante el 1er. Congreso Soviético de
Alemania en Berlín. Los delegados de los Consejos de Trabajadores y Soldados, con
la influencia del Partido Comunista de Alemania, exigieron la destitución del
Mariscal Paul von Hindenburg como Comandante en Jefe, la disolución del ejército
regular y su sustitución por una guardia civil elegida por el de la clase
obrera.
—Enseguida,
el 1er. Congreso Soviético proclamó la huelga general y proyectó derrocar el
gobierno, aunque sin la aprobación del Partido Comunista de Alemania, que no creía
oportuno un levantamiento de obreros y soldados.
La líder comunista Rosa Luxemburgo sostenía que la situación
alemana no era como la rusa, y que con soldados desmovilizados no se podría
organizar una tropa de combatientes suficiente. Por otro lado, los bolcheviques
rusos se enfrentaban aún a la reacción zarista auspiciada por Francia y Gran Bretaña,
y no estaba en condiciones de ayudar de un modo eficiente a los comunistas
alemanes.
—Aún así,
el jefe de los Espartaquistas, Karl Liebknecht, impulsó que la Liga apoyase la revuelta de
los huelguistas y se pusiera al frente, pensando que éste sería el momento para
aplicar en Alemania el ejemplo ruso de la Revolución de Octubre y derrocar al régimen.
—La Revolución de los Espartaquistas fue duramente
reprimida por el gobierno de Ebert, quien se valió de la ayuda de antiguos
militares imperiales y de grupos de extrema derecha, los "freikorps".
El contraataque del ejército empezó el 9 de enero de 1919, comandado
por el general Walther von Lüttwitz, con el apoyo de tropas leales y con los “freikorps”
anticomunistas.
—Las batallas
de los obreros insurrectos marcaron la "Semana Sangrienta", con
grandes combates urbanos en la capital alemana— cuenta Pedro Milesi.
—Los trabajadores
de la Liga de
los espartaquistas, atrincherados en sus talleres y fábricas, no tuvieron el esperado
apoyo masivo de los soldados y de otros obreros, y no pudieron resistir el
embate de las tropas regulares y de los “freikorps”.
—El 15 de
enero ya habían aplastado el levantamiento en Berlín. Los principales líderes
de los espartaquistas, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, capturados por las tropas
ese dia, fueron asesinados de inmediato. Estos crímenes desencadenaron por todo
Alemania motines que resultaron en más de 5 mil muertos, miles de presos y el
asesinato de los líderes de la izquierda.
—Los
grandes grupos industriales y capitalistas exigieron entonces un estado fuerte,
capaz de garantizar sus intereses económicos y enfrentar a las fuerzas
sindicales y al peligro que representaban los bolcheviques espartaquistas.
—La
República se derechizó y cada vez fue más tolerante con los golpistas nazis,
permitiendo actuar con relativa impunidad a sus milicias paramilitares de las
SA y las SS.
—Finalmente,
el crack de Wall Street de 1929 y la consiguiente Gran Depresión destruyeron el
escaso prestigio que mantenía la republica. El desempleo creció en amplios
sectores de la sociedad, alcanzando los casi 8 millones de desocupados en 1931.
El 30 de enero de 1933 Hindenburg nombró canciller o jefe de
gobierno a Hitler, que poco tiempo después suprimió la democracia y dio fin a
la corta experiencia de la República de Weimar.
—¿Qué más
mató Hitler y sus hordas nazis antes de lanzarse contra los judíos y desencadenar
la 2ª gran guerra? — le pregunto al viejo Pedro, que
se levanta y trae la pava y el mate, me mira distante y dice: —El expresionismo alemán, Javier, y
no pienses que fue poca cosa.
—En torno a la experiencia de los alemanes después de la 1ª Guerra Mundial y con todas sus consecuencias, surgió el movimiento cultural más importante de Alemania de esa época: el expresionismo, cuyo campo artístico más conocido es el de la pintura, la literatura, música, arquitectura, teatro y, cine. Su principal característica es el intento de representación opuesta al naturalismo, después de la observación objetiva de los hechos y sucesos externos, haciendo énfasis en lo subjetivo— me dice Pedro Milesi, y me sorprendo con su erudición.
—Para el
expresionismo lo importante era su visión interna, que se extiende a lo que se quiere
representar, desconstruyéndolo y deformándolo, tratando de hallar su esencia.
Algunas de sus principales preocupaciones se plasmaban en críticas al
materialismo dominante en la época, a la vida urbana y en visiones
apocalípticas sobre el colapso de la civilización, a veces cargados de un profundo
contenido político revolucionario.
—En la
pintura, el expresionismo fue el movimiento de vanguardia opuesto al naturalismo
de la producción europea durante más de cuatro siglos, y que tuvo su apogeo con
el impresionismo. La deformación expresionista se daba de diversos modos, al
distorsionar la forma, el color, o el espacio con un uso no convencional de la
perspectiva— se explaya Milesi,
demostrándome, uma vez más, que los viejos anarquistas no se limitaban a saber
y opinar sobre política o sindicalismo.
—¿Sabés Javier?
había antecedentes desde finales del siglo XIX en Van Gogh, Gaugin y Munch, que
fueron las inspiraciones sobre la que trabajaron los grupos expresionistas más
importantes de Alemania: Die Brucke, de 1905 a1913, y Der Blaue Reiter, de 1911 a 1914, orientados
hacia la abstracción.
En las letras, de modo similar a la pintura, lo importante
no era la narración exacta de los hechos, sino sus significados interiores. Sus
antecedentes desde fines del siglo XIX son el alemán Franz Wedekind y el sueco
August Strindberg.
La primera obra expresionista es Der Bettler, “El mendigo” de Reinhard Sorge, escrita en 1912 y puesta en escena en 1917 por Max Reinhardt. Otros escritores fueron Georg Kaiser, Ernst Toller, y los poetas Ernst Stadler y Georg Trakl—me deja atónito con su erudición el Viejo.
La primera obra expresionista es Der Bettler, “El mendigo” de Reinhard Sorge, escrita en 1912 y puesta en escena en 1917 por Max Reinhardt. Otros escritores fueron Georg Kaiser, Ernst Toller, y los poetas Ernst Stadler y Georg Trakl—me deja atónito con su erudición el Viejo.
—Además,
la república de Weimar fue la época gloriosa de la Bauhaus de Walter Gropius
y de la arquitectura moderna, creativa y dinámica de Bruno Taut y Erich
Mendelsohn— y yo me muero de vergüenza
porque la revolución cada vez me deja menos tiempo libre para seguir con mis estúdios
en la FAU.
—¿Sabes Javi? La república representó también el auge de la fotografia de László Moholy-Nagy y August Sander, sus figuras más relevantes. Y Weimar fue la época de la expansión de la radio y el cine -“El gabinete del doctor Caligari”, “El ángel azul”, “Berlín, sinfonía de una ciudad”, etc.
—¿Sabes Javi? La república representó también el auge de la fotografia de László Moholy-Nagy y August Sander, sus figuras más relevantes. Y Weimar fue la época de la expansión de la radio y el cine -“El gabinete del doctor Caligari”, “El ángel azul”, “Berlín, sinfonía de una ciudad”, etc.
Weimar representó los años de Thomas Mann y su “La montaña mágica”, cuando Bertolt
Brecht y Kurt Weill estrenaron “La
ópera de los cuatro cuartos”, y Martin Heidegger publicó “Ser y tiempo”; Sigfried Kracauer
escribió sus ensayos, y Hannah Höch, del movimiento Dadá, creó sus fantásticos
montajes fotográficos— me apabulla Pedro Milesi
con sus vastos conocimientos.
—¿Sabías? son
también los años de la nueva mujer alemana, liberal e idealizada, que dejó una
marca en el imaginario de su época: una mujer moderna, que creía en la igualdad
de derechos y luchaba por su emancipación económica y social. Todo esto ayudó a
una cierta liberación sexual, y el alemán y la alemana descubrieron sus cuerpos
y su sexualidad, aprendiendo a disfrutar de los placeres de la vida, y horrorizando
a la moral burguesa religiosa caduca, sea católica o protestante, de los partidos
políticos más conservadores— se entusiasma Pedro y
el anarquismo libertario del viejo le sale por todos los poros.
—Pero a pesar de toda su
genialidad en lo cultural, producto de una época de amplias libertades, la
república de Weimar era muy frágil en lo político y social, enfrentándose a las
grandes dificultades
económicas de la posguerra. Pese a ser una democracia, la
república de Weimar heredó las viejas formas monárquicas, como lo era la propria
presidencia del imperio –el Reich- con todas las facultades típicas de un
emperador. Por eso, la joven república estaba condenada al fracaso cuando tuvo
que enfrentar la firma
del Tratado de Versalles. Los
tratados posteriores de Locarno, en 1925, mejoraron un poco la situación y
Alemania, un tanto más recuperada en lo económico, empezó a ser tratada de modo
más igualitario en la política internacional. En 1926, la república de Weimar
fue aceptada en la Sociedad de las Naciones, antecesora de la actual ONU. Esta
década fue particularmente brillante para la república, cuando las artes, la
ciencia y la cultura en general alcanzaron un punto altísimo.
—Por eso es
que la llegada de los nazis al poder fue una contrarrevolución brutal, que acabó
con las grandes conquistas obreras y populares de 1918 a 1919. Echando abajo
la república y su constitución -que nunca fue formalmente derogada- los nazis acabaron
con todo: suprimieron el voto universal e igualitario, las libertades poíticas,
las elecciones y cualquier forma de participación popular en las instituciones.
—Hay que recordarlo siempre, Javi, la revolución había representado más de una década de
entusiasta renovación en la política y en el mundo del arte, aunando millares
de esfuerzos para alcanzar la emancipación personal y social, de un modo
colectivo— dice el viejo Milesi, y
veo que se le cierran los ojos de cansancio.
La gente del Sitrac-Sitram ya salió de la reunión y Susana Fiorito pasa a llevárselo al viejo, que al final tiene derecho al descanso. Ochenta y tres años no son pocos, ni siquiera para un guerrero incansable como él.
La gente del Sitrac-Sitram ya salió de la reunión y Susana Fiorito pasa a llevárselo al viejo, que al final tiene derecho al descanso. Ochenta y tres años no son pocos, ni siquiera para un guerrero incansable como él.
Javier Villanueva. São Paulo, 1º de
noviembre de 2012.
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