terça-feira, 2 de julho de 2013

La vida pobre. Por Rosana Fernández

Derroteros Filosóficos



LOS AFICIONADOS BUSCAN INSPIRACIÓN; LOS DEMÁS NOS LEVANTAMOS Y NOS PONEMOS A TRABAJAR. 
PHILIP ROTH, "ELEGÍA".

Ponerse a trabajar es una buena oportunidad para pensar que la filosofía es por sobre todo una disciplina de creación, consiste en la creación de conceptos. Los conceptos se extraen de las ideas y todos podemos tener ideas aún cuando las tomemos prestadas. Es desde ideas prestadas que pretendo hilvanar algunos conceptos de Nietzsche.
La era Google, ha vuelto casi inútil a la época de las bibliotecas reales, la cita siempre se encuentra a pocos golpes de teclado, allí está Google, burlando la colección de libros y artículos sobre papel, como una amenaza a la custodia privada del saber. Después de Google, no hay erudición sino links.” Se produce un achicamiento del imaginario, un estrato cultural mundializado se desarrolla con una rapidez fulminante alimentado por Internet y el funcionamiento en red de los grandes medios de comunicación, esta monocultura agota el imaginario y los modos de vida en la superficie de la tierra.
Existe un gran agujero en medio nuestro que nos sofoca el habla y absorbe las voces que vienen de los otros. Este agujero se amplía como el de ozono y va comiéndose el cielo. Como si poco a poco nos comiese el cuerpo. Pareciera que así la vida se empobrece. Primero, las palabras. Algunas para comenzar, después muchas, en un inmenso torrente desaparecen del vocabulario. Con las palabras se desvanecen también las ideas, las sensaciones, los sentimientos. ¿Será que ya no necesito expresarme, que todo me expresa, y mucho mejor de lo que yo podría hacerlo?. Entonces, me planteo ¿quién soy yo para pretender expresar mis emociones, más fuertes que todas aquellas de las que soy capaz? Por eso me callo. En Google están todas las respuestas. Allí está Google: Por eso me callo.
“Y Zaratustra habló así al pueblo: Yo les enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué han hecho para superarlo? Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de sí mismos: ¿y quieren ser ustedes el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal más bien que superar al hombre?” 
Nietzsche, En Así habló Zaratustra, intenta “devolver a la existencia el carácter de la libertad, de la soltura, y, con ello, de la osadía; arrojar las cargas opresoras que, en forma de Dios, moral y más allá estrechan, refrenan y determinan al hombre desde fuera; ganar para la libertad humana un nuevo campo donde ésta pueda desarrollarse, en que se organice enteramente de nuevo y donde pueda disponerse a hacer nuevos ensayos vitales”. 
Para Zaratustra/Nietzsche el hombre tiene imagen bifronte: se trata del superhombre y del último hombre. Zaratustra esboza la imagen del superhombre en la plaza ante la muchedumbre de “últimos hombres”, quienes “han perdido todo idealismo, toda fuerza para trascenderse a sí mismo, que ya no se atreve a nada” , agotado el imaginario, empobrecida la vida, callan. “El ultimo hombre es el hombre del nihilismo pasivo, que no cree ya en nada, en el que se ha consumido y extinguido la potencia creadora del ser humano, que no hace otra cosa que vegetar.” Los valores tradicionales someten a las personas a un estado de resignación y conformismo hacia todo lo que sucede a su alrededor. Esos valores tienen que desaparecer para que aparezcan otros nuevos. El Superhombre (Übermensch) es una persona capaz de generar su propio sistema de valores identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder. El hombre débil y sufriente que no puede superar por sí mismo su dolor busca consuelo en el más allá. En esto se apoyan las creencias en Dios, la Moral y la Metafísica. Nietzsche habla de la "muerte de Dios". Pero advierte sobre el "último hombre", que es aquel que se conforma con lo superficial, que no se conmueve ni por la "muerte de Dios". A este tipo de hombre Nietzsche lo considera despreciable. Con la formula “Dios a ha muerto”, Nietzsche propone una liberación. Dios ha muerto es una proposición pluralista ya que al morir Dios son varias las muertes que se producen. Por ejemplo, muere lo sobre-humano como una ilusión humana. Es decir, Nietzsche pretende producir una liberación al desenmascarar al idealismo sacando a la luz la mentira de la metafísica; esa vieja cosa que aloja en sí milenios de prejuicios y de engaños que ha organizado la vida de los hombres durante siglos. La idea de Dios expresa una voluntad de nada que acciona la depreciación de la vida: “Si se sitúa el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el “más allá”-en la nada-, se despoja la vida de gravedad.” (Nietzsche, F.: El Anticristo; 43.) Liberarse es percibir el carácter riesgoso de la existencia. Hacernos cargo del azar y no seguir temblando de miedo bajo esa sombra de Dios. La vida es experimento. Con la muerte de Dios Nietzsche intenta liberarse de la metafísica y con ella de la idea de un mundo suprasensible, mundo de las ideas que aplasta y anonada al hombre coartando su libertad de experimentar, la libertad de la vida, voluntad de poder superarse. Nietzsche defiende el coraje de actuar y de pensar, para ello debe abatir a martillazos lo que denomina espíritu y que tiende a impedir la experiencia. Nos estimula a "Vivir peligrosamente. Esa es la consigna que guía al filósofo experimental. Endeble en su desprotección, el filósofo experimental sabrá sin embargo procurarse antídotos adecuados; estilo y temples de ánimo elevados lo mantendrán en su camino.. En lo colectivo y en lo personal, hay que tener el coraje de hacer experiencias, buscar caminos de autoafirmación. Darnos cuenta de que estamos a la intemperie y no buscar que ningún otro resuelva los problemas. Estamos solos y tenemos que construirnos”. 
Vivir y pensar como puercos de Gilles Châtelet, es el título de uno de los textos más virulentos sobre las condiciones de vida contemporáneas. Allí Châtelet dice que la Mano invisible del Dios Mercado hace de todos nosotros ganado cibernético que pasta mansamente entre los servicios y mercancías ofrecidas. Asistimos con un extraño deleite a la fluidificación total, desde las condiciones de contratación y de trabajo hasta las relaciones conyugales. Terminamos admirándonos con la volatilización final, no sólo del capital, de los servicios, del trabajo sino hasta del hombre. El hombre fluido, el trabajo flexible, el capital volátil. El resultado es una extraordinaria operación de anestesia social, fundada en la unidad atómica indispensable, el hombre medio estadístico, el consumidor ideal, de bienes y servicios, de entretenimiento, de política, de información, el ciber-zombie. El hombre medio es el resultado de esa fabulosa ingeniería social: he aquí nuestro encuentro con la modernidad, la capitulación elegante ante los dictámenes de la Mano invisible, el contra ataque planetario de los imbéciles. Esto nos ha despojado del poder de cantar, tartamudear, llorar o sentir. Privados del canto, de las palabras, del cuerpo, de la vida, vivimos la pauperización de la experiencia. La vida es una prisión cuando no la construimos y cuando el tiempo de la vida no es aprehendido libremente. Entonces, vivimos aprisionados, prisioneros, a cielo abierto. se debe a la manera en que el capitalismo actual invadió las esferas más privadas e íntimas de la vida humana, desde la fe hasta el cuerpo biológico. Para el capital no existe más exterior.
El leitmotiv de las modernas sociedades de consumo se basa en la multiplicación de los deseos, lograr que muchos se interesen por algo que no necesitan, pero que no obstante anhelan. Entonces, para vender, tanto sirve comprender los deseos de los potenciales clientes y satisfacerlos, como promover como deseables cosas que hasta entonces no lo eran para nadie. La manera de vivir individual es un fractal del mundo capitalístico. Esta es una puerca forma de vida. Rechazar esta forma de vivir, no a mí mismo ni al otro ya que me empantanaría en el resentimiento, rechazar esta manera de vivir hasta la raíz mediante el odio, como propone Santiago López Petit , permite diferenciar la manera que queremos vivir. Al rechazar un estilo de vida que no quiero inauguro la posibilidad de otro mundo posible. Posibilidad que esta realidad, por estar tan identificada con el capitalismo al punto de coincidir con él, no permite pensar. La realidad está cerrada porque el mundo es enteramente capitalista: rechazar la realidad nos permite pensarla. Desear es producir, es producción de lo real: “todo cuanto quiero puedo, aunque quiera lo imposible” (Cervantes, Don Quijote). En lo real todo es posible, todo se vuelve posible. La realidad tal cual la vivimos es, de alguna manera, orquestada con unos determinados fines de explotación. Atacar la realidad, rechazando esta manera de vivir nos abre la posibilidad de imaginar otra manera de vivir. Producir subjetividad es crear imágenes de otra manera de vivir. Poder imaginar otra forma de vivir es el comienzo para llevar a cabo esa transformación. Donde hay gozo hay creación: cuanto más rica es la creación, más profundo es el gozo. Aventurarse a ir más allá del último hombre generando otro sistema de valores identificando como bueno todo lo que procede de nuestro deseo, de nuestra su genuina voluntad de poder. Así, La voluntad de poder es hacerse a uno mismo.

Rosana Fernández.
http://www.derroterosfilosoficos.blogspot.com.ar/2010_03_01_archive.html

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