Las empanadas de Juana
Manuela, el puchero limeño, y Antonio Conselheiro en Canudos.
¿Alguien sabe cómo se preparaban los manjares en el siglo XIX? ¿Y qué
ingredientes usaban los cocineros en sus recetas?
Bueno, para quién no lo sepa, les cuento que todo, o casi todo, se puede
consultar en las recetas de la "Cocina Ecléctica" de la
argentina Juana Manuela Gorriti.
Y la historia de la empanada salteña –que en Brasil muchos piensan que
se trata de sinónimos, en que empanada se equivale a salteña-
nace con una mujer que, aparte de ser una experta cocinera, también fue la
primera escritora argentina e impulsora de las letras femeninas
hispanoamericanas.
Juana Manuela Gorriti, que fue poetisa y novelista en la provincia
norteña argentina de Salta a finales del siglo XIX, tuvo que huir a Bolivia por
motivos políticos. Y ya en su exilio en el nuevo país, en los primeros años,
para escaparle a la pobreza, se las arreglaba haciendo empanadas. Es
por eso que, en honor a la famosa norteña argentina, los bolivianos llaman
"salteñas" a las empanadas. Un nombre que también se trasladó
al Brasil como sinónimo de la empanada argentina.
La historia llena de política, literatura y culinaria de Juana Manuela
empieza durante la guerra civil argentina; su padre, el general José Ignacio
Gorriti, participó en las guerras por la independencia y fue varias veces
gobernador de Salta. Más tarde peleó en el bando de los unitarios y cuando
estos fueron derrotados por el federalista Juan Facundo Quiroga, en 1831, dejó
el país hacia el norte y sufrió la confiscación de todos sus bienes.
Dos años más tarde se casó con Manuel Belzú –caudillo político y futuro
presidente de Bolivia– con quien tuvo dos hijas.
Después de vivir varios años en Bolivia, se trasladó a Arequipa, en
Perú, en 1845, ya que la actividad política de Belzú la llevó nuevamente al
exilio. Después de separarse del marido boliviano –en realidad él la abandonó cuando ella
se iniciaba en la vida literária- se
refugió en Arequipa primero. Allí Juana Manuela fue una gran animadora de la
vida social local, hasta que finalmente llegó a la capital, Lima, en el año de
1848.
En 1877 Juana Manuela Gorriti volvió a Buenos Aires para cobrar
una pensión vitalicia, lo que más tarde la obligaría a quedarse allí hasta el
día de su muerte, en 1892. Sus cuentos y novelas fueron publicados en
Chile, Colombia, Venezuela y Argentina, y después de la caída de Rosas, también
en Madrid y París. En Buenos Aires se dedicó a recopilar e imprimir su producción
literaria y a escribir relatos autobiográficos, como el texto “Lo íntimo”,
editado luego de su muerte.
En 1881, después de
permanecer en Chincha durante la Guerra del Pacífico con su amiga Mercedes
Cabello de Carbonera, se instaló definitivamente en Buenos Aires y solo regresó
al Perú en 1884, de visita.
En su segundo exilio, ya
en Perú, Juana Manuela fue la madre intelectual, maestra y amiga de las
escritoras nativas que se lanzaban en las letras y con quienes dialogó en su
salón literario, que era el más prestigioso de toda Hispanoamérica. Fue en ese
espacio donde las escritoras cuestionaron todos los asuntos relacionados con la
formación de sus jóvenes naciones, la situación de la mujer, la
familia y el matrimonio, la educación, y su propia ubicación en el mundo
intelectual.
La producción literaria
de Juana Manuela Gorriti abarca un amplísimo espacio en la cultura del siglo
XIX hispanoamericano, que va desde el momento más fuerte del romanticismo hasta
el positivismo de fin de siglo.
Desde sus primeras
leyendas románticas hasta la publicación de su “Cocina ecléctica”, en
1890, pasando por los diversos temas polémicos de sus clubes literarios, la
obra de Juana Manuela Gorriti está preñada de un discurso americanista que
también está muy presente en su último proyecto: el del libro de cocina.
En realidad, siendo
demasiado romántica para ser estéticamente una vanguardista, era por el otro
lado excesivamente emancipada y feminista para resultar una tradicionalista.
Por eso sus críticos dicen que Juana Manuela Gorriti recorre a lo largo de sus
textos todos los perfiles posible de la mujer que idealiza para las demás, pero
no para sí misma.
Juana Manuela, por otro lado, se relacionó muy íntimamente con la
historia de la culinaria de Bolivia, Perú y Argentina, y con toda la
gastronomía latinoamericana, una vez que, junto a otras poetisas de América,
decidió producir el famoso libro "La cocina ecléctica" en el
que se recopilan recetas de ciento setenta y cinco mujeres; y está también ahí
la receta de las famosas empanadas salteñas.
Muchas de las autoras de las recetas publicadas en "La cocina
ecléctica" son las escritoras y educadoras que participaron en sus
veladas literarias de Lima; mientras que otras de ellas están directamente
vinculadas con los intelectuales y los estadistas peruanos, o con los invitados
hispanoamericanos que fueron sus colaboradores asiduos en las tertulias
semanales; además, claro, de sus amigas y parientes bolivianas y argentinas.
Y acá surge, también, una de las anécdotas más curiosas de la historia
editorial del final del siglo XIX.
Ocurre que, en el proceso de edición de su obra, recopilando y
organizando las fichas enviadas por centenas de escritoras de todos los países
de América, cada una con sus recetas, Juana Manuela hizo un descubrimiento
hasta hace poco tiempo desconocido.
Veamos entonces, y empecemos leyendo:
“La OLLA o PUCHERO LIMEÑO
Este plato, con diferencia en el nombre, es en todos los países de
nuestra raza indoamericana, la base de las diversas comidas locales;
indispensable en el menú cotidiano, la olla, puchero o bouillier,
es el patriarca de las mesas de familia.
En Lima, las mujeres, tan entendidas en el arte de guisar, dan a este
plato un sabor exquisito, confeccionándolo de esta manera:
Escójase un trozo de carne de vaca de la parte del pecho. Tómense cuatro
patas de puerco blanco, bien limpias de pelo, raspadas con un cuchillo, y
lavadas, así como la carne, en agua tibia, ligeramente saturada de vinagre, y
póngase junto con un trozo de lengua salada de vaca, previamente lavada y
remojada en agua caliente, póngase, se ha dicho, a cocer con buena cantidad de
agua, en un fuego vivo. Uma quarta expedição de cinco mil homens, comandados pelos
generais Artur Oscar, João da Silva Barbosa e Cláudio Savaget, é enviada pelo
sul. As tropas dividem-se em duas colunas. A primeira é cercada pelos jagunços
no Morro da Favela e tem de se socorrer da segunda coluna que, vitoriosa em
Cocorobó, havia mudado de estratégia, dividindo-se em pequenos batalhões. As
duas colunas tentam um ataque maciço. Conseguem tomar boa parte do arraial, mas
os soldados mal resistem à fome e à sede.
Espúmesele cuidadosamente, después de lo cual, échese a cocer con ello
un trozo de tocino, fresco o salado, y un manojo de hierbas olorosas, compuesto
de perejil, hierba buena, o toronjil, albahaca, romero y laurel, atado con un
hilo, en torno a una cabeza de cebolla con sus hojas verdes.
Añádase un repollo, bien lavado y ligado en cuatro vueltas con un hilo
de pita, para impedir que en el hervor se deshaga, y un diente de ajo tostado y
granos de pimienta. Se cubre la superficie de la olla con una capa de hojas de
repollo; y teniendo cuidado de ponerle muy poca sal, a causa de la lengua
salada, se tapa la olla y se le da un hervor de tres horas en un fuego vivo;
después de lo cual se le retira del fuego para extraerle la mitad del caldo y
poner una salchicha y un relleno o morcilla no ahumadas. Entonces se le pone el
aderezo, que se confecciona de la manera siguiente:
Se muelen separadamente en el mortero, dos puñados de garbanzos con un
diente de ajo tostado, un tomate ídem y perejil, grasa de la carne, pimentón y
cuatro hojas de repollo: las que se han cocido en la superficie de la olla.
Cuando todo esto esté bien molido, se mezcla; se le añade media
cucharada -cucharadita- de pimienta; otras id. id. de sal y de cominos; tres
cucharadas -cucharada de sopa- de vinagre y aceite, con un poco, muy poco, de
caldo, del extraído de la olla. Se bate ligeramente y se vierte sobre el
cocido, volviendo a cubrirlo con hojas de repollo, para volver a cocerse, y
ahora a fuego lento, bien cubierto con ajustada tapadera.
Sobre la nueva capa de hojas de repollo, se pondrán a cocer al vapor,
las patatas, batatas, y frutas que servirán de relieve a la olla limeña -que
allá llámase puchero, y que con más o menos añadidos y quitados, es la olla
podrida de la madre patria”.
Autora: Carmen Gorriti de Montes, de Buenos Aires.
O veamos entonces:
“El ESTOFADO AREQUIPEÑO
Este plato es obligado en nuestros días de repiques; pues que puede
figurar con honor entre los primores del más espléndido menú.
Se elige un trozo de lo mejor de la vaca; uno de rabadilla de cordero;
media gallina, una lonja de tocino y un chorizo. Todo esto se corta en grandes
trozos y se acomoda en la olla. Se le añaden cabezas de cebolla partidas en
dos, una rama de perejil, un puñado de garbanzos remojados, un gran trozo de
mantequilla, dos dientes de ajo, pimienta molida y entera, una onza de
chocolate, una botella de vino tinto abocado, media de agua, seis cucharadas de
buen vinagre, la sal en muy poca cantidad, en razón del largo hervor, y un poco
de cominos, muy poco. A segunda expedição. Quinhentos homens, comandados pelo major
Febrônio de Brito e organizados em colunas maciças, são emboscados pelos
jagunços em terrenos acidentados, no Morro do Cambaio e em Tabuleirinhos.
Destacam-se os “bandidos” João Grande e Pajeú, este último considerado por
Euclides verdadeiro gênio militar. Reduzidas a cem homens, as tropas do governo
decidem voltar.
A terceira expedição, com
mil e trezentos homens, comandados pelo coronel Moreira César, armados com
canhões Krupp — recém-importados da Alemanha —, sem planos definidos, partiu em
fevereiro de 1897, atacando de frente, do Morro da Favela, o arraial de
Canudos. Os jagunços, protegidos pela irregularidade do relevo, buscavam o
corpo-a-corpo e desorganizaram as tropas, que na retirada desastrosa deixaram para
trás armas, munições, os canhões Krupp e o próprio general Moreira César, morto
após ter sido ferido em combate.
Se tapa muy bien la olla y se la pone a hervir a fuego lento durante
cuatro horas, sin destaparla, y sólo sacudiéndola de rato en rato, para que no
se pegue en el fondo. Cuando al cabo de este tiempo, se la destapa ya, para
servir, exhala un perfume delicioso, que despierta el más muerto apetito”.
Autora: Beatriz
Lloza, de Arequipa.
Y, como si lo anterior
fuera poco, veamos esto todavía:
“La CARAPULCA a la VALLE de CHACALTANA
Se cocina en agua una libra de papa seca ligeramente tostada y molida.
Aparte se cocina media libra de carne de chancho bien gorda. Después que todo
esté bien cocido se adereza de la manera siguiente:
En media libra de grasa de chancho hirviendo se echan dos cebollas
grandes bien picadas, dos tomates cortados chico, un diente de ajo y diez ajíes
molidos; si no hay ají, póngasele una cucharadita de pimentón y sal al paladar.
Cuando esté bien cocida esta salsa se le echa la papa seca ya cocida y la carne
de chancho cortada en pedazos; todo junto, hágasele hervir un rato, y antes de
retirar la olla del fuego, agréguesele media libra de maní tostado, muy molido
y desleído en un pocillo del caldo de chancho.
En Lima se usa para este exquisito plato de nuestra cocina nacional,
como lo dice la receta anterior, la papa seca; pero como en Buenos Aires se
carece de este ingrediente, súplelo la castaña que le da casi el mismo
sabor. As
autoridades de Juazeiro se recusam a mandar a madeira que Antônio Conselheiro
adquirira para cobrir a igreja de Canudos; os jagunços, então, pretendiam tomar
à força o que haviam comprado e deixado pago. Avisado das intenções dos homens
de Conselheiro, o governo do Estado manda que em Juazeiro se organize uma força
que elimine o foco de banditismo.
A primeira expedição
composta por cem homens, comandados pelo tenente Pires Peneira, é surpreendida
e derrotada pelos jagunços no povoado de Uauá.
A este plato se le agrega, si se quiere, carne de ave, como pavo,
gallina o pichones, y rosquitas de manteca ralladas”.
Autora: Josefina del Valle de Chacaltana, de Buenos Aires.
Como terminamos de ver, Juana Manuela Gorriti, en sus funciones de
editora del enorme conjunto de fichas con recetas llegadas de toda América
Latina se reparó entonces con este misterio: en medio del fichero,
cuidadosamente separadas en tarjetas perforadas, había tres textos en otro
idioma. La suegra de Juana Manuela, que era gallega, la ayudó a resolver el
enigma:
-Esas frases que no entendiste, porque no tienen nada que ver con las
recetas, están escritas en gallego; o en portugués, que es el idioma que hablan
en Brasil, y el asunto del que tratan es sobre una guerra- le dijo su suegra,
misteriosa, y no agregó ni una palabra más.
Pasaron más de cinco años, y casi al final del largo proceso de
recepción de las cartas enviadas desde diversas capitales de América, selección
de las recetas, corrección de errores y edición final de los textos, Juana
Manuela publicó por fin su “Cocina ecléctica” en 1890, recopilando
las recetas culinarias que le llegaban de sus amigas de diversos lugares de
Hispanoamérica para su publicación.
Este último ejercicio comunitario que Gorriti organizó muestra su
interés por representar toda la diversidad panamericana y de forjar la
participación de la mujer en el ámbito cultural; gesto que iniciara a su
llegada al Perú con sus tareas como escritora y salonnière. Gorriti
fue una de las intelectuales más activas e importantes de su época ya que fue
la que dio mayor empuje a la participación de la mujer en el terreno de la
cultura literaria a lo largo de una vida agitada de interminables viajes entre
Lima y La Paz, Salta y Buenos Aires.
Se estableció en el Perú -primero en Arequipa y luego en Lima- en donde
vivió por un período de más de treinta años. Durante su larga estadía en el
Perú, Juana Manuela Gorriti empezó su carrera intelectual y de escritora
publicando leyendas sentimentales y textos de temas variados en revistas,
justamente en la época en la que los políticos, intelectuales y estadistas
peruanos forjaban sus proyectos nacionales para organizar la joven república
bajo la dirección de Ramón Castilla en los años de 1845 a 1851 y luego desde
1855 a 1864.
En 1860, Juana Manuela ya había logrado una gran reputación en el mundo
intelectual limeño con la publicación por entregas en 1851 de su leyenda
peruana “La quena”. Sobre esta obra, que ya había sido lanzada en
Argentina en 1848 y con cuya publicación se inicia la historia
de la novela argentina. La versión peruana
por entregas fue en elFolletín del diario El Comercio;
pero también eran ya conocidas y celebradas sus publicaciones en La
Revista de Lima y La Revista de Buenos Aires; con la
fundación de tres importantes revistas semanales dirigidas a mujeres –El
Albúm, en 1874, con Carolina Freire de Jaimes, La Alborada, en
1874 a 75, y La Alborada del Plata, en 1877 y 80– y, finalmente,
con su famoso salón literario, desde 1876 a 77.
La obra de Juana Manuela Juana Manuela inicia una larga saga de
exaltación de los alimentos y de otros objetos cotidianos, como las de Pablo
Neruda en sus “Odas elementales”; el “Manifesto Antropófago” de
Oswald de Andrade; el valor que Gilberto Freyre le da a la cocina del nordeste
brasileño en su “Manifesto Regionalista”; la imagen culinaria de un
ajiaco caribeño que Fernando Ortiz utiliza para explicar su “transculturación”;
o las “naranjas y manzanas” filosóficas de Clarice Lispector y Afrodita,
el libro de recetas afrodisiacas de Isabel Allende; y las novelas “Como agua
para chocolate” también en entregas mensuales, con recetas, amores y
remedios caseros e íntimas suculencias, el tratado filosófico y romántico de
cocina de Laura Esquivel.
Exactamente igual que
ahora, en aquella Salta de fines del siglo XIX, se hacían concursos de
empanadas en los que se ponía a prueba el sabor, la técnica y la estética. Hoy
hay jurados que prueban las empanadas para elegir la mejor.
Y en los años de doña
Gorriti, igual que hoy, unas frente a otras, las empanaderas simbaban –para
sellar trenzando los bordes del disco de la masa- sin parar un instante de
hablar. El movimiento rítmico de los dedos y los lábios, siempre es al
uníssono, y puede llegar a compararse al arabesco que van bordando sus dedos
ágiles con las sonrisas que les iluminan los rostros morenos. Adentro de la
masa, como en un pequeño cofre polvoroso, quedan las porciones de una trilogía
de sabor, color y aroma, que no son ajenas al calor de los hornos de barro, y
que combinan con la sensibilidad perfecta del olfato de Juana ante la leña
quemándose; es madera de la tusca, aquel arbusto espinoso, con una linda flor
amarilla en forma de borlitas, olorosa y juguetona.
Juana Gorriti recordaba
los concursos de empanadas em Salta y les pedía a sus amigas escritoras que le
enviasen sus recetas favoritas para publicarlas en un libro de cocina. Un
proyecto que sería recogido con gran ilusión y entusiasmo por múltiples
contribuyentes en toda América y más allá del océano. Ciento setenta y siete
mujeres, aproximadamente, enviarían doscientas cuarenta y cuatro recetas, en
muchos casos comentadas detalladamente, desde Salta, La Paz, Cochabamba, Oruro,
Santiago, Limache, Cusco, Arequipa, Lima, Tacna, Tarma, Buenos Aires, Córdoba,
Rosario, Metán, Mendoza, Tucumán, Santa Fe, Flores, La Plata, Montevideo,
México, Bogotá, París, Sevilla, La Rioja, San Sebastián, Anvers, Dublin y Nueva
York.
Es en este intercambio
cultural tan vasto –en el que las amigas le mandan el material y ella lo
publica como compiladora- que doña Gorriti se encarga de escribir el prólogo y
de abrir algunas de las secciones del libro de recetas de cocina con notas
explicativas.
En el prólogo, Gorriti
pesa la importancia de su proyecto, que va convergiendo estratégicamente en dos
vocaciones creativas pero que en su época se consideraban dispares en la mujer:
la escritura como espacio masculino, y la cocina, como un espacio
exclusivamente femenino. En este contexto cabe mencionar la letrilla “Mujer
escritora”, que publicara Mercedes Cabello en 1877 en “El almanaque de
la broma” –una colección de poemas, cuentos y otras encrucijadas de
tono irónico.
En esta letrilla Cabello
critica con gran humor la ideología dominante de la sociedad moderna frente a
la nueva intelectual:
“Lo digo y repito y juro
que nunca
tendré por esposa mujer
escritora.
¿Qué sirven mujeres que
en vez de cuidarnos
la ropa y la mesa, nos
hablan de Byron,
del Dante y Petrarca,
cual si esos señores,
lecciones les dieran del
modo que deben
zurcir calcetines o hacer
un guisado?
Lo juro, no quiero mujer
escritora.
Mujer literata, por mucho
que sepa
es plaga maldita”.
En esta letrilla la amiga
de doña Gorriti, Cabello de Carbonera, evidencia “el temor que abrigaban muchos
hombres a que las mujeres pensasen y fueran capaces de abordar actividades
distintas a aquéllas que no fueran las domésticas o las relacionadas con las
del hogar”. Sin embargo, y a pesar de las presiones que la sociedad imponía en
la “mujer escritora” –tratando que se limitara a ejercer atividades solo en el
territorio considerado propio de la mujer– no dejaría ni de escribir ni de
criticar a las instituciones y leyes de una sociedad patriarcal, machista
represiva y violenta.
En su receta “Sopa
Teóloga” Matto perfila ciertos rasgos de su tan comentado anticlericalismo,
con el que criticaba la ignorancia y la corrupción de los representantes de la
iglesia católica. Vale la pena citarla a Matto:
“Allá va, para figurar en
la anunciada “Cocina ecléctica”, la más rica y sustanciosa confección que haya
salido de manos de cocinero. Parte integrante de las suntuosas comilonas con
que los Padres Agustinos, de Lima, festejaban a los huéspedes invitados a sus
conferencias teológicas, ha tomado el nombre de éstas […]. Este nutritivo
alimento, en el que la fracción líquida es tan fortificante, robustecería el
cerebro de aquellos ínclitos varones, para investigar las nebulosas de esa
ciencia –de nombre tan santo, y sin embargo tan vana– y revolotear, cual
moscardones, sin comprenderla, en torno de la eterna luz: –Dios.– Entre tanto,
ruégote que hagas uso, tú de este poderoso agente de vida, para que pueda,
conmigo, volver á verte esta Lima que te ama y te echa de menos".
Continuará
JV, São Paulo, 19 de
julio de 2013.
Nota bibiográfica:
Los orígenes más antiguos y los resultados de la culinaria peruana moderna. Algo que las autoras y la editora de "Cocina Ecléctica" no podían saber en su tiempo:
Los reinos aimarás o reinos lacustres fueron un conjunto de pueblos nativos que florecieron después de la caída de la cultura Tiahuanaco, entre los años 1200 y 1438, y se ubicaron en el Altiplano andino. Se desarrollaron hasta ser conquistados por los Incas. Los reinos desaparecieron, pero la población aimara actual, descendiente de estas poblaciones, es de dos millones de habitantes de Bolivia, Perú, Chile y Argentina. Usaron la lengua aimara y puquina.
La civilización Aimara nació en la meseta del Collao, al sudeste
del Perú, a orillas del Lago Titicaca, en los actuales departamentos de Puno en
el Perú y La Paz en Bolivia, y se extendieron a los actuales departamentos peruanos
de Cusco, Arequipa, Moquegua, Tacna. En Bolivia ocupan Oruro, Potosi, Chuquisaca
(Sucre). En Chile, Tarapacá, Arica, Atacama. Y en Argentina, las provincias de
Jujuy y Salta.
Tres etnias llegaron hasta la Comarca de Lima: los Collas, los
Huallas y los Huanchos.
Durante la época prehispánica estos pueblos no eran conocidos
como aimaras o aymaras, y se llamaban por el nombre de sus propias comunidades.
Los cronistas europeos los denominaron aimarás, pero esto no fue de inmediato y
hay crónicas en las que se distingue cada grupo étnico de habla Aimara.
Los Incas y su imperio
La civilización del Imperio inca llamó “Tambo” -de la lengua quechua
“Tanpu”- a los albergues y a los centros de almacenamiento que se repartían cada
20 o 30 kilómetros a lo largo del Camino del Inca. Estaban pensados para una
jornada de camino a pie, y su principal función era albergar a los chasquis que
actuaban como emisarios del império. Ellos llevaban las enmiendas de
gobernadores y recorrían los caminos de punta a punta mediante una red única de
vias terrestres. No se sabe si se albergaban otros hombres comunes, pero además
de servir de refugio, los tambos eran centros de colecta de alimentos, lana,
leña u otros materiales básicos para el abrigo del frio y la alimentación. De
este modo, durante las estaciones de penurias climáticas o desastres naturales,
los tambos alimentaban y proveían de algunos materiales a la población de las
aldeas más cercanas.
La agricultura era la principal fuente de alimentación de los
Incas, por eso, la administración del Imperio incaico estableció estos lugares
como una bodega donde se guardaba alimento para casos de emergencia, asegurando
así el buen vivir de la población.
La alimentación del peruano hoy:
La literatura especializada em gastronomia cuenta hoy en el
Perú unos 491 platos típicos.
¿Cómo se há llegado a este número fantástico?
Es que la cocina peruana nace de la fusión inicial de la
tradición culinaria del viejo Perú, con sus técnicas y potajes, y la cocina
española, fuertemente influenciada por 762 años de presencia morisca en la
Península Ibérica y con importante aporte de la culinaria traída de la costa
atlántica africana por los esclavos negros. Más tarde, este mestizaje fue
influenciado por los usos y costumbres de los chefs franceses que huyeron de la
revolución en su país y se establecieron en Lima, la capital del virreinato del
Perú. Muy importante también fue la influencia de las inmigraciones del siglo
XIX, com los chinos cantoneses, japoneses e italianos, además de otros orígenes
europeos.
Una enorme variedad de ingredientes. Veamos solo los
principales de la culinaria peruana.
La variedad de ingredientes que existe en Perú, sean nativas
como las que llegaron de otros territórios, permitió la evolución de una
culinaria diversa, donde coexisten fuertes tradiciones regionales y una
permanente recreación de platos. Perú es el centro genético más grande del
mundo y muchos ingredientes de origen ancestral son usados en su cocina:
Papa, conocida en España como patata,
tiene más de 2500 variedades registradas como nativas de la región andina
peruana. El centro mundial de investigaciones y conservación del germoplasma de
la papa en todo el mundo (CIP) tiene su sede en Lima y desde allí se siguen
registrando nuevas variedades de este tubérculo.
Camote, 150 variedades.9
Ají, originario de México y del Perú,
difundido por todo el mundo por los navegantes españoles y portugueses, por su
valor vitamínico que los protegía del escorbuto. Las variedades más usadas en
todo el mundo se derivan de México y América Central. Los ajíes peruanos son desconocidos
fuera de la región andina de América del Sur. El ají amarillo se cultiva casi
únicamente en el Perú.
Tomate. El origen del tomate es el actual
territorio del Perú, aunque tuvo una domesticación paralela en México, en donde
tomó su nombre.
Entre las frutas, encontramos más de 500 especies originarias
del actual Perú.
Chirimoya, de origen peruano, es una fruta de
cáscara verde y una pulpa blanca jugosa, de aroma peculiar y sabor dulce.
Lúcuma es también con la chirimoya, una de
las frutas más extraordinarias del Perú, con un sabor y aroma muy intensos y ha
sido desde siempre la base de numerosos dulces y refrescos.
Achiote, semilla de un fruto original del
Perú y Centroamérica, tiene un tinte color rojizo que se usa como saborizante
de comidas y como tintura natural de cosméticos en todo el mundo.
Pescado, dos mil especies de pescados,
marinos, lacustres y de rios.
El tarwi (o “chochos”),
vegetal muy alto en proteínas.
El maíz (35
ecotipos), compartiendo el origen con toda América Central, llegó a Europa
primitivamente como suplemento para la alimentación del ganado y luego de
diversas formas y modos se hizo indispensable en las mesas del mundo. Las
variedades utilizadas en Europa y la mayor parte del mundo, sin embargo, son de
Centroamérica. El maíz del Perú de granos muy grandes es componente de
numerosos platos tradicionales, además una variedad: el maíz morado, es único
en el mundo.
Como apareceu uma tripa no meio da receira do puchero limeño?
ResponderExcluirEl Puchero.
ResponderExcluirEl puchero es, respecto al arte culinario, lo que es, respecto a la literatura, una antología; hay un poco de todo y de lo mejor. Una buena tajada de vaca hervida, con tripa y todo, forma como el núcleo del plato; alrededor una ala de pollo, un pedazo de chorizo (el chorizo con prodigalidad); hierbas y pernil; encima, debajo y en todos los intersticios, garbanzos... Éste es el puchero usual; pero cada familia lo modifica según la bolsa: el pobre se contenta con la carne y los garbanzos; el señor le añade cien bocadillos exquisitos. En realidad es más bien una comida que un plato.
Extracto de la obra de Gómez Suárez de Figueroa, "El Indio Garcilaso de la Vega", Cuzco 1539, Córdoba 1616.-
Pues en Colombia algo parecido al puchero pero con el caldo, es el sancocho, que segun las diversas regiones, se hace con carne de res, cerdo, pescado o pollo. Había leído sobre Juana Manuela en el libro "Mujeres tenian que ser" de Pigna, pero tu versión me pareció más sabrosa. Abrazo
ResponderExcluirGracias por leerlo, amigo y cumpa.
ResponderExcluir