Guerra del Chaco. 2ª parte
Vea la 1ª parte:
Los antecedentes del conflicto:
La guerra entre Paraguay y Bolivia por el control del Chaco
Boreal se desarrolló desde el 9 de septiembre de 1932 hasta el 12 de junio de
1935. Fue la guerra más larga y sangrienta en América del Sur durante el siglo
XX. Bolivia movilizó, en los 3 años de duración, más de 250 mil combatientes y
Paraguay 120 mil, que se enfrentaron en batallas en los que hubo 60 mil
bolivianos y 30 mil paraguayos muertos, y una gran cantidad de heridos y
desaparecidos. Las graves enfermedades físicas y psicológicas, combinadas con las
características agresivas del teatro de la guerra -la falta de agua y
alimentación, sobre todo- afectaron la salud de los soldados sobrevivientes por
el resto de sus vidas y fueron la causa de muerte de muchos de los combatientes
de ambas naciones.
El Gran Chaco es una extensión de unos 455.000 km², que hasta
fines de los años de 1930, seguía semideshabitada e inexplorarada. En 1931, el
ruso Belaieff, investigador y explorador al servicio de Paraguay, descubrió el
lago que los indios conocían como Laguna Pitiantuta,
y que los bolivianos llamaban la Laguna Chuquisaca, que es el nombre con el que
se lo conoce actualmente. Antes del estallido de la guerra, el gobierno
paraguayo, preocupado con la penetración boliviana en la región, envió al
oficial ruso para que relevara la geografia del Chaco para una futura ubicación
de los fortines de defensa. Con este objetivo realizó cuatro grandes
expediciones hacia el interior del territorio, que fue detallada como una gran región
cubierta por matorrales densos y copiosos y por el quebracho, aunque con un
bajo potencial para la agricultura tradicional, puesto que la mayor parte del año
el clima es muy caluroso y seco, plagado de una gran variedad de serpientes ponzoñosas
y de insectos que llevan diversas enfermedades tropicales. El agua dulce es
escasa, con muy pocos pozos y lagos, que luego tuvieron una enorme importancia
estratégica durante la guerra. Sin embargo, en el invierno hay una temporada de
lluvia de poca duración, en la que los escasos caminos, que en realidad son
apenas senderos polvorientos durante gran parte del año, se vuelven ciénagas
intransponibles.
Bolivia, desde su independencia en 1825, intentó hacer valer
sus derechos sobre el Gran Chaco a partir del criterio del Uti Possidetis
Iure de 1810. Sin embargo España también había otorgado en tiempos
coloniales jurisdicción al cabildo de Asunción del Paraguay en la región hasta
los ríos Parapetí y Yaurú, por lo que los argumentos de ambas partes se superponían,
y se hacían muy confusos los reclamos bolivianos y paraguayos en la región. Por
otra parte, desde la independencia del Paraguay en 1811, se hicieron sentir las
fuertes presiones portuguesas para anexarse el territorio entero o una gran
parte de la nueva república. A raíz de esto, el primer gobierno patrio paraguayo
comenzó de inmediato la construcción de fortalezas sobre el río Paraguay para
contener el avance de los bandeirantes, tropas irregulares paulistas
al servicio de la corona de Portugal.
En ese contexto, además y por sobre todo, se suponía que el
territorio en disputa tendría grandes reservas de petroleo. La holandesa Royal
Dutch Shell, que ya dominaba el mercado interno argentino, tambien se extendió
a Paraguay. Finalmente y como se comprobó, el petróleo existía sí, pero en
cantidades menores a las imaginadas y tan solo en la parte del Chaco lindante
con la cordillera de los Andes. También había ricos yacimientos de gas, que tal
vez sean los segundos en importancia en toda América del Sur, después de los venezolanos.
La madera del quebracho del Chaco, por otro lado, que hoy ha quedado definitivamente
en poder de los paraguayos, significó grandes beneficios económicos a las empresas
anglo-argentinas que participaron en su explotación. Considerando el largo
período post-colonial y previo a la guerra, vemos que lo poco de ocupación y
explotación que se había logrado en el Chaco fue llevada a cabo por Paraguay
durante la década de los años veinte del siglo pasado. Por esos años, para ser
más precisos, en 1928, llegó a Asunción una leva de inmigrantes menonitas a los
que el gobierno paraguayo les otorgó territorios para colonizar en pleno Chaco.
De esta manera la ocupación civil también se iba estableciendo de a poco en la
región. Además, los paraguayos administraban varias operaciones de tala de
árboles, usando locomotoras de trocha angosta hasta las áreas centrales del
Chaco Boreal para poder enviar los troncos hasta el río Paraguay. En ese mismo
período, entre 1927 y 1928, los técnicos de la compañía estadounidense Standard
Oil, de Nueva Jersey, descubrieron petróleo en la zona oeste del Chaco, en la región
andina. Empezó a suponerse entre las empresas petroleras que los yacimientos podrían
extenderse también hacia el este, ya en territorio paraguayo, en donde los
derechos de exploración eran propiedad de la compañía holandesa Royal Dutch
Shell. Y volvió a tomar importancia el tema de la salida al mar por parte de
Bolivia que -al no contar con este importante recurso desde la guerra perdida
contra Chile, también a finales del siglo XIX- solo podría exportar el crudo a
través de Argentina. De modo que si Bolivia contase con una salida indirecta al
Atlántico, a través de los ríos de la región del Chaco, el control de la
exportación del petróleo podría quedar en sus manos y en las de las compañías norteamericanas,
lo que iba claramente en contra de los intereses británicos y holandeses, y de los
de sus aliados comerciales argentinos.
En esa situación, al comenzar la lucha armada en 1932,
Bolivia tenía como su principal objetivo político e histórico: “salir
al río Paraguay y sentar soberanía en estos territorios en disputa”… mientras
que el Paraguay quería evitar de cualquier modo que Bolivia alcanzara el rio en
cuestión, siguiendo los dictados de su visión geopolítica de defensa de un territorio
mediterráneo desde siempre, y a la vez, buscaba realizar su segundo objetivo de
momento: “sentar presencia sobre los territorios en disputa”.
A lo largo de la contienda los enfrentamientos quemaron los
recursos económicos de los dos países, los únicos mediterráneos y con los dos
pueblos más miserables de la gran América del Sur. Paraguay y Bolivia, los
estados más pobres de la región, como dijimos, son los únicos que no tienen salida
al mar, y que fueron más veces vencidos y despojados por sus vecinos, se
aniquilaron mutuamente por un territorio que las empresas petroleras Standard
Oil Company y la Royal Dutch Shell disputaban atrás de los posibles recursos
del Gran Chaco.
El 27 de abril del 2009, 74 años después de terminada la
infame Guerra del Chaco, los presidentes Evo Morales de Bolivia y Fernando Lugo
de Paraguay firmaron en Buenos Aires el acuerdo definitivo de límites del Chaco
Boreal. El acto se realizó en la Casa Rosada, con la presencia de la presidenta
de Argentina, Cristina Fernández, firmando los cancilleres el “Acta de
cumplimiento y ejecución” del Tratado de paz, amistad y límites entre Bolivia y
Paraguay de 1938.
Pero volviendo a la guerra en si, digamos que, aunque la fuerza aérea paraguaya
era escasa, toda ella fue enviada al frente de combate. Los bolivianos tenían
mucha confianza en su superioridad, no sólo en la cantidad de aviones, sino en
armas y número de efectivos. Los paraguayos usaron, a falta de recursos, todo
su ingenio para compensar su deficiencia numérica. Paraguay abasteció su
ejército, desde el inicio con las armas y equipamentos capturados a las tropas
bolivianas durante los combates. Al fin de la guerra, el gobierno paraguayo vendió
el armamento a los republicanos de España, que resistían al golpe fascista de
Franco.
Desatadas las hostilidades, Argentina y Chile se apresuraron
para tratar de concertar un acuerdo con los otros países limítrofes, Perú y
Brasil, para intentar nuevamente la paz. Una fórmula sugerida por Brasil fue
propuesta a los beligerantes e implicaba la cesión previa de una parte del
Chaco a Bolivia. La proposición fue rechazada por el Paraguay. Los presidentes
de Brasil y Argentina, Getulio Vargas y el general Agustín Justo, se encontraron
el 7 de setiembre de 1933 en Río de Janeiro, y resolvieron actuar de comun acuerdo
en relación al conflicto. El encuentro fue sugerido por el presidente Ayala,
convencido de que la paz solo podría ser lograda por la intermediación de los
dos países líderes de la región.
Hasta ese momento, Argentina había ayudado casi abiertamente
a Paraguay, bajo la dirección severa del canciller Carlos Saavedra Lamas, que
aparecía como un enemigo jurado de Bolivia. Saavedra Lamas precipitó el fin de
la guerra, viendo que existían fuertes posibilidades de que Bolivia recuperara la
iniciativa bélica durante la defensa de Villa Montes y la zona petrolera.
Saavedra Lamas y Estigarribia, comandante de las tropas paraguayas, se
asustaron, calculando que Bolivia podría aprovechar la ventaja de haber quedado
más cerca de sus centros de abastecimiento, y ante ese dilema, el canciller
argentino amenazó con declarar la neutralidad.
El primer movimiento de la ofensiva paraguaya fue el cerco a
las tropas bolivianas en Pampa Grande y Pozo Favorito; los bolivianos se
rindieron el 15 de setiembre de 1933 y Estigarribia, el jefe paraguayo, fue
ascendido a general. A partir de entonces, el ejército del Paraguay estuvo dirigido
por primera vez por un general desde que estallaron las hostilidades. El ataque
decisivo fue en el sector Zenteno-Gondra, donde por medio de vastos movimientos
estratégicos, Estigarribia obligó al grueso de la tropa boliviana a entregar
sus armas en la localidad de Campo Vía, el 11 de diciembre de 1933. La retumbante
victoria produjo enorme alegría en Paraguay, y el presidente Ayala declaró:
"El nombre del Paraguay se dibuja de
nuevo en la historia con fulgores de heroísmo. En nuestros corazones late con
fuerza la fe en la patria inmortal".
Al fin de la batalla llegaron los comisionados de la Sociedad
de las Naciones, que visitaron las dos capitales y el teatro de operaciones, y presentaron
fórmulas de solución al conflicto que no lograron éxitos. El único fruto obtenido
fue un armisticio que ofreció Paraguay después de Campo Vía, que se prolongó
hasta el 6 de enero de 1934. Retomadas las operaciones de guerra, prosiguió el
avance paraguayo en dirección al Pilcomayo. Una tras otra cayeron las posiciones
bolivianas. El general austríaco Kundt fue destituido y reemplazado por el
general Peñaranda, que esperó la ofensiva paraguaya en Ballivian, fuertemente
artillado. El 27 de marzo de 1934 tuvieron los bolivianos un nuevo revés en
Cañada Tarija, pero en Cañada Strongest lograron una victoria, la única de toda
la guerra. Como Ballivian parecía inexpugnable, Estigarribia decidió prosiguió
el avance, orilleando la difícil posición en dirección al norte, hacia donde se
desplazaron los combates.
Las columnas paraguayas al mando del coronel Rafael Franco
avanzaron hacia los límites del Chaco y llegaron cerca de Carandayty. Demasiado
alejados ya de sus bases naturales y de aprovisionamiento de armas, municiones,
sanidad y alimentos, terminaron siendo rodeadas, pero consiguieron romper el
cerco en sucesivos combates en Algodonal, Ysyporenda, Loma Vistosa y Villazón.
La contraofensiva boliviana parecía incontenible, pero Estigarribia, mediante
hábiles movimientos tácticos, ganó el 16 de noviembre de 1934 la batalla de El
Carmen. Enseguida, la posición de Ballivian fue capturada, los bolivianos iniciaron
una nueva retirada hacia Villa Montes, en los confines del Chaco, y el
presidente boliviano Salamanca fue depuesto por el ejército que empezaba a ser derrotado.
Como Chile se negaba a impedir la contratación de oficiales y
de obreros en su territorio por parte de Bolivia, y como tampoco le daba un
corte definitivo al tráfico ilegal de armas, Paraguay rompió las relaciones.
Mientras tanto, la Comisión de la Sociedad de las Naciones presentó un informe
desfavorable al Paraguay, y recomendó a la Asamblea, reunida en Ginebra el 24
de noviembre de 1934, un proyecto de arreglo para los contendientes, que les
imponía el embargo de armas como modo de obligarlos a aceptar las nuevas
condiciones. Paraguay lo rechazó de inmediato por considerar que adoptaba los
criterios bolivianos. Y empezó a haber la impresión de que los poderosos
intereses del estaño boliviano habían dominado la burocracia de Ginebra. Las
relaciones con Chile fueron reanudadas, más tarde, por la intermediación de
Argentina.
La situación empezaba a ser crítica para el Paraguay ya que
sus reservas humanas se agotaban y la economía también. Bolivia, en un gran
esfuerzo, reunió un cuerpo de ejército en Picuiba, al norte del Chaco, listo
para cortar la retaguardia de la tropa paraguaya y avanzar sobre el río
Paraguay. El comandante paraguayo, Estigarribia, pergeñó un plan audaz para
anular la grave amenaza. Envió una pequeña columna de combatientes, que después
de una marcha sacrificada a través del desierto, tomó el 8 de diciembre de 1934
los pozos de agua de Yrendague, el único depósito de que disponía la tropa
boliviana que se preparaba para marchar sobre el río Paraguay. El desastre
boliviano fue pavoroso. El ejército de Picuiba se dispersó en el desierto y
millares de combatientes murieron de sed.
Desactivado el peligro de un ataque masivo boliviano sobre el
río Paraguay, continuó el firme avance paraguayo hacia el norte y el oeste. Los
bolivianos trataron de detenerlo, pero fueron derrotados outra vez en Ybybobo,
el 30 de diciembre de 1934. El 16 de enero de 1935, tropas de avanzada cruzaron
el río Parapití, que era el límite histórico del Chaco reclamado por el
Paraguay en todas sus negociaciones diplomáticas. Llegaron a la cordillera de
los Chiriguanos, donde los combatientes paraguayos confraternizaron con los
indios guarayos, descendientes de emigrantes guaraníes de los tiempos de la
conquista. Prácticamente casi todo el Chaco ya había sido tomado por la fuerza
de las armas paraguayas al inicio del tercer año de lucha armada entre las dos
naciones.
Los intereses económicos bolivianos en Ginebra –que en realidad
eran sobre todo los de la petrolera norteamericana Standar Oil- se hicieron
notorios con la resolución de la Sociedad de las Naciones al suspender el
embargo de armas a Bolivia una vez que este país había aceptado su plan. El
Paraguay entendió que el mantenimiento de la prohibición en su contra, sin
haberse considerado las responsabilidades por el estallido de la guerra, significaba
una sanción sumamente injusta. Y en protesta, los representantes paraguayos se
retiraron de Ginebra el 23 de febrero de 1935. Desde ese momento, las
negociaciones pacificadoras se radicaron en Buenos Aires, pero el canciller
Saavedra Lamas se encontró con serios problemas para formar el grupo mediador
americano. Ayala, el 14 de abril, declaró que, si seguían las demoras, Paraguay
se encontraría directamente con Bolivia, sin mediadores, para llegar a un
acuerdo de paz.
La guerra, mientras tanto, ya se desarrollaba en 1935 en
pleno territorio boliviano. El 16 de abril cayó Charagua, la primera ciudad
boliviana que sufría los estragos del conflicto. Para parar el avance paraguayo
que se dirigía a Camiri, base de los pozos petrolíferos, la tropa boliviana superó
el ala paraguaya, tomando Boyuibé el 27 de abril. Amenazados de quedar aislados,
los paraguayos repasaron el Parapití, y derrotaron a los bolivianos en
Mandeyupecuá, Cuervo y Huiripitindi. Las operaciones quedaron equilibradas en
ese sector, pero siguieron en la región de Ingavi, donde el 7 de junio de 1935
se desarrolló el último gran combate. La sexta división boliviana fue destruida
y tomados prisioneros su comandante y más de mil combatientes.
El 11 de mayo se formó en Buenos Aires el grupo mediador,
presidido por el canciller Saavedra Lamas, con representantes de Argentina, EEUU,
Brasil, Chile, Perú y Uruguay. El 26 de mayo se incorporaron el canciller de de
Bolivia, Tomás A. Elío, y el de Paraguay, Luis A. Riart. La reunión ocurrió
durante la visita del presidente del Brasil, Getulio Vargas, que junto con el
presidente argentino, general Justo, intervino directamente en las acciones a
favor de la paz, y que se desarrollaron sobre la base del documento del 26 de
mayo que presentó el canciller Riart, de Paraguay. En varias oportunidades, el
presidente paraguayo Ayala, en comunicación telefónica con Riart, resolvió las
últimas dificultades en conversaciones con el presidente argentino Justo. El 9
de junio se llegó al acuerdo definitivo de paz. El 12 de junio de 1935 se firmó
un protocolo sobre el fin de las hostilidades en las posiciones territoriales alcanzadas
y se llamaba a una inmediata conferencia de paz para la solución, por acuerdo
directo o por arbitraje, de los problemas que habían llevado a la guerra.
Además se contempló el estudio y solución de los problemas que creaba al
Paraguay y Bolivia su situación mediterránea. El 14 de junio cesó el fuego en
todo el frente, y una comisión militar neutral, se trasladó al frente de
batalla para demarcar las posiciones alcanzadas.
El Paraguay había recuperado casi todo el territorio del
Chaco, pero había quedado casi al borde del colapso económico. El esfuerzo de
la financiación de la guerra le costó 124 millones y medio de dólares, de los
cuales solo 5 millones y medio provenían de aportes externos. Aunque toda la
deuda se pagó al contado, la extenuación económica era enorme, y las reservas
humanas estaban nuevamente agotadas, como después de la gran guerra de la
Triple Alianza em el siglo XIX. Hacia el final de los combates, la reposición
de las bajas significaba un problema insoluble. De los 140 mil soldados
paraguayos movilizados, 36 mil cayeron sin vida en el Chaco.
La Conferencia de Paz empezó en Buenos Aires el 1° de julio
de 1935, con participación de la Argentina, Estados Unidos, Brasil, Chile, Perú
y Uruguay. La delegación paraguaya enarbolaba una posición intransigente,
contraria a toda cesión a Bolivia, reforzada con los resultados favorables de
la guerra. Pero Argentina y Brasil, los más activos entre los mediadores, querían
impedir que el Paraguay cosechara todos los frutos de la victoria. Renacieron los
antiguos temores rioplatenses -que se pensaban olvidados con la victoria
brasileña de Cerro Corá, en nombre de la Triple Alianza- y se decidió no
reconocer al Paraguay como país vencedor. El 15 de octubre de 1935 la
Conferencia llevó una propuesta de arreglo que incluía la entrega a Bolivia de
un sector del río Paraguay y de casi la mitad del territorio del Chaco tomado
por las armas paraguayas. La indignación de la delegación del Paraguay llevó a
que la propuesta fuera rechazada de plano.
Entonces, el asunto de fondo fue dejado de lado y la
Conferencia pasó a concentrarse en la repatriación de los prisioneros de guerra
de ambos lados. Aunque Paraguay consideraba que tenía el derecho de retener a los
prisioneros bolivianos hasta la firma del tratado definitivo de paz, concordó, a
través del acta del 21 de enero de 1936, en la devolución, exigiendo sin
embargo un pago previo por parte de Bolivia de una indemnización por los gastos
de manutención.
Continuará.
JV. São Paulo, 12 de noviembre de 2013.
Sangre de mestizos: relatos de la guerra del Chaco, Augusto
Céspedes, corresponsal de “El Universal” al Chaco Boreal. 1932.
BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY. Autor: EFRAÍM CARDOZO. Editorial
Servilibro, Dirección Editorial: VIDALIA SÁNCHEZ. Asunción-Paraguay, 2007. 177
pp.
Francisco Xavier, 2012. “... ¡Y se
los tragó el Chaco!”: El pozo, de Augusto Céspedes (metáfora de una “guerra
estúpida” entre Bolivia y Paraguay)”.
"Memoria del Fuego 3: El
Siglo del Viento" - Eduardo Galeano, Editorial Siglo XXI, 2001 (edición
original: 1986).
Secretos
en la guerra del Chaco Rogelio García Lupo, Clarín, 24 de setiembre
de 2000.
Los
negocios de la guerra del petróleo La Nación, 14 de octubre de 2000.
El caso del único
militar argentino que fue condenado por espionaje Ricardo Canaletti,
Clarín, 15 de julio de 2002.
Consecuencias socioculturales de
la Guerra del Chaco, Jaime Martínez, El Diario, La Paz, 14 de junio de 2012.
En el Paraguay, algunas costumbres familiares cambian, pero otras no tanto.
https://www.ultimahora.com/historia-del-tedeum-paraguay-n2700767.html
En el Paraguay, algunas costumbres familiares cambian, pero otras no tanto.
Las costumbres de las familias en ciertos momentos y en algunas épocas generan
conflictos, ya sea por la permanencia o, al contrario, por el cambio en las tradiciones en una sociedad como la nuestra, la moderna digo, en la que algunos opinan que todo
tiempo pasado fue mejor, mientras que otros dicen que los cambios siempre son
más buenos todavía.
La sociedad cambió en 200 años, en algunas cosas de modo gradual y en
otras, de golpe. Sin embargo, en el Paraguay moderno, muchas tradiciones siguen
actuales.
La revolución de la Independencia y las muchas otras revoluciones y golpes o levantamientos que
se sucedieron en el Paraguay no consiguieron suprimir algunas costumbres, como
la misa del Te Deum en la Catedral de Asunción, que es más antigua que la
propia República.
El 13 de mayo de 1812, los miembros de la Junta Superior
Gubernativa ordenaron la celebración de la eucaristía, y además, que las Casas
Consistoriales se iluminen en la noche del 14 para hacer más visible la
gloriosa conmemoración de ese día.
Otra tradición que hasta hoy se mantiene
viva es la de dar libertad a un preso, cuyo delito no sea muy grave. Y será siempre
en un día festivo en el indulto seja otrogado por el presidente. Las
celebraciones más importantes siguen siendo los días de los santos patronos de
los pueblos y dn los barrios de Asunción.
Javier Villanueva. São Paulo, 2018.
https://www.ultimahora.com/historia-del-tedeum-paraguay-n2700767.html
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