Los locos
años 60
Cuando en
1958 el rector Risieri Frondizi creó la Editorial Universitaria de Buenos
Aires, destinada a publicar textos académicos a bajos costos, nadie se podría imaginar
que estaba empezando una nueva era en toda América Latina y claro, en
Argentina, en el campo de la cultura y especialmente de la literatura. En 1960,
la editorial de la Universidad de Buenos Aires, Eudeba -que ya era un mito bajo
la dirección de Boris Spivacow- lanzaba la colección “Serie del Siglo y Medio”,
como parte de los festejos del 150º aniversario de la Revolución de Mayo. La
colección, ofrecida en paquetes de cuatro libros y a muy bajo precio, se
presentó como una extraordinaria colección semanal al alcance de todos. El
concepto de Spivacow era “Libros para todos”, y buscaba combinar la edición de textos
clásicos y de títulos modernos de las letras argentinas con una novedosa puesta
en circulación masiva, destinada a alcanzar a grandes sectores de público, incluyendo
la venta en kioscos y en las universidades del país. La colección comenzó con una
tirada de 30 mil ejemplares, y continuó con libros ya consagrados como el “Martín
Fierro”, “Recuerdos de provincia” y “Amalia”; e incluyó enseguida a autores que
entonces eran menos conocidos, como Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla o
Roberto Mariani; y hubo también muchas antologías y selecciones de poesías, de obras
de teatro y cuentos tradicionales, con novedosas publicaciones de caricaturas
políticas, del humorismo argentino y de cuentos folklóricos.
Yo no
tendría más de 9 o 10 años en esa época, pero recuerdo muy bien cuando acompañé
a mi padre a una visita a las oficinas centrales de Águila-Saint en Barracas,
Capital Federal. Conversaba mi viejo con don Alfredo Bonicelli y don Francisco
Vázquez, un gallego simpático que trabajaba en la administración de la empresa.
Recuerdo
que salimos de la fábrica de Herreras y papá me llevó hasta el kiosco de la
esquina para comprarme un libro. Era “La gran Semana de Mayo”, de Vicente Fidel
López. El barrio de Barracas, con sus comienzos como zona residencial de la
clase más rica del siglo XIX ya estaba de vuelta del desarrollo industrial de
los inicios del XX, y en aquellos años locos de 1960 se iba convirtiendo de
a poco en una sombra suburbana más. Vivíamos en Mar del Plata, y yo lo había
acompañado a papá en su viaje a la central, en la misma línea de aproximación a
su trabajo que me llevaría, durante el verano de 1960 a 61 a ayudar al tío Pibe
en la heladería de la Rambla, enfrente a la Playa Bristol. Fue desde la enorme
vereda que separaba el pequeño local de venta de helados de la playa, que pude
ver, un año después, la llegada de los buques de guerra que se acercarían casi
hasta la costa como parte de los forcejeos de la marina para derribar al
presidente Frondizi del poder.
Era la
época en que habían empezado a aparecer los primeros Fititos, nombre con el que
era conocido el Fiat 600; también surgió por las calles el Siam Di Tella. Pero
a papá se le puso en la cabeza que quería comprarse un Kaiser Carabela, el auto
que mejor representaba en ese momento el concepto del “bote” en cuatro ruedas.
Mi viejo quiso comprar el primer auto sedán fabricado en cadena de montaje y el
primero de pasajeros fabricado en serie. Lo producía la IKA, y era el auto más
grande de la Argentina en capacidad y confort. Don Alfredo Bonicelli le había
dado un consejo que mi papá nunca se olvidó: podés ser pobre, pero tenés que
vivir como rico. Frase contradictoria y controvertida, pero que mi viejo interpretó
bien: todo el mundo tiene derecho a disfrutar lo mejor, y no solo los ricos.
La década
del 60 fue dividida en dos mitades irregulares por el golpe militar de 1966: el
general Onganía y sus católicos cursillistas cortaron al medio aquellos años
pacatos en los que los movimientos rápidos de tropas del ejército o la marina,
juntos o separados, unidos o en fracciones de “azules” y “colorados” se
alternaban con gobiernos civiles de escasa representatividad. Arturo Frondizi
había tratado de superar la proscripción peronista, e incluso se había
levantado con el apoyo de los votos del caudillo exiliado. Sus intentos de nuevos
pactos entre patrones y sindicatos que permitiesen un desarrollo económico sostenido.
Continuará.
JV. São
Paulo, 3 de mayo de 2014.
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