quarta-feira, 8 de junho de 2016

Andrés Guacurarí, o Andresito Artigas, el Comandante General y Gobernador de Misiones

Andrés Guacurarí, o Andresito Artigas, el Comandante General y Gobernador de Misiones
1ª parte

Durante la Revolución de Mayo de 1810 en el Río de la Plata, en los inicios de la historia patria de la que sería luego la futura Argentina, ya había  desde su inicio dos líneas revolucionarias bien definidas, una que podemos llamar "burguesa" y que seguía claramente el modelo europeo liberal, representada por figuras como Anchorena, Rivadavia o Saavedra. 
Y había otra línea, más popular, inspirada en la izquierda jacobinista de la Revolución Francesa, soñadora con la libertad y la igualdad social, que aspiraba a ampliar al máximo los derechos universales del hombre, y que era representada por patriotas como Moreno, Castelli y Belgrano. 

Producida la revolución en la que luego sería el centro la vida política y económica de Argentina, la aldea de Buenos Aires, el primer gobierno criollo fue enseguida rechazado por diversos motivos por tres gobernaciones importantes: la del Paraguay, la del Alto Perú ambas al norte, y por la de la Banda Oriental.

Sin embargo, el gobernador de las Misiones jesuíticas, que a esa altura estaban en un claro proceso de desintegración, el Coronel Rocamora, llama el 9 de julio de 1810 a un Cabildo Abierto en la aldea de Santo Tomé, resolviendo adherir a la revolución con la participación de un llamado "Ejército de Naturales", compuesto por contingentes guaraníes entre los cuales está Andrés Guacurarí.

¿Qué había ocurrido en aquel lejano territorio fronterizo, ignorado por las historias contemporáneas argentina y brasileña a la que también le afecta, y por qué esa ignorancia? Es que hacia finales del siglo XVIII, y muy a pesar de las políticas elaboradas y practicadas después de la expulsión de los jesuítas, arreglada entre portugueses, españoles y "bandeirantes" paulistas, los misioneros mantenían una serie de características que los diferenciaban muy claramente de los demás habitantes originarios de la región. 

Vamos a analizarlas, ya que la más importante entre esas características especiales, y la que más favorecía la comunicación entre los nativos, era la permanencia de las antiguas reducciones del Paraguay como genuinos pueblos indígenas, gobernados por  los cabildos compuestos por los propios nativos guaraníes. Estos eran regidos por el sistema de comunidades, que los mantenía vinculados a sus aldeas de origen, lo que a su vez también organizaba y daba garantía de distribución a toda la producción económica. 

En 1800 o sea, una década antes de la Revolución de Mayo, el Marqués de Avilés,  virrey del Río de la Plata, elaboró un conjunto de medidas para extinguir de a poco el régimen de las comunidades y, consecuentemente, librar a los indígenas nativos de los lazos comunales para promover  (o forzar, si fuera necesario) su inserción individual en la sociedad colonial. 
El sistema del virrey Avilés fue precedido por diversas evaluaciones realizadas  por curas católicos y funcionarios españoles sobre la propuesta, que era considerada claramente beneficiosa por la mayoría de los consultados. Estos elaboraron una lista con los nombres de los nativos que ellos consideraban ya aptos para ser libertados, lo que sería extensivo también a la familia de cada uno de ellos.

La aplicación de este nuevo sistema creó una sucesión de confusiones y de malentendidos, porque los guaraníes buscaron sus propios modos de entrar en estas listas, usando como principal argumento la comprobación de que pertenecían a la familia liberada, llevando a discusión el hecho de que las formas de parentesco guaraníes no eran las mismas ni se correspondían con las que la sociedad occidental acepta como propias, aquellas sobre las cuales el virrey Avilés había fundamentado los mecanismos de la libertación de los indios.

Los esfuerzos realizados por los guaraníes para ser liberados sugieren que los pueblos nativos percibían los benefícios que la medida podría ofrecerles, e indican también un agotamiento final del viejo régimen comunitario, lo que ya era sentido por las propias comunidades indígenas.

A lo largo de este mismo período, también es visible un aumento creciente del uso del concepto y de la palabra libertad, sea en textos en castellano, o en los documentos redactados en el idioma guaraní. El empleo de este concepto ya sugiere que los padres misioneros habían hecho suyas muchas de las ideas políticas y sociales llegadas de la Francia revolucionaria y de los Estados Unidos del norte, y que ya empezaban a circular de um modo subversivo por dentro de los territorios del enorme imperio hispanoamericano, y que irían a influenciar más tarde a las políticas del nuevo gobierno revolucionario de Mayo en relación a los pueblos originarios guaraníes.

Continuará

Javier Villanueva, São Paulo, 7 de junio de 2016.

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