Andrés Guacurarí, o Andresito Artigas, el Comandante General
y Gobernador de Misiones
1ª parte
Durante la Revolución de Mayo de
1810 en el Río de la Plata, —en los inicios de la historia patria de la que
sería luego la futura Argentina—, ya había desde su inicio dos líneas
revolucionarias bien definidas, una que podemos llamar "burguesa" y
que seguía claramente el modelo europeo liberal, representada por figuras como
Anchorena, Rivadavia o Saavedra.
Y había otra línea, más popular, inspirada en la izquierda jacobinista de la Revolución Francesa, soñadora con la libertad y la igualdad social, que aspiraba a ampliar al máximo los derechos universales del hombre, y que era representada por patriotas como Moreno, Castelli y Belgrano.
Y había otra línea, más popular, inspirada en la izquierda jacobinista de la Revolución Francesa, soñadora con la libertad y la igualdad social, que aspiraba a ampliar al máximo los derechos universales del hombre, y que era representada por patriotas como Moreno, Castelli y Belgrano.
Producida la revolución en
la que luego sería el centro la vida política y económica de Argentina, la aldea de
Buenos Aires, el primer gobierno criollo fue enseguida rechazado por diversos
motivos por tres gobernaciones importantes: la del Paraguay, la del Alto Perú —ambas al
norte—, y por la de la Banda Oriental.
Sin embargo, el gobernador de las
Misiones —jesuíticas, que a esa altura estaban en un claro proceso de desintegración—, el Coronel Rocamora, llama el 9 de julio de 1810 a un Cabildo Abierto
en la aldea de Santo Tomé, resolviendo adherir a la revolución con la
participación de un llamado "Ejército de Naturales", compuesto por
contingentes guaraníes entre los cuales está Andrés Guacurarí.
¿Qué había ocurrido en aquel lejano
territorio fronterizo, ignorado por las historias contemporáneas argentina y
brasileña —a la que también le afecta—, y por qué esa ignorancia? Es que hacia
finales del siglo XVIII, y muy a pesar de las políticas elaboradas y
practicadas después de la expulsión de los jesuítas, arreglada entre
portugueses, españoles y "bandeirantes" paulistas,
los misioneros mantenían una serie de características que los
diferenciaban muy claramente de los demás habitantes originarios de
la región.
Vamos a analizarlas, ya que la más
importante entre esas características especiales, y la que más favorecía la
comunicación entre los nativos, era la permanencia de las antiguas
reducciones del Paraguay como genuinos pueblos indígenas, gobernados por los cabildos compuestos por los propios nativos guaraníes. Estos eran
regidos por el sistema de comunidades, que los mantenía vinculados a sus
aldeas de origen, lo que a su vez también organizaba y daba garantía de distribución
a toda la producción económica.
En 1800 o sea, una década antes de la
Revolución de Mayo, el Marqués de Avilés, virrey del Río de la Plata, elaboró
un conjunto de medidas para extinguir de a poco el régimen de las comunidades y, consecuentemente, librar a los indígenas nativos de los
lazos comunales para promover (o forzar, si fuera necesario) su
inserción individual en la sociedad colonial.
El sistema del virrey Avilés fue
precedido por diversas evaluaciones realizadas por curas católicos y
funcionarios españoles sobre la propuesta, que era considerada claramente
beneficiosa por la mayoría de los consultados. Estos elaboraron una lista con
los nombres de los nativos que ellos consideraban ya aptos para ser
libertados, lo que sería extensivo también a la familia de cada uno de
ellos.
La aplicación de este nuevo sistema
creó una sucesión de confusiones y de malentendidos, porque los guaraníes
buscaron sus propios modos de entrar en estas listas, usando como principal
argumento la comprobación de que pertenecían a la familia liberada, llevando
a discusión el hecho de que las formas de parentesco guaraníes no eran las
mismas ni se correspondían con las que la sociedad occidental acepta como propias,
aquellas sobre las cuales el virrey Avilés había fundamentado los mecanismos de
la libertación de los indios.
Los esfuerzos realizados por los
guaraníes para ser liberados sugieren que los pueblos nativos percibían los
benefícios que la medida podría ofrecerles, e indican también un
agotamiento final del viejo régimen comunitario, lo que ya era sentido
por las propias comunidades indígenas.
A lo largo de este mismo período, también es visible un
aumento creciente del uso del concepto y de la palabra libertad, sea en textos
en castellano, o en los documentos redactados en el idioma guaraní.
El empleo de este concepto ya sugiere que los padres misioneros habían
hecho suyas muchas de las ideas políticas y sociales llegadas de la Francia
revolucionaria y de los Estados Unidos del norte, y que ya empezaban a circular
de um modo subversivo por dentro de los territorios del enorme imperio hispanoamericano, y que irían a influenciar más tarde a las políticas del nuevo gobierno revolucionario
de Mayo en relación a los pueblos originarios guaraníes.
Continuará
Javier Villanueva, São Paulo, 7 de junio de 2016.
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