Más sobre la guerra al narcotráfico y la CIA en Brasil
Es un dato conocido que las nuevas
iglesias carismáticas y neopentecostales fueron impulsadas oficiosamente por la
administración Reagan en los años de 1980 como parte de un conjunto de
atividades ilegales de la CIA en América Latina, que incluían el financiamento
a los Contra, que luchaban contra la revolución sandinista.
En Brasil la guerra al narcotráfico
vino a sumarse a las viejas iniciativas oficiales u oficiosas de los EEUU que
se desenvolvían desde la 2ª guerra mundial, y en particular desde un poco antes
del golpe de 1964.
El Centro de Datos Operacionales, el
CDO de la Policía Federal, desde su creación en 1980, por ejemplo, está oficiosamente
bajo el control de la Drug Enforcement Administration, que es vinculada a la
CIA. El CDO actua con recursos de la DEA y del International Narcotics Control –INC–,
un programa del Departamento de Estado de los EEUU.
Las agencias nacionales brasileñas
que fueron involucradas en ese conjunto de programas son la Abin –Agencia
Brasileña de Información–, sucesora del SNI; la Secretaría Nacional Antidrogas,
el CDO de la Policía Federal, y los servicios de información del ejército –CIE–,
de la marina –Cenimar– y de la aeronáutica –Cise–.
Por su parte, las agencias que los EEUU
ofrecían en este proyecto eran la National Security Agency, el conjunto del Communication
Intelligence, que abarca a la CIA, DEA, FBI e Interpol.
Además, en 1987 fue creado el llamado
US Special Operations Command, que tenía la misión específica de preparar y
mantener las fuerzas de operaciones especiales. Ese comando era especializado
en combatir contra las organizaciones de protestas antigubernamentales,
acciones populares de rebelión, guerrillas y otros movimientos que pudieran amenazar
desestabilizar a los gobiernos aliados de los EEUU en la región, en general
dictaduras militares; al mismo tiempo, se proponían adiestrar a las Fuerzas
Armadas en la formación de contra-guerrillas –como en el caso de los Contras en
Nicaragua- y de combate irregular a unidades rebeldes, además de recolectar
inteligencia, promover la guerra psicológica y el sabotaje, divulgar
informaciones falsas o de contra-inteligencia, etc.
Volviendo a los neopentecostales
El neopentecostalismo, decíamos al
comienzo de este ensayo, es un movimiento religioso surgido a partir de las
iglesias evangélicas tradicionales -bautistas, metodistas, presbiterianas,
episcopales, luteranas- e incluso del seno de la comunidade católica.
Se caracteriza el neopentecostalismo
por introducir diversos elementos mais antigos del pentecostalismo, como son la
doctrina del bautismo en el Espíritu Santo y algunos otros aspectos litúrgicos,
a veces dentro de sus respectivas iglesias, sin abandonarlas del todo ni dejando
de seguir el pentecostalismo clásico.
Debido a lo dicho anteriormente, al
neopentecostalismo se lo considerada la rama más nueva del pentecostalismo, y
al igual que en las antiguas iglesias pentecostales que la precedieron, sus
miembros creen en el llamado bautismo en el Espíritu Santo.
Un poco más de historia
Las iglesias neopentecostales
surgieron hacia finales de la década de 1950. El término "movimiento
carismático" fue introducido en 1962 por el ministro luterano Harald
Bredesen, y se difunde entre las nuevas iglesias evangélicas o pentecostales
como “neopentecostalismo”, pero define también a una corriente con nuevas
formas, más dinámicas de culto, llamadas “carismáticas”, entre muchas iglesias
católicas.
Los cultos neopentecostales también
incluyen algunas ideas de la teología de la prosperidade, del concepto de la
“meritocracia” y de la llamada "guerra espiritual". Este movimiento
suele ser criticado por los cultos evangelistas tradicionales precedentes
debido a que sus nuevas doctrinas no son amparadas en textos fieles a la
Biblia, como por ejemplo la búsqueda de las riquezas y del éxito en los negócios,
que llegan a ser vistos como escandalosos entre los pastores adeptos a la
denominada teología de la prosperidad. También son muy duramente criticadas sus
liturgias y ritos, más masivos y superficiales, muy similares a los programas
televisivos de auditório, siempre con grandes plateas.
Ronald Reagan, Juan Pablo II y los neopentecostales
Ya en la década de 1960 había
empezado el proceso de crecimiento de esas iglesias, pero desde la llegada al
poder político en los EEUU de Ronald Reagan y el ala ultraconservadora de los
republicanos hacia los años '80 –la que luego se llamó “Tea Party”-, se
agiganta convirtiéndose en una estrategia política claramente definida.
Esta política aparece mencionada
como un mecanismo a ser implementado en los Documentos de Santa Fe I y II, bases
ideológicas del proyecto de la derecha en el poder estadounidense.
Los documentos mencionados más arriba
son papeles de la CIA que fueron redactados en la ciudad de Santa Fe entre los
años de 1980 y 1986, y que fueron inspirados por el temor ante la creciente propagación
política y militar de las izquierdas en la región. Sirvieron estos documentos como
base para el fortalecimiento de la política de dominación por parte de Estados
Unidos en América Latina a partir de esos años. Entre sus puntos más
importantes están la instauración de gobiernos próximos a los EEUU, y la promoción
de reformas económicas neoliberales que facilitasen la inversión de capitales estadounidenses
y europeos en los países de latinoamericanos, con el consecuente debilitamiento
de las economías nacionales y las empresas locales. Esta política ha sido
conocida como “Consenso de Washington”.
Los Documentos de Santa Fe I y II se
proponían también, debilitar la posición de intelectuales de izquierda o que
fueran críticos a los Estados Unidos y dar um espacio mayor a los políticos y
pensadores favorables a sus políticas, con posturas que fueron conocidas como “populismo
de derecha”.
Otro de los objetivos centrales de los Documentos era que se proponían
usar la guerra contra el narcotráfico para fortalecer la presencia militar
estadounidense y financiar a los grupos paramilitares de apoyo, a la vez que debilitaban
las bases de la cultura tradicional y cercaban los movimientos populares de
izquierda latinoamericanos.
Como parte de esta campaña se
proponían los autores de los Documentos aumentar la influencia de la cultura y las
costumbres estadounidenses, alentando la propagación de los cultos neoevangélicos
de filiación fundamentalistas, que desde esos años vienen mostrado una gran
expansión en muchos países, mediante la financiación a través, sobre todo, de
fundaciones vinculadas al gobierno y de programas de cooperación técnica, que
fue estimada por el investigador Joseph
Stoll entre 200 y 300 millones de dólares hacia finales de los años de 1980.
Con todo este conjunto de acciones confluyentes se trataba de debilitar los movimientos locales de resistencia a los EEUU, al
mismo tiempo que se canalizaba las demandas del pueblo hacia un activismo
religioso opuesto a los grupos católicos más comprometidos con las luchas
populares.
Además de esos documentos
originales, en el año 2000 se publicaron otros nuevos planes, dirigidos específicamente
a contener la expansión del proyecto político del presidente venezolano Hugo
Chávez y del llamado bolivarianismo.
Los documentos de Santa Fe y los neopentecostales
contra la Teología de la Liberación
Podemos ver, entonces, que los
Documentos generados por los servicios de la inteligencia estadounidense van a
confluir con el surgimiento de un poderoso movimento del neopentecostalismo,
que aparece como una fuerte contrapropuesta al avance de la Teología de la
Liberación de la Iglesia Católica y a su compromiso social a través de la
opción por los pobres.
Esto se traduce en una tendencia a
la vuelta a valores como la competencia,
el individualismo, la meritocracia, el concepto del “éxito” económico que dice que las personas valen en la medida de lo que consumen,
y cuanto más consumen más valen. Todo eso lo transmiten estas nuevas
expresiones religiosas de un modo repetitivo, bien organizado y presentado al
público. Todo lo cual se contrapone diametralmente a una nueva Iglesia Católica
que, luego del Concilio Vaticano II, dio un gran giro en su posición
tradicional empezando a tomar un partido claro por los excluidos con su llamada
“opción preferencial por los pobres”.
En las antípodas de los nuevos
cultos neopentecostales, la Teología de la Liberación fue la expresión acabada
de todo ese movimiento en el seno de la iglesia católica, como una nueva
ideología y posición política para la vida pastoral. Por eso surgen como
respuesta beligerante frente a los Documentos de Santa Fe, generados con la
clara intención de frenar ese avance hacia lo popular. Es así que aparecen las
nuevas iglesias neopentecostales para quitarle presencia e influencia a la
Iglesia Católica por medio de una estrategia de distracción, desorganizando y
desmovilizando a la gente, y buscando insensibilizarla en relación a las verdaderas
causas de la pobreza.
El giro a la derecha de Juan Pablo II: el Opus Dei en
España, la TPF y los Arautos do evangelio no Brasil
Como todo processo de acción y
reacción en la política, al mismo tiempo que la Teología de la Liberación era
atacada desde afuera por los cultos neopentecostales, desde dentro del catolicismo
se levanta una fuerte oposición a la tendencia modernizadora abierta por Juan
XXIII con el concilio Vaticano II de 1962 a 1965. En un nuevo giro a la
derecha, opuesto a las reformas de “el papa bueno”, Juan Pablo II puso en
marcha un programa de “recristianización” o de “segunda evangelización” de
Europa, que empezó en Polonia, y a lo largo de más de un cuarto de siglo de
pontificado, se fue extendiendo por toda la cristiandad.
Esse giro conservador estaba apoyado
en el rígido control doctrinario por parte del cardenal Ratzinger -el futuro
papa Benedicto XVI- que funcionaba como el brazo derecho de Juan Pablo II, y en
la actividad de los movimientos eclesiales conservadores, como el Opus Dei,
Comunión y Liberación, Legionarios de Cristo, Camino Neocatecumenal, Heraldos
del Evangelio y otros; estos grupos colaboraron con gran eficacia en el éxito
del proyecto neoconservador de Juan Pablo II en los campos políticos, económicos,
religiosos, culturales y sociales. El papa polaco creía que la situación vivida
en el Este europeo, gobernado por partidos comunistas era causda por el ateísmo
y que la solución vendría con la reinstauración del catolicismo. Por eso uno de
sus principales objetivos fue la recristianización de médio continente.
A mediados de los años de 1970, mientras
en América Latina crece la Teología de la Liberación, un nuevo discurso
religioso toma forma en España, impulsada por el Vaticano y con la ayuda
fianciera de la CIA. Es una reacción ocurrida en los años posteriores al
Concilio Vaticano II que, como ya dijimos antes, fue el mayor intento de la
Iglesia católica de adaptarse a las nuevas sociedades laicas, en la que lo
religioso queda cada vez más limitado a la esfera de lo privado. Esa nueva
corriente promueve, una “segunda evangelización de Europa”, que con la llegada de
Karol Wojtyla al pontificado de la Iglesia con el nombre de Juan Pablo II,
encuentra un aliento máximo.
Las organizaciones de derecha españolas
se fortalecen en ese período, ya que cuentan con el apoyo explícito de Juan
Pablo II y sus sedes centrales se encuentran en Roma. Las comunidades
neocatecumenales, más conocidas como “los Kikos”, el Opus Dei, los Legionarios
de Cristo o Comunión y Liberación son algunos de estos grupos.
En Brasil también hay expresiones
similares, como la TFP –Tradição, Familia e Propriedade-, y sus disidentes, los
Arautos do Evangelio. Todos ellos tienen varias características similares, puesto
que veneran a un líder, defienden radicalmente sus creencias
político-religiosas, practican un proselitismo activo, rechazan la
secularización y están convencidos de tener como misión la “reconquista de la sociedad laica para
devolverla a la senda del Dios verdadero”.
Para lograr sus objetivos esos
grupos fundamentalistas católicos trabajan en dos frentes, por un lado, la
recristianización desde arriba y la reevangelización de las bases, realizando diversas
labores pastorales entre los sectores
más desfavorecidos de la sociedad. En España la presencia de estas sectas llega
a agrupar unos 100 mil membros, según los datos de las propias organizaciones, aunque
todavía no tienen una gran influencia sobre toda la gran masa de los católicos
españoles, aunque cuenten con el apoyo tácito de la Conferencia Episcopal.
El integrismo crece también entre judíos y musulmanes
También entre los judíos se reactivó
durante la década de los años 70 un amplio movimiento de “rejudaización”, que
creció tanto en Israel como en la diáspora, enfrentando a la concepción laica y
socializante de grandes sectores sionistas. Después de la guerra árabe-israelí de
1973 se crea el movimiento armado, llamado “Gush Emunim”, o Bloque de fieles,
que pretendía reemplazar la noción jurídica de Estado de Israel por el concepto
bíblico de “pueblo elegido”. Ese partido fundamentalista judío justificaba la
ocupación de los nuevos territorios tomados de los árabes en nombre del “pacto
de Dios” con dicho Pueblo, y defendía la vuelta a una observancia íntegra de la
ley judía, con la correspondiente separación rígida entre judíos y no judíos,
los llamados “gentiles”.
Fue en la onda de este processo de
auge conservador que sube al poder la coalición derechista Likud, liderada por
Menahem Begin en 1977.
Como vemos, el retorno conservador de la
religión en el mundo de los cristianos –sean evangelistas o católicos-, como
entre el judaismo, se traduce con frecuencia en manifestaciones irracionales e
intolerantes, como el dogmatismo rígido y el integrismo; fundamentalismo y
fanatismo con rigorismo moral y disciplinar, y discriminaciones de género; crecen
las limpiezas étnico-religiosas y la práctica del terrorismo en nombre de Dios.
También y paralelamente se
multiplican en el mundo árabe los procesos inquisitoriales contra los creyentes
heterodoxos o de otras religiones; las persecusiones contra los infieles y la
renuncia a la interpretación en la lectura de los textos sagrados, etc.
Continuará
Javier Villanueva. São Paulo, 22 de junio de 2016.
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