¿Qué son y qué representan las iglesias
neopentecostales?
Las
iglesias neo-pentecostales son un fenómeno relativamente nuevo en
América Latina, aunque en Brasil surge entre los años 70 y 80, para
consolidarse con fuerza total entre 1980 y 2010, hasta alcanzar un altísimo
grado de participación política y social en la actualidad. Esto se expresa hoy
muy claramente en el congreso que fue votado en 2014, el más conservador y
corrupto de los últimos 35 años, y dentro el gobierno provisorio formado a imagen
y semejanza de la mayoría del mismo después del impedimento de la presidente
Dilma.
Esto
ocurre como resultado de una tendencia arrolladora entre las clases más pobres
de la población brasileña, pero también se da el fenómeno entre las capas medias
altas. A los templos neopentecostales se acerca mucha gente de éxito económico
y social–profesionales, artistas, empresarios- porque todas estas iglesias
ofrecen diversos caminos “seguros” para la autorrealización y el triunfo
personal.
Por
lo tanto, se puede decir las iglesias neopentecostales ofrecen algo que la
gente común, sin demasiado cultivo intelectual –sea muy pobre o medianamente
acomodada- entiende mucho más rápido, ya que necesita siempre más que lo poco y
puramente espiritual que le puede ofrecer la Iglesia Católica.
Esa
es la primera explicación para entender por qué los cultos neopentecostales pueden
tener tantos seguidores. Sus recetas de vida social y de triunfo económico son
prácticas, fáciles de ser seguidas por todos, porque resuelven y ayudan en relación a los problemas más
básicos, sean de salud o de relacionamientos, porque estos siempre exigen una
cuota de fe y de autoestima. Y los pastores se las ofrecen, o por lo menos, es así
como lo siente la gente.
A
la población más pobre y excluida la hace sentir que vale y le da autoestima, no
por su reconocimiento como clase explotada, sino apenas por su condición de individuo
humilde con fe y esperanzas. Y a la gente de clase media y alta le posibilita
realmente, y en no pocos casos –al menos por lo que se constata en Brasil con
varios jugadores de fútbol de éxito- poder alcanzar un mejor desempeño
empresarial con el apoyo y los relacionamentos de sus iglesias. Surgen así,
entonces, las llamadas mega-iglesias.
Protestantismo tradicional e histórico
Por
cierto, existe paralelamente una desarrollada y bien elaborada “teología de la prosperidad”
o da la llamada “meritocracia”. Por todo esto, estas expresiones tienen una
gran demanda en nuestros países latinoamericanos, donde hay un terreno fértil
para crecer y expandirse. Algo que no se da con tanta facilidad en los países
ricos del norte delplaneta, donde la población tiene más y mejor resueltos los
diversos aspectos de la vida.
En
el hemisfério norte tienen, desde siempre y em los pueblos anglosajoes y
germánicos, más arraigo las iglesias protestantes históricas, o el catolicismo,
que por cierto también está en baja,
incluso em los países de tradición latina.
Un poco de historia
A
lo largo del siglo XVI , la cristiandad dejó lugar como ente supranacional al
concepto de Europa como continente, aunque desde entonces y hasta hoy no se
sepa exatamente si Rusia y los eslavos del este europeo pertenecen o no al médio
continente. No hay que olvidarse que en términos geográficos lo que hay es un
continente Euroasiático.
Lo
cierto es que desde 1500, la Reforma y los protestantes –Lutero, Calvino y
Henrique VIII principalmente- minan las bases del papado y del Sacro Imperio
Romano Germánico, comenzando la decadencia de la vieja Iglesia Católica.
Pero,
al mismo tempo, el papado y la estructura del catolicismo encuentran en 1492, con
el viaje histórico de Cristobal Colón, una salida política y religiosa que se
agrega a la expulsión simultánea de una gran masa de población judía de España
y Portugal, acompañando la salida de los derrotados príncipes moros de la
península. La Iglesia Católica ganó de premio un nuevo continente, y la joven América
equilibra durante cinco siglos el poder antiguo del catolicismo con la amenaza
de la Reforma.
Volviendo a los neopentecostales
Si
bien es cierto que tanto la “teología de la prosperidad” como la llamada “meritocracia”
se tratan de estrategias de dominación pensadas en las usinas ideológicas de
los poderes imperiales como mecanismos de control social, es obvio que las
iglesias neopentecostrales saben cómo aplicarlas y extenderla más allá de las
fronteras de sus templos y feligresías. ¡Y
lo hace muy bien, claro!
Además,
outro aspecto que debe tenerse en cuenta al analizar todo este fenómeno de las iglesias
neopentecostrales nos permite ver que la gente ya no encuentra respuestas
satisfactorias en las instituciones religiosas tradicionales, por lo que busca
nuevas expresiones. La población más desfavorecida ya está cansada del
sacramentalismo, de la formalidad, por eso procura nuevas opciones alternativas.
Hoy,
por ejemplo, ya no convence a la mayor parte de las feligresías el tradicional llamado
a la abstinencia sexual hasta el casamento; así también parecen negar toda la
realidad social de los países pobres de América Latina la postura a favor de la
criminalización del aborto en un continente con el mayor porcentaje de esa
práctica, siempre en la ilegalidad.
Esto
implica incluso una nueva concepción de la espiritualidad, a través de la cual
la gente busca una relación diferente con lo espiritual, o con el concepto de
Dios y de religión. Ya no se busca tanto un conjunto de reglas y normas y sí una
relación más personal, más directa. Y eso lo encuentra más en los cultos
neopentecostales, y se siente incluso, como subproducto o por reacción
defensiva del Vaticano, más identificada también con las nuevas expresiones de
la Iglesia Católica, como los cultos carismáticos, una especie de réplica
mercadológica de las iglesias neoevangélicas.
Todo
esto explica el auge de las nuevas iglesias evangélicas o protestantes neopentecostales
en una América Latina que sufrió entre los años de 1960 y 80 una larga guerra civil
de las más cruentas, con medio millón de muertos y desaparecidos en América
Central y cifras semejantes en el subcontinente sudamericano; a lo que se le
agregaron altísimas tasas de corrupción e impunidad que solo parecen haber aumentado –o puestas
a la luz del día- con la lenta reconstrucción de las frágiles democracias desde
mediados de los años de 1980 y 1990.
Se
habían perdido las viejas utopías políticas que formaron las nacionalidades latino-americanas
entre finales del siglo XIX y el paso del siglo XX al XXI. Sin referentes culturales,
ideológicos o políticos, la propuesta neopentecostal, que tiene como discurso
un llamado moralista y apocalíptico para “parar de sufrir”, aunque no existan
mayores alternativas más allá de ese grito de desesperación viene a ofrecerle a
la gente una “predictibilidad”, para que puedan saber “qué va a ocurrir”, y “hacia
dónde van” sus destinos.
Lo
que no deja de provocar sorpresa, -pasados 50 años desde el papado de Juan
XXIII, el Concilio Vaticano II de 1962, y la Conferencia de Medellín en 1968- es
el por qué de la gran aceptación del
discurso neopentecostal, mucho mayor que la de cualquier propuesta política de la
izquierda. No hay duda que en los últimos 30 años en los cuales los movimientos
evangélicos fundamentalistas han venido desarrollándose, su crecimiento es
gigantesco. Tanto es así que en muchas ocasiones están a la par, o incluso superan, el
poder de convocatoria que la Iglesia Católica siempre tuvo en Latinoamérica y en
Brasil, tras cinco siglos de incuestionados presencia y poder político.
Los neopentecostales y la ingerencia de los EEUU en
América Latina
En los comienzos de la década de
1960, cuando el movimiento de las Ligas Campesinas en el Nordeste de Brasil era
el centro de las atenciones de los medios de comunicación de masas –y sin
duads, también de la CIA y el Pentágono-, ya había en la región unos 2500
agentes estadounidenses.
En aquellos años ya se había
triplicado el número de cónsules estadounidenses y de los agentes de USaid, del
American Institut for Free Labour Development, y de los oficiales militares de alto rango, además de
decenas de pastores de las más diversas iglesias neopentecostales. En una
entrevista, el embajador norteamericano Abraham Lincoln Gordon admitió que en
1964 había 40 mil ciudadanos de su país en Brasil y que solamente entre 1960 y
1964 habían entrado al país más de 10 mil.
Hoy ya se sabe que se trataba de
hombres y de armas con fines militares específicos, y que el cónsul
estadounidense en Recife, Douglas Mc Lean, era el agente de la CIA encargado de
todo ese contingente preventivo de combate.
El golpe de 1964, la CIA y los nuevos cultos
Finalmente, y ya para tener plenas
garantías del éxito de la acción de los golpistas de 1964, siempre muy bien articulada
por Abraham L. Gordon, fue desatada la Operación "Brother Sam", en
prevención de cualquier reacción posible por parte de los militares que
apoyaban a João Goulart.
Desde Puerto Rico zarpó en dirección al puerto de
Santos, en el litoral de São Paulo, el porta-aviones Forrestal, con 80 mil
toneladas de carga, lo que ponía toda la fuerza militar de la Flota del Caribe,
liderada por dicho porta-aviones y otro de tamaño menor, aparte de todas las naves
rápidas de apoyo exigidas para una invasión fulminante de Brasil por parte de
las fuerzas armadas norteamericanas en el caso de descontrol de la situación por
los militares golpistas.
En síntesis, el golpe de 1º de abril de 1964 foi apoyado por una tripulación de más de 5400 hombres, 3090
de ellos profesionales, además de 90 aviones de caza. Toda esa flota navegaba
escoltada por destructores .
EEUU y la guerra al narcotráfico
A partir de 1974 y ya asentado y
solidificado el golpe cívico-militar em el país, los acuerdos de cooperación Brasil-EEUU
pasan a incluir la cuestión del combate al narcotráfico. Cice Moniz Bandera, en
su libro “Relaciones Perigosas”, esa cooperación “se intensificó en 1986 con la
firma de un acuerdo bilateral, reforzado en abril de 1995, con la celebración
de otro Acuerdo de Cooperación Mutua Brasil-EEUU para la Reunión de Demanda,
Prevención del Uso Indevido y Combate a la Producción y al Tráfico Ilícitos de
Entorpecentes.
Todo esto oficializó la presencia de la DEA y de la CIA en Brasil que
fue implementada anualmente por medio de nuevos memorandos de acuerdos, que
explican las actividades de cooperación, describiendo los proyectos a ser
ejecutados en el combate al narcotráfico y fijando el monto de los recursos
financieros previstos por EEUU y la contrapartida de Brasil. Desde entonces,
los EEUU, a través del International Narcotics Control, aumentó el suministro
de recursos y equipos de investigación como grabadores, cámeras y entrenamiento
de agentes de la Policía Federal, de 1996 a 2001, con un monto de US$ 9.7
millones”.
Continuará
Javier Villanueva, São Paulo, 16 de
junio de 2016.
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