Siempre fuimos revisionistas en este Blog JV
Literatura, porque es un modo de no ser apenas receptores pasivos. Y leyendo
muchas fuentes, contrastando opiniones y puntos de vista de historiadores y
pensadores de diversas épocas, llegamos a la misma conclusión que este autor,
Emilio González Ferrín, levanta en el texto a continuación. La España que va de
los celtas e íberos, pasando por la resistencia celtíbera a la invasión romana
y mezclándose en un crisol con las diversas oleadas germánica de
"bárbaros" cambia radicalmente con la llegada de los árabes desde el
norte africano en 711.
Antes, en 411, habían llegado
varias oleadas de pueblos germánicos, los vándalos,
los suevos y los alanos,
desposeídos de sus tierras por las invasiones hunas y
que, después de la expulsión, habían transitado por media Europa hacia
occidente buscando nuevas tierras para instalarse. Los alanos eran oriundos
del Cáucaso, los vándalos de origen escandinavo;
los suevos, también germánicos, estaban emparentados con los anglo-sajones que por entonces se instalaron en Inglaterra. Aunque los romanos llegaron a acuerdos para asentar
estos pueblos en distintas áreas de Hispania, los suevos alcanzaron más
estabilidad y se organizaron políticamente. Orosio, presbítero de Braga, relata que
"rápidamente cambiaron la espada por el arado y se hicieron
amigos". El reino que crearon abarcaba Galicia y
la zona norte del actual Portugal, con capital en Braga, y se
expandió luego hacia el sur del Duero. Los visigodos,
también germánicos, habían acordado un foedus (alianza o
federación) con el Imperio romano para acabar con los otros invasores y
reincorporar Hispania a la autoridad romana. En realidad, actuaron como
autoridad sustitutiva de la romana e independiente de ella en la práctica, con
más intensidad de ocupación en el área central de la Península, donde los
visigodos arrianos habrían llegado, expulsados de la Narbonense, por la presión
de los francos católicos.
Esto era la Hispania, cada vez más
España, antes de la llegada de los moros musulmanes en 711. (JV)
Vea el texto en El
País de 6 de marzo de 2018:
https://elpais.com/elpais/2018/03/04/hechos/1520120370_739370.html
El islamólogo Emilio
González Ferrín defiende en su nuevo libro que ni hubo invasión islámica de la
península Ibérica en el año 711 ni tampoco una reconquista cristiana.
Ni hubo invasión
islámica de la península Ibérica en el año 711 ni tampoco una reconquista
cristiana casi 800 años después. Estas son algunas de las conclusiones de
Emilio González Ferrín, autor de Cuando fuimos
árabes(Almuzara, 2018), un ensayo en el que analiza la posverdad sobre Al
Andalus y reivindica lo andalusí como parte intrínseca de la historia de España
frente al empeño en demostrar que la “esencia española es únicamente
cristiana”.
Pese a que el islam
sitúa su nacimiento en el 622, fecha en la que comienza el calendario musulmán
por ser el año de la hégira —cuando Mahoma huyó de La Meca a Medina—, González
Ferrín, profesor de Islamología de la Universidad de Sevilla, considera que
“como religión no existió hasta el año 800, ya que hasta la fundación de la
ciudad de Bagdad no hay una persona que hable como ‘nosotros, los musulmanes”,
explica en una entrevista telefónica. De manera que, según estima, es imposible
que en el 711 se produjera una “invasión islámica” y ni siquiera una “invasión
árabe” en singular. Hubo “una red de conquistas sin cabeza previa”, afirma el
experto, que ha dedicado los últimos 30 años al estudio de la religión y
cultura islámicas.
“Es una estupidez
pensar que la España árabe dependía del califato de Damasco, es un relato
bastante reciente del islam fundamentalista”, explica el islamólogo. Según
sostiene en su libro, que acaba de presentar en Casa
Árabe y donde defiende que el islam no fue la causa sino el
efecto de un tiempo convulso, desde el año 500 al 800 hay una infinidad de
conflictos y batallas locales en el Mediterráneo.
“Los historiadores
positivistas” cometen el error de “asumir que se puedan describir los hechos”
ocurridos en el siglo VII tal y como se contarían 200 años después, asegura
González Ferrín. Alude con ello a las crónicas árabes de los siglos IX y X,
como las de Al Tabari (839-923) y Al Masudi (896-956), creadoras de las
“historias de la conquista”, que interpretaron “las posibles realidades
históricas” acaecidas en los años 600. El profesor recuerda que hay decenas de
documentos del siglo VII, escritos en latín, griego o siríaco —no en árabe—,
que hablan de pueblos diversos, pero no del islam y que los historiadores no
siempre contemplan.
La Reconquista,
entendida como la recuperación del territorio hispano invadido por los
musulmanes, tampoco existió, afirma Emilio González Ferrín. “La idea de la
Reconquista es una narración histórica. Por ejemplo, Fernando III entra en
Sevilla en 1248, con un ejército en el que el 60% de los soldados eran
musulmanes, ya que su principal aliado era el señor de Granada, que era
musulmán”. “Era, por lo tanto, el rey de Castilla invadiendo tierras, y a veces
se las quitaba a los musulmanes y a veces a los cristianos”, añade.
El también autor
de Historia General de Al Andalus (Almuzara, 2006)
considera España como un territorio más antiguo que el concepto de
Estado-nación, más relacionado con la idea de nación-cultura de Menéndez
Pelayo. “No se plantea la historia de España como lo que ha ocurrido en el
territorio que hoy es España sino en lo que jurídicamente se considera España y
de lo cual se excluye lo andalusí”, asegura González Ferrín. Según el experto,
hay, sin embargo, muchos datos que sostienen esa visión de Al Andalus como
parte de España. “En el año 820, al que hoy llamamos emir de Córdoba firmaba en
latín como Rex Hispaniae [rey de España]”, cita como ejemplo.
González Ferrín va
más allá y profundiza en la huella de lo andalusí en la historia de España y de
Europa. “El árabe fue lengua culta en España y sería impensable hablar del
Renacimiento europeo sin Averroes o Ibn Tufail, impulsor del antropocentrismo
europeo [la idea de que el hombre es el centro del Universo y no dios]”, apunta
el islamólogo, que recuerda que el gran astrónomo Johannes Kepler tenía en su
laboratorio un astrolabio andalusí. Por lo tanto, en lugar de definir España
“mediante la expulsión, la exclusión y la despatrimonialización” de lo
andalusí, el profesor propone reivindicar como patrimonio español y europeo
aquel tiempo en el que “fuimos árabes”.
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